La decepción.

Me sorprendió ver a Andrea desnuda; La vi, sus pechos eran enormes, redondos, como globos. Su cuerpo estaba bien formado, tenía piernas largas y gruesas, y formaban una curva perfecta, cintura casi delgada, y nalgas bien redondas y paradas.

Antes de iniciar este relato, agradezco a las personas que leen mis historias y que me escriben al correo ( julia199204@hotmail.com ). Si no les respondo es por falta de tiempo, pero trato de regresarles el correo y responder a sus preguntas y/o dudas.

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Había pasado un año desde que conocí a Rafa y me había hecho su novia. Nunca imaginé que tener un novio seria así de hermoso; él fue mi primer novio y se había esforzado en darme un año inolvidable: lleno de muchas alegrías, algunas tristezas y uno que otro momento incómodo. Pero todo lo malo lo deseché y solo me quedé con lo bueno.

También le entregué mi virginidad, a muy temprana edad (15 años), y a pesar de tener algunos valores que me dieron en mi casa, no me arrepiento de haberlo hecho. Lo amaba, me amaba, y eso era más que suficiente.

Agosto 2006

Eran vacaciones y se acercaba el día de regresar a clases. Había visto a Rafa casi a diario en mi casa y pensar en que regresaríamos a clases y que nos miraríamos cada fin de semana, me ponía triste.

El ultimo día de vacaciones, un domingo que estábamos en mi casa, nos encontrábamos mi mamá, mis dos hermanas y nosotros:

-Mañana a clases. –Dijo mi mamá. – ¿A qué grado vas Rafa?

-Segundo semestre suegra. Me falta mucho por terminar. Son 9 semestres.

-Apenas vas empezando. –Dijo mi mamá. Se levantó y se fue a la cocina.

Nos quedamos los 4 en la sala. Yo estaba sentada junto a Rafa, agarrados de la mano.

-Amor, ¿Qué tal si vamos a comer fuera? –Me dijo Rafa.

Eran las 4pm y la verdad es que hacía hambre.

-¿A dónde vamos? Bebé. –Le pregunté.

-Conozco un restaurant al otro lado de la ciudad. Riquísimo.

-Pero, ¿Y mis hermanas?

Saltó mi hermana menor:

-No se preocupen, nosotros nos quedamos. Nos traen algo ¿eh?

Mi hermana menor siempre se había esforzado en darnos algo de privacidad; cuando íbamos al cine, o alguna fiesta o salíamos a cualquier parte, siempre nos daba unos minutos a solas. Esta vez no fue la excepción.

-Le voy a pedir permiso a mi mamá. –Dije y fui a la cocina.

Cuando llegué.

-Mamá, Rafa me invitó a comer fuera. Te vengo a pedir permiso para ir con él.

-¿A dónde? –Preguntó mi mamá.

-Un lugar al otro lado de la ciudad. –Dije con un poco de miedo.

-Lejos ¿no?

-Vamos y venimos. ¿Sí? –Le rogué.

-Voy a hablar con Rafa.

Fuimos a la sala. Los encontramos a los 3 riéndose.

-¿A dónde van Rafa? –Preguntó mi mamá.

Rafa le dijo el nombre del lugar.

-Está más o menos a 40 minutos, depende del tráfico.

Mi mama se quedó pensando un rato. Luego dijo:

-Pero van y vienen, ¿Está bien? No quiero que lleguen tarde.

-Sí, suegra.

Salimos y nos fuimos. Apenas arrancó el auto cuando:

-Amor, vamos a llegar a mi casa por dinero. –Me dijo Rafa.

-Está bien, bebé.

Llegamos y entramos a la casa. Me sorprendió mucho silencio.

-Y ¿Tus papás? –Le pregunté un poco pensativa.

-Salieron, no regresan hasta tarde. –Me respondió con una sonrisa en su rostro.

Se acercó poco a poco a mí, me tomó de la cintura y me dio un beso, que le respondí.

-Te amo mucho. –Me dijo. –Te deseo, quiero tenerte conmigo ahorita. –Me lo decía mientras me besaba el cuello, y pasaba sus manos por mi espalda y las bajaba hasta mis nalgas.

Por un momento disfruté de sus caricias, de sus besos, gemía un poco. Lo tomé de la cabeza y le di un beso.

-Bebé, pero ¿Y la comida? –Le pregunté.

-No vamos, mejor nos quedamos aquí y aquí comemos. Pero después de amarnos. –Me dio un beso.

