La crisis de los 40 y un paseo por el muelle
Muy excitante relato de como solvente esa crisis de autoestima de mi mujer cuando cumplió los 40 años y a la que un marinero rudo le " ayudó" a superarla
Qué mujer llegando a los 40 años no tuvo una recaída en su autoestima? mi esposa no fue menos y os voy a relatar de qué manera la ayudé para subir su moral y que se diera cuenta que a los 40 años una mujer se puede ver tan o incluso más sexy que una de 25. Para ello, ese día y a base de una insistencia feroz, la animé a que vistiera de una manera arrebatadoramente sensual y a pesar de sus reticencias pude conseguir que saliera a la calle con una camiseta corta, unos short de infarto y unas zapatillas deportivas aunque con suela alta de tal manera que sus muslos exuberantes quedaran más torneados. He de decir, que no logro entender esa crisis de ella pues realmente es una Milf excelsa, gracias a sus dos partos, sus tetas doy fe que son un manjar exquisito, sus sujetadores no bajan de la talla 100, siempre por genética tuvo un redondo y perfecto culo y una cintura envidiables para cualquier mujer. Así después de un almuerzo con una charla de positividad hacia la vida, mucha complicidad y momentos picantes, me dispuse a llevar mi plan a cabo, para ello almorzamos cerca del muelle pesquero de donde residimos y ya a la media tarde, los barcos suelen llegar a atracar después de faenar durante la mañana con lo cual aquel lugar debería de estar infestado de rudos marineros y por lógica ver pasear por el lugar a un bombón como mi mujer no iba a pasar desapercibido para ellos.
Cuando durante el paseo la noté que estaba ya mucho más animada en ese sentido le pedí pasar una prueba, consistía en pasear justo por el muelle de pesca absolutamente sola mientras los barcos ya estaban atracados y el lugar como comenté antes lleno de marineros. Ella soltó una carcajada nerviosa llamándome loco y yo le contesté que sí, estaba loco…. Pero por ella…. Esa contestación tuvo una respuesta, me miró dulcemente, me abrazó y nos fundimos en un apasionado beso dándome las gracias por compartir nuestras vidas; así pues, la dejé ir pero para su tranquilidad, le aseguré que para yo recrearme de todo y ser testigo directo obviamente iba a caminar tras ella pero unos 30 o 40 pasos por detrás para garantizarme que no pudieran identificarme con ella y en cierta forma dar luz verde a que esos marineros pudieran piropear y lanzar proposiciones a la dulce putita de mi mujer.
Ya en situación y para volver el asunto una vuelta más picante y caliente, le pedí que se subiera lo más posible el short a su cintura a lo que me hizo caso con una sonrisa cómplice de tal manera que sus labios vaginales iban marcando el camino que toda gran polla quisiera para sí al igual que el pliegue de sus glúteos con sus muslos ya que al llevar tanga, cada vez que andaba y marcaba el paso, se le veía a la perfección y con todo lujo de detalle cómo se le marcaba ese pliegue en su enorme culo y otro detalle tentador era como por llevar esa camiseta suelta y pese a llevar el sujetador, la función de éste a duras penas aguantaba ya que el peso de sus dos igualmente enormes tetas iban a cada paso firme que andaba dirección a esos machos marineros, bailaban con un descompás hipnotizante que hiciera caer rendidos a sus pies a su paso. Yo a lo lejos y viendo ese panorama me preguntaba cómo podía ella tener esa crisis de autoestima baja con lo buenísima que estaba. Las primeras miradas y comentarios lascivos no se hicieron de rogar y mientras ella zorreaba al andar moviendo incluso de manera más acusada sus caderas volvía loco a todo macho con que se cruzaba y créanme que launa hembra en el lugar era ella que yo pudiera identificar.
- “ Santa madre de Dios pero cómo te atreves a venir a visitarnos así golfita”
- “ Estamos hartos de tanto pescado y vienes tu a traernos la carne putita?? “
- “ Sirenita te invitamos a nuestro barco para devolverte al mar no sin antes jugar un rato contigo”
Esos fueron algunos de los improperios que llegué a entender desde la lejanía ante la sonrisa pícara de mi mujer, mi plan estaba dando resultado y ella volvía a sentirse deseada, como buena zorra que se precie, a toda mujer le gusta sentirse así y mientras yo disimulaba mi erección a duras penas pues el ambiente aquel me puso muy caliente y deseoso de más y mi esposa no me defraudó por lo que ocurrió casi al acabar el final del trayecto del muelle.
