La dama del cabello largo
¿quien iba a decir que esa chica era algo mas?
Yo estaba en una conferencia sobre las filosofías orientales, hoy hablaban del confucionismo, un dogma que marcaba que comportamiento tenia que tener el ser humano, pero de repente capte un olor, un olor dulce y sensual, no sabría describirlo bien, era como de otro mundo.
Ese olor provenía de una mujer de aproximadamente 25 años, pelo recogido en un moño extraño, tenia el pecho pequeño, complexión atlética y una mirada verde muy felina.
Era muy tímido para acercarme, pero algo dentro de mí quería estar junto a ella, me daba miedo que se molestara, pero de pronto pensé.
-maldita sea Antonio, a veces hay que dar un paso al frente, por cojones.
Me acerque a ella y la saludé.
Ella me miró y respondió a mi saludo.
Decidí preguntarle dudas sobre el confucionismo para poder darle confianza.
Ella respondía como una erudita, como si hubiera conocido a Confucio en persona.
La invité a cenar, un sitio oriental que conozco.
Era educada, voz hermosa, gestos armoniosos.
Me estaba robando el corazón.
Pero al mismo tiempo sentía que ella me evaluaba, sentía miedo por eso ¿estaré a la altura de sus expectativas?
Un día me invitó a su casa, estaba emocionado, había dado un paso en mi relación.
Su casa era como de otro mundo, decoración oriental, había tantras de media docena de países, el incienso daba una atmósfera de.... paz.
Ella me invitó a un té.
No podía creer la conversación que tenia.
El tema era la sexualidad, me decía que el sexo una forma fácil de alcanzar la trascendencia, hablaba del sexo como una religión y criticaba la ideología católica por su sentimiento asexual.
No podía negarle la razón, era tan segura en sus opiniones y da muchos argumentos para creerla.
Pero de repente se levantó, se acercó a mí y se puso de rodillas.
Me pidió si podía celebrar un rito, para que consiguiese mi energía.
Me sonaba vampirismo, pero me lo pidió con tal dulzura que acepte.
Me dijo que me desnudara.
Obedecí
Me pidió que la siguiera.
Obedecí.
vi. un círculo de varas de incienso, me pidió que me tumbara boca arriba en el círculo.
Parecía raro, pero sentí como si miles de ojos me miraran.
Pero el sonido de su ropa abandonando lentamente su cuerpo me aceleró el corazón, ella se desnudaba.
Me tumbe boca arriba y la vi., no tenia ese moño tan extraño, ahora era una melena larguisima, le media al menos tres metros.
Era muy sensual.
Su melena me acariciaba haciéndome sentir cosquillas.
Ella se arrodilló encima de mí y me clavó varias agujas de acupuntura.
Me quedé quieto. Pero sentía que algo dentro de mí reaccionaba.
Ella juntó las manos concentrándose y las acercó a mí.
Era como electricidad de bajo voltaje recorriendo mi piel, pero ella no me tocaba, seguía acariciándome sin tocar hasta que llegó a decir.
-tienes tus chackras swadhisthana y muladhara muy potentes, perdóname si te quito mucha energía, pero tengo unas novicias que enseñar.
Entonces apareció media docena de chicas, vestidas con kimono, con el pelo largo eran de entre 18 y 30 años.
Intenté moverme, pero no podía ¡¿qué pasaba?!
-no tengas miedo, tu cuerpo esta en mi control, pero no hay nada que temer, nada.
Esas palabras me hipnotizaban.
Ella sacó una especie se flauta, tocaba una melodía extraña, una vibración fuera de lo normal.
Mi cuerpo obedeció sin petición de mi voluntad, de pie, con el pene erecto y bajo la mirada de aquellas jóvenes.
Ella se acercó a mí.
Se arrodilló.
Sentí sus dedos acariciar el tronco de mi ser y mi escroto.
Sin duda tocaba puntos sensibles que no conocía, puesto que estaba experimentando un gran placer.
Juntó las manos en mi tallo, apretándolo, su lengua tocó el agujero de salida de mi verga.
En estos momentos me habría corrido, pero algo lo impedía, como si algo bloqueara a mis "soldaditos".
Uno de sus dedos acarició mi ano, movía en círculos alrededor de mi esfínter, mientras que ella de forma lenta, pero sensual, engullía mi verga.
Mi corazón latía a toda velocidad, el placer aumentaba a niveles inhumanos.
Ella bloqueo el tubo donde tenia que salir mi semen con la punta de sus dedos mientras su lengua pasaba por el glande.
Mis soldados exigían salir, mi corazón iba a reventar, mis pulmones no podían absorber suficiente aire.
En cuanto a mi cerebro empezaba a distorsionarse su percepción de la realidad.
Mis ojos estaban totalmente girados hacia arriba, solo se veía exteriormente el blanco.
Y me parecía que estaba ante las puertas del cielo, que me moría de placer.
Ella se apiado, con la punta de sus dedos acariciaba el tallo, con sus pulgares el borde del glande y con la lengua lamía la punta de la verga.
Casi pierdo la consciencia al eyacular sentí como mis semillas impactaban en grandes cantidades en el cuerpo de mi feladora.
Ella recibió la ducha con los brazos abiertos y con alegría.
Cuando mis chorros perdían fuerza, ella metió el pene en su boca, aspirando las semillas que no habían sido lanzadas.
Mi cuerpo jadeaba como si hubiera corrido a toda velocidad los veinticinco kilómetros de una maratón, incluso creí ver a mis parientes difuntos, antes de perder totalmente la consciencia, alcancé a oír.
-¿habéis visto? jóvenes novicias, así se alcanza la inmortalidad, la energía de los dos primeros chakras es la más pura y se manifiesta en las semillas de los hombres y en los huevos de las mujeres, cuando os rieguen con esta energía, no la recibáis con asco, recibidla con alegría, puesto que seréis eternas y bellas, no dudéis en beberla, os dará energía para ser saludables y poderosas.
Desperté en un hospital, estaba asustado, no conocía nada de este lugar, pero una enfermera me sujetó con fuerza.
-cálmese, lleva inconciente tres días, debería reposar.
¿Qué me pasó? ¿Era un sueño? ¿Tuve un accidente y soñé aquello? Era todo tan real, pero cuando vi la cara de la enfermera la reconocí, era una de las novicias.
¿Quién era mi amante? ¿Qué grupo era el que enseñaba?
Al salir del hospital fui a mi casa, necesitaba un bastón para ir, era como si hubiesen aspirado el alma de mis piernas, en cuanto llegue a casa me tumbé en el sofá.
Como oyera la palabra felacion al menos una vez, me daría un infarto.
Miré la foto de mi abuelo, decían que era clavado a el, por eso conservaba su fotografía de cuando era joven.
Pero me fije en su acompañante.
No podía ser, ¿era ella o su abuela?