La curiosidad mato

Una mujer por curiosidad en una noche de locura descubre los placeres de la zofilia.

Han escuchado el dicho que dice, la curiosidad mató al gato, bueno en mi caso, a la que casi matan es a mi gata. Me refiero a mi vulva, ya que he pasado por una experiencia increíble. Algo que ni yo misma, puedo creer que me haya sucedido. Les diré desde un principio que no soy una Santa, todo lo contrario, sí me comparan con cualquier otra mujer, lo menos que dirán de mi es que soy una puta del demonio. Ya que hasta hace poco pensaba, que ya no me quedaba nada por experimentar, en torno al sexo. Todo aquello que se puedan imaginar, yo ya lo he realizado. Pero con personas y hasta con juguetes de todo tipo. Pero jamás ni nunca, había pensado hacerlo con animales. Hasta que visité, una finca de uno de mis clientes, de paso me dedico a vender seguros. Pero ese fin de semana él me invitó, ha una fiesta privada. A la que no era la primera vez que asistía, y de seguro tampoco será la última. Era un viernes en la noche, cuando Efraín y yo, llegamos a su casa de campo.

En la que ya se encontraban otras personas, un par de chicas y el resto como unos seis hombres. En principio la fiesta se fue desarrollando de manera normal y corriente más bien bastante aburrida, digo si estábamos bebiendo, y además uno de los invitados, salió fuera a fumarse un cigarrillo de marihuana. Al poco rato casi todos incluyendo a las otras dos chicas, estábamos compartiendo ese y otros cigarrillos. Como soy de las que le gusta llamar la atención y que me vean, al poco rato comencé a bailar y ha ir quitándome la ropa, ante el asombro de las otras dos, y el agrado de los hombres. Para hacerles el cuento corto, les diré que todo terminó en una tremenda orgía, las dos santitas al principio, bastante incómodas por mi proceder se mantuvieron algo retiradas, pero cuando ya a mi me estaban dando tremenda entre dos. Las vi, una de ellas, le estaba dando el culo a uno de los invitados, mientras que la otra, se dedicaba a mamar verga como una loca. La cosa es que tanto ellas como yo lo pasamos de verga en verga. Hasta que en cierto momento, no se si sería la borrachera que yo tenía o que. Salí de la casa tal y como estaba, me puse a caminar desnuda por la propiedad, y encontré en mi paseo el pesebre o granero, realmente es una vieja construcción en madera, en la que guardan algunos de los animales de la finca. Tal era mi estado, que me he quedado dormida, sobre unos fardos de paja.

