La Curiosidad de Anette

Nunca había pensado en ella, pero la curiosidad de quien acaba de despertar a las inquietudes sexuales nos llevaron a los placeres maximos de lo prohibido.

La Curiosidad de Anette

Por Georgina del Carmen

Desde que tengo uso de memoria he sido muy caliente, aun antes de que eyaculara ya me masturbaba siendo apenas un niño que asistía a la escuela primaria, "vicio" que he conservado durante toda mi vida, aun cuando ya tenia relaciones sexuales con mis novias y algunas amigas y así hasta la fecha. Me masturbo diariamente motivándome con revistas, películas porno, fantaseando con mis vecinas o chicas que veo en la calle o simplemente recordando experiencias pasadas.

Una noche en la intimidad de mi habitación, estaba disfrutando de los placeres de mi "vicio", estaba de pie trasladándome de un lugar a otro de la pieza friccionando mi endurecida verga, cuando súbitamente me sentí observado, no lograba definir aquella extraña sensación de estar siendo avistado ya que era casi imposible, sin embargo por casualidad logré ver una sombra que se movía por debajo de la puerta de mi recamara.

La sorpresa de verme descubierto me inhibió momentáneamente, sin embargo reaccioné creyendo que sería solo mi imaginación y continué con mi "perverso" placer mirándome en el espejo e imaginando que lo hacia frente a una multitud de chicas que querían coger conmigo.

Minutos mas tarde volví a ver como se movía aquella misteriosa sobra por debajo de la puerta, fingiendo no darme cuenta continué con mi placentera labor mientras trataba de imaginar quien podría estarme espiando, solo podían ser tres personas que eran las que además de mí, habitaban la casa, mis padres y mi hermanita menor. Descarté de inmediato a mis padres a quienes no creía capaz de hacerlo y aunque dudaba que mi hermana lo estuviera haciendo, no quedaba nadie más a quien achacar el hecho.

No quise quedarme con la duda y repentinamente me acerqué a la puerta, la sombra se movió rápidamente, abrí la puerta fingiendo ir al baño y alcancé a ver como la puerta de la recamara de Anette, mi hermana, se cerraba con prontitud pero silenciosamente.

En aquel tiempo Anette recién había cumplido 17 años, tres menos que yo, estaba en plena adolescencia, en plena cachondez. Como todas las chicas de su edad le gustaba lucir a la moda en reducidas minifaldas y pantalones ajustados y a la cadera, en general con vestimenta provocativa que realzara sus "encantos". En realidad nunca me había fijado en ella como mujer, tan solo la veía como mi hermanita menor.

Esa noche no interrumpí mi auto satisfacción sexual y continué masturbandome, poniendo especial atención a las sombras por debajo de puerta, minutos mas tarde la sombra regresó, seguramente Anette creía que no me había dado cuenta de su furtiva y caliente presencia y había regresado para seguir observando como me masturbaba, indudablemente estaba cachonda y disfrutaba viéndome el camote a todo lo que daba de erección. Aunque un poco descontrolado continúe chaqueteándome ante la presencia de mi hermanita y facilitándole los ángulos más propicios para que gozara mirando mi verga hasta que eyaculé.

Durante la noche no pude apartar de mi pensamiento lo sucedido con mi hermanita y lejos de molestarme o preocuparme terminé por poner caliente pensando en lo cachondo de la jovencita y la extraña pero agradable excitación que me había producido exhibir mi verga ante la mirada de mi hermana.

Lo sorprendente vino a la mañana siguiente, fingiendo no haberme dado cuenta de nada, empecé a fijarme en el cuerpo de Anette, pero ya no como mi inocente hermanita, sino como mujer y vaya que no estaba nada despreciable. Tenia las pantorrillas y los muslos carnosos y muy macizos, aun cuando traía el uniforme escolar no podía ocultar sus bien formadas nalgas, paraditas y curvadas, aunque no podía observar bien sus senos por la ropa que en esos momentos vestía parecían pequeñas, pero que se podía pedir a una chica de escasos 17 años. Concluí que Anette ya estaba mas que cogible, en términos generales se podía decir que estaba "buena" y por lo visto era muy cachonda como cualquier chica de su edad que apenas despiertan al sexo.

Esa misma tarde, cuando Anette llegó de la escuela y se cambió el uniforme escolar por una reducida minifalda que exponía mas de la mitad de sus hermosos muslos y una ajustada blusa, pude comprobar que efectivamente mi hermana estaba rica, excitante y altamente cogible, instintivamente se me paró el pene al recordar que ya me conocía la verga en erección y sin duda la deseaba. Y ahora yo también deseaba su candente cuerpecito.

