La crisis me metió en la peor humillación 3
La degradación del marido se incrementa una vez que es vendido y su mujer le ayuda a caer más bajo
Mi vida estaba jodida, como ya sabéis, mi mujer, que ya solo lo era formalmente, me veía como un guiñapo que podía cornear sin reparos y además disfrutar viéndome en mi nueva situación; mis socios del gimnasio eran ahora mis propietarios, las deudas habían puesto mi posición en lo más bajo y no me quedaban más opciones que obedecer, de lo contrario cárcel y pobreza.
Mi cuerpo musculazo había sido tatuado pora no poder participar en competiciones oficiales y además tenía sobre mi la carga de tener prohibido hacer pesas con lo que mi potencial poco a poco mermaría.
Tras los primeros episodios donde no les importó usarme para ganar dinero con las apuestas y experimentar el placer de ver a mi mujer traicionándome con un joven cliente del gym, mi vida seguía y así os la cuento.
Al día siguiente tuve que volver a trabajar al que era mi gimnasio, con el miedo de que el chaval que me reconoció al traer las pizzas se fuera de la lengua y contara mi nueva situación. Cuando entro ese día mi cara se puso blanca, no sabía como reaccionar, pero gracias a Dios no me digo allí nada en público, pensé que había dado poca importancia a lo vivido y quizás pensaría que fue cosa de una orgía rara de una tarde.
La crisis no hacía que las cosas fueran mejor por el gym, así que mis socios no lograban hacer frente a las deudas y por tanto perdían dinerito suyo, lo cual en parte me alegraba, así podía ver en sus caras la rabia de no encontrar solución, pero también la preocupación porque hasta que no saldara mis deudas era un esclavo para ellos.
Así que mi posición en el gimnasio fue cambiando, de ser el jefe que dirige todo y todos le respetan, a cada vez más, ser no ya un empleado de turno sino el último gato, sabían que podían explotarme y pronto empezaron; echaron a la mujer dela limpieza y yo tenía que asumir sus funciones, era degradante que me vieran limpiando los baños mientras hacían pesas los niñatos de turno.
Parecía la chacha, además había perdido toda mi influencia allí, veía como me miraban con inferioridad, ya no era nadie y eso como sabéis era una puñalada dura de asumir para mi orgullo.
Al tener en mi pecho tatuada la palabra FRACASADO, no me podía quitar la camiseta, y no venía mal para que no comprobaran como poco a poco se iba reduciendo mi potencial físico sin poder hacer nada.
Luego se les ocurrió poner un tasa en la cuota para que quien la pagara dispusiera de mis servicios de atención personalizada, cuando yo lo oí pensé: ¿qué coño sería?, y solo cuando me dieron la hoja con los derechos del cliente de la tasa comprendí lo cabrones que seguían siendo: derecho a que les secara el sudor cuando estuvieran haciendo pesas, que les ayudara con ellas, que les llevara agua fresquita, que les ayudara a guardar las cosas en el vestuario y aquellas atenciones para contentar al cliente.
Al principio nadie se fijó en esa opción, pero un grupo de chavales jóvenes, lo más seguro amigos de mis antiguos socios un día se apuntaron todos a la tarifa, y claro imaginarme atendiendo como un puto esclavo todas la ordenes de los niñatos, ves, haz esto y lo otro pronto comprobé que habían aceptado la tarifa para reírse de mi, poco a poco hacían que fuera allí un estúpido y otra gente se preguntaba si mi sueldo lo merecía.
Pero llegó un día en que hubo que cerrar el gimnasio por las deudas, básicamente tuvieron que evitar que siguieran dando intereses los préstamos sin pagar, toda una tragedia para mi que no tenía otra forma de trabajo, fue mi ilusión y casi era mi media vida y ahora sin la atención de mi mujer y sin mi gimnasio no tenía nada en donde apoyarme, pero a fin de cuentas no me tenía que preocupar de eso ya que estaban ellos para saber que destino debía de tener.
Cuando llegue ese día a casa tras cerrar, ya me daba igual oír a mi mujer follar en nuestra antigua habitación de matrimonio con alguno de ellos, que se turnaban por días para tenerla como entretenimiento mientras ella disfrutaba con ello; estaba anulado, sabía el callejón sin salida en que estaba metido, la opción de abandonar el gimnasio fue abandonar la única salida honrosa a mi situación que existía, haber reflotado el gym con mi sudor y haber recuperado todo.