Al día siguiente me levanté con la cabeza a punto de estallar por lo mucho que había bebido y fumado. Pero cuando me dirigí a la casa, la encontré completamente sola. Busqué mis pertenencias y gracias a Dios siempre tengo el sentido común, de ponerlas en un sitio a salvo. En mi cartera encontré mi teléfono y llamé al desgraciado de Efraín, quien se sorprendió, cuando le dije que estaba todavía en su finca. Tras disculparse por haberme dejado, diciendo que él pensaba que me había marchado con alguno de los otros invitados, me dijo que lamentablemente hasta el día lunes no podía irme a buscar, ya que la policía de tránsito le había decomisado su vehículo por estar manejando en estado de ebriedad. Que además su mujer se había molestado mucho con él por la borrachera, si la pobre supiera lo que pasó realmente en la finca, creo que le pone el divorcio de inmediato. Llamé a otras amistades, y por una razón u otra, no podían hacerme el favor de buscarme inmediatamente. Por comida no tenía problema, pero me la pasé pegada al teléfono buscando la manera de salir de ese retirado campo, pero me fue imposible. Por lo que me resigné a mi mala suerte, o por lo menos eso pensaba yo en ese momento. Decidí darme un buen baño, ya que mi cuerpo apestaba a sexo por todas partes, además de los evidentes lamparones de leche que se me habían chorreado por los muslos las nalgas y hasta en mi rostro. Después de comer algo, y de darme un baño, salí a caminar por los alrededores, para lo que únicamente me puse la toalla que usé para secarme. Por curiosidad entré nuevamente en el lugar donde pasé la borrachera dormida, ya dentro vi que Efraín tenía varios animales, entre los que había un caballo, par de cabras, y no se cuantas gallinas. Al principio solo me dio algo de curiosidad, pero al poco rato me marché con rumbo a la casa, ya casi llegando, en el trayecto me encontré al perro de Efraín, de nombre Bolo. Al verme me reconoció en anteriores ocasiones me había visto y yo le había arrojado algo de comida. El resto de la tarde y ya por llegar la noche, estuve leyendo un rato, pero quizás por la fiesta del viernes en la noche apenas me puse a leer me quedé dormida, ya cuando me desperté eran como las nueve o diez de la noche. Por aquello de tratar de dormir de nuevo, me serví un buen trago de ron, y salí fuera de la casa, a ver las estrellas, a todas estas no me había puesto nada de ropa, únicamente cargaba la toalla por si acaso alguien llegaba. Al poco rato, nuevamente Bolo vino hacerme compañía. De lo aburrida que estaba, me bebí el ron bien rápido. Por lo que entré nuevamente a la casa a buscar más, y para no estar entrando y saliendo me llevé la botella para fuera. Como estaba sola tendí la toalla sobre la hierba y me acosté completamente desnuda bajo las estrellas, de cuando en cuando me daba un trago de ron, mientras me lamentaba de mi suerte, al estar en el medio de la nada. Estando así acostada, fue que de momento, Bolo se acercó a mí sin que yo reparase en su presencia, y cuando más me encontraba concentrada viendo las estrellas. Sentí algo frío que me tocó entre las piernas. Reaccioné de inmediato fue cuando me di cuenta de que era Bolo que estaba oliéndome el coño, la manera en que me incorporé, lo asustó y se alejó por unos momentos, pero al verlo me causó gracia el susto que me había dado segundos antes. La verdad no se ni lo que pensé en esos momentos. Para esos momentos ya me había dado unos cuantos tragos de ron y comenzaban hacer su efecto. Ya que me quedé sentada sobre la toalla con mis piernas bien abiertas. Cuando se me antojó acariciar al perro por lo que lo llamé a mi lado. Bolo se me acercó con cuidado ya que si yo me asusté al sentir su nariz entre mis piernas, el pobre también se había asustado por la manera en que me levanté asustada. Cuando Bolo estuvo nuevamente a mi lado le dio por ponerse a olerme el coño de nuevo. Pensaba retirarlo, empujándolo con mis manos, cuando sentí ese calido áspero y húmedo lametón sobre mi coño completamente abierto. Esa sensación me recorrió, todo mi desnudo cuerpo. Me impresionó a tal grado que ni siquiera, hice el intento de retirar su nariz de entre mis piernas. En cosa de segundos, Bolo se encontraba lamiéndome el coño divinamente. Yo permanecí disfrutando y deleitándome de lo que su lengua hacía dentro y fuera de mi coño. Al rato Bolo comenzó a ponerse como nervioso, al principio no entendí que pasaba.

