La decisión de Carmen 11

Carmen comienza su andadura en la universidad con incidentes y su Ama Sara tiene que tomar cartas en el asunto

Carmen se levantó de un salto de la cama, estaba pletórica de fuerzas. Después de 10 días seguidos en los que tan solo había podido dormir un máximo de 5 o 6 horas descansar casi 9 de golpe era algo realmente reparador.

Su Ama la noche anterior le había instando a que se fuese a dormir pronto para que encarase con energía su primer día de universidad y pudiese levantarse media hora antes que su Ama para prepararla el desayuno.

Pese al nerviosismo que sentía ante el reto que representaba la universidad la sumisa trató de disimularlo delante de su Ama y procuró servirla con tanta diligencia como cualquier otro día.

-         Ve a vestirte- le dijo la mujer cuando esta terminó de desayunar- yo te acerco a la universidad en coche.

-         Gracias Ama- dijo la sumisa.

Carmen se vistió rápidamente, poniéndose una falda negra que le llegaba hasta las rodillas, una blusa roja y unas botas de piel caras Sonia se las había regalado por la aportación que había hecho en la finca con las pony-girls. A parte se recogió el pelo en una coleta para que todo el mundo pudiese verla bien la cara, físicamente había cambiado mucho en esos 2 meses que llevaba con su Ama y en aquel momento si se gustaba a si misma.

-         Quiero que saques las matrículas por tus propios medios, no porque seduzcas a los profesores- bromeó Sara cuando vio salir a su sumisa comentario que hizo sonreír a Carmen.

-         Solo les seduciré si tengo que subir nota- dijo la muchacha sonriendo.

La ciudad montada en el deportivo de Ama Sara parecía mucho más pequeña, las distancias entre puntos parecían inexistentes debido a la velocidad del vehículo y a la ágil conducción de su propietaria.

-         Ya estamos- dijo la mujer frenando en seco- pasa un primer bien día.

-         Así lo espero Ama- dijo la sumisa confiada.

-         Regresaré a casa al medio día, sobre las 2 espero que coincidamos y me cuentes como te fue mientras me das un buen masaje. Estoy un poco tensa de todo lo que conducí ayer- dijo la mujer acariciándose la espalda.

-         Supongo que a esa hora ya habré terminado, la daré un buen masaje en cuanto regrese.

Carmen salió sonriente del coche y se adentró en el enorme edificio que era su universidad. Al primer sitio al que se dirigió fue a la secretaría para pedir su horario y así conocer el aula en el que comenzaría sus estudios de periodismo.

Una vez con su programa de estudios en mano caminó hacia el aula en la que recibiría su primera clase, la chica entró sonriente y el ver como algunos chicos se fijaban en su figura la hizo sonreír más aún.

-         ¿Ahora vas de puta, pelo-estropajo?- preguntó una voz a la espalda de Carmen que la dejó paralizada, la conocía muy bien, era la voz de Vanesa.

La sumisa se giró rápidamente y se encontró con la chica rubia que el año anterior había convertido su estancia en el instituto en un infierno, humillándola cada vez que podía. Vanesa era una chica de su altura, de pelo largo y rubio, piel clara, unos grandes ojos castaños y unos pechos desmesuradamente grandes pero a la vez muy firmes, en aquella ocasión la seguían un par de chicas que Carmen no conocía de nada.

-         Te he hecho una pregunta pelo-estropajo- repitió la chica en voz más alta captando la mirada de algunos de sus compañeros, pero ella ya no era la Carmen tímida y asustadiza con la que había coincidido en el instituto, estar todo el verano al lado de su Ama la había convertido en una mujer segura de si misma.

-         Te oí la primera vez- respondió Carmen sin amilanarse y sonriendo- si lo que te preocupa es la competencia no te apures, estaré alejada de tu esquina y podrás conservar a tu clientela habitual.

