La crisis me metió en la peor humillación 2

Segunda parte donde ya empiezo a conocer detalles de mi nueva vida y mi mujer a demostrármelo

Mi situación era límite, mi cuerpo estaba aún exhausto de la paliza que había recibido de forma injusta y fraudulenta tan solo para calmar las ansias de venganza de uno de mis socios; es verdad que fue mi culpa la situación en que les metí, pero eso no justifica la penosa situación a que me habían obligado a someterme, y todo mezclado con la traición de mi mujer, mi cabeza todavía no había sido capaz de asumirlo.

Me encontraba en un box del centro de estética donde había sido conducido, las palabras tatuaje la sentía como dardos en mi cabeza, suponía abandonar una de las pocas cosas que durante los malos momentos me permitían mantener la ilusión por mi vida compitiendo en los certámenes de culturismo, asi podía lograr destacar y obtener el reconocimiento que tanto me gustaba; necesitaba de esa promoción personal y sobre todo rentabilizar los meses machacándome en mi gimnasio, pero todo tenía los días contados como esa chica pusiera una aguja en mi cuerpo.

Cuando se dispuso a iniciar su actividad y paso una gasa de alcohol en la zona de actuación empecé a moverme como gesto de desaprobación, lo que me originó su reacción acercando un trapo a mi nariz que me dejo K.o.

La droga que llevara ayudó, junto a mi cansancio, que acabara dormido mientras ella actuaba con libertad o, mejor dicho, bajo las instrucciones que le habían dado.

Cuando oí los gritos del socio que había acudido al centro de nuevo a recogerme, con una de sus manos machacaba mis pezones, el dolor produjo que despertara de manera violenta, y sin ubicarme donde estaba, hasta que la visión de la dependienta, me hizo recordar todo y entonces miré mi pectoral y de la rabia e impotencia casi suelto una lágrima, notaba el enrojecimiento cerca de la zona tatuada.

Miré a un espejo al fondo y pude ver que habían escrito en mis pectorales: FRACASADO; no puedo recordar la cara que pondría, pero note que habían dado con uno de mis puntos débiles, como coño iba ahora a poder mostrar mi pectoral en el gimnasio con tal afirmación en él, mi imagen quedaría por los suelos y todo en mi puta vida ahora sería distinto.

De camino a casa, no nos dirigimos ni una palabra, el tan solo hablaba por el móvil con otra gente y me sentía como un bulto que transportaba; de igual forma me sentía cuando me dijo que fuera detrás de él cuando subiera a casa; entre otras cosas porque noté como habían cambiado la cerradura y sus llaves nuevas no me las había pasado, pero no quise decir nada, no quería más líos, estaba deseando llegar a casa tirarme en el sofá y descansar, reflexionar y tener una conversación en serio con mi mujer, porque no había olvidado todavía su traición y quizás fuera la única con la que podría pagar mi frustración.

Nada más entrar en casa, note el ambiente cargado, como en el gimnasio, aunque mire a la cocina y vi que no había nada de rastro de haber cocinado nadie y haber provocado esa sensación, con lo que ya con la libertad de poderme mover dentro de mi casa me dirigí al salón para encontrarla a ella y nada más cruzar la puerta, y claro que la vi, me quedé parado y sin palabras, para contemplar algo humillante, no tenía ya que imaginar a mi mujer con otro en mi ausencia, su culo en pompa estaba recibiendo la introducción de una polla de uno de mis socios mientras ella abría sus nalgas demostrándole su placer en recibir su miembro en su culito y ofreciendoselo como una vulgar zorra.

Con la boca seca por la situación, no podía ver nada más que la introducción sin problemas que hacía en su culito que parecía ya suficientemente dilatado y preparado para poder ofrecer un agujero estrecho pero sin gran resistencia; oía sus gemidos, vamos los de los dos, disfrutando como dos perros en celo, el olor a sudor de la atmosfera se debería a aquella actividad, gire la cabeza para abajo y comprobé como de su coñito caían gotas de semen, pensé rápidamente que aquí había habido mucha actividad y lo más seguro que ese liquido no fuera de quien ahora mismo estaba usando el culo de mi mujer.

Me agarre a un mueble, porque mi cuerpo no estaba recuperado todavía de la paliza recibida en la sesión de lucha y opté por tranquilizarme un poco allí apoyado, el corazón me latía a mil, no sabía como actuar y que hacer para poder evadirme de la tortura que era contemplar eso con la impotencia de no poder hacer nada; ella directamente me había dejado y ellos me tenían financieramente atado por el acuerdo al que llegué, mi cuerpo musculado que podría haber puesto a esos niñatos en su sitio no valía, muy a mi pesar nada, en esas circunstancias.

Cuando me quise dar cuenta, su culo ya rebosaba del semen que había derramado en él su último follador, ella quedó rendida en el suelo exhausta, él la agarró de la cabeza en el suelo y se la acercó a su pollo obligándola con una mirada seria a que hiciera lo que debía haber hecho durante toda la tarde: limpiar los restos de semen que quedaba en sus pollas para dejarlas limpias.