Hasta que lo vi lamiéndose su cosa. A la verdad no se que me pasó en esos momentos, he pensado que pudieron ser varias cosas, como el estar sola, desnuda sobre la hierba, algo bebida, y sin más ninguna otra cosa que hacer. Si a eso le sumo, las sabrosas lamidas de coño que Bolo comenzó a darme. Bueno quizás fueron otras cosas, el asunto es que cuando Bolo volvió a lamerme, en lugar de quedarme con mis piernas abiertas, me puse en cuatro patas. Bolo siguió olisqueando mi coño, y de momento sencillamente se me trepó, como si fuera la cosa más natural del mundo para él. Casi de inmediato sentí su miembro caliente abriéndose paso, dentro de mi coño. El solo pensar en lo que estaba haciendo, del todo desnuda y a la luz de las estrellas, con un perro, me sentí mucho más excitada. Nunca ni en mis locas correrías, había ni tan siquiera pensado hacerlo con un animal. En esos momentos Bolo me penetraba como si yo fuera su perra, lo que me calentaba mucho más todavía. Su miembro entraba y salía de mi húmedo coño, provocándome mayor deleite y disfrute. Mi perruno amante, continuaba moviéndose, como un bárbaro, y yo disfrutando que así lo hiciera. Cuando de momento, comencé a sentir algo totalmente nuevo y diferente. Lo que llaman el botón, su miembro de momento como que se engrosó mucho más. Provocándome mayor placer. Si había leído que eso le pasaba a los perros, y es la manera en que la madre naturaleza los proveyó de una especie de seguro para embarazar a sus compañeras. Es como un tapón que tiene como fin el que su esperma no se pierda, o por lo menos eso creo que fue lo que alguien en algún momento me explicó, en una clase de biología, que estudiaba en la universidad. Para esos momentos el perro después de haberme follado, con todas las de la ley. Descargó su chorro de semen caliente dentro de mi coño. Pero se quedó abotonado a mi coño para mi sorpresa. Les digo que casi me vuelvo loca por el susto que me llevé, pero por suerte comprendí que sucedía, y sabía después de un buen rato todo volvería a la normalidad. Como en efecto pasó, pero casi media hora después, mientras tanto permanecí todo ese tiempo, pegada a la verga de Bolo. Al finalmente librarme de la verga del animal, me quedé tendida sobre la toalla tal y como lo había estado la última media hora más o menos. Hasta que sentí nuevamente la áspera lengua de Bolo pasándomela por sobre todo mi recién penetrado coño. Fue algo así como que me dieran un delicioso masaje íntimamente. Después de unos minutos, Bolo dejó de lamer mi coño, y se dio unas cuantas lengüeteadas sobre su miembro. Para quedarse echado a mis pies. Aunque no lo crean, me sentí como sí hubiera descubierto el tesoro más grande del mundo. Alegre, contenta, y lo mejor de todo deseosa de seguir experimentando. Pero ya Bolo como que se encontraba más que satisfecho por esos momentos. Por lo que no me puso, mayor atención. Al rato me senté y me di cuenta que de mi coño chorreaba bastante semen, por lo que apurándome otro trago directamente del pico de la botella, me puse a pensar donde podría lavarme. Fue cuando me acordé haber visto en la casucha de madera donde se encontraban las cabras y el caballo. Una manguera de agua, la que sin más demora fui a buscar.

Al entrar al oscuro lugar tuve la gran suerte de que encontré el interruptor de la luz, al encenderla con rapidez encontré la manguera. Y mientras me lavaba bien el coño, me di cuenta que una de las cabras me observaba. Definitivamente debía ser el macho, yo me encontraba sentada sobre uno de los fardos de hierba, lavándome el coño con la manguera, mientras me daba otro trago de ron. Al terminar me sequé con la toalla, y con cierta curiosidad y algo de morbo en la mente, se me ocurrió el ponerme a pensar que tal sería hacerlo con una cabra.

Me di otro trago de ron, y comencé a tocar mi vulva, hasta que mis dedos adquirieron el olor y me imagino que también el sabor de mis líquidos vaginales. Lentamente me fui acercando al macho cabrío, que se encontraba en un pequeño corral, curiosamente el animal lejos de sacarme el cuerpo, se quedó parado con las patas de enfrente sobre la madera del corral. Con calma me le acerqué, y estiré mi mano hasta que estuvo al alcance de su morro, por unos segundos me olió los dedos, tras los cuales pasó lengua por casi toda mi mano. El animal, hacía un ruido raro. Que en lugar de asustarme, era como si lo escuchase invitarme a que lo probase. La verdad es que no lo pensé mucho, abrí la pequeña puerta del corral, y mansamente salió. Me volví a sentar en el fardo de pasto, y por un instante estuve a punto de echarme para atrás, pero como estaba sola, sí ya había disfrutado de la compañía de un perro, que de malo podía pasarme sí decidía hacerlo con el macho ese. Me di otro trago, y tomándolo por los cuernos, dirigí su cabeza a entre mis piernas. En cosa de segundos, ese enorme cabrío comenzó a lamerme divinamente el coño. Tanto fue así que rápidamente alcancé otro clímax. Pero mayor resultó ser mi curiosidad por ver como era la cosa de ese animal.