Los que se habían acercado para ver como Vanesa humillaba a la chica que llegaba tres días tarde a las clases estallaron en carcajadas lo que hizo enrojecer a la atacante por una mezcla de vergüenza y de rabia, Carmen por su parte lo ignoró y se encaminó hacia un pupitre que había libre.

Carmen procuró colocarse lo más lejos de Vanesa posible, no quería tenerla demasiado cerca después de haberla hecho quedar en ridículo delante de toda la clase, pero la chica olvidó las rencillas que tenía con su enemiga cuando la clase comenzó.

Las clases eran menos exigentes de lo que la sumisa había imaginado, pero también era consciente de que las dificultades de las materias se incrementarían conforme avanzasen los meses.

A parte de porque las asignaturas eran más sencillas de lo que había esperado la chica también estaba contenta porque veía que aquella etapa de su vida iba a ser bastante mejor que la anterior, los compañeros que cruzaban miradas con ella le sonreían e incluso alguno más atrevido la guiñaba un ojo, ninguno de ellos sabía las escasas posibilidades que tenían con ella debido a la restricción en materia de chicos a la que su Ama le sometía.

Las horas transcurrieron con rapidez y antes de darse cuenta ya se estaba encaminando hacia la salida de la facultad, a Carmen le habría gustado que su Ama estuviese a la espera, pero era algo muy improbable, ya que la mujer desconocía de los horarios de su esclava.

-         ¡Ven aquí zorra!- dijo una voz a la espalda de Carmen, la chica trató de girarse, pero antes de conseguirlo una mano tapó su boca y otra tiró de su melena de pelo negro.

La sumisa trató de pedir ayuda pero las manos que la atraparon eran mucho más fuertes que las suyas. Su captora la tiró del pelo con energía para obligarla a seguir su ritmo y no la soltó hasta que se metió en uno de los cuartos de baño.

-         Aquí la tienes Vane- dijo la chica que tenía retenida a Carmen.

Ante los ojos de la sumisa estaban Vanesa y una chica un poco más alta que ella de piel muy clara, pelo muy largo y negro, ambas sonriendo ampliamente por su captura.

-         Parece que ya no estás tan segura de ti misma- comentó Vanesa mientras clavaba sus afiladas uñas sobre las mejillas de Carmen.

La sumisa asustada y viéndose perdida pegó un mordisco a la manos que la mantenía amordazada, para tratar de gritar una vez estuviese libre, pero la que gritó fue su captora que en cuanto sintió los dientes de Carmen sobre su mano descargó un fuerte puñetazo sobre sus costillas.

-         Vuelve a hacer eso y te parto un brazo- le dijo furiosa la receptora del mordisco mientras Carmen gemía de dolor.

-         No deberías hacer enfadar a Nuria- la comentó Vanesa mientras soltaba las mejillas de la sumisa- realmente puede romperte un brazo, es una gran judoca.- Carmen no pudo replicar nada ya que su opresora rápidamente volvió a cubrirla la boca con la mano.

-         Has humillado a Vanesa delante de toda la clase y lo vas a pagar- dijo la acompañante de su enemiga que la miraba con fijeza- lo primero que vas a hacer es arrodillarte y pedirla perdón.

Carmen no quiso arrodillarse, pero una fuerte patada en la parte posterior de sus rodillas la hizo caer al suelo y dejar su cabeza a la altura de la cintura de las tres chicas que la tenían retenida.

-         Ahora bésame los pies y discúlpate por lo que me has dicho en clase.

-         No pienso hacerlo- replicó Carmen que por fin tenía la boca libre.

Pero aquella no era la respuesta que Vanesa deseaba, antes de poder hacer nada por evitarlo la chica que tenía a su espalda, y a la que Carmen aún no había visto, la agarró de la muñeca levantándosela hasta llegar casi a su cuello, a continuación agarró el codo de ese mismo brazo y comenzó a levantarlo poco a poco provocando que la sumisa se inclinase más y más sobre los pies de Vanesa.

