La Dama de Rojo. el despertar.
Ya estamos juntos, quiero dejarme llevar....
Hoy sera un día especial mi Dama, hoy exploraremos nuestros limites, nuestra pasión, quiero desatar nuestra lujuria y que no te contengas ni que ami me de miedo a contenerme, hoy nos convertiremos en dos bestias en celo con hambre del uno por el otro, hoy te tengo planeado un día muy especial.
Hoy te llevo al cine pero con condiciones, espero verte con esos pantalones tan ajustados que tanto me gustan, tus tacones y esa camisa que deja volar la imaginación, con la única salvedad que hoy no quiero que traigas nada debajo de eso, te quiero lista para mis mas bajos instintos ya que la noche es joven y no sabemos que nos deparara.
Cuando te recogí en tu casa estabas impresionante, desprendías sexo y lujuria por cada uno de tus poros, al subirte al coche te bese profundamente, haciendo que mi lengua jugara con la tuya mientras comprobaba si habías hecho lo que te había pedido, metí mi mano entre los pliegues de tu pantalón y sentí la humedad y el calor que desprendías, a la ves que soltaste un leve suspiro, me separe y viéndote a los ojos me sonreí.
Ya en el cine busque una película que supiera que no tendría tanta audiencia, a todas estas tu me mirabas con extrañeza y excitación ya que no sabias que era lo que me traía entre manos, nos acomodamos en un rincón muy acogedor y comenzamos a ver la película, mis manos comenzaron a acariciar tus pechos por encima de la camisa de forma sutil, furtiva sin que nadie pudiera verme notando como reaccionaban ante mis atenciones, me miraste abriendo mucho los ojos como ¿diciendo que haces?, se te veía nerviosa pero a la ves intrigada y excitada, a cada momento que pasaba tus pechos se ponían mas duros, mas sugerente pidiendo una atención mas dedicada pero no, no era el lugar para eso. Seguí jugando con tu camisa bajando poco a poco hacia tu entrepierna, a todas estas yo seguía “viendo” la película como si no pasara nada, al llegar a tus muslos los empuje un poco para abrirlos contando un poco con tu resistencia, sabia que lo deseabas pero que a la vez te tenia tensa la situación pero llego el momento que te dejaste llevar y te dejaste de resistir, comencé a jugar con mis dedos por encima del pantalón notando tu calor y la creciente humedad que desprendías, me agarraste la mano y la apretaste aun mas contra ti, te inclinaste acercándote a mi oído y me susurraste vayámonos, que le den a la película.
Salimos del cine agarrados de la mano cual adolescentes, riéndonos y jugueteando, tu mirada ya me lo decía todo... si lo se, soy un cabrón y te gusta, ya en el aparcamiento antes de subirnos al coche te agarre por la cintura, te atraje hacia mi y te bese con pasión, agarrando tus glúteos y apretándote hacia mi para que sintieras mi excitación y el regalo que tenia para ti escondido en mi pantalón antes de emprender el rumbo.
Llegamos a tu casa, cerré la puerta detrás de mi y mientras dejabas tu bolso te abrace por la espalda sin dejar que te dieras la vuelta, comencé a besarte el cuello, a mordértelo suavemente pasando mi lengua despacio mientras tu me lo ofrecías, empece a subir mis manos y comencé a soltar uno a uno los botones de tu camisa, te seguía besando el cuello y mordiéndote con deseo el lóbulo de tu oreja susurrándote los bajos instintos que despertabas en mi, ya tus pechos estaban libres y deseosos, comencé a acariciartelos notando como tus pezones respondían al contacto de mis caricias, agarre una de tus manos y la lleve hacia uno de ellos para que tu también lo notaras y verte jugar con su dureza y tacto, eras todo un espectáculo, desprendías sensualidad por cada uno de tus poros.
Desabroche tu pantalón dejándolo caer al suelo, todo muy despacio y disfrutando de cada momento, ya estabas totalmente desnuda, preparada para mi, para los dos, te incline sobre el respaldar del sillón, dejándote en una postura donde estabas totalmente expuesta a mi, separe tus piernas y comencé a besarte las nalgas, las mordía y jugaba con ellas mientras bajaba hasta mi verdadero objetivo, estabas muy húmeda, tanto que alguna gota bajaba suavemente por tu muslo, oh dios, me encanta verte así y mas porque se que es mi culpa, al llegar me sumergí entre sus pliegues, besando, lamiendo, mordiendo, subiendo y bajando suavemente con mi lengua saboreando cada parte de el mientras tu suspirabas y gemías dulcemente.