Verla hacer eso sin rechistar, me daba morbo, era contemplar a tu chica en medio de una película porno, pero junto a ese sentimiento se juntaba otro de ira, de estar puteado de lo lindo, para poder acabar loco de furia.

Cuando terminó de cumplir con lo que ellos la requerían, quedo tirada en la alfombra del salón sobre la que había sido poseída, el socio que me había acompañado a la tienda se acercó a ella para dándole con un pie un sus muslos obligarla a abrirse de piernas y comprobar su estado; vimos como tenía un leve enrojecimiento, similar a aquel que yo le dejaba tras nuestras noches de sexo marital.

La dijo q se fuera a lavar, no sin antes coger uno de sus dedos y recoger parte del semen que caía por sus muslos y posárselo en su labios, para que ella, automáticamente sacara su lengua para introducirlo lentamente en su boca, demostrando lo interesada que estaba en ese regalo y recoger con su propia mano para de los flujos blancos que salían de su culito y repetir la operación bucal.

Le ayudó a ponerse en pié y cuando pasó por mi lado camino del servicio, tuvo la osadía de darme un beso en mi boca, que más que significar una muestra de cariño hizo que el aroma a mis socios quedara en mis labios, dándome una arcada.

Me dirigía al sofa para recostarme y sobre todo esperar a mi mujer de vuelta, pero antes de que ella llegará sonó el timbre y los tres socios se juntaron conmigo en el salón, aunque esperaron a que ella apareciera para dirigirse a mí.

Entonces el socio que me había acompañado y estafado en la lucha libre y marcado con el tatuaje, intervino para dar a todos cuenta:

"creo que estas primeras horas de tu nueva vida han sido muy provechosas y estamos satisfechos, por una parte, gracias a las apuestas que he ganado contigo por tu colaboración para recibir la paliza ante tu contrincante, tus poseedores hemos ganado cerca de 500 euros, lo cual vendrá bien para cubrir gastos básicos de tu piso, perdón nuestro piso, y cubrir algo de deuda del gimnasio, pero sabemos que podemos explotarte económicamente más y no dudes que lo haremos. En parte los polvos que hemos echado con tu mujer los deberíamos valorar económicamente, pero viendo como ella está disfrutando más que nosotros sería injusto, así que no lo vamos a hacer.

Creo que debes quitarte la camiseta para que comprueben todos que bien te queda el regalo que te hemos hecho, así tu cuerpo no podrás exhibirlo en ningún concurso de culturismo, ni creo que con tu orgullo ni siquiera lo muestres en el gimnasio".

Fue entonces quitarme la camisa cuando todos mostraron una mueca de satisfacción y placer por ver la palabra que hacía de mi una descripción deshonrosa, y tuve que agachar la cabeza, no podía digerir eso, cuando mi mujer dijo: me encanta la elección, ahora no tendré que repetírselo para que entienda porque paso de él; fue algo demoledor para mi estima, quizás el momento donde descubrí lo poco que a partir de ahora iba a contar con ella.

Entonces otro de los socios se levantó y se acercó a mi, me dijo: "para nosotros mantenerte va a ser un coste, por lo que tendremos que rentabilizar tu uso y sobre todo satisfacer nuestras ganas de joderte la vida. Sabes que o nos obedeces o no levantas cabeza en tu puta vida por todas la deudas que tienes con nosotros".

Yo me armé de valor, y le dije que no se preocuparan, que sabría dar la talla para que esto pasara cuanto antes, que no tendría problema en rebajarme a su nivel para zanjar todo.

Toda una forma de vida nueva para mi y yo con fuerzas para afrontarla, pensé que todo tendría un fin y quizás una vuelta atrás y volver a vivir como antes con mi mujer.

Pero en el fondo fue un error ese punto de debilidad, implico para ellos una obligación para crecerse en su posesión sobre mi, entonces me dijeron que mi ropa también era de su propiedad por lo que debería ganarme cada pieza de ropa que quisiera ponerme, entonces recibí la orden de quitarme los vaqueros y camisa que llevaba puestos, incluso cuando terminé me mandaron quitarme el slip y los calcetines, para quedar completamente desnudo; entonces le pregunté si me facilitaban algo para andar por casa tapado, me horrorizaba que mis genitales estuvieran allí a la vista de todos.

Entonces uno de ellos me permitió como regalo coger las braguitas de mi mujer que había en una esquina y que debían de haber volado en medio de la orgía previa a mi llegada, no lo dude, era humillante pero valía la pena para cubrirme; cual fue mi sorpresa, que cuando me disponía a subirlas por mis piernas y cubrir mis genitales, note el calor del semen que había en su interior, fruto de alguna corrida antes de ella las hubiera desechado; cuando intenté quitármelas, una orden de uno de ellos mostrándome su desaprobación hizo que me lo pensara mejor.

Mis parte cubiertas del semen de los amantes de mi esposa, era algo sucio y humillante, me hacía estar mal conmigo, una incomodidad continua; mientras ella que seguía allí desnuda mostraba a todos con una sonrisa la gracia que le producía mi situación.

