La cuarta vez de tantas

Subió mi sujetador y dejo mis senos libres de obstáculo alguno, ahí estaba yo arrinconada, con las manos de Carlos apretándome los senos, acariciándolos a su antojo, llenándome de caricias y sin dejar de besarme. Los apretaba fuertemente, pellizcando mis pezones y dejándolos erectos.

LA CUARTA VEZ DE TANTAS

Los días pasaban y mis amigos y yo seguíamos con nuestros "juegos" en la azotea. Se volvió para mí algo necesario dejarlos jugar conmigo, nada más llegaba la mañana siguiente y estaba deseosa de seguir con esas que parecían travesuras.

El juego se volvió una rutina, yo llegaba a la azotea y ya me estaban esperando mis amigos, a veces dos o tres de ellos. Me colocaba en el lavadero con mi espalda hacia ellos, mientras uno llegaba y se ponía detrás de mí, me levantaba la falda o el vestido y colocaba su pene entre mis piernas, y al sentirlo yo las cerraba para aprisionar ese pedazo de carne.

Mi amigo en turno, sólo se movía de atrás hacia delante y me tomaba de las caderas para impulsarse, sintiendo ese roce en mis piernas y no paraba hasta eyacularme en las piernas.

Para no quedar impregnada de ese olor a semen, con un pañuelo húmedo me limpiaba las piernas y esperaba al siguiente. Ese juego en verdad que me volvía loca de gusto y creo que a ellos también les gustaba.

Fue una mañana en que subí a la azotea para tender ropa cuando llego uno de mis amigos, Carlos, quien ese día inventó otro juego que después se volvió igual de popular que el otro.

Ese día llevaba puesto un sweater largo, con el cuello hasta arriba, con un pantalón de mezclilla, y no lo escuche llegar hasta que me tomó de la cintura y me volteó hacia él. Quede sorprendida de verlo pero sin decirme nada, me comenzó a besar, lo hacía un poco mal y apresuradamente pero me deje besar.

Yo tenía mis brazos colgando, no lo abrazaba, y de pronto me llevo hasta la pared, arrinconándome con su cuerpo, y sin alguna resistencia de mi parte.

Sin decirme nada aún, metió sus manos por debajo de mi sweater, llevándolas hasta mis senos, y los acarició por encima del sujetador, con sus dos manos me excitaba demasiado, lo hacía bruscamente pero me empezaba a gustar.

Subió mi sujetador y dejo mis senos libres de obstáculo alguno, ahí estaba yo arrinconada, con las manos de Carlos apretándome los senos, acariciándolos a su antojo, llenándome de caricias y sin dejar de besarme. Los apretaba fuertemente, pellizcando mis pezones y dejándolos erectos.

Así estuvimos un buen rato, el manoseando a su antojo mis senos y yo dejándome hacer por él. Después de un largo rato que a mi me parecieron horas, dejo de acariciar mis senos y se bajó el cierre y sacó su pene.

Me hizo agacharme y me ordenó levantarme el sweater. Así lo hice y comenzó a masturbarse rápidamente, mientras lo veía mover su mano yo sostenía mi sweater arriba con ambas manos, y de pronto, expulsó su semen que me lleno mis senos.

No me dejo limpiarme y así tuve que regresar a mi casa, con los senos adoloridos y llenos de su semen, pero contenta de haberlo hecho feliz.

Más adelante inventamos otros juegos pero eso, es otra historia y si quieren que se las cuente, espero sus comentarios. Saludos a todas y a todos.