Como impulsada por un resorte, me tiré al suelo, y comencé a tocar sus largos testículos con mis manos, en cosa de pocos segundos, el cabrío se puso como más nervioso, y pude ver que tan larga era su cosa. La verdad es que no se que me impulsó hacer lo que hice. Pero de momento me dieron ganas de tenerlo dentro de mi boca, y como una chivita me puse a mamar su verga. Creo que más por instinto, mi nuevo amante trataba de montarme, por lo que para complacerlo, sencillamente le di la espalda. En cosa de un santiamén sentí, como su miembro se alojaba dentro de mi vulva.

Sus berridos para mí eran sumamente excitantes. Pero no contaba con lo siguiente que pasó. Al otro lado del granero o como se llame eso, había un pequeño caballo, luego me enteré que se trataba de un pony, y durante el tiempo que el cabrío me estuvo montando el caballo se dedicó a relinchar y patear, al punto que hasta me dio miedo de que fuera a romperse algo. Pero mientras más el caballo relinchaba y pateaba, el cabrío me daba con mayor fuerza, para mi disfrute. Hasta que sentí su semen correr por entre mis piernas. Tras lo cual se ha bajado, y como si ya no le hiciera falta se colocó frente a la puerta de su corral. Tras dejarlo pasar, fui a ver que pasaba con el pequeño caballo, y me he llevado tremenda sorpresa. Casi se puede decir que se estaba dando golpes de pecho con su propia verga. Hasta que me acerqué se quedó más tranquilo. No podía creer lo que estaba viendo, y la tentación fue mayor que la razón ya que sin encomendarme a nadie le agarré su cosa con mis manos. De seguro a él pareció agradarle bastante, se quedó quieto. Su verga ya mostraba algo de semen o por lo menos eso pensé yo en ese instante, así que tirándome al suelo, comencé a lamerlo. Me di otro trago de ron, mientras pensaba como me las ingeniaba para probarlo. Viéndolo de cerca entendí que podía soportarlo dentro de mí, pero creo que mi mal juicio se debió al ron. Por lo que me coloqué bajo él y con mis manos dirigí su verga a mi coño que todavía escurría el semen del cabrío. El caballito se paró en las dos patas traseras, y la penetración fue total. La verdad es que me puse como una loca, al sentir todo eso dentro de mi coño. Yo busqué apoyo contra la pared, ya que de no haber sido así, de seguro me hubiera caído encima ese animal que aunque pequeño, no dejaba de llevarme por delante. El largo rato que disfruté de la verga del caballo, también me costó algo, en cierto momento en el que me encontraba más excitada, sentí sus dientes en mi hombro. Siempre me mordió, pero no fue algo del otro mundo, es más en ese momento fue como que más excitante para mi. Ya estaba a punto de desfallecer, cuando se debió haber corrido. Cuando sacó su verga de mi cuerpo sonó como si descorchase una botella de vino blanco espumoso. Yo quedé bien agotada, y ha duras penas en medio de mi borrachera, me puse a lavar nuevamente mi abierto y adolorido coño. Como pude regresé a la casa. Cuando me desperté me encontraba en el piso de la sala. Por lo visto había dormido la borrachera casi el día domingo entero, ya no estaba adolorida, pero me sorprendí, el atrevimiento que tuve de hacer eso con esos tres animales. Cuando finalmente Efraín me pasó a buscar trató de acostarse conmigo, pero le dije que me sentía algo indispuesta, pero que si deseaba se lo podía mamar mientras conducía de regreso a la ciudad, cosa que hice por varios kilómetros. Pero desde esa fecha ya he adquirido un buen perro, enrasado, tiene algo de Gran Danés, con otras razas, no es que me piense volver una exclusiva amante de los animales, pero cada vez que yo quiero, él quiere.