La de olivos puta y deshonesta

Qué puta que soy

Qué puta que soy

Si bien las horas se me hicieron eternas esperando que llegara el tan ansiado día de tener a dos machos a mi disposición, me sirvieron mucho para esclarecer algunas ideas en mi cabeza. Desde el primer día que comencé con mis cambios, a los 54 años, soy viuda y Contadora Pública, supe que el camino que emprendía no tenía retorno, tampoco deseaba que lo tuviera, por el contrario a esta altura tenia muy en claro que lo que deseaba con todas mis ansias era poder seguir liberándome para llegar a ser yo misma de una vez por todas.

Esto me llevó a preguntarme quien era yo realmente y quien era mi marido, que ya falleció, y desde el mismo instante en que me lo pregunté me di cuenta de que no tendría la respuesta inmediatamente sino que la debería ir elaborando . Como primera medida decidí disfrutar de cada una de las situaciones que mi nueva vida, aunque de novia hace más de cuatro años, con un honesto hombre de 62 años, divorciado, me proporcionaba que eran muchas más que las que me podría imaginar en esta etapa de mi madura y lastimosa vida. No tengo ni un amigo ya sea hombre o mujer.

Empecé por reconocer ciertos impensados placeres como aceptar que hacer cornudo a mi novio, porque una cosa es hacerlo accidentalmente, sin querer, como consecuencia de determinadas circunstancias y otra muy distinta es hacerlo conscientemente, a sabiendas y disfrutarlo como una parte indispensable del juego perverso. Por eso en la segunda ocasión en que tuve sexo con el portero, Gustavo, no disimulé nada al llegar a su casa (somos una pareja no conviviente) y me mostré cínicamente como si nada, y lo miré a la cara mientras cenábamos y le dije desde mi interior, cornudo, eres un cornudo por que yo lo decido así, eres un cornudo porque disfruto cuando una verga que no es la tuya se abre camino entre mis pliegues hasta hacerme estallar.

Con respecto a mi persona pensé que debía decidir cuan puta o cuan señora era. A esta altura no tenía para nada claro si era apenas puta, puta o muy puta o si era, o no, una dama en el mejor sentido de la palabra, pero lo que sabía con seguridad que soy lo más deshonesta que hay en la vida. Me vendo por plata..

Salí de casa vestida con la misma ropa que usara el día anterior para ir a cenar con Federico. Un trajecito bien de Contadora, bien de señora….

Si pensó o sospechó algo no lo sé, tampoco me importó, pero reconozco que disfruté la sensación de plenitud que me provocó hacer lo que me daba la gana.

Fui a al Office Parke de Pilar portando una bolsa que tenía preparada me dirigí a los lavabos. Estaba muy emocionada, comprendía hacia donde me dirigía y quería disfrutar cada momento desde antes del encuentro con los hombres de la misma manera que tenía previstas algunas cosillas para después. Apoyé la bolsa sobre la mesada, saqué la ropa que me pondría y la colgué de un perchero, luego, lentamente, me fui desnudando quitando de mi cuerpo prenda por prenda, comenzando por el sacón y al terminar por las bragas quedé totalmente desnuda y dispuesta a maquillarme sin importarme cuanto tiempo demoraría o si alguien entraba y me encontraba como dios me trajo al mundo. Sentirme sin ropas en territorio público me excitó especialmente y cuando me agachaba para acercar la cara al espejo notaba que los músculos de mis piernas se tensaban y que mis nalgas se abrían, exponiendo especialmente mi concha depilado.

Durante la media hora que estuve en el baño entraron varias mujeres que me miraron escandalizadas y yo, lejos de amedrentarme, continué indiferente con mi tarea disfrutando por saberme contemplada pero por sobre todas las cosas por sentirme juzgada por quienes intuía que jamás se atreverían a dar los pasos que yo estaba dando. Luego de un rato entró un hombre, seguramente advertido por la esposa que seguramente le habrá dicho – no sabes la loca que hay en el baño, aunque con la panza caída y mucha celulitis y el tío haciéndose el distraído le habrá dicho que iba al baño y por equivocación se metió al de mujeres, Salió espantado (qué pajero)

Al Regreso, en la autopista observé que un camionero esperaba y a su lado un hombre maduro, mayor que él.Detuve el auto, les pregunté una dirección cualquiera (excusas) y me invitaron a subir al camión.

