La cuidadora y la viagra (1)

Por culpa de la crisis, empece a trabajar en casa de una conocida con su padre ya mayor. pero no tan mayor como parecia......

Hola a todos de nuevo. Si ya habéis leído anteriores relatos míos, ya sabréis que me llamo Patricia, y que desde mi separación, y ya algo antes, estoy teniendo una serie de encuentros sexuales bastante interesantes, al menos para mí.

Hace unos meses, me han reducido la jornada laboral por esto de la crisis, por lo que además de reducir gastos, me tuve que poner a buscar un trabajillo por las tardes, cosa que no abunda mucho. Por casualidades de la vida, me encontré un día a una antigua conocida del primer barrio donde estuve, y me comentó que andaba buscando a alguien para cuidar un rato por la tarde a su padre, que vivía bastante cerca de donde yo vivo.

Que estaba bien, y se podía arreglar bastante bien él solo, pero que ella estaba más tranquila si estuviera alguien de confianza por lo menos un rato con él. Que estaba viudo hacía 4 años ya, y que quería a alguien que le hiciera un poco de compañía. Le comenté que yo estaba sin trabajo por las tardes, y que si le parecía bien, podía ir a ver a su padre a ver qué tal iba la cosa. Ella se puso muy contenta, y me dio la dirección de su padre para que fuera a verle, y que ella iba a darle un telefonazo para comentárselo. Yo quedé en ir el día siguiente a visitarle.

Al día siguiente, 7 u calles más delante de la mía, me presenté a ver a D. Tomás, que así se llamaba el abuelete, y cuando me abrió la puerta vi que era como yo de altura más o menos, calvete, estaba un poco gordito pero se movía bastante bien para su edad, vamos, que tampoco me pareció que tuviera necesidad de ser atendido por alguien. Me hizo pasar, me dio una copita de anís, y me estuvo contando alguna batallita, cosa normal por otro lado, que hacía 4 años que estaba solo, que echaba de menos a alguien en casa que le hiciera compañía, y que tenía otros 2 amigos como él, y que se veían todos los días en el parque para pasar el rato por las mañanas. De cabeza también se le veía bastante bien.

El caso es que empecé a trabajar, sin notar nada raro, lo único que notaba era que me decía muchas veces lo guapa que era, que tenía un bonito cuerpo, y que cuando andaba a mi lado, se agarraba a mi. Alguna vez me había tocado un poco el pecho, así como quien no quiere la cosa, pero me pareció normal y no le di importancia.

A los 2 ó 3 días, me telefoneó mi amiga, y me comento que si esa tarde podía ayudar a su padre a bañarse, es que a él le daba vergüenza decírmelo. Yo la dije que sin problemas.

  • Pero, Don Tomás, como no me lo dijo directamente a mí.
  • Es que no quería que pensaras que soy un viejo inútil, mi niña.
  • Ande, ande, vaya pasando al baño.
  • Vale, pero espera a entrar a qué esté dentro de la ducha.

Así lo hice, y esperé a que él me dijera que pasara. Cuando entré ya estaba en el baño, y con la cortina corrida, por lo que casi no le podía ver el cuerpo. Me puse el guante de baño, y empecé a frotarle por la espalda, y la parte de atrás de las piernas. No quería que abriera las cortinas del todo, así que casi lo estaba haciendo a ciegas. Le dije que se diera la vuelta y le froté el pecho, la barriga, y cuando empecé con la entrepierna, se me escapó:

  • Hostia, que es esto, Don Tomás.

Estaba frotando una cosa parecida a una barra de hierro. Corrí la cortina, y me encontré a D. Tomás con un soberano empalme. El estaba totalmente colorado. Solo me dijo:

  • Por esto es por lo que se fueron las otras chicas que venían a atenderme. No las gustaba verme así. Lo siento, pensé que hoy ibas a tardar más en venir, y me he tomado la pastilla para hacerme mi paja diaria con las chicas del instituto, pero has venido antes de lo que pensaba.

