La dama y el vagabundo, mi versión

Encuentro fortuito entre una señora y un vagabundo

Estaba muy ajetreada, no tenía tiempo ni para ir a comer, aquel trabajo le estresaba mucho, pero era lo que había, gracias a aquel trabajo Cristina podía permitirse todos los lujos de los que disponía, no es que fuera multimillonaría ni nada de eso, pero ganaba un buen sueldo y podía vivir holgadamente. Aquel día salió tarde de trabajar, como a las 11 de la noche, no le preocupaba porque nadie la esperaba en casa, vivía por y para su trabajo. Era una señora que había entrado en los 30, de ojos verdes, cabello castaño y cuerpo con curvas, le incomodaba que la gente, sobre todo los hombres, se la quedaran mirando con mirada lasciva, pero le gustaba su cuerpo.

Por la calle no paseaba nadie a esas horas, únicamente el sonido de un gato maullar en algún callejón. Vio a un hombre tirado en un cartón, vestía mal y olía peor, su cabello largo y con greñas le ocultaba parte de la cara y la otra parte la ocultaba su gran barba blanca, no parecía tener más de 40 años. A ella le daban mucha pena los pordioseros, siempre les echaba alguna moneda cuando veía a uno, lo que sucedía unas 2 o 3 veces por día, por eso siempre tenía en su bolsillo un apartado para vagabundos. Metió la mano en el bolsillo y sacó unas monedas

-Para usted-dijo depositándolas en una lata vacía

-Gracias señora, que Dios se lo pague-dijo el hombre, con voz ronca

Algunos metros más adelante vio a un hombre corriendo en dirección contraria, iba vestido de negro y su rostro estaba cubierto, pasó por su lado y le quitó el bolso de un tirón de tal manera que Cristina cayó al suelo torciéndose el tobillo. No le extrañaba, esas últimas semanas había recibido amenazas, aunque desconocía el motivo

-Ayuda, al ladrón-gritó, aunque nadie iba a ayudarla a esas horas de la noche cuando no había nadie en la calle.

Pero una sombra salió de la oscuridad y cogió el gaznate del ladrón, le quitó el bolso y lo tiró al enlosado de la calle. El ladrón se alejó temeroso, le tenían miedo a ese hombre. El salvador del bolso se acercó a Cristina y cuando se puso bajo la luz de una farola cercana Cristina pudo ver su rostro, era ni más ni menos que el vagabundo al que había dado limosna minutos antes

-Tome señora, está todo-dijo devolviéndole el bolso

-Gracias-dijo Cristina intentándose levantarse, pero no podía, le dolía el tobillo

-Deje que la ayude-dijo el vagabundo

Cogió a Cristina por debajo de las axilas sintiéndo sus pechos en sus hombros y la levantó

-¿Puede caminar?-preguntó el vagabundo

-No, me duele mucho-dijo Cristina

El vagabundo la levantó en brazos

-¿Adónde la llevo?-preguntó

-Muy amable, por aquí-respondió Cristina

Le indicó el camino al vagabundo, descubrió que se llamaba Andrés, que era un empresario que había tenido mala suerte y había acabado en la calle, su mujer le puso los cuernos. Llegaron al portal y ella le indicó el piso, la dejó en el sofá y se giró para irse

-Un momento Andrés-dijo ella

-Dígame Cristina-dijo Andrés

-Pasando a ese pasillo la 2ª puerta a la derecha está el baño, dese una ducha-dijo Cristina

-No, es mucho-dijo Andrés

-Insisto-dijo Cristina

-Si usted insite-dijo Andrés

Entró en el baño, se quitó los harapos con los que vestía y miró su cuerpo al espejo, un cuerpo famélico, se le notaban las costillas y estaba sucio. Llenó la bañera y tocó el agua, caliente, llevaba años sin poder darse una ducha decente. Apenas se metió el volumen de la bañera aumentó y se tiñó de marrón. Metió su cabeza en el agua mojándose el pelo, acto seguido se aplicó champú por su cabello, en eso llaman a la puerta y él da permiso para entrar

-Aquí le traigo un albornoz para que se seque-dijo Cristina

-No debería haberse molestado con el tobillo así-dijo Andrés

-¿Le ayudo a frotarse la espalda?-preguntó Cristina, por que admitámoslo no hay nadie en el mundo capaz de frotarse la espalda por sí solo, siempre hay que pedir ayuda, no me lo neguéis