Una vez adentro de la cabina del camión me llenaron de elogios y piropos resaltando especialmente lo insinuante y provocativa que se me veía, lo que me hizo sentir más que bien agregando un poco más de calentura a mi creciente excitación. Quedé sentada al medio, entre ambos machos, con las piernas completamente descubiertas, los pechos que parecían salirse del escote y los brazos apretados entre las piernas ya que por el momento no tenía otro lugar adonde ubicarlos. El amigo, que no sabía muy bien como actuar, intentó comenzar una conversación demostrando alguna educación y buenos modales pero yo no lo dejé continuar, tomé con ambas manos su cara y le acerqué mi boca para que me besara porque yo alucinaba con este señor desde el mismo instante en que se apareció en la nebulosa de mi fantasía y lo deseaba aún antes de conocerlo, por suerte el hombre no se amilanó y prendiéndose a mis labios metió su lengua tan adentro de mi boca como pudo, moviéndola de un lado a otro y chocándola contra mi lengua lo que me produjo tanto placer que debí ubicarme mejor, algo de costado, para poder cruzar mis brazos alrededor de su cuello para besarlo mejor y chupar su lengua mientras el otro al encontrar mi culo ladeado me metía mano a los cachetes y los dedos bien adentro como para que me fuera enterando de lo que me tenían preparado. Dejamos el camión, subimos a mi auto y fuimos a un hotel de acceso norte.

Antes de llegar al hotel todavía tuve tiempo para reflexionar que esta situación era muy parecida a la que vivía desde hacía un par de años con mis consoladores que los necesitaba a diario y supe entonces que esa tarde disfrutaría muchísimo pero que al día siguiente necesitaría más, mucho más.

Al ingresar a la habitación del hotel me sentí toda una mujer experimentada y me dije –pensar que hace solo unas horas estaba con mi novio con un hombre de 62 años, honesto, limpio y muy fiel, ni se me hubiera ocurrido que podría juntar tanto coraje, pero había seguido un impulso. En cuanto entramos los dos hombres me abrazaron, el camionero por delante y su amigo por detrás apoyando su paquete entre mis nalgas y haciéndome sentir que lo que tenía ahí guardado era algo importante por tamaño y por su manera de funcionar porque ya a esta altura inicial de nuestro encuentro estaba completamente erecto ostentando una dureza comparable a la de un garrote de piedra. Me apoyaba y al mismo tiempo me besaba el cuello y metía sus manos adentro del vestido y agarraba mis tetas, que le cabían adentro de sus manazas, las apretaba completas y luego en un efecto de pinzas pellizcaba mis pezones haciéndome gemir de dolor y por lo tanto de placer. El camionero mientras tanto me besaba profundamente en la boca, tenía una boca fresca y deliciosa con sabor a café, y simultáneamente pasaba sus hábiles dedos por la cara interna de los labios mayores de mi vagina, se acercaba al clítoris efectuando un movimiento circular que me volvía loca.

Un rato después, cuando decidí que ya eran bastantes los preparativos, comencé a descender por entre sus piernas y mientras lo hacía ellos iban jalando mi vestido hacia arriba de manera que cuando llegué a ponerme en cuclillas ya estaba completamente desnuda, exceptuando los zapatos y el pequeño hilo dental. Aflojé sus cintos, bajé sus cremalleras y liberé, primero uno y luego el otro, sus miembros y me quedé maravillada cuando comprobé que el del amigo era enorme y se veía delicioso. No perdí ni un segundo, cogiendo ambas vergas una en cada mano las fui metiendo alternativamente en mi boca lamiéndolas, chupándolas, acariciándolas, pajeándolas hasta lograr hacerlos jadear y al ver que sus respiraciones se aceleraban descendí un poco más para lamer sus huevos y me deslicé un poco más hacia atrás hasta pasar mi lengua por sus culos lo que provocó que ambos emitieran sonidos guturales que no evidenciaban otra cosa que un profundo placer.

