La dama y la perra

La dama convierte a su perra en ama y esclava al mismo tiempo.

Este relato toma dos personajes que aparecen en la serie "La caída del amo", no es necesario leerla para entende este, pero se complementan. Cronológicamente sucede entre el primer capitulo y el segundo.

La dama y la perra.

Se arrodillo desnuda frente al trono negro. La cálida luz de las velas besaba cada curva de su cuerpo, su hermosa y suave piel.

Frente a ella la dama.

El cuero atrapaba su cuerpo, se fundía con su piel.

¿Que había en ella que obligaba a admirarla?, ¿de donde venia esa aura de poder que la rodeaba y la embellecía?.

Se paro, imponente, reduciendo el lugar y oscureciéndolo. La mirada fija y terrible. Sonriendo al ver que su perra bajaba la cabeza.

Disfruta de cada pequeño signo de su poder.

Y camina despacio hacia la sumisa figura. La alfombra roja recibe la presión de las botas negras que clavan en ella sus impiadosos tacos con cada paso.

Tres escalones y ya están a pocos centímetros. Las botas frente a la cara de la perra le regalan su aroma a cuero, la espalda se entrega desnuda y tersa a la dama que observa desde la altura.

Un látigo negro corta el aire, la espalda tiembla y la perra besa las botas.

_Con esta ceremonia te convierto en mi esclava.

El látigo nuevamente golpea la espalda, los labios nuevamente besan el cuero.

_Y al mismo tiempo te doy poder sobre mis esclavos.

Con el tercer golpe la sangre aflora, el dolor aumenta.

_Esclava y ama, diosa y perra.

Los gemidos aumentan con cada latigazo, el placer también. Marcas rojas en la espalda, nervios destrozados. El gusto de la sangre y el cuero se mezclan en la boca de la perra.

La mano enguantada que aferra el látigo, los ojos sádicos que resplandecen, la sangre que bombea desde el pecho e invade cada parte del cuerpo enfundado en cuero.

La vagina se abre como una flor mostrando sus labios, esperando la abeja que habrá de beber su néctar.

La perra va hacia ella, lamiendo las botas en la escalada para alcanzar el preciado tesoro.

La lengua sube lentamente por toda la rajita hasta apenas rozar el clítoris, el cuerpo de la dama se estremece y su entrepierna comienza a gotear.

La saliva se mezcla con el néctar, la lengua parece conocer cada lugar de la flor. La sangre en el cuerpo de la dama corre con más rapidez impulsada por un corazón desbocado, el placer emerge de su entrepierna llegando hasta la punta de sus dedos envueltos en cuero que apretan mas fuerte el látigo y provocan dolor.

Los gemidos de la perra se escapan de su cuerpo con su saliva e invaden la vagina de la dama, el placer se hace intolerable, el cuero que envuelve su piel parece ajustarse cada vez más a su figura tocando cada célula de su piel, multiplicando por mil el placer de vestir cuero.

El éxtasis atraviesa desde la entrepierna hasta el pecho y explota en una catarata de gemidos, latigazos y fluidos que llenan la cara de la perra.

El aire parece hacerse más liviano, las respiraciones agitadas son todo el sonido en la sala.

La dama toma del pelo violentamente a su perra y la eleva hasta que sus caras están frente a frente, sus bocas se funden en un beso salvaje, sus salivas, sus lenguas se trenzan en una lucha larga y hermosa.

Repentinamente el beso se rompe, los dientes de la dama muerden el labio de su perra, la sangre gotea lenta y roja, la perra mira a su dueña con ojos sorprendidos y atemorizados, esta la golpea en el rostro haciéndola caer.

_Besar mi boca es un privilegio que se paga caro._ dijo presionando su bota sobre la cabeza de la perra._ Ahora quiero ver como te desenvuelves en el papel de ama, y te advierto, es más peligroso que el de esclava.

Un pasillo blanco. La perra lo recorre en cuatro patas hostigada desde atrás por el látigo incansable de su ama. El culo se entrega hermoso, redondo y pequeño, al cuero y a los ojos felinos de la dama.

Avanzan hacia una puerta de madera. En las paredes y en el piso manos grabadas con sangre y manchas rojas gritan de dolor. La perra siente miedo, tiembla y cae con un latigazo. Sus ojos se elevan desde el suelo, húmedos y tiernos como los de una gatita indefensa, para contemplar a su diosa.

El ama sonríe, las botas avanzan seguras, rodeando el cuerpo desnudo estirado en el suelo, la dama trepa por el cuerpo de su perra, el cuero rozando la piel. La mano enguantada baja por el abdomen y llega a la rajita húmeda de la esclava. Acaricia suavemente, penetra, y dos dedos de cuero emergen mojados.

_Más _ ronronea la perra.