-Sí por favor-respondió Andrés

Cristina se remangó las mangas de su blusa blanca de trabajo y se arrodilló detrás de Andrés para frotarle bien el pelo, luego le inclinó para adelante y cogió su propia esponja, no tenía otra, y frotó la espalda de aquel hombre, pasó las manos directamente al pecho y por los brazos y vio su pene, un pene grueso que se sumergía y salía a flote en el agua con cada movimiento

-Bueno, pues esto ya está, sólo el último retoque-dijo Cristina cuando Andrés estuvo fuera

Cogió unas tijeras y afeitó a Andrés hasta dejarle casi afeitado, con una ligera barba e hizo lo mismo

-Así está bien-dijo el hombre mirando su cabello, algo largo, pero presentable, rizado en la nuca

Se puso el albornoz y salió del baño

-Tengo planes para usted-dijo Cristina

-¿Qué planes?-preguntó Andrés

-Este último mes he recibido amenazas de muerte y necesito a alguien que esté ahí para ayudarme-dijo Cristina

-¿Un guardaespaldas? No sé-respondió Andrés

-Por fa, he visto como has parado a ese hombre antes-suplicó Cristina

-Trato hecho-dijo Andrés.

Así empezó la vida de Andrés al servicio de Cristina. Era todo lo que había soñado, una casa y dinero, pues la señora le pagaba 1/3 de lo que ella ganaba, unos 833 pavos, ella cobraba 2.500. No podía quejarse. Una mañana Cristina no trabajaba, le habían advertido media hora antes de salir al trabajo, por lo que pudo meterse en el baño a relajarse, Andrés aún no se había levantado así que no tuvo problemas en dejar abierto el pestillo. Se desnudó y observó su cuerpo en el espejo, sus pechos, una 34D, su culo enorme y su coño, depilado. Estaba aún mirándose cuando Andrés entró al baño aún medio dormido y con una erección de caballo, madre mía, qué rabo

-Disculpa Cristina-dijo Andrés volviéndose

-¿A qué has entrado?-preguntó ella tapándose los pechos y el coño

-A orinar, pero volveré en otro momento-dijo él

-No, mea en paz, no me molestas-dijo ella, aquel era el único baño de la casa y no podía tener a Andrés sin mear media hora, que era lo que duraban sus duchas.

Andrés se bajó los pantalones y levantó la tapa del inodoro, Cristina se metió en la bañera oyendo el ruido que hacía el chorro al caer sobre el agua. Cuando Andrés se hubo ido, ella pasó la mano por su coño, la había dejado cachonda

-Andrés-gimió en voz baja

Con la otra mano subió sus manos a sus pechos y se los tocó, los acarició gimiendo siempre el nombre de su guardaespaldas, entonces tomó la determinación. Se aclaró la voz y llamó a Andrés

-¿Está usted visible?-preguntó el hombre detrás de la puerta

-Sí, pasa-respondió ella, aún estaba en la bañera

-Sigue desnuda aún-dijo Andrés

-Tengo un trabajito para tí-dijo ella

-¿Qué necesita?-preguntó él

-Que te saques la polla-dijo Cristina

-¿Disculpe?-preguntó Andrés

-Sí, que te saques la polla, que te la quiero mamar-respondió ella

-No creo que estoy sea...-comenzó él

-Será lo que que yo quiero que sea, bájate los pantalones y ven aquí-dijo Cristina

Vencido, Andrés se bajó los pantalones y fue al encuentro de su señora, ella cogió su pene largo y grueso y se lo metió en la boca

-Ah-gimió en voz baja el hombre

Ella cogió con la mano izquierda la base del pene y siguió chupando mientras que con la derecha masajeaba los huevos de Andrés. Sin aviso, la polla lanzó un gran chorro de semen cálido que fue a parar a su garganta

-Buff, cuánto tenías-dijo ella sacandose el pene de la boca

-Llevaba 2 años sin sexo-dijo Andrés

-Ten, cómeme la teta-dijo Cristina

Se levantó de la bañera permitiendo ver una vista completa de sus cuerpo y acercó una teta a la boca de Andrés, él la chupó, le mordió el pezón, le succionó intentando sacar leche

-Qué placer-dijo ella

Sin que nadie se lo ordenara Andrés bajó su mano hasta el depilado coño de su señora y lo tocó

-Oh sí-dijo ella

Andrés siguió a los dos trabajos hasta que Cristina se corrió en su mano, luego ordenó a Cristina a salir de la bañera y a que se tumbara en el suelo, sobre la alfombra bocarriba, le chupó el coño, le recorrió la almeja de arriba a abajo, abrió los labios y metió dentro su lengua, buscando el clítoris, pero no se paró ahí y siguió dándole placer

-Voy a correrme, por segunda vez consecutiva-dijo Cristina mientras se tocaba las tetas

Así continuó hasta que Cristina se corrió, esta vez en su boca, con la boca llena de los fluidos de Cristina, se dirigió a su boca y la besó, se intercambiaron los fluidos y se besaron apasionadamente

-Ven conmigo-dijo Cristina.