No me dejó elección, aunque lo que me proponía tampoco estaba tan mal. Hacía mucho tiempo que no teníamos un momento a solas. No es que me gustara o me disgustara el sexo, pero hacerlo, para mí, significaba una muestra grande de amor.

Recuerdo cuando me entregué a mi novio por primera vez, estaba muy nerviosa y a pesar de que me gustó, no disfruté por miedo y dolor. Las otras dos ocasiones, una fue en el auto y no me gustó hacerlo ahí, y la otra fue muy rápido por estar en su casa, con su familia e igual no disfruté.

Ahorita, se estaba presentando una oportunidad para disfrutar del amor, para demostrarle el gran amor que le tenía a la persona que amaba. Con un poco de experiencia y sabiendo lo que se venía, y con buen tiempo, me dije “Voy a disfrutar de este momento”.

Puse mis manos alrededor de su cuello y nos unimos en un beso, fue hermoso, el mejor de todos los que nos habíamos dado.

Nos separamos y nos miramos a los ojos. Me tomó de la mano y me llevó hasta la recámara de sus papás. Cuando llegamos, se volteó, me tomó de la cintura y nos besamos. Poco a poco fue metiendo sus manos debajo de mi blusa y la fue subiendo. Pude sentir el calor de sus manos en mi piel. Me dejó de besar y me quitó mi blusa. De nuevo nos besamos.

Estuvimos alrededor de dos minutos besándonos. Pensaba “¿Acaso quiere que también le quite la playera? Lo intentaré.” Puse mis manos en su cintura y le levanté la playera, me dejó de besar y se la quité. “Bien.”

Se subió a la cama y se recargó en la cabecera.

-Ven, súbete arriba de mí. –Me dijo.

Hipnotizada por el momento, lo hice. Tomé su rostro con mis manos y nos besamos, mientras él pasaba sus manos por mis piernas y mis nalgas. Me separó y lentamente subió sus manos por mi espalda hasta que llegó a mi sostén. Medio batalló en quitármelo, pero me lo quitó y rápidamente empezó a besármelos con desesperación. Sentí que se mojó mi entrepierna. Empecé a gemir.

Luego de un rato se detuvo y me vio. Pensé: “¿Querrá que yo también le bese su pecho?” Me agaché y empecé a besarlo.

-Sigue amor, sigue. –Me decía mientras gemía.

Sabía que lo estaba haciendo bien, me animé más y continúe con más pasión. Me detuve cuando supuse que era mucho y besé sus labios. Sentí sus manos en mi pantalón, lo estaba desabrochando.

-Tú también desabrocha el mío. –Me dijo y me dio un beso.

Seguí sus órdenes.

Me acostó.

Se levantó y me quitó el pantalón y la ropa interior. Luego él también se desnudó. Saltó su pene enorme y lleno de bello. Poco a poco fue subiendo, besando mis piernas, primero una, pasaba a la otra, las acariciaba. Besó mi vientre, mis pechos, se puso a mi lado y nos besamos.

Llegados a este punto, ya había tenido dos veces esa rica sensación. Esa que me hacia chorrear y arquear mi espalda.

Fue bajando su mano por mi brazo, la puso en mi vientre, estuvo jugando con mi ombligo un rato. No sé porque lo hice pero me acomodé un poco, y abrí mis piernas. Sentí como su mano se ponía en la entrada de mi entrepierna y como fue metiendo un dedo. De nuevo me llegó esa rica sensación. Empecé a gemir, mucho, rápido. Rafa se puso a besar mis pechos mientras movía su mano hacia dentro y hacia fuera. En cuanto dejé de sentir esa rica sensación, me llegó casi al mismo tiempo otra vez.

No recuerdo cuanto tiempo estuvo ahí, pero no quería que dejara de hacerlo. Pensaba “Hay que rico, que rico, que rico.” Pero se detuvo. Estaba agotada, feliz, lo que sentía era riquísimo. Se acercó a besar mi barbilla, mis labios. Yo no le respondía. Estaba todavía gimiendo.

En cuanto me recuperé, lo besé. “Supongo que es mi turno, ha de querer que se la jale.” Bajé mi mano a buscar su pene, lo encontré. Grande, caliente, mojado. Empecé a mover mi mano, arriba, abajo. Comenzó a gemir, levantó su cabeza:

-Sigue, así, así, más, más, más. –Me decía. Eso me gustaba y lo complací.

Bajé a besar su pecho mientras se la jalaba. Por los gemidos que escuchaba, puedo decir que estaba haciendo un buen trabajo.

-Detente que me vengo. –Me dijo. No entendí lo que quiso decir pero me detuve.