Esa tarde me reunieron con ellos en el salón, después de acojonarme con las cifras que les debía, me dijeron que no había trabajo alguno para el que les fuera rentable, excepto uno. Se hizo un silencio por que no me atreví a preguntar, en esas que apareció mi mujer, y uno de ellos me dijo: ella será tu encargada y nosotros te venderíamos a otro propietario y saldaríamos una parte importante de la deuda.
Mi cara reflejaba felicidad, volvía a tener la compañía de mi mujer y ellos desaparecían de mi vida, empecé a ver luz y cuando pusieron los papeles de cesión de deuda no dude en firmarlos. Luego me fui a mi habitación a reponerme de la buena noticia, mientras oía como ellos se marchaban; al rato mi mujer me llamó, fui rápido para comprobar como me volvía tratar bien, y en el salón sentado en el sofa había un hombre que no conocía.
Mi mujer me dijo: aquí esta tu nuevo dueño salúdale, pero cuando fui a eso no mostró interés en darme la mano, en cambio me dijo en que me quedara de pie que iba a contarme sus planes, además al hablar note un acento de Europa del este, lo cual me desconcertó un poco.
Mientras mi mujer asentía a sus palabras dando la sensación de conocer todo, recibí la noticia de que había sido vendido a un proxeneta de una banda internacional, mi mujer no solo lo sabía sino que era su aliada para llevarse comisión y a cambio encargarse de "prepararme"; fui bien amenazado que no había pagado un suma de dinero tan cuantiosa sino era porque accedería a darlo todo.
Quede de nuevo paralizado, ahora si que la había cagado, ahora no eran unos niñatos sino un red de mafiosos y con riesgo para mi vida sino obedecía.
Al acabar de soltarme todo se marcho diciéndome que todas las ordenes las recibiría por medio de mi mujer.
Nada más quedar solos la miré diciendo: que coño has hecho, esto es serio joder y me estas arruinando lo poco que me queda enfurecí delante de ella, pero no logré alterarla en lo más mínimo y con tono serio me respondió: yo me casé contigo para vivir como una reina y ahora ésta es la única forma de conseguirlo, para mi como marido eres historia, así que no me importa en lo más mínimo tu condición, además que seas convertido en una zorra ya sabes que no me incomoda porque me he dado cuenta de lo bien que se lo pasa una.
Me metí en mi habitación a llorar e intente asumir mi nueva condición, pase horas allí dentro, me metí para el cuerpo un tranquilizante y así poder descansar un rato.
A la mañana siguiente mi mujer me sentó en el salón para recibir a una chica rumana del clan con la que me explicarían los planes; me pusieron un papel con los precios por usarme por categorías, y lo peor fue cuando señalaron a la zona de mayor rentabilidad: mi culo.
No os penséis que me pidieron permiso sino que tan solo me explicaban porque habían decidido tomar esa decisión. El problema fue escuchar después lo que habían decidido hacer para prepararme, dando por hecho que mi vida ya no tenía valor y solo servía para prepararme ante mis nuevas ocupaciones.
Os relato, con vergüenza, en lo que fui convertido: lo primero fue permitirme usar pesas pero solo para fortalecer mis glúteos, el resto de mi cuerpo no, para que éste fuera prominente, mi mujer me indicaba si los resultados eran satisfactorios hasta que pronto se notó su potencial frente a la decadencia del resto de mi cuerpo; luego mi mujer me ponía a cuatro patas y con dilatadores iba amoldando mi culo a nuevos retos, cuando no tenía sus instrumentos dilatando, debía llevar bolar chinas para estimular esa zona; poco a poco normalice lo que antes hubiera sido una aberración para mi.
Cuando mi cuerpo ya estaba físicamente preparado, empezaron a jugar con cosas serias que remataron mi condición: recibía en las nalgas unas inyecciones que hacían aumentar la sensibilidad de esa parte de mi cuerpo, luego en mi esfínter, para que nada mas tocarme ahí sintiera una mezcla de sensaciones placenteras.
Antes de terminar anillaron mi polla y mis pezones, para que el cliente eligiera ponerle una herramienta de castración y evitar que disfrutase.
Llegó el día en el que me dijeron que estaba preparado, los dilatadores entraban de maravilla en mi culito y me provocaban un gran placer, mi polla había perdido protagonismo y mi cuerpo disfrutaba más con mi punto g anal.
Entonces decidieron que recibiría mi primer servicio, pero mi mujer se adelanto a su llegada y me mostró mi contrato de cesión a los mafiosos y una cláusula donde además del precio que les pago a mis socios, ellos tendrían el derecho a ser los primeros en usar mi culito así cuando sonó la puerta y oí sus voces mi cuerpo se estremeció