La lengua de la dama recorre suavemente los carnosos labios de su esclava. Sus cuerpos se juntan más, la dama se mueve sobre la perra haciéndola sentir el cuero. Los dedos bajan nuevamente acariciando muy lentamente, desde abajo hacia arriba, toda la rajita.

La perra se estremece bajo el cuerpo de su ama y bajo sus dedos.

_¡Más!_ gime presa de la angustia._¡Más rápido!, ¡más fuerte!.

La dama sonríe y la besa profundamente.

Repentinamente las bocas se separan, el cuero abandona el excitado cuerpo dejándolo en un desierto frío y blanco.

_¡No!, ¡necesito más!, ¡más!._ y trata de deslizar su mano para apagar el fuego que la consume.

Pero el taco sádico de la bota de su ama aplasta su pezón, su boca rompe en un grito de dolor, sus uñas se quieren aferrar a las paredes y desgarran la pintura blanca.

_En cuatro patas perra estúpida.

Y la marcha continua hasta llegar a la puerta de madera.

Dentro de la habitación un enorme ropero de roble ocupa toda un pared y en la opuesta un gran espejo lo refleja.

_El cuero es la vestimenta del sádico. El dolor y la sensación del cuero abrazando la piel transforman a la niña más santa en una bestia hambrienta de poder.

Hoy te voy a convertir de una puta esclava masoquista, a una puta esclava sádica.

Dejaras de sentir placer siendo humillada y castigada, empezaras a sentir la necesidad de dominar, golpear, ser adorada._ la dama sonríe_ Solo pensar en ello me excita. Serás mi esclava, deseando ser mi ama._ con una violenta patada en el abdomen tira a la perra al suelo, esta se retuerce sin aire y algunas lagrimas caen al suelo._ Serás un ave negra y poderosa encerrada en una pequeña jaula.

De un cajón saca un cinturón con un pene de plástico negro y se lo tira a la perra.

_Metete esto en tu sucia concha de puta y ajusta bien el cinturón.

Muy bien, ahora parate.

Un ligero zumbido invadió el silencio del cuarto y las rodillas de la perra fallaron. El zumbido se hizo casi imperceptible y la esclava quedo de pie temblando ligeramente, su rostro reflejaba una profunda frustración.

_¿Divertido, no?_ dijo la dama mostrándole a su perra un pequeño control negro con una perilla en el medio._ Este aparatito controla la vibración del pene que tenes metido en tu sucia vagina. Con solo girar mis dedos puedo hacer que te revuelques en el suelo de placer.

La perra solo veía la mano enguantada de su ama, el control sobre ella y los dedos de la otra mano sobre la perilla. Todo su cuerpo ardiendo, su mente disparaba sensaciones: la visión sublime de su ama, sus terribles latigazos, el sabor del cuero en su boca, sentirse humillada, vejada, el dolor de su culo penetrado por el enorme consolador de su ama, y todas las fantasías de sumisión y masoquismo que ahora monopolizaba esa mujer terrible. Todo su ser estaba entregado a esa diosa que conoció en la casa de su ex-amo.

_Estas muriendo de placer, rozando el clímax sin alcanzarlo nunca._ se acerco a la perra y acaricio, con su mano enguantada, uno de sus pechos, la perra cerro los ojos y gimió.

_Estoy aquí._ dijo en un susurro el ama._ A centímetros de tu cuerpo_ y apretó el pecho salvajemente.

_Ama por favor, ¡vióleme!, ¡deje mi cuerpo deshecho!, ¡necesito un orgasmo, me voy a volver loca!._grito la esclava sollozando.

Dos cachetadas violentas.

_Todo a su tiempo. Ahora vamos a vestirte.

El cuero subió por sus piernas, lentamente, como un amante tierno y experimentado. Después fueron sus brazos, y el cuero abrazo todo su cuerpo mientras el cierre subía tocando el frío metal sus pechos. Suave y apretado, un abrazo sensual y eterno.

Sus ojos se cerraban con más fuerza, por las mejillas caían lagrimas de placer, placer negado, placer contenido, la frustración de horas de bombardeos y ninguna explosión.

Se calzó las botas y los guantes, ahora todo, salvo su cara, era cuero negro.

Sus pasos eran inseguros, y sus ojos se abrían apenas como para poder ver. Y aun así era hermosa.

El espejo frente a ella, se sintió hermosa.

_Vamos a las mazmorras perra.

Y salió de la habitación del ropero caminado erguida.

Al bajar la escalera el aire se volvió frío y húmedo, la esclava ya no parecía una esclava. Su piel ya no estaba desnuda y desprotegida, ahora todo su cuerpo brillaba con el resplandor negro del cuero.

Pero su rostro seguía mostrando a la tímida e indefensa esclava que había debajo.