Seguía saboreando tus néctares, mientas sin que te dieras cuenta me quitaba la ropa, comencé a subir besándote los muslos, las nalgas, tu espalda, mientras dirigía mi palpitante herramienta hacia la entrada de tu vagina, la apoye sin entrar y te pregunte si la querías dentro y fue cuando entonces empujaste tus caderas hacia mi, introduciendola completamente en ti a la ves que soltabas un gemido de placer, la sensación era increíble, sumamente intensa, la humedad hacia que se deslizara mientras era arropada por tus labios interiores, comenzamos una danza frenética, yo jugaba con tus pechos mientras embestía sin ningún pudor, acariciando tus espalda, volteaste y me dijiste que te poseyera, que eras toda miá, que quería sentirse deseada a lo que acepte sin duda alguna, el nivel de erotismo era máximo, el placer intenso, agarre con suavidad tu pelo y cual yegua salvaje te monte, azotaba tus nalgas con suavidad mientras tu gemías sin poder controlarte, tenia que bajar el ritmo porque sino todo terminaría demasiado rápido debido a la carga sexual tan intensa que teníamos y ese no era mi plan.
Salí de ti mientras abrazaba tu cintura y besaba tu espalda, te incorporaste, te distes la vuelta, estabas sudada pero tus mejillas y ojos desprendían lujuria, agarraste mi cara y me besaste, nuestras lenguas se juntaron en un largo baile mientras tu mano bajaba y jugaba con mi entrepierna suavemente arriba y abajo, lamias mi boca, me mordías el labio con picardia poniéndome todavía mas en tensión, me agarraste por el pelo y tiraste un poco de mi cabeza hacia atrás para poder morderme el cuello he ir bajando poco a poco, te arrodillaste delante de mi, y comenzaste a jugar con tu lengua despacio mirándome a los ojos, desesperandome, pasando la lengua arriba y abajo jugabas con mis testículos, los mordías, lamias con cara de pilla, comiéndome todo entero con mucha calma, la metiste es la boca despacio y profundamente, mientras yo hacia un esfuerzo sobrehumano para poder controlarme, pero te tomaste tu tiempo para volverme loco con esa boca, con esa lengua y sobretodo con la sensualidad que desprendías, olías a sexo y me encantaba.
Te hice parar, ya estaba en un punto complicado para mi, no sabia cuanto mas podría aguantar, te levante, te cargue y te puse sobre el sofá, abrí tus piernas y me volví a sumergir en ellas pero esta ves para vengarme de ti, de la malicia con la que me habías devorado y por la que casi me llevaste al clímax, te comí como si no hubiera un mañana, te devore toda y cuando digo toda es toda, no deje ningún agujero sin comerme, besar o lamer, mientras tu me agarrabas del pelo y me apretabas mas contra ti, llegaste al punto sin retorno, comenzaste a temblar y te corriste en mi cara, comenzó a brotar un néctar me baño entero, lo saboree mientras tu te rendías a tu clímax, ya casi fuera de mi también me rendí a mis instintos mas básicos, mientras seguías palpitando abri un poco mas tus piernas y te penetre profundamente de una sola embestida, sentiste ese calor abrazador dentro de ti al igual que yo sentía tus espasmos intentando que soltara todo lo que tenia a dentro, esta ves no quería hacerte el amor, quería dejarme llevar y simplemente hacerte miá como un animal salvaje, mis embestidas eran cada ves mas vigorosas, tu gemías mientras me arañabas la espalda y me apretabas contra ti, olíamos a lujuria, estaba al limite cuando te vi a los ojos y supe lo que querías, me sonreí, me besaste y me dijiste la quiero toda, al escucharte no pude mas y solté todo lo que tenia dentro de ti, inundándote, mientras entrelazabas tus piernas a mi cintura para apretarme aun mas y no dejar escapar nada, fue una noche memorable, intensa, llena de pasión, lujuria, deseo una de las noches del resto de nuestras vidas.
Ya exhaustos nos abrazamos, me dijiste te amo y quedaste plácidamente dormida entre mis brazos, dejándome contemplar la dulzura y sensualidad de mi ángel, de aquel sueño que para mi era inalcanzable y que hoy en día se ha convertido en mi musa, en mi todo, en mi Dama de Rojo.