Vi como un marinero de unos 30 años, pese a su oficio y lo duro que es bien conservado y un aspecto por así llamarlo cuidado, rubio y bien parecido, estaba sólo y cosiendo unas redes y mi mujer se paró a charlar con él. Yo a lo lejos igual me paré y desde una distancia prudente vi cómo esa charla a medida que pasaban los minutos era más cordial y afectiva, mi ataque de cuernos y celos iba considerablemente en aumento al igual que mi erección que apenas la dominaba cuando el marinero se puso en pie para seguir esa charla pero a una distancia demasiado cercana como para no tener confianza con alguien que acabas de conocer. La cachondez le pudo a mi esposa y ese objetivo de follar con ese marinero era algo irremediable y de repente vi como ambos empezaron un juego de miradas y mi mujer le rodeó sus manos por su pelo rubio plantándole un beso en la boca justo como el que minutos antes me dio a mí.
El marinero, la tomó de la mano y justo a dónde mismo estaba la metió en una especie de cuarto intuyo el lugar para guardar todos sus aparejos de pesca para tener más intimidad y poder consumar y apagar el fuego sexual de ambos. Fue mi día de suerte o estaba hecho para que fuese así, lo cierto es que cuando me aproximé a ese cuarto tan solo veía la puerta cerrada a cal y canto pero justo al doblar la esquina del citado cuarto tuve la suerte de mi lado, era un callejón sin salida, pequeño de unos cuatro o cinco metros , estrecho, bastante sucio pero con un ventanal igualmente con mucho polvo pero con partes donde el cristal estaba roto y perfectamente podía ver lo que ocurría allí y escucharlo también si miedo a ser descubierto por otros marineros ya que era por así decirlo el último hangar o local del citado muelle.
No me equivoqué en nada, el lugar era un sitio también algo sucio y llenos de aparejos de pesca y sí, para esa altura de la película por así llamarlo, mi mujer y el marinero ya estaban en plena faena. No había tardado yo en llegar ni dos minutos desde que se cerró esa puerta y ya andaba mi mujer desnuda completamente tan solo con las deportivas puestas y el marinero con su camiseta de tirantes azul obviamente también sucia y con su parte de abajo desnuda que dejaba ver en su entrepierna una polla aún todavía por despertar pero que prometía dotación pues aunque relajada se le notaba buena verga al tipo. Tenía a mi mujer sentada en una maroma de cuerdas para amarrar los barcos en su atraque y ella abierta de piernas se dejaba abrazar y besar el cuello de una manera muy erótica por parte del marinero al que poco a poco su polla iba despertando haciéndome ver que mi profecía de su tamaño era real y en breve alcanzó una dotación dos o tres dedos más que la mía, unos 21 o 22 ctms de carne con sabor a sal que mi esposa se iba a comer. Eso sí, antes él rindió buena fe del coño de mi mujer agachándose a saborearlo para tal efecto mientras ella estaba recostada en esa maroma de cuerdas apretando fuertemente la cabeza de Juanjo que así se llamaba ese marinero por lo que le escuché a ella y éste con autoridad levantaba la vista buscando una mirada cómplice de mi mujer y lo que veía a cambio era a la muy puta con la otra mano agarrándose una de sus enormes ubres y chupándose el pezón mientras gemía como loca. Yo iba a reventar y mi masturbada era algo normal conque me afané en darme placer viendo ese espectáculo sexual. Pasado largo tiempo haciendo las delicias de mi esposa, ella le pide un cambio de situación y algo que me dejo estupefacto, le pidió que se volteara y se pusiera Juanjo como si le fuera a dar por el culo….. ella se arrodilló y empezó a darle un beso negro en su ano mientras masturbaba su polla y lamia igualmente sus huevos.
- “ Cómo se puede ser tan guarra… esto jamás me lo habían hecho antes putona pero que gusto da, sigue y no pares “
Eso me dejó helado pues si Juanjo decía que jamás se lo habían hecho, en 21 años que llevo con ella a mí tampoco me lo hizo. Ella reía y no decía nada, lo volteó y ya con su verga parada delante de su boca no tardó en devorarla con ansias y acompañaba la mamada con dulces gemidos que a mí me ponían a mil imagino como estaba Juanjo recibiendo esa comida de polla. Acto seguido Juanjo decide poner a mi mujer de a perrito y siempre apoyados en la maroma de cuerdas que fue