Entonces sonó la puerta, y todos nos quedamos parados, yo no pensaba con esas pintas ir a abrir y no creo que ninguno de ellos aceptaran la idea de hacerlo, por lo que opté por esperar y quizás mi mujer se pusiera algo y acudiera a abrir, pero no fue necesario, uno de ellos me dijo que el encargado de servir era yo y que o cumplía o tendría castigo; pensé en mirar por la mirilla y si era alguien conocido entonces sufrir el castigo de esperar o sino sufrir a vergüenza de mostrarme así.

Me acerque a la puerta y mire por la mirilla para ver una gorra de un servicio de pizzas a domicilio, mi cabeza no sabía lo que hacer, y finalmente trague saliva, me armé de valor y abrí la puerta, mientras pensaba en la escusa que pondría: una noche de sexo loco, una putada de unos amigos, una fantasía sexual…pero cuando abrí la puerta y comprobé que el repartidor era uno de los usuarios de gimnasio, mi cuerpo se quedo parado.

El chaval también se quedo impresionado y dijo: "coño tío, pero como tu así vestido, no sabia que te iban estas cosas raras, pareces un bujarra en plena acción, pero no estabas casado" ; no sabía que decir, entonces apareció mi mujer desnuda para poner orden: hola chaval, aquí donde le ves, es toda una nenaza y claro, no es fácil satisfacerme con él, ¿me entiendes?, entonces el chaval que no quitaba ojo del cuerpo desnudo de mi mujer afirmó con la cabeza.

Ésta le invitó a pasar y le dijo que no era el único del gimnasio que estaba allí, éste se olvido que esta currando y paso como el que va libre de responsabilidades. Entonces nada más entrar al salón y ver el resto de gente que reconocía del gimnasio les dio un saludo colectivo para centrar sus ojos de nuevo en ella.

Recordó por el calor de las pizzas en sus manos a lo que había acudido y preguntó quien se las pagaba, entonces mi mujer se acercó y le dijo, yo pero no tengo dinero, será eso un problema para que te cobres.

El repartidor primero sonrió como si hubiera ganado la lotería, luego giró la cabeza y me miró pensado en la ostia que el podría dar si tocaba a mi mujer, por un momento recobré mi anterior estado de normalidad y de superioridad, pero duró poco, porque mi mujer me dijo que le ayudara a decidirse y le dijera lo mucho que podría disfrutar con ella.

No tuve entonces que decir mucho cuando el chaval soltó las pizzas y miró al reloj, la miró a ella y la dijo tengo 15 minutos, venga; se bajo los pantalones y ella comenzó a lamer sobre su boxer su polla para que estuviera preparada, mientras le miraba a los ojos con una mirada perversa me dijo:"no le pones una silla a nuestro invitado para que esté cómodo".

Coloque la silla con cuidado para que el se repostara mientras ella estaba ya succionando la polla con esmero, era tal el morbo que él tenía que era difícil esperar que no se corriera rápido. Pero aguantaba el chaval y fue él mismo el que empujo a mi mujer al suelo para rápidamente introducirle sin pedir permiso su polla en su coñito y empezara correrse en él, mientras ella sufría un buen orgasmo que casi la deja en el sitio tirada del placer que sentía.

Entonces según acabó el chaval de correrse, ella me indicó donde estaba una caja de toallitas húmedas que había llevado ella antes al salón y que fue educado y limpiara la polla al chaval por el servicio tan bueno que había hecho; así que comencé mientras se ponía los vaqueros a limpiar el semen que quedaba en su capullo, hasta que me dio un golpe para apartarme y salir corriendo para no llegar tarde a la tienda y perder el trabajo.

Ni se despidió, nos dejo allí plantados, los socios mirándonos, mi mujer todavía a cuatro patas tocándose el coñito presa del gusto de haberse corrido bien y yo allí sin advertir algo que a los socios no se les había pasado por alto.

Yo no me dí cuenta, pero fueron ellos al decirle a mi mujer que mirara los que me advirtieron de contemplar a mi polla erecta fuera de la braguita usada de mi mujer; tanta tensión sexual me había pasado factura y los gemidos de mi mujer y su orgasmo habían sacado las hormonas mías a relucir.

Entonces sin darme cuenta uno de los socios cogió un cojín del sofá y rápidamente lo golpeó con mi polla para que esta perdiera su posición erguida y se debilitara para caer flácida; se acercó a mi oído y me dijo: dile a tu polla que no es una excepción, que solo la dejaremos actuar cuando a nosotros nos salga de los huevos, entendido.

El dolor del golpe en mis genitales había provocado que me anulara el pensamiento y ellos al verme agotado cogieron y me indicaron el dormitorio donde pasaría la noche y nada más entrar me tiré en la cama y pese a que en circunstancias normales, habría pasado la noche dando vueltas a todo lo vivido, a que ya hubiera por ahí gente ajena a nosotros que supiera parte de nuestro secreto, a que mi mujer era una guarra y disfrutaba y en todo lo que me podía ocurrir, por fin, Dios se apiadó de mi, y caí rendido para poder descansar.