Me puso boca arriba. Sabía que era el momento, abrí mis piernas. Se levantó y se puso encima de mí. Me fue penetrando despacio. Sentía como entraba fácil, sin problema. Puse mis manos alrededor de su cuello y en cuanto entró completa, sentí de nuevo esa rica sensación. Solté un gemido, pero fue como un grito. Rafa empezó a gemir, a gritar, en cada embestida que me daba.

A los 10 segundos se detuvo y puso su cabeza a lado de la mía. Estábamos agitados. Los dos gemíamos.

-Te amo. –Le dije entre gemidos.

Me volteó a ver. Pude ver ese amor que me tenía en sus ojos. Nos besamos. Se movió de nuevo. Mete y saca, lento, fuerte, profundo. En cada embestida que me daba sentía amor. Nuestros labios seguían unidos pero ya no nos besábamos.

Se escuchaba el golpeteo de mis piernas, de mis nalgas, con las de él. No tardé mucho en sentir de nuevo esa rica sensación. Gemí, grité. A los dos minutos pude sentir como el pene de Rafa se había puesto flácido. Se bajó y se acostó a lado de mí. Terminamos de gemir. Descansamos un poco.

Luego puse mi cabeza en su pecho y cerré mis ojos. Sentí como escurría semen en mis piernas y sonreí “Nuestro amor.” Me sentía muy feliz: estaba muy enamorada y sobre todo era correspondida.

Septiembre 2006

Regresé a clases feliz de la vida. Lo único malo era que ya no iba a ver a mi novio como lo veía en las vacaciones. Tenía que esperar hasta el sábado para verlo un ratito. Me ponía triste, pero sabía que después del año que tuvimos, ese ratito se aprovecharía al máximo.

En una de las primeras semanas, se suspendió clases el viernes. Con las ganas que tenia de ver a Rafa, le pedí a mi mamá que viniera por mí a la escuela y después me llevara a la casa de mi novio para verlo ese día. Así lo miraría dos veces en la semana.

Mi mamá accedió. Llegamos a la casa de Rafa. Afuera, sentadas, platicando, estaban mi suegra y la mamá de Andrea. Mi mamá bajó a saludar.

-Hola Julia. –Saludó mi suegra. -¿Cómo estás?

-Bien señora, hoy no tuve clases y me vine rápido porque tenía ganas de ver a Rafa. –Dije un poco apenada. -¿Está en la casa?

-Sí. Esta con Andrea, vino a hacer una tarea en la computadora. Pasa.

Caminé hasta la casa, mi mamá se quedó a platicar un rato. Entré feliz. Me dirigí hasta el cuarto de Rafa. Me acerqué a la puerta y la empujé, no se abrió. Alcancé a escuchar algo. No sé porque pero no toqué la puerta, me entró curiosidad y pegué mi oreja.

-Que rico me la mamas. –Era la voz de Rafa. –Sigue así, así. Espera. Mira lo que hace la actriz, pasa su lengua desde las bolas hasta la punta de la verga. Hazlo.

Silencio. Luego se escuchó gemir a Rafa. “ ¿Mamas? ¿Actriz? ¿Lengua? ¿Bolas? ¿Verga?” De repente me llegó un nudo en la boca del estomago. “¿Qué está pasando?”

Recordé una plática de mis amigas de la escuela donde decían que a los hombres les gusta que se las mamen. De alguna manera uní esa plática con lo que había escuchado “Dijo lengua y verga ¿Acaso Andrea se la está mamando a Rafa?”

De repente me llegó una frustración total, una tristeza enorme “Me está engañando con...” , di unos pasos para atrás y me sorprendí. “Me está engañando con ¿Su prima?” “Dos primos ¿están teniendo sexo?” No supe que pensar, no sabía qué hacer. Mi corazón empezó a latir demasiado rápido. Estaba triste, quería vomitar. Lagrimas salían de mis ojos. Pegué mi oreja de nuevo a la puerta.

-Agarra mi cabeza y empújala. –Escuché la voz de Andrea.

-No me lo tenías que decir. –Dijo Rafa. –Dale, dale, más profundo. Aguanta un poco, ya casi me vengo.

“Entra Julia, toca la puerta y hazles saber que aquí estas, que estas decepcionada. Que los odias.” Pensaba. Pero no podía, estaba en shock.

-Me vengo. –Gritó Rafa.

-En mis pechos. –Dijo Andrea.

“¿Qué está pasando ahí dentro? ¿En sus pechos? ¿Qué cosa? ¿Semen?” Me sentí aun peor. El semen, que lo consideraba parte fundamental de nuestro amor, iba a ser tirado en los pechos de mi mejor amiga, de su prima, Andrea.