-         ¡Siento mucho lo que te he dicho en clase!- dijo la sumisa en voz bien alta ya que veía que si no lo hacía su brazo acabaría por romperse.

-         Besa mis pies y quizás me lo piense- dijo Vanesa sonriendo al ver como Carmen se plegaba a sus órdenes. La sumisa sintiendo aún más presión sobre su brazo besó los pies de su enemiga ante las risas de sus tres captoras- quizás te perdone, pero aún te tienes que disculpar por más cosas.

Después de aquello Carmen tuvo que besar también los pies de la chica que la tenía sometida físicamente, era una muchacha más menuda que lo que la sumisa se había imaginado pero de músculos bien definidos, piel no muy clara, pelo castaño media melena y una figura muy estética.

Tras disculparse con Nuria por haberla mordido Vanesa la obligó a besar los pies de su tercera amiga por hacerla perder el tiempo por no obedecer tan rápido como ella deseaba, Carmen ante aquello se resistió de nuevo, pero una potente patada en el estómago le hizo cambiar de parecer y volver a sus súplicas.

Mantuvieron a Carmen en aquella humillante posición durante 10 minutos en los que la obligaron a disculparse por montones de cosas: por faltar al respeto a sus compañeros presentándose varios días tarde a clase, por siendo una perra creer que podía vestirse con ropa y botas caras, por creerse con derecho de mirar a cualquier otra persona de igual a igual…

Carmen cada vez se sentía más humillada y no veía el momento de que aquella humillación acabase, pese a que se arrodillaba todos los días a los pies de su Ama y la besaba los pies aquella no tenía nada que ver. Sara lo hacía mezclándolo con cariño y dulzura y nunca haciéndola sentir como un ser inservible, por el contrario sus compañeras de clase lo único que deseaban hacer era degradarla para reírse de ella.

-         Llegó el momento del colofón final- dijo Vanesa- agárrala las manos a las espalda y tírala al suelo Nuria- ordenó y antes de que Carmen lograse moverse sintió sus pechos apastándose contras el suelo y sintiendo el peso de la judoca sobre su espalda.

Carmen temerosa de lo que pasaba por la mente de su cruel enemiga trató de zafarse inútilmente de la chica que la retenía. Vanesa por su parte comenzó a descalzarse y una vez se libró de sus zapatos también se quitó las medias negras que llevaba.

-         ¡Abre la boca!- ordenó mientras tiraba de los pelos de Carmen. La sumisa que sabía que es su posición no la convenía resistirse abrió bien la boca y recibió las medias de Vanesa.

La jefa del grupo dio una señal a su amiga para que diese la vuelta a Carmen. A Nuria casi no la costó esfuerzo colocar la espalda de la sumisa sobre el frio y duro suelo del baño. La sumisa estaba totalmente indefensa, su captora se encargada de inutilizarla los brazos y Vanesa caminaba sonriente mientras la contemplaba totalmente humillada.

-         Ahora voy a ponerte en tu sitio- dijo quitándose las braguitas y acuclillándose junto a Carmen- me servirás de retrete.

Carmen al oír aquello comenzó a gemir asustada para que alguien acudiese en su ayuda pero era misión imposible, las medias que colmaban su boca tan solo permitían salir gemido ahogados. La sumisa desistió agotada cuando sintió el sexo de su enemiga apoyado sobre su frente y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos cuando la caliente orina de Vanesa comenzó a empapar el rostro y el pelo de Carmen.

Los gemidos de placer de Vanesa se mezclaron con las risas de sus amigas acallando por completo cualquier sonido que pudiese emitir la pobre sumisa.

-         Muy bien putita pelo-estropajo- dijo Vanesa mientras se levantaba de la llorosa sumisa- creo que con esto me daré por satisfecha, pero que no se vuelva a repetir- le avisó con una sonrisa en la cara mientras se ponía sus bragas- por cierto como trofeo me llevaré tu bolso, me gusta- dijo la chica colgándose el bolso de cuero negro que Carmen solía llevar, regalo de su Ama.