_¡Arrastrate hasta mis pies bolsa de mierda!_ la dama estaba parada en el centro de la lúgubre mazmorra. La perra la observaba desde el pie de la escalera sin comprender del todo a quien le hablaba, hasta que de las sobras vio a un hombre desnudo reptar como un gusano hasta los pies de su ama.

Una capucha de cuero le cubría la cabeza y su cuerpo se veía violentamente lacerado.

Sin contemplaciones la dama piso la cabeza del gusano hundiendo el cuero con el afilado taco de su bota.

_Este pedazo de mierda será tu esclavo._ dijo mientras liberaba la cabeza del desgraciado y se colocaba atrás de su culo_ Lo vas a castigar, lo vas a humillar. Y cuando te olvides de que es un hombre, cuando lo veas como un ser inferior, cuando comiences a disfrutar de su dolor, podrás tener finalmente tu orgasmo._ y lo penetro con el taco de su bota hasta que grito y su culo se mancho de rojo.

El esclavo aún gemía de dolor en el suelo. La perra vio desde la altura el culo lastimado y sintió pena por el hombre.

_Ama, no puedo. Soy una perra, deje que el me castigue a mi. Prefiero mil violaciones del ser más repugnante.

La vibración del pene de plástico en su entrepierna aumento, sus rodillas fallaron y el cuero ronroneo sobre su cuerpo.

_Hasta que no lo hagas sufrir de verdad no podrás tener tu orgasmo.

De rodillas al lado del esclavo la perra sufría, todo su ser abrumado por una excitación interminable.

La vibración volvió a disminuir. Los ojos se abrieron salvajes. Las piernas, perfectamente forradas de cuero, caminaron seguras hasta su victima, y con un salto la espalda del esclavo recibió todo el peso de la perra. Camino pisando la columna, como una modelo en una pasarela, y su bota hundió la cara en la piedra.

Uno, dos, tres golpes en la nuca con el taco, y las botas pisaron el suelo separadas por la cabeza.

_¡Boca arriba ya!.

La sangre manchaba la mascara y corría por el cuello. En la profundidad de los ojos había miedo y lagrimas.

El culo callo desde la altura sobre el pecho del hombre. Y comenzó la golpiza.

Cada vez que sus puños destrozaban la cara del esclavo la dama aumentaba la vibración del pene. Y así la perra sentía oleadas de placer que la llevan casi al éxtasis con cada golpe, con cada lamento.

Los guantes chorreaban sangre, el esclavo apenas podía quejarse con su quijada destruida.

La esclava, poseída de placer, se dio vuelta y, plantando su culo sobre la cara del infeliz, comenzó a pajearlo salvajemente.

La leche callo sobre sus pechos forrados de cuero deslizándose hasta su entrepierna.

Repentinamente arranco la mascara de la cara del esclavo y viendo ese rostro desfigurado lo obligo a limpiar todo el semen con su lengua, restregando el cuero por la cara magullada.

La excitación se volvió incontenible, en las sombras la dama se masturbaba con la cruel escena. La perra, ya completamente fuera de si, observo un hacha que adornaba la pared. Se levanto y camino hacia ella, la tomo con sus dos manos y un resplandor cruzo sus ojos. Camino lentamente, apoyándose en cada paso, hacia la figura que sollozaba en el suelo. Sostuvo el arma en vilo, el filo brilló con maldad a la luz de las antorchas, y el peso de horas de excitación continua callo sobre el tobillo izquierdo del esclavo.

La sangre se extendía y acariciaba la piel de un pie sin vida. Las huellas de las botas de la dama se marcaron en ella.

El hacha hizo ruido al caer de los dedos enguantados, y la perra avanzó.

Las dos damas, unidas ahora por el sadismo, se besaron paradas sobre el cuerpo del esclavo que no dejaba de gritar.

El cuero se deslizó dejando paso a la piel. El cinturón con el pene de plástico fue abandonado en el suelo, la lengua de la dama lo sustituyo llevando a su esclava a un orgasmo salvaje. Las dos féminas se amaron durante horas sobre el colchón humano que no dejaba de gritar, y con cada grito el placer de ellas se multiplicaba.

Finalmente, saciadas las bestias con sus cuerpos sudados y manchados de sangre, entre risas cómplices se sentaron sobre la cara del esclavo y cagaron en su boca, los tacos de sus botas impulsaron la mierda garganta dentro. Como toque final de humillación las dos se mearon sobre el hombre.

Los pasos se alejaban del cuerpo que habían hundido en las profundidades de la perversión.

El sadismo, parcialmente saciado, crecía nuevamente en los vientres de las terribles mujeres que se alejaban.

Eran diosas, y lo sabían.

Agradezco a todos los que han comentado mis relatos anteriores, y espero que continúen haciéndolo.

Siéntanse libres de escribir a mi e-mail.

Gracias, Saverio.