Se escuchaba gemir a Rafa como loco.

-Calientito. –Dijo Andrea. –Ahora es mi turno de disfrutar.

-Pero ya sabes, ponte viendo para la ventana para que vigiles. –Dijo Rafa. –Ahorita vengo, voy al cuarto de mis papás por unos condones. No queremos que salgas embarazada.

-No tardes.

“¿Condones? ¿Qué es eso?”, reaccioné rápido y corrí a esconderme. Escuché que Rafa abrió la puerta y salió, luego de unos 30 segundos regresó. Me acerqué a la puerta, la empujé y se abrió. “No le puso candado.” Abrí un poco la puerta solo para ver y ahí estaban, los dos desnudos, juntos en la ventana viendo hacia fuera.

Me sorprendió ver a Andrea desnuda; era alta, y se caracterizaba porque tenía unos atributos muy desarrollados. Cuando se ponía pantalón y playera ajustada, dejaba ver unas enormes nalgas y unos pechos más grandes que los míos, que de por sí ya eran grandes. La vi, sus pechos eran enormes, redondos, como globos. Su cuerpo estaba bien formado, tenía piernas largas y gruesas, y formaban una curva perfecta, cintura casi delgada, y nalgas bien redondas y paradas.

-¿Viste cuando llegó tu suegra? –Preguntó Andrea a Rafa.

-No. Estaba bien entretenido disfrutando de tu mamada. –La agarró de una mano y la volteó. Se besaron. –Acomódate viendo hacia la ventana.

Andrea se puso de espaldas a mí, se empinó y su cabeza quedó en la ventana, que la tapaba una cortina. Rafa también me dio la espalda. Se agachó detrás de su prima. “¿Qué va a hacer?” , y metió su cabeza en medio de sus nalgas.

Andrea soltó un gemido, y un grito fuerte.

-Que rico primo. Mueve tu lengua. Así, así. –Gritaba Andrea. De repente noté que Andrea empujaba sus nalgas hacia la cabeza de Rafa.

-Me encanta cuando haces eso. –Dijo Rafa.

-Eso significa que me estás haciendo disfrutar mucho. –Dijo entre gemidos Andrea. –Sigue, sigue, así. Ya casi me vengo.

Y a los 20 segundos, Andrea arqueó su espalda y soltó el mejor gemido que había dado. Agachó su cabeza, se veía muy agitada y cansada. Rafa se quedó lamiendo entre sus nalgas, movía de un lado a otro su cabeza.

De repente sentí calor en mi cuerpo. “¿Qué es esto?” Se levantó Rafa y Andrea se volteó y se besaron.

-Ya métemela. –Dijo Andrea.

-Aun no se me para. –Respondió Rafa.

-Ahorita te la paro. –Se agachó Andrea y se metió el pene en su boca. Empezó a moverse rápido. Rafa gimió.

Esa escena provocó que me mojara. Me calenté. “No, ¿Qué es esto?” Me asusté. Al minuto se levantó Andrea.

-Ya está bien parada y dura, como me gusta. –Se acomodó de nuevo en la ventana, empinada.

Rafa se llevó algo a la boca, luego se llevó sus manos a su pene. Se acercó a su prima y se la metió. Se movía rápido, muy fuerte, se escuchaba con total claridad como pegaban sus piernas con las nalgas de Andrea.

“Están haciendo el amor”, me mojé mas. Por cada embestida que daba, soltaba un chorro.

Se escuchaban los gemidos de mi novio y de mi mejor amiga. Llevé mis manos a mis pechos, que me empezaron a doler. Rafa se inclinó y agarró los pechos de Andrea, qe le colgaban. Al minuto:

-Me vengo. –Gritó Andrea. Arqueó su espalda, levantó su cabeza y soltó un gemido fuerte.

Rafa se seguía moviendo y a los 20 segundos:

-Me vengo, me vengo. –Se detuvo y soltó un grito.

Sentí la necesidad de meter una mano a mi entrepierna, que estaba muy mojada y caliente. Bajé mi mano. Escuché a Rafa:

-Vamos a vestirnos rápido.

Eso me despertó. Levanté mi mano. Cerré la puerta y me fui a la entrada de la casa. Me detuve y les di unos minutos para que se vistieran. Me tranquilicé. Pensé en lo que me había pasado, en lo que sentí. Me sentí mal, arrepentida. Se bajó mi calentura y recordé la infidelidad.

Los iba a enfrentar.