Una vez se marcharon sus tres agresoras Carmen permaneció en el suelo durante unos minutos sin poder evitar llorar, en toda su vida se había sentido tan humillada. Cuando finalmente se recuperó un poco comenzó a levantarse temblorosa y comenzó a lavarse la cara y el pelo para salir fuera lo más normal posible, cosa bastante complicada ya que sobre sus mejillas aún se veían las heridas sangrantes que le habían producido las uñas de Vanesa.

Carmen no pudo tomar el autobús ya que todo el dinero lo llevaba en el bolso, junto a su móvil y documentación así que tuvo que ir caminando hasta la casa de su Ama. La sumisa caminó como una autómata, con la mente en blanco.

Cuando llegó al portal de la casa de Ama Sara había pasado casi una hora de arduo camino, pero a Carmen pareció no importarla, no sentía cansancio en sus piernas. Por suerte la puerta estaba abierta y no tuvo que llamar al portero automático para que su Ama lo abriese, estaba casi segura de que en cuanto abriese la boca rompería a llorar. Pero no pudo eludir el llamar a la puerta blindada de la casa de Sara cuando llegó hasta ella.

-         Te he llamado a voces en la calle y no me has esperado, te daré un buen castigo ahora mis…- dijo Sara pero la mujer quedo callada cuando vio el rostro arañado de su sumisa y las lágrimas comenzando a surcar sus mejilla- ¿Qué te ha pasado, cariño?- preguntó acariciando la mejilla pero sin conseguir que la sumisa pudiese hacer otra cosa mas que sollozar.

Sara viendo el estado de su sumisa la agarró la mano con cariño y tiró de ella para meterla en casa. Las dos fueron directamente al salón y Sara ordenó a su sumisa que se sentase y la esperase sentada en el sofá hasta que ella regresase.

La mujer regresó a los cinco minutos con una taza de tila humeante que puso sobre la mesa para que Carmen fuese bebiendo. A continuación se sentó a su lado y comenzó a abrazarla para tratar de consolarla en la medida de lo posible y así sacar la raíz de los males de su fiel esclava.

Cuando finalmente Carmen se decidió a hablar lo hizo entre sollozos y sin poder evitar soltar alguna lágrima más. Sara por su parte la escuchaba con atención y conforme iba asimilando la historia la resultaba más complicado disimular su gesto de enfado.

-         Lo siento tesoro, lo has debido de pasar muy mal- dijo la mujer secando una lágrima que caía por la mejilla de Carmen.

-         Sí Ama- dijo la sumisa sin poder evitar volver a romper a llorar.

-         Ssssss, ya pasó- dijo abrazándola de nuevo- desde ahora hasta que te recuperes no me llames Ama, quedas exentas de tus tareas de sumisa durante ese tiempo. Ahora vete a tu cuarto a dormir y cuando te despiertes encarga algo de comida no quiero que cocines ni hagas tareas, te dejaré algo de dinero sobre mi mesilla.

-         Muchas gracias, es muy buena conmigo- dijo mirándola con los ojos llorosos.

-         Te lo has ganado, ahora a la cama a descansar un poco- dijo agarrándola del brazo y ayudándola a levantarse.

La sumisa se dejó llevar, y una vez en su dormitorio se metió en la cama. Sara se encargó de arropar a su sumisa y darla un beso en la frente que a Carmen la hizo sentir un poco mejor.

Sara tan pronto como salió del dormitorio de su sumisa se dirigió al salón a por su bolso, de él sacó su teléfono móvil y comenzó a buscar el número de una de sus amigas Ama.

-         Hola Belén- saludó la mujer en cuanto escuchó como los tonos paraban.