Cuando se hartaron de que los lamiera y chupara me tumbaron sobre la cama boca abajo, abrieron muy bien mis piernas y el mayor de ellos acercó su cara a mi culo, olfateó por un instante, como cualquier animal haría antes de penetrar a su hembra y hundió su boca contra él haciéndome sentir una inmensa sensación.

Me llevó a gritar y suplicar ¡basta, basta por favor!, más, por favor sigue, sigue así, no, detente que no aguanto, para por favor, no, sigue, sigue, ay, ay. Entusiasmado, su amigo el camionero, se ubicó también por detrás empujándome para que quedara con el culo bien expuesto.

Pero puedo asegurar que unos minutos después estaba completamente dispuesta a que me la dieran por el culo ambos al mismo tiempo tal como hacía con mis consoladores y como lo había soñado durante mis fabulosas pajas.

Inmediatamente después de llegar a mi tercer orgasmo. Después-a horcajadas, en cuclillas, me subí primero al camionero y ayudada por mí mano froté por unos segundos la cabeza de su verga varias veces por la abertura de mi concha lo que hizo que penetrara hasta el fondo con extrema facilidad ayudada por la gran inundación que provocaban mis flujos. el otro, tirándome del cabello elevaba mi cara hasta poder meter su pija en mi boca, hasta hacerlo acabar. fue casualidad que eligiera primero al camionero, su miembro era enorme!!!

Luego de un breve descanso les pedí que me penetraran los dos al mismo tiempo, uno por adelante y el otro por detrás. Se las estuve chupando un rato hasta lograr que nuevamente estuvieran listas para la acción y enseguida me tendí sobre el camionero apoyando las tetas sobre su pecho y me metí su pija en el concha que entró completa hasta los huevos. Quedé con el culo bien parado, expuesto e indefenso, listo como para que mi preferido lo cojiera, nuevamente cosa que no tardó en ocurrir ya que enseguida apoyó su cabezota contra mi esfínter que, debo decirlo, ya estaba bien acostumbrado a las dilataciones, empujando hasta colocarlo todo de un solo empujón, dejándome sin aliento y arrancándome un grito tan desgarrador. Les supliqué que no se movieran por unos minutos. Luego de unos largos minutos de movimientos de mete y saca muy bien acompasados los tres llegamos simultáneamente a un orgasmo tan intenso que jamás olvidaré.

Quedé muy satisfecha, plena, con una felicidad muy difícil de comparar con ninguna otra. Quedé rebasada por la situación, venía de coger por casi tres horas con dos buenos amantes mirándome al espejo me dije, eres muy puta, no lo dudes, y lo seguirás siendo.

Llegué a casa vestida como había salido, besé a mi "novio", preparé la cena y comimos amorosamente en familia tratando temas del día y de interés común como todos los días. Antes de terminar le pedí a Federico que no se durmiera, que quería mostrarle algo en el dormitorio, allí fuimos y cuando estuvimos solos cerré la puerta y le dije:

· Cariño, siento una molestia por ahí abajo,

· ¿abajo?

· Sí, abajo, en la concha y en el culo, y ruborizada bajé la vista demostrando mi vergüenza. me bajé el pantalón y me agaché para que me mirara desde atrás, resultaba muy evidente que no llevaba bombacha. Fíjate por favor, a ver si encuentras algo

·

· Tienes un poco coloradito, debes ir a ver a tu amigo El Doctor

· Cierto, tienes razón

Y disfruté como loca viendo de la manera que humillaba a este cornudo, que no se enteraba que estaba siendo humillado así como no sabía nada acerca de la hembra puta, con celulitis y panza gorda.