Abandonaron el baño y se dirigieron a la habitación de Cristina, se tumbaron en la cama y se volvieron a fundir en un beso. Cristina masajeó el pene de Andrés de arriba a abajo

-¿Me la metes?-preguntó ella

-Sí, ¿tienes condón?-preguntó Andrés

-Noup-respondió Cristina

-Pues sin condón no hay diversión-dijo Andrés tapandose el pene

-No jodas, te corres fuera-dijo Cristina

-No, bajaré a por condones y volveré-dijo Andrés levantándose de la cama

-Que sea rápido-dijo ella

Andrés se vistió y bajó a comprar preservativos, tardó 10 minutos y cuando volvió se encontró a un hombre discutiendo con Cristina, ella lloraba

-Me voy-dijo el hombre al ver aparecer a Andrés

-¿Quién era ese hombre?-preguntó Andrés

-Nadie, follemos-respondió Cristina quitándose la bata rosa que se había puesto encima de su cuerpo.

Volvieron a la habitación y Andrés rasgó el envoltorio del condón, se lo puso y se colocó en la entrada del coño de Cristina, el cual lamió antes para lubricarlo

-Venga, pa dentro-dijo Cristina

De un empellón Andrés se la metió en la postura del misionero, ya estaba dentro, movió sus caderas al ritmo acompasado de los gemidos de Cristina, que con los ojos rojos aún, gemía a las penetraciones de Andrés

-¿Quién era ese hombre?-volvió a insistir Andrés

-Un exnovio-respondió ella

Siguió siendo penetrada por Andrés, que la cambió de postura, se puso él debajo y ella se sentó en su polla

-Ahhh-gritó Cristina

-Venga, venga-dijo Andrés mientras Cristina daba saltitos en su polla.

Se corrió rellenando el condón y le sacó la polla del coño, el condón se veía vencido hacia un lado debido al peso del semen

-Me hubiera gustado que me lo echaras encima-dijo ella

-Eso se avisa-dijo Andrés

-Venga, por el culo-dijo Cristina

-¿Quieres un anal?-preguntó Andrés, las pocas chicas con las que había estado se negaban al anal, incluída su exmujer

-Sí, nadie me lo ha hecho por atrás nunca y quiero saber qué se experimenta, pero esta vez sin condón, y me lo echas por las tetas y la cara-dijo Cristina.

-A sus órdenes-dijo Andrés

Puso a Cristina en 4, abrió su culo y le dio una lamida, el agujero se contrajo, pero él metió un dedo, estaba apretado, luego metió dos y luego 3

-Oh sí-gimió ella

Empezó a meter con fuerza los dedos y ella pasó de gritar de placer a gritar de dolor

-Para, para-gritó con lágrimas en los ojos

Pero él no paró, siguió dándole fuerte hasta que sacó sus dedos y rápidamente metió su polla en él

-Oh my God-dijo Cristina en inglés

Él cogió su pelo por detrás y estiró de él, ella se apoyó al cabeceroy gritó de placer y dolor

-Dame, dame más, rómpeme el culo-dijo ella

-Como tú quieras-dijo Andrés bombeando más fuerte

-Me vengo otra vez-avisó Cristina

-Venga, quítate, que me voy a venir muy pronto-anunció Andrés

Salió del culo de Cristina y se la metió en la boca para que se la mamara un rato

-Oh, sí-dijo Andrés susurrando.

Cristina recibió toda la leche en sus tetas, leche caliente que emanaba del pene de Andrés como si de una fuente se tratara, algunos disparos caían en la cara, pero la mayoría caían en las tetas

-Gracias Andrés-dijo Cristina saboreándo la corrida.

Tiempo después estaban los dos en la cama, desnudos, tapados con una sában, se habían duchado.

-Te quiero tanto-dijo ella

-Y yo a tí-dijo Andrés pasándole el brazo por detrás del hombro

-¿Me llevas al altar?-preguntó ella

-En unos años tal vez-respondió él

-Y cólmame de ninños-dijo Cristina bostezando

-Te lo prometo-prometió Andrés

-Y hazme feliz-dijo ella con sus últimas palabras

-Sí, te haré feliz-susurró él

Se apoyó en el hombro de Andrés y se durmió.