-         Sara, que sorpresa- dijo la mujer que le había cogido el teléfono.

-         Sí es que acabo de llegar de unas vacaciones en la finca de Sonia y he estado casi dos semanas fuera- dijo Sara.

-         Estoy segura que lo has disfrutando mucho ¿te llevaste a su esclava?

-         Sí claro se adaptó mejor de lo que esperaba, precisamente por ella te llamaba.

-         ¿Vas a prestármela?- preguntó soltando un risita musical.

-         No, es que una enemiga suya la ha humillado de un modo muy fuerte y necesito a Roberto- dijo en tono serio.

-         Vaya, lo siento mucho, es una buena chica.

-         Lo sé, por eso no pienso dejar las cosas así.

-         Puedes contar con Roberto para lo que desees.

-         Muchas gracias, ahora mismo le llamo y le digo lo que necesito de él.

-         A ver si nos vemos pronto.

-         Seguro que sí- respondió la mujer antes de colgar.

Una vez tuvo el consentimiento de Belén, Sara comenzó a buscar el número de Roberto entre sus contactos hasta que al final lo encontró.

-         Buenas tardes Señora Sara- saludó el sumiso.

-         Hola esclavo- dijo la mujer al momento- acabo de hablar con tu Ama y te ha cedido a mí durante un tiempo.

-         Creía que era usted lesbiana Señora- dijo el sumiso un poco sorprendido.

-         No eres para mí, esclavo. Te necesito para que te folles a una puta.

-         ¿A quien Señora?

-         Eso de momento no es importante, tienes el número de mi esclava entre tus contactos ¿verdad?

-         Sí Señora.

-         Pues vas mandarla el siguiente mensaje: “Hola Carmen ya estoy Madrid  deseando verte y oírte por fin, después de todo el verano chateando estoy ansiosos por conocerte, llámame cuando leas esto” Y después le mandas una foto tuya lo más sugerente que puedas.

-         Sí Señora, así lo haré- dijo el sumiso al otro lado del teléfono.

-         Muy bien, como sé que la chicas se vuelven locas contigo quiero que grabes desde todos los ángulos que puedas el como te la follas y la hagas todas las guarradas que desees, quiero unos videos en los que esa perra salga muy, pero que muy puta- aclaró la mujer.

-         Así lo haré Señora.

-         Quiero que me mandes los videos esta noche a mi correo, no me falles, porque como lo hagas seré yo misma la que te castigue- dijo severamente lo que dejó a Roberto callado unos instantes.

-         Haré lo que sea por conseguirlos Señora, no la fallaré- dijo el sumiso asustado.

Después de la conversación con Roberto la mujer fue a la habitación de Carmen, la chica ya estaba dormida, o si no lo estaba fingía estarlo. Sara cerró la puerta despacio y se marchó de la casa para buscar un sitio agradable donde comer.

Ya por la tarde, en el bufete de abogados donde trabajaba apenas pudo centrarse en los casos de sus representados. Cada vez que conseguía centrarse en su trabajo algo hacía que su cabeza volviese a pensar en lo mal que se lo habían hecho pasar a su sumisa y en como ella iba a vengarse de sus enemigas.

A falta de diez minutos para salir la mujer salió de su despacho para dirigirse a la oficina del jefe al cual le pidió que el día siguiente se lo diese libre, el hombre nada más escuchó la petición se la denegó alegando que ya se había tomado 10 días, pero en vista de la insistencia de Sara finalmente cedió a las exigencias de una de sus mejores abogadas.

Sara, pese a haber conseguido todo lo que deseaba aquella tarde, no salió contenta del edificio en el que trabajaba, seguía triste por lo que Carmen había sufrido aquella mañana y estaba segura de que aquel enfado no se marcharía de su ser hasta haber vengado a su fiel sumisa.

Lo único que la animó un poco fue ver a su esclava fuera de la cama y con una actitud un poco más alegre, aunque Sara sabía que aquello no era más que una fachada para que no se preocupase por ella.