Desde de aquel día en que descubrí a mi hermanita espiándome, ya habían pasado dos semanas durante las cuales diariamente le exhibía a Anette mi verga erecta hasta la eyaculación, fingiendo no darme cuenta de su furtiva presencia y ella puntualmente asistía al erótico espectáculo.

Cada día se me antojaba mas el rico cuerpecito de mi hermana y procuraba mirarla en todas las ocasiones posibles no solo su excitante figura en su audaz vestuario, sino las veces que podía verle las piernas al estar sentada frente a mí y con suerte podía verle sus sensuales calzoncitos, Anette parecía que me facilitaba la tarea siendo generosa al mostrarme sus encantos, lo que acrecentaba mi deseo sexual por ella.

No acertaba a definir la forma en que podía hacerle saber, de manera discreta, por aquello de que ella me rechazara, que yo también la deseaba lascivamente. De todas las ideas que me venían a la cabeza no me decidía por una que no le dejara dudas de mis deseos incestuosos.

Un día en que fui a dejar mi ropa sucia al cesto correspondiente, me topé con la ropa de ella y entre ésta estaban su brassiere y sus pequeñas pantaletas tipo tanga, mismos que había usado el día anterior, no pude resistir la tentación de tomarlos, palparlos, olfatear su aroma y besarlos, de ahí me surgió la idea de hacerle saber, a través de su ropa intima, mis anhelos lúbricos por ella.

En ese mismo momento me apoderé de sus pantaletitas, me la eché a la bolsa y las llevé a mi recamara, ahí las volví a examinar y hacerle los honores con mi olfato y boca.

Esa noche, especialmente excitado, empecé a chaquetearme a la hora de costumbre y puntualmente Anette se hizo presente con su sombra bajo la puerta de mi habitación, esperé unos momentos mostrándole mi erecta verga en los mejores ángulos posibles para que la pudiera ver a plenitud. Intempestivamente saqué de debajo de la almohada las diminutas pantaletas que el día anterior había usado, las extendí de manera que mi hermanita pudiera verlas y reconocerlas, las olfateé nuevamente, las besé y lamí en forma descarada y exagerada manteniéndolas siempre a su vista para que no tuviera dudas que eran de ella y lo que me inspiraban.

Enseguida me envolví la verga con aquellos excitantes calzoncitos y me frotaba como si me estuviera cogiendo a alguien y en este caso a mi hermanita. La sombra de Anette se movía levemente bajo la puerta, yo imaginaba que quizá también caliente se estaría dedeando su linda "cosita" o cuando menos su clítoris y ello me excitaba más, me acercaba lo mas que podía a la puerta para que Anette viera mi verga lo mas claramente posible envuelta en sus pantaletitas y supiera que estaba soñando en cogérmela.

Por fin llegó el momento de eyacular, extendí sus pantaletas y las acomodé para que cuando expeliera mi semen éste cayera justo en el puente de las pantaletitas, ahí donde horas antes había estado su vulva y su culito. Así lo hice y cuando terminé, vi como la sombra de mi hermana se retiraba de debajo de la puerta de mi habitación. Ahora ya sabía los deseos que me inspiraba su candente cuerpecito.

Al día siguiente había que esperar su reacción. A la hora de costumbre llegó Anette de la escuela, solo me sonrió con cierta picardía, las cosas pintaban magnificas para mis pecaminosas intensiones. Mi hermana se dirigió a su recamara para cambiarse de ropa, pero para mi deleite, cuando estaba a mitad de la escalera me gritó preguntándome si alguien le había llamado por teléfono, era solo una excusa para que me acercara y tenia que voltear hacia arriba para verla, así lo hice, fingiendo no haber oído lo que me dijo y volteando para arriba.

Anette estaba a media escalera, una de sus piernas estaba en el escalón superior del que mantenía el resto de su cuerpo, la falda amplia del uniforme escolar colaboraba de manera excelente para nuestros propósitos, podía verle la totalidad de sus excelentes muslos tanto por la parte posterior como por la entrepierna y al fondo sus lindas nalgas al natural ya que las pequeñas pantaletas tanga se incrustaban entre sus adorables glúteos, podía ver también su sabrosa vulva forrada con la delgada y translúcida tela amarilla de sus pantaletas.

Así permanecimos por algunos momentos, yo tenia la verga, mas parada que nunca y Anette adoptaba una pose provocativa sabedora de que me estaba exhibiendo sus excitantes "cositas intimas" con el mayor de los descaros y seguramente estaba excitada tanto como lo estaba yo.

Todo estaba claro entre nosotros, sin mediar palabra ambos sabíamos que teníamos deseos carnales mutuos, ahora habia que buscar la manera de pasar a la practica, aunque sería más fácil con la manifiesta anuencia de ambos, pero alguno habia que tomar la iniciativa.

Durante todo el día mi hermanita fue generosa al exhibirme sus encantos ya de manera un tanto desvergonzadamente y sin mayor problema ponía a mi vista sus sensuales pantaletas amarillas y buena parte de sus inquietantes senos por el gran escote de su blusa, yo no me preocupaba por ocultar de su mirada la marcada erección de mi verga bajo mi ropa.

Esa noche estaba preparándome para darle a Anette el "show" de cada noche y pensaba abrir la puerta cuando ella estuviera ahí mirándome, pero sorprendentemente mi hermanita me ahorró ese temerario trabajo.

Ya estaba solo en calzoncillos con la verga bien parada y con sus pantaletas sucias en color azul del día anterior prevenidas para sacarlas en el momento oportuno, vi como llegó su sobra por debajo de la puerta, me empecé a acariciar la verga y a bajarme los calzoncillos para ponerla a su vista, pero me sorprendí cuando tocó la puerta, en principio dudé que fuera ella, pero cuando pregunté "Quien", era la voz de Anette, sin meditar que estaba en ropa interior y con la verga bien parada le dije "Pasa".

Anette entró y recorrió mi cuerpo con la mirada, fijándola luego en la protuberancia de mi verga erecta, ella solo llevaba una camiseta larga a manera de camisón que le daba a mitad de sus piernas y las sandalias de tacón alto que habia calzado durante el día luego de llegar del colegio. Sin despegar su mirada del bulto de mi verga me dijo que quería que le prestara un encendedor para fumar un cigarro, le señale el que estaba sobre el buró, cuando fue a tomarlo me le acerqué por la espalda abrazándola y diciéndole "¿Desde cuando fumas?", repegué mi miembro erecto en sus nalgas, ella permaneció inmóvil sintiendo mi pene en sus inquietantes nalgas sin ninguna protesta o intento de separarse.

Momentos después contestó a mi pregunta con voz titubeante "Hace poco", sin embargo no hacía por tomar el encendedor y sí hacia pequeños movimientos de cadera restregando sus nalgas en mi falo. Tomé confianza y yo también hacia movimiento de fricción con mi verga en su exquisito trasero, mis manos se empezaron a mover, una con rumbo a su vientre y la otra a sus chichitas, pude sentir que si traía pantaletas, pero no brassiere.

Anette se dejaba complaciente y complacida, ahora restregaba con vigor sus nalgas en mi verga y yo hacia lo propio, ya con descaro subí mi mano a sus tetas frotándoselas y bajé la otra a su Monte de Venus, ella solo tocaba la parte lateral de mis muslos y su respiración se agitaba notoriamente. La mano que tenía en su pelvis la bajé lo más que pude, metiéndola por debajo de la larga camiseta acariciándole los muslos y lentamente la fui subiendo hasta llegar nuevamente a su Monte de Venus y por encima de las delgadas pantaletitas le acariciaba metiendo mi dedo medio en busca de sus labios vaginales, ya sus calzoncitos se sentían húmedos.

Mi hermanita separó levemente las piernas para facilitar la introducción de mis dedos entre sus muslos y frotarle descaradamente la vulva, los movimientos de su cadera arreciaron sintiendo mi endurecido falo en su trasero. Intenté meter la mano por debajo de sus calzoncitos y Anette giró rápidamente, me pasó un brazo por el cuello y su boca buscó mis labios chupándolos y metiendo su lengua en mi boca.

Ahora con ambas manos le acariciaba las nalgas y empecé a bajarle las pantaletas, ella con la mano que le quedaba libre me friccionaba la verga y hacía intentos por bajarme los calzoncillos. Cuando logré bajar sus pantaletitas, con una mano hurgaba entre sus nalgas tocando su culito y con la otra, por el frente, le acariciaba el vello pélvico metiendo la punta de mis dedos en su húmeda vulva.

Nos separamos por unos instantes, solo para despojarla de la larga camiseta y quitarme los calzoncillos, ahora chupaba sus chichitas y seguía manoseando todo lo que podía de su sabroso cuerpecito, ella se había apoderado de mi verga y la chaqueteaba con soltura.

Sin que yo se lo pidiera Anette fue doblando las piernas, mientras me pasaba la lengua por el cuerpo, hasta quedar en cuclillas, puso la punta de mi falo en sus labios dándose ligeros golpecitos para luego darle besitos de "trompita", paso a los lengüetazos y con lentitud fue introduciendo mi glande en su boca para mamarme la verga, mientras se aferraba de mis nalgas acariciándomelas. Ninguno de los dos pronunciaba palabra solo disfrutábamos el momento de intensa cachondez entre jadeos y cuerpos temblorosos presos de la lujuria.

Era mi turno de disfrutar con mi boca de su candente cuerpecito, la hice incorporarse y empecé por chuparle las chichitas, poco a poco fui bajando por su abdomen y vientre hasta llegar a su pelvis, frotaba mis mejillas en su vello púbico y con mi lengua buscaba la rajita de su vagina, Anette solo jadeaba incontrolablemente y separaba sus piernas para que mi cara se incrustara en su entrepierna y poder meter mi lengua en su vulva y chupar el licor vaginal que le brotaba.

Dejé para el final lo que más me excitaba, sus nalgas y culito, me coloqué tras de ella besando y lamiendo sus hermosas nalgas y pasando mi lengua por la separación de éstas. Mi hermanita se fue inclinado lentamente para que sus nalguitas se abrieran un poco, invitándome a que le tocara el culito con mi lengua, así lo hice pero la lujuria que sentía era enorme, sin mas incrusté mi rostro entre sus adorables nalgas y le lamía, besaba y chupaba el delicioso agujerito que tiene Anette entre sus nalgas.

"Cógeme, cógeme rico", me decía Anette que estaba en extrema cachondez, en principio solo pensaba en que mi hermana me chaqueteara y yo manosearla, pero luego pasamos al sexo oral, lo que me pareció magnifico y ahora se me presentaba la gran oportunidad de cogérmela a solicitud expresa de ella. No podía desaprovechar la ocasión de disfrutar por completo del cuerpecito de mi hermanita.

Me puse frente a ella, levantó una de sus piernas y tomando mi verga la enfiló a su sexo frotándoselo con la cabeza de mi falo y volvió a repetir "Cógeme, Méteme la verga". Sin meditarlo un segundo puse mi tranca entre sus labios vaginales empujando levemente, su hendidura sexual empezó a "tragarse" mi verga. El vaivén de mi pene dentro de su vulva empezó a tomar velocidad mientras con mi brazo le sostenía la pierna levantada y con mi boca chupaba sus tetas, mientras ella se sostenía de mi cuello sin dejar de jadear.

El intenso temblor de su pierna de apoyo me obligó a cambiar de pose, le saqué la verga y la puse de "perrita" sobre el borde de la cama. Nuevamente le ensarté mi verga en su vulva metiendo y sacándola incesantemente, mientras ella entusiasmada movía su cadera en círculos, sus gemidos arreciaron y repetía incesante "Que rico me coges... sigue cogiéndome, cógeme rico, rico, rico, siento rico", sentí como mi verga fue bañada por sus jugos, mi hermanita se estaba viniendo en estentóreo orgasmo, estaba a punto de apresurarme para venirme yo también, pero Anette lo impidió sacando, con su mano, la verga de su sexo y poniéndola en su culito, "Métemela ahí, cógeme por la colita" dijo.

Lo que empezó como una simple cachondiza se convertía en una soberbia culeada, me sorprendió que la que yo creía "Inocente Anette" ya culeaba, pero ello lejos de desanimarme me ponía mas caliente.

Empujé mi tolete contra el ano de mi hermanita, no sin alguna dificultad su culito devoraba poco a poco mi verga haciéndola desaparecer entre sus lindas nalgas, en momentos toda mi verga estaba dentro del culo de mi hermanita y solo mis güevos quedaban fuera, mi vientre chocaba contra su trasero a cada embate de mi verga en su apretadísimo culito que me ajustaba como un guante oprimiendo mi miembro de manera muy agradable, siendo lo más excitante de mi vida.

Mientras mi verga se deslizaba incontables veces en el hermoso culito de Anette, con una mano le agarraba las tetas y con la otra le friccionaba el clítoris, no tardó en venirse nuevamente y yo por mas que quise alargar aquel extraordinario placer que me daba cogerme por el culito a mi hermana, me puse al borde de la eyaculación. Saqué mi verga para bañarle las nalgas de esperma, pero Anette en un rápido giro puso su rostro frente a mi verga recibiendo mi descarga de esperma en su linda carita.

Aquella noche de placer incestuoso se repitió a la noche siguiente y las ulteriores, hasta la fecha.

Georgina del Carmen

El tema y detalles para este relato fueron proporcionados por trash, amigo de Amor filial, quien asegura son verídicos y autoriza su publicación.