Le dije que saliera y que se secara. Pero yo no podía dejar de mirarle su pollón. Era gordo y lleno de venas, y estaba totalmente tieso. Se sentó en el sofá y me empezó a contar:

  • Tenemos un amigo médico que nos da gratis pastillas de Viagra. Nos ha dicho que tomando un poco, no tendríamos problemas para la salud y que la erección duraría 2 horas como máximo. (yo pensé que ya me conformaría con un hombre empalmado 2 horas seguidas). Entonces he cogido como costumbre tomar un poco de Viagra a la hora de la comida, y luego detrás de las cortinas, me masturbo mientras veo a las chicas que salen del instituto, con esas minifaldas y esos cuerpecitos.

Yo no paraba de imaginarlo con ese manubrio entre las piernas, con la mano arriba y abajo. Notaba como la excitación me iba subiendo desde el estómago. Me senté a su lado, y con voz suave, le dije:

  • Pero don Tomás, por qué se pasa el día mirando a esas chicas, que cualquier día le van a detener, teniendo aquí en su casa una mujer hecha y derecha.

Y mientras decía esto, le agarré el pene, y lo empecé a masajear lentamente de arriba para abajo mientras me quitaba la camiseta y le enseñaba mi sujetador en el que se marcaban ya claramente los pezones. Sin esperar a que lo hiciera él, me quité el suje, a lo que él respondió agarrándome con sus manos mis melones, y jugando con los pezones con sus pulgares.

  • Ya me parecía a mí que eras una zorrita de primera. Eso es lo que me pareció cuando te vi. Quítate el pantalón y las bragas, que te la quiero clavar ya.
  • Espera que te la chupo un poco.

Y me metí su verga en la boca, oyendo de inmediato sus gemidos de placer y sus comentarios:

  • Eres tan cachonda como la primera chica que tuve trabajando. Una guarrilla venezolana de 19 años. Al principio iba de puritana, y un día la convencí que se quitara una prenda si la daba algo de dinero, y la fui pagando a medida que se quitaba la ropa. Hasta que un día vi que llevaba una mancha en las bragas, y es que la muy zorra se mojaba toda cuando limpiaba para mí. Así que ese día la penetré por todos sus agujeros. No podía pensar que un viejo como yo la pudiera hacer eso.

Mientras yo seguía trabajando su miembro con mi lengua, subiendo, bajando, lamiendo el glande, que parecía ser la zona que más le hacía gozar, mojando la verga con saliva, mordiéndola, metiéndola en la boca hasta el fondo. Hummm..... Sus historias me estaban poniendo más caliente todavía, por lo que me levanté rápido y me tumbé en la mesa, pidiéndole que me follara ya.

Sin contemplaciones puso su cipote en los labios de mi coño y sin darme tiempo a reaccionar me la clavó de un solo empellón mientras seguía hablando:

  • ¿Sabes que fue mi criada la que me desvirgó cuando tenía 15 años? Era una chica de pueblo grande y tetona. Un día la dije que quería chupar el pecho como cuando era pequeño, y después de pedírselo mucho, una vez que mis padres se habían ido, me dejó hacerlo. Y se puso tan caliente, que después me dijo que no le dijera nunca a nadie lo que íbamos a hacer ahora, y me dejó correr dentro de su coñazo, como voy a hacer contigo. Y ahora lo estoy haciendo otra vez con otra criada.

Ufff...…. Notaba como su polla entraba y me llenaba todo el coño.

  • Pero don Tomás, yo no soy su criada.
  • Eso es lo que tú crees, so puta.

Y empezó a darme azotes a la vez que aceleraba sus empujones. Eso me calentó, no lo puedo negar, y en el estado en que me estaba, eso significó que durante 2 minutos me estuve corriendo como pocas veces lo he hecho.

  • Te has corrido, eh, criada. Ahora lo voy a hacer yo, pero lo voy a hacer en tu culo.

Me hizo girar, y con 3 empujones metió toda la longitud de su polla en mi ojete. Le fue tan fácil porque tenía la polla empapada de los jugos de mi chocho.

Ahí don Tomás sí que empezó a disfrutar de verdad, y en unos minutos me llenaba el culo de leche, mientras que lanzaba unos ronquidos de placer, y daba los últimos empujones con las caderas.

Nos sentamos en el sofá a descansar y a recuperar el aliente. Y cuando abrí los ojos, fue cuando me di cuenta que el cipote de don Tomás todavía seguía como un palo. Se echó a reír y me dijo:

  • Ya te dije que teníamos para dos horas, y todavía quedan tres cuartos. ¿Por qué no me haces una paja con tus tetitas?......... (Final de la 1ª parte)