-         ¿Mañana vas a ir a la universidad?- preguntó Sara a su sumisa mientras cenaban juntas.

-         No lo sé, Ama- dijo la chica que al instante se tapó la boca ya que la había prometido que no la llamaría Ama hasta estar bien del todo- no es fácil cambiar esa costumbre- comentó con media sonrisa.

-         Ya lo veo- dijo Sara también sonriendo a su sumisa- lo mejor será que te quedes en casa mañana y descanses, seguro que después del fin de semana lo verá todo mejor.- Carmen asintió con la cabeza dando la razón a su Ama.

Carmen, al estar liberada de sus tareas como sumisa se marchó a dormir antes que Sara, aunque la pidió permiso antes de irse.

Sara se quedó en el salón con su ordenador portátil con su correo abierto, esperando los vídeos de Roberto, la mujer tenía muy claro que si esa noche no tenía las grabaciones de la chica que había humillado a Carmen el día libre que había pedido en el trabajo lo emplearía para castigar al sumiso de Belén.

Por fin y justo cuando la dueña de la casa estaba a punto de irse a acostar recibió un correo de una dirección desconocida para ella, pero que sin duda era la de Roberto, porque en el correo venían adjuntos un total de 4 videos.

La mujer clicó sobre el primero de ellos, la sobresaltó que tuviese audio y se apresuró a bajarlo para no despertar a Carmen y ser ella la única que pudiese escucharlo. El primer video era extraordinariamente largo, casi 40 minutos de grabación, en la que Vanesa tuvo un sexo bastante duro con el sumiso de Belén, un hombre alto de piel bronceada, pelo corto y castaño, un cuerpo muy atlético y muy guapo de cara, Sara comprendía perfectamente porque Belén lo alquilaba como gigoló.

Desde prácticamente el primer minuto hasta el último ambos salían totalmente desnudos y haciendo toda clase de prácticas lo que agradó a la mujer. Roberto había desempeñado muy bien su trabajo, tenía tomas de Vanesa comiendo polla con cara de viciosa, colocada a cuatro patas mientras era follada gimiendo de placer como una loca, usando sus enormes tetas hasta hacer eyacular al esclavo sobre ellas…

Sara disfrutó en especial de un par de escenas, una en la que Roberto le decía que por haber sido buena la dejaría tomar un chupa-chus pero que tenía que pedírselo por favor y la chica suplicaba por la polla del sumiso hasta que este cedía y se la ponía dentro de la boca, acción que la chica recibía con placer y que después de dar una larga lamida decía de un modo muy claro “que rico está este chupa-chus”. La segunda escena favorita de Sara fue cuando Vanesa estaba a punto de correrse y Roberto sacó su rabo del sexo de la joven, para decirla que si follaba al estilo perro ella tendría que ladrar. La chica, loca de excitación, comenzó a ladrar y soltar gemidos más propios de una perra de que de una mujer lo que provocó en Sara una carcajada que pudo ahogar un poco poniendo sus manos sobre la boca.

Una vez se recuperó del repentino ataque de risa la mujer comenzó a abrir los otros tres vídeos que había recibido, sonriendo ampliamente cuando vio que los tres eran exactamente iguales que el primero, pero que cada uno filmaba la escena desde una perspectiva diferente evitando que se escapase ni una sola reacción de Vanesa y ni una sola parte de su cuerpo quedase sin grabar.

Sara comenzó a escribir un correo de agradecimiento al esclavo, en el que le aseguraba que el su próxima cita con Belén hablaría de él de un modo excelente. Aquellos vídeos de tan alta calidad y con una iluminación  perfecta, ya que en ningún momento el esclavo apagó la luz de la habitación de hotel donde se había llevado a Vanesa, le iban a servir para tener a Vanesa a su merced, ella sería la primera en pagar por agraviar a su esclava.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias.