La culpa... un Gen recesivo afín
Os contaré que no todos los genes recesivos afines son nocivos los que portan mis padres son una gozada . Todo se desató con mi madre y la vecina del 10º, después se extendió a mi hermana y también estuvo implicado mi padre al final. Descubrí el lado oscuro de mi familia y del mío propio.
La Confesión de mi madre, fue consecución de mi propósito por follar con mi vecina, aunque al final me gustará más otra mujer… Desde que vi el video en que mi madre y nuestra vecina jodían con el hijo del frutero, mi madre no era la misma para mí. Ella seguía comportándose conmigo de la misma manera, cariñosa y atenta, pero cuando la observaba mi mente se inundaba con las imágenes de su cuerpo desnudo, de su coño siendo invadido por la polla de aquel tío. Era más distante con ella, no porqué estuviera enfadado, tampoco me había causado un trauma ver a mi madre follando, y con alguien que no fuera mi padre, al contrario…a veces me sentía muy atraído por ella y no lograba entenderlo si no fuera porque mi subconsciente pensara que bien podría haber sido yo por edad y complexión física…, pero, aparte de mis sentimientos hacia mi madre, mi objetivo era tener mi primera relación con Maite, la madura vecina de arriba que tenía bastante experiencia, como pude ver en el video, aunque Nuria no se quedaba corta. No se me ocurrió otra manera, más que ser desagradable con mi madre, chantajeándola con aquel video para que consiguiera que nuestra vecina lo hiciera conmigo…. Cuando le conté que había visto esas imágenes follando con el verdulero, ella se puso a llorar totalmente nerviosa, entonces no fui capaz de apretarle más. – Mami, tranquila, le dije acariciando su pelo. – Simplemente quiero que me ayudes para que pueda follar con Maite, desde que la vi la primera vez me gusta mucho y quisiera que ella fuera la primera y que me enseñara. Mi madre no llegó a tranquilizarse del todo, pero se calmó cuando le expliqué mis intenciones. Por supuesto que le prometí que guardaría su secreto y que podía confiar en mí absolutamente. Después de casi media hora de conversación mi madre parecía más tranquila. Entonces me dijo que vería la forma de proponérselo y, si aceptaba, cómo lo haríamos. Pasaron varios días y nuestra relación se fortaleció gracias a la confianza que le había mostrado a mi madre, pero cada vez que la veía volvía la imagen de su cuerpo desnudo. Por supuesto que no le dije nada que había hecho una copia del CD y que muchas noches me masturbaba viéndola follar.
Era un miércoles por la tarde, mi padre estaba trabajando y mi madre vino a mi habitación para comunicarme algo que él le había contado por teléfono. Él se marchaba el viernes por la noche con unos amigos de cacería y no volvería hasta el domingo…. – Voy a hablar con Maite para que en este fin de semana puedas tenerla, me dijo en voz baja como si nos pudiera escuchar alguien. – Ya le he hablado un poco del tema y parece interesada, así que “prepárate” para el fin de semana… Desde aquel día no pude concentrarme en mis estudios… en nada, sólo tenía en mente la posibilidad de tener sexo por primera vez con aquella mujer que dormía en el piso de arriba, una mujer que me excitaba desde la primera vez que la vi…. Y por fin llegó el viernes. Sobre las diez de la noche mi padre se marchó. Entonces quedamos mi madre y yo solos. Estaba impaciente y lo primero que hice fue preguntarle si había aceptado nuestra vecina. – Tranquilo cariño. Me dijo acariciando mi pelo. – No te preocupes, ahora voy a mandarle un WhatsApp. Me dijo que estaba impaciente por tener a un joven como tú… mucho más si además era virgen. Le contestó Maite que ya estaba preparada. Mi corazón estaba totalmente acelerado. En menos de cinco minutos sonó la puerta y mi madre abrió. Entró nuestra vecina y cuando pasó al salón pude ver lo maravillosa que estaba. – ¡Hola cariño! Me dijo rodeándome con sus brazos por el cuello y besándome en la mejilla. – ¡Vaya, te has vuelto un tímido! La verdad es que estaba muy excitado, pero aún más nervioso. Temblaba como un flan y no sabía bien qué hacer. – Tranquilízate…, me pedía ella pero no me podía controlar. – Ven acompáñame. Me agarró por la mano. – Ahora te lo devuelvo…, le dijo a mi madre. Me llevó de la mano hasta la habitación de mis padres, me tumbó en medio y empezó a desnudarse poco a poco y de forma sensual. Yo estaba muy excitado y no sabía si me correría en cuanto me tocase. Aquella mujer era impresionante, su cuerpo, sus movimientos, todo en ella me provocaba y deseaba entrar dentro de ella. Se quedó con la ropa interior puesta y empezó a desnudarme de manera acompasada sin prisas y sin pausas. Me quitó la camiseta que llevaba y después bajó hasta mis pantalones, los desabrochó y me los quitó. Quedé en calzoncillos allí en medio con una carpa de circo montada.
Entonces buscó algo en la ropa que se había quitado y se acercó a mí con un pañuelo oscuro. – Cariño, te voy a hacer una mamada, pero para que disfrutes más te vendaré los ojos y así no sabrás porque lado voy a lamerte. Me privó de la vista con aquella tela. Entonces sentí como se movía por la cama para colocarse sobre mi polla. Fue increíble cuando sentí la boca de Maite que envolvía mi polla tan dura como el pedernal, y se lo tragaba entera…despacio hasta el esófago rozando la nariz en mi pubis. La había visto hacerlo en la película, pero sentirlo era diferente. Tan excitado estaba que no pasaron dos minutos ya tenía ganas de correrme. – ¡Qué bueno! ¡Tengo ganas de correrme! – ¡Espera un poco más cariño! Hice todo lo posible por aguantar. Mi cipote estaba más duro de lo que nunca lo había sentido, las succiones de la madura me estaba volviendo loco. Sentía su mano que me acariciaba los testículos mientras mi glande era rodeado por la habilidosa lengua de mi vecina. – ¡No puedo más! Dije en una especie de grito. Su respuesta fue aumentar la velocidad de la mamada y la fuerza de las chupadas, consideré que aquello era una invitación a que descargara toda mi leche en su boca. Me sentía avergonzado por no poder aguantar un poco más, pues en tan solo dos o tres minutos me tensé y por mi balano se descargó la lefa depositándola en la boca de Maite, la cual fue tragada a cada lechazo sin la menor repulsa, es más, le gustaba hacerlo succionando con firmeza. Empecé a convulsionarme con cada succión que me daba y la agarré por la cabeza para pararla mientras con la otra mano me quitaba la tela que me impedía verla…. – ¡Dios! Grité y boté a ver como mi polla salía de la boca de mi madre. – Pero… esto… ¡mamá! No sabía que decir. – Tranquilo cariño, no pensarías que le iba a quitar a una madre el placer y el honor de ser la primera amante de su hijo…, dijo Maite que estaba más excitada que nosotros al vernos tener sexo oral…. – ¿Te ha gustado? Me preguntó mi madre sin dejar de acariciar mi polla sobándolo desde los huevos hasta la punta, mostraba incertidumbre al no saber cuál sería mi reacción. – Sí, pero me he asombrado al verte, creía que era Maite… solo ha sido la impresión de ver que eras tú…, entonces mi madre se levantó de la cama. Permaneció de pie y nos mirábamos a los ojos. Yo no sabía qué hacer, una cosa era imaginar a mi madre follando conmigo, haciéndole todo tipo de cosas, y otra muy diferente la que acababa de pasar.
Pero veía su hermosa cara de ojos azul claro y su voluptuoso cuerpo y me invadía el deseo de amarla por completo. Ella me miraba como pidiendo perdón al darse cuenta de lo que había hecho. Me había mamado mi polla y se tragó todo mi engrudo espeso, pero el hecho en sí no era lo que realmente le preocupaba a ella, lo que más le inquietaba era que en todo momento había disfrutado de aquella relación incestuosa. Disfrutó hasta que vio mi cara al descubrir que era ella. Eso la trajo de nuevo a la realidad de sus actos y se empezaba a sentir mal por no habérmelo propuesto antes. Sentí que mi madre se iba a echar a llorar y de un bote me coloqué en el filo de la cama, la abracé por la cintura y apoyé mi mejilla contra su vientre. Ella me acariciaba el pelo entrelazando sus dedos. – ¡Perdona hijo! Me decía con un tono triste . – Te lo tenía que haber preguntado antes…– Ha sido mejor así, primero me he impresionado, pero la verdad es que desde que te vi en el video te deseo. Bajé las manos por el cuerpo de mi madre y empecé a acariciar su redondo culo. La miré a la cara y tenía una preciosa sonrisa. – Aun sigo deseando estrenarme y ansío hacerlo contigo… ¡Quién mejor que una madre para la primera vez! Expresé lo que mis adentros anhelaban. – Eso pienso yo mi vida, ya no hay motivos para retrasarlo… ¡Hoy seré toda tuya! Me contestó. – Creo que debo irme.* Dijo Maite que estaba de pie junto a nosotros viendo la escena. – Nuria, mañana me cuentas qué tal amante es tu hijo…– No Maite, le dije agarrándola por el brazo. – Te necesito. Voy a amar a mi madre y quiero que disfrute todo lo posible. Así como todavía no lo he hecho nunca, necesito que tú me indiques que debo hacer. Se detuvo y tras pensarlo un poco accedió a mi petición. – Para eso no me necesitas a mí, tu madre sabrá guiarte muy bien….– Por favor Maite ¡Enseñarme las dos a amaros a la vez! – ¡Vaya con mi niño! No se conforma con una, no, quiere tener a las dos. Dijo mi madre. – ¿Qué opinas Maite?– Es el hijo de una buena amiga, así que debemos de enseñarle todo lo que necesite y lo mejor posible…***
Desde ese momento todo me parecía un sueño. Busqué el cierre de la falda de mi madre con las manos y la desabroché. Por mi espalda, Maite caminaba de rodillas sobre la cama y me abrazó para acariciarme por detrás. Dejé caer la falda de mi madre y apareció ante mí su abultado y mullico coño cubierto por unas bragas blancas de encaje que permitían distinguir sus dispersos vellos Una mano la pasé por dentro de sus bragas y acaricié su culo, mientras la otra levantaba su camisa y empecé a besar su carnosa barriga. Mi madre me acariciaba la cabeza y ronroneaba cómo una gatita en celo. – ¡Creo que nuestro jovencito necesita pocas explicaciones! Dijo Maite mirando a su compañera de cama. Volví la cabeza hacia atrás para mirar a mi adorada vecina y su lengua inundó mi boca en un profundo beso. – ¡Yo también quiero! Dijo mamá. Sentí como sus manos volvían mi cabeza y sus labios empezaron a jugar con los míos, logrando que nuestras lenguas se fundieran. Maite me besaba y mordisqueaba por el cuello y la espalda produciéndome escalofríos de placer. Empecé a desabrochar la camisa de mi madre…, No quedó ningún obstáculo que impidiera que cayera al suelo por su espalda…. Aparecieron ante mí sus dos hermosas tetas recogidas por un sujetador a juego con las preciosas bragas que llevaba. Por el encaje podía adivinar los oscuros pezones con grandes aureolas, estaban erectos por la excitación y se marcaban en la tela. Entonces ella se quitó aquella maravillosa prenda y dejó libre dos redondas y maravillosas tetas que de inmediato comencé a besar. – ¡Así cariño, sigue dándole placer a tu mamá! Animaba Maite a medida que se iba excitando también. En unos minutos éramos un trío perfectamente acoplado.
Mi madre no decía nada, se limitaba a lanzar gruñidos y leves gemidos por el placer. Con las dos manos busqué el filo de sus bragas y se las bajé hasta que quedaron en el suelo. Ya estaba totalmente desnuda, como yo. Entonces le indiqué que se tumbara en la cama. – Maite, quiero lamerle el coño a mi madre, ayúdame. Le dije a mi vecina y tutora. – Mejor que decírtelo será que lo veas hacer…. Me dijo y empezó a abrir las piernas de mi madre. – ¿Te importa si te lo hago yo para que lo vea Gaspar? Le preguntó a su compañera. – No…. Dijo mi madre un poco dubitativa, pero aceptó. Entonces Maite se colocó al lado de la otra y me pidió que me pusiera frente precioso coñito de mi madre. Con dos dedos separó los labios y apareció el rosado interior de la vagina. Estaba mojada por la excitación y Maite se inclinó desde su vientre para empezar a acariciar con su lengua el interior de ese chumino. Yo las miraba atento a cada detalle. Los gemidos de mi madre se hicieron más intensos al sentir cómo la lengua de su amiga pasaba por toda su raja, cómo se entretenía en jugar con su clítoris para darle más placer. Entonces se dejó de lamer y mantuvo el coño abierto con las manos, me miró y entendí que ahora era mi turno… me incliné sobre mi madre. De inmediato me invadió el aroma de los flujos que salían de la húmeda y caliente cueva del placer. Saqué mi lengua y sentí el sabor ácido de su coño. – ¡Bien cariño! Me animaba Maite. – ¡Acaríciala con tu lengua suavemente! Pasaba mi lengua por toda su raja de arriba abajo. Sentía como los flujos de su vagina mojaban toda mi boca impregnando mis papilas gustativas de su sabor… encontré su abultado clítoris. Empecé a jugar con él y mi madre se retorcía y se convulsionaba cada vez más dando gritos de gozo. – Mira que gordo y duro lo tiene… ¡Chupa la pepita como si fuera un pezón! Me indicó la guía, y así lo hice. Aquello le provocó un gran regodeo a mi madre y sus convulsiones se convirtieron en saltos. Maite soltó los labios y se dedicó a lamer las tetas de su amiga mientras empezaba a correrse al sentirme en su coño. Se tensó y de pronto sentí un chorro enorme de fluido eyacular de su coño mojándome por completo la cara. Sentí la mano de mamá empujar de mi cabeza. – ¡Ya, para cariño, para…! Me decía entre gemidos y suspiros. – ¡No sigas con la lengua! ¡Dame tu polla! Aquellas palabras que salieron de la boca de mi madre me excitaron y rápidamente me coloqué arrodillado entre las piernas de ella. – Tu hijo tiene una polla formidable, es recia y larga… tiene un buen mostrenco. Mi madre elevó un poco las suyas y acoplé mis pelvis a su entrepierna… mi madre la asió para guiarla a su coño, estaba tan rígida que costaba ponerla en posición, así que me incliné sobre su cuerpo y tras varias pasadas a lo largo de su raja entre los labios vaginales y unos toques en su clítoris, ella gimoteaba al pasar mi glande sobre su clítoris, encontró la boca de su vagina y ahí la dejó dispuesta a introducirse en su raja… – Ahora empuja dentro del coño de tu madre… ¡Fóllame hijo…fóllate a tu madre de una puta vez! Entonces sentí la mano de mi vecina sobándome el culo y agarrando el mi estoque cual fierro con una mano y la centró en la entrada del conejo de mi madre. Le dejé deslizar los 19 cm de tallo, notando que su coño succionaba mi rabo con suma facilidad pese a los 6 cm de grosor…. Nunca había sentido hasta ese día el abrumador calor de la vagina de una mujer…. Me sentía como en un sueño, mi verga penetraba a mi madre suave y ella gemía de placer…, dejé caer mi cuerpo contra el suyo hundiéndosela de un solo envión… empujé hasta que mis huevos tocaron su coño haciendo tope con ellos. Era maravilloso sentir su calor, la esponjosidad de sus paredes vaginales, la humedad y la suavidad de su piel… me movía sobre ella penetrándola rítmicamente y cada vez más rápido. – ¡Dame más! Me animaba. – ¡Más rápido cariño! ¡Que no te quede nada fuera de mi coño! ¡Hazme sentir tus pelotas aporreándolo!
Yo obedecía a mi madre en todo y sentía un gran goce. ¡Sentía correrme! Miré la cara de mi madre que mostraba la lascivia de tener mi maza en su interior, sus gritos se convirtieron en gemidos profundos cuando le llegó un nuevo orgasmo y clavó sus uñas en mi espalda. El tiempo se mostraba relativo, infinito e inmediato a la vez, no recuerdo cuanto llevaba follándome sin tregua a mi madre, pero me llegaba el orgasmo como un tsunami sin poder detenerlo, imposible que ocurriese, así que aceleré más percibiendo iba a estallar dentro de ella como un surtidor, un geiser… – ¡¡No puedo más!! Estoy a punto de correrme mamá… Le dije apurado de lo que me llegaba tensando todos mis músculos y punzado mi cabeza… – No pares de follarme… continúa dentro de mí ¡No saques tu polla por Dios! ¡Vacíate dentro de mamá sin miedo…! ¡¡Lo quiero todo!! Fue lo único que dijo mi madre, me recordó cuando era un niño temeroso de entrar en el mar, ella desde el agua me animaba a unirme a ella sin miedo. Aceleré dispuesto a llenar toda su vagina con mi lefa y entonces sentí como Maite me separaba los cachetes del culo y su lengua lamía mi ano. Aquello fue una sensación extrema que me erizó la piel implementando mi gran eyaculación…. No aguanté más. La penetré profundamente aplastando mis huevos en su coño, al tiempo que sentí un punzado en la cabeza de dopamina haciendo reaccionar todo mi cuerpo con el primer chorro de leche espesa que salió para inundarla…. Con cada rápido empujón que daba, mezcla de convulsión y movimiento voluntario descargaba más semen en las entrañas de mi madre a la par que nuestras bocas se acoplaban con las lenguas en pugna entre los dientes, el paladar y la lengua contraria. Maite no paraba de lamerme el culo, a la par me estaban volviendo loco envuelto en una sordera crepuscular, soltando chorretones de esperma sin parar en ese mundo aparte creado por el atolondramiento y la flojera que me invadía. Cuando no pude más, una vez había eyaculado, me quedé sobre mi madre continuando con los besos en su hermosa boca. No le saqué la polla, la dejé dentro para que fuera menguando dentro de ella y producir una inseminación completa…. Maite se acostó junto a nosotros y nos miraba. – ¡Vaya cómo habéis follado! ¡Espero que a mí me des lo mismo! La besé en la boca a ella también y después las tres bocas se juntaron en un gran beso… las lenguas jugaron libremente de una a otra.
Nunca pensé que mi madre fuera capaz de tener alguna relación lésbica , pero todo estaba permitido esa noche y aquello me gustaba y me excitaba. Me levanté de encima de mi madre y saqué mi sable fláccido de su interior, me tumbé en medio de las dos y descansamos un buen rato. Las dos me abrazaban. Era delicioso tenerlas de tal manera. Los tres estábamos desnudos. Pasados unos minutos fui al aseo. Aproveché para limpiar mi recién estrenado badajo y prepararlo para la siguiente ocasión. Llegué de vuelta a la habitación y allí estaban mis dos maduras amantes, una junto a la otra, hablando boca arriba. Me subí en la cama y me coloqué de rodillas delante de ellas. Me paré a contemplarlas. Maite, con su fino cuerpo y su depilado coño, tenía los brazos en la cabeza, de forma que sus pezones quedaban apuntando hacia arriba, firmes y turgentes. Mi madre estaba al lado, su coño impoluto con labios rojizos de la follada al punto de la depilación extrema.En el video se le veía solo recortado el vello cortísimo y disperso, donde su raja asoma divina entre pelitos que la adornaba haciendo un conejito aterciopelado muy atractivo. Algo menos rellenita que su vecina, de tetas firmes como una colegiala, que para nada percibían la acción de la gravedad, pese a ser un poco más grandes que las de Maite.
Cogí las piernas de Maite, las doble y las abrí de forma que su raja quedaba totalmente expuesta a mi vista. Pasé la mano sobre ella y noté que tenía un clítoris exageradamente grande. Separé los labios y pude verlo. Era como el doble de grande que el de mi madre. – Voy a comértelo para que me digas si he aprendido bien, le dije. – Todo tuyo. Me contestó. Me incliné sobre ella y me coloqué entre sus piernas. Metí mi lengua entre los labios y la empecé a lamer. – ¡Qué buen alumno eres! ¡Qué bien has aprendido! Me decía. Después de un rato pasando mi lengua por toda su raja me paré en aquel enorme clítoris y lo chupé como antes le hice a mi madre haciendo trabajar a mis labios y mi lengua sin cesar. Entonces cambió. Parecía que se había vuelto loca. Se agitaba y gritaba como si estuviera poseída. Un momento después me paró y me hizo retirar de su coño. Nunca había visto lo que hizo a continuación . Empezó a frotar su clítoris con la mano y al momento empezó a correrse lanzando chorros fluidos…, una gran cantidad de flujos de su coño. Aquello era gritar de placer. Mi madre y yo la mirábamos sin saber bien qué hacer. – ¡Dios, túmbate que me quiero meterme tu polla! No te imaginas como tengo el coño de caliente después de veros follar. Me ordenó y obedecí al momento. Rápidamente abrió las piernas y se montó sobre mí, agarrando mi mástil endurecido y totalmente erguido…, se abrió los labios vaginales encauzando mi glande, entonces se sentó sobre él de golpe para que le entrara hasta lo más profundo. Mis genitales se mojaron con sus líquidos al momento y mi tronco entraba en su maduro coño sin problema pese al volumen de mi trozo de carne. Cabalgaba sobre mí. Yo estaba excitado, pero no tenía ganas de correrme, lo que quería era ver como disfrutaba Maite de mi polla. No tenía mucha experiencia en follar a mujeres, pero me dio la impresión que se corría una y otra vez. Mi madre nos miraba recostada junto a nosotros. Se afanaba en darse placer con la mano, me besaba en la boca y me sobaba los huevos, mientras su amiga no paraba de chillar y correrse. De vez en cuando me ponía una teta sobre la boca para que la chupara.
– Ponme el coño sobre la boca, le pedí. No dijo nada, abrió sus piernas y colocó su raja a la altura de mi boca dándole la espalda a la otra, separó los labios de su coño y mi lengua empezó a afanarse. Era delicioso oler el chocho de mi madre, escuchar como aquellas mujeres disfrutaban de mi cuerpo y sentir como mi verga se hundía hasta lo más hondo de Maite. Ya me había corrido dos veces y podía aguantar las embestidas de mi vecina sin correrme un buen rato…. No sé cuánto tiempo pasó hasta que Maite se bajó de mí, exhausta por los múltiples orgasmos que había sentido. Entonces mi madre me retiró el coño de la boca ocupando su lugar . Movía su culo y el falo del hijo entraba y salía de ella. Se inclinó hacia delante y me ofreció sus tetas para que las chupara. Sentía como invadía a mi madre y ella gimoteaba mientras me la follaba sin el menor recato. Entonces su expresión cambió cuando empezó a sentir un nuevo orgasmo. Solté sus tetas y agarré su culo con ambas manos. La paré y me moví para penetrarla rápidamente. Sus ojos se pusieron en blanco al sentir el orgasmo. No emitía ningún sonido, permanecía con la boca entreabierta por el placer y perdió las fuerzas. La agarré con una mano por la nuca y llevé su boca hasta la mía para darle un profundo beso mientras la seguía follando algo más suave. – ¡No puedo más! Me dijo agotada. – ¡Déjame descansar! Se sacó el rabo y se acostó a un lado para descansar. Maite vio el mástil libre y se colocó en el filo de la cama a cuatro patas ofreciéndome su culo para que la follara… – ¡Vamos semental, mi culo te espera! Me dijo desafiante. Me levanté y me coloqué detrás de ella. Agarré mi polla con una mano y la llevé a la entrada de su vagina calando mi glande…, seguidamente la agarré por las caderas y empecé a follarla. Ahora la embestía sin miramiento, con mucha fuerza y con toda la velocidad que me permitían la potencia que me quedaba. No tardó mucho en empezar de nuevo a tener otra serie de orgasmos. Sus gemidos eran continuos, no paraba de gemir. Después de un buen rato de insertarla a todo trapo, posiblemente más de media hora jodiéndolas a las dos damas insaciables, yo estaba sudoroso por el esfuerzo que estaba haciendo al follar a Maite en esos momentos…, empecé a sentir ganas de correrme, pegándome un subidón de adrenalina que me hizo gritar… – ¡Ya me voy a correr! ¡PREPARTE EL COÑO! Ella sin la impudicia que pudiera sentir una vecina con su joven amante espetó… – ¡Hazlo cabrón, me vas a matar a pollazos! Fue la única respuesta de ella. Entonces intenté darle más fuerte y empecé a sentir que mi espeso esperma comenzaba a salir hinchándome el glande en su eyaculación. En el momento en que ella sintió mi leche tuvo el último orgasmo, brutal y extremo. Levantó un poco más el culo posando sus tetas en el colchón, mientras yo la penetraba profundamente para descargar.
En ese instante la hundí eyaculando toda la lefa contenida en mis agotados cojones, ella volvía a correrse con chorros de flujo fluido y candente en una buena cantidad de nuevo, mezclándose con mi esperma escupido con fuertes chorros hasta dejármelos secos. Nos temblaban las piernas por el placer . Bien inseminada, le saqué mi polla y me tumbé en un lado de la cama. Ella cayó sin fuerzas y mi madre nos miraba. Los tres estábamos agotados. Yo me había corrido tres veces aquella noche, mi madre otras tantas y de la multi-orgásmica de Maite perdimos la cuenta a esas alturas. – Nuria, cada vez que quieras enseñar a tu hijo, avísame.– Ya veremos Maite, lo que he descubierto esta noche tal vez sólo lo quiera para mí….* – ¡Qué egoísta!– El hijo del frutero no está nada mal para ti…además le gustaste más que yo.– No, no está nada mal el chico. Es cierto que me folló con ganas y seguro que pronto le daré una nueva alegría. Dijo soltando una carcajada de bruja. – ¡Pues me tendré que con formar con Luisito…! Mi madre le imitó mirándome con mi barbilla en su mano diciendo… – ¡¡Éste semental va a estar follándose a su mami cada vez que apetezca…!! Se te han acabado las pajas cariño… pringar las sábanas. A partir de ahora vas a poder meter tu gorda polla todos los días de la semana en el jugoso y caliente chochete de mamá….***
Aquella noche, después de cambiar las sábanas que Maite las había dejado perdidas de fluidos con sus orgasmos, dormimos los tres juntos. Descubrí que prefería a mi madre como amante más que a Maite. Desde entonces hicimos juntos muchas más cosas de las que nunca hacíamos…, aquellas tareas cotidianas de las que siempre me escaqueaba…La compra semanal, las tareas domésticas de casa, ir de tiendas y los recados se multiplicaron, pero lo mejor era la cantidad de tiempo compartido con ella incluso en la cocina…,aprendí a preparar ciertos platos sencillos . Tanto tiempo compartido nos daba para echar un polvo a cualquier hora y lugar en casa, en las vacaciones dentro del agua del mar fue alucinante…, tan solo apartando a un lado la braguita del bikini le zampaba mi rabo hasta los huevos. Y así en multitud de sitios… en un parking público, los vestidores de los grandes almacenes o en los aseos del restaurante. La verdad es que lo pasamos estupendamente, poco a poco el morbo se apoderó de nosotros, llegando al extremo que cuando más nos excitábamos, era cuando existía la posibilidad de ser pillados, en especial apurando al límite la presencia de papá o de mi hermana…, entonces era cuando más nos gustaba hacerlo. Respecto a Maite volvimos varias veces a repetir con ella alguna pequeña orgía, incluso un fin de semana nos fuimos de marcha juntos los cuatro adquiriendo el rol de madre e hijo respectivos…, pero Luisito no estuvo al cabo de todos los hechos y razones. Por entonces entre mamá y yo se dio una relación de amor que cada vez era más fuerte, intensa y afectuosa que sobrepasaba la línea roja entre una madre y su hijo. Al año de todo aquello Maite se mudó para vivir con un novio que había conocido y no supimos más de ella…, sin embargo al chico del frutero no le faltaban maduritas en su puesto de abastos….
Se la clavé a mamá, cuando asistí con mis padres a una boda familiar. Durante el viaje de ida yo me encargué de llevar a mamá en el coche de ella…, nos sobamos a conciencia, ya en el aparcamiento en el primer bajo al fondo, en un rincón un tanto oscuro por las nubes y la caída de la tarde, se despachurró en el asiento del acompañante despatarrándose invitándome a calmar su desazón…, se desbragó subiéndose el vestido hasta la cintura…, me calentó dándome de mamar de sus tetas y mamando mi cipote, ya en el hotel No lo dudé un solo segundo, me coloqué entre sus piernas en un acoplamiento perfecto y con tan solo bajarme los pantalones y el bóxer a la vez apareció el falo inhiesto apuntando a su coño aterciopelado… se la clavé a pelo, como era costumbre. El polvo duró muy poco, pero mi verga logró deslecharse a chorros dentro de ella….
Todo comenzó con una invitación a una boda de una sobrina de mi padre. Lo celebraban en un hotel de una ciudad cercana a Madrid, donde vivimos. Acordé con mis padres que yo llevaría a mamá y que él llegaría justo para la boda, pero durante el viaje de ida algo se torció. Mi madre llevaba una falda, tan apretada que se le veían las bragas cuando se sentó en el asiento del acompañante. Yo, casi mecánicamente y desde luego sin pensar lo que hacía, le metí mano, pero a partir de ese momento las cosas se enredaron. Diría que mis padres son la pareja perfecta, se complementan en todo, es decir, no se parecen en nada. Mi padre muy sobrio, muy trabajador, poco dado a las relaciones y a la farándula. Mi madre muy glamorosa, muy de gimnasio y de salones de belleza y siempre que puede de fiesta en fiesta…. Con estos antecedentes no les extrañará que mi padre me pidiese que llevase a mi madre a la boda, que se celebraba en Segovia, a unos ciento y pico de kilómetros de Madrid y que él llegaría justo a la ceremonia porque ese sábado, cuando se celebraba la boda, tenía que dar salida a un pedido y todos los trabajadores de su pequeña empresa se quedarían a terminar el trabajo. Así lo acordamos y así lo hicimos. Mis padres habían reservado habitación en el hotel donde se celebraba el convite, yo en cambio regresaría a Madrid con mi hermana cuando acabase la celebración, ella iba por su cuenta en su coche. Ese sábado, tras comer a eso de la tres y media de la tarde no marchamos , aunque la boda era a las siete, pero mi madre quería llegar con tiempo suficiente para vestirse en el hotel y charlar con la familia antes de la ceremonia. Nada más recoger a mamá en el coche y emprender el viaje hacia Segovia, supe que el viaje no iba a ser nada aburrido. Mi madre se había vestido con una mini falda tan exigua que nada más sentarse en el coche se le subió la falda y entre sus piernas se le asomaban sus braguitas lila con rosa…. Yo al principio traté de no darme por enterado, pero nada más coger la autopista y relajarme en la conducción, mis ojos iban y venían a los mulos de mamá.
Como un resorte mi verga se empalmó, imposible no darse cuenta del trajín que me traía mirando de reojo a los hermosos jamones desprovistos de la tela de la falda hasta las braguitas, por eso ella me hizo un comentario un tanto audaz… – Te gustan mis bragas ¡Eh bribón! Yo no le contesté, pero hice algo tan audaz como atrevido fue su comentario… le metí la mano entre sus piernas, le sobé superficialmente sus braguitas y finalmente le dije… – Son perfectas para lucirlas con ellas te ves más buena si cabe mamá . Quizás ese día mi madre ya estaba alterada, quizás se avivó cuando le sobé el chochito, o quizás sencillamente se dejó llevar por el momento, la oportunidad, la situación tan propicia o vaya usted a saber si lo que le ocurría a mi madre en ese momento es que sencillamente se hallaba salida y tenía ganas de joder, el caso es que hizo el comentario provocativo, a la par de irónico… – ¡Si no fueras mi hijo te iba a echar un polvo que te iba a doblar! Lo de irónico era porque muchas de las veces que estábamos tranquilos compartiendo algún momento, ella o yo, saltábamos con una entrada de este tipo dándonos a entender lo cachondos que estábamos en esos instantes y la necesidad de aliviarnos, procurando una salida por si al otro no le apetecía follar…, bien así de directos era Nuria mi cachonda madre, y yo. Ella siempre ha sido una mujer con un gran desparpajo, con un físico envidiable, con unas tetas voluptuosas y prietas, aunque sin silicona naturalmente, con pezones erguidos y sugerentes, con unas piernas firmes y largas coronadas por una braguita color rosa que dejaba entrever la tierra del paraíso y que invitaba a fantasear, de modo que le repliqué con otro comentario de semejante índole siguiendo con el juego… – Si no fueras mi madre te clavaría como a un picho moruno sin pensarlo…
A veces unos simples comentarios se convierten en toda una declaración de intenciones, y eso es lo que nos pasaba entre los dos. Ella me insinuó sus deseos de joder y yo mis ganas de mojar mi rabo en su coño, lo demás, todo lo demás son simples detalles, pero permítanme que me recreé en los sucedidos ese día, que por circunstancias no programadas ni deliberadas, tuve la inmensa fortuna de clavársela a mamá durante ese viaje que se preveía aciago ... y además por partida doble con mi madre y mi hermana ¿Como fue posible con mi hermana? Yo casi ni me lo explico pero ocurrió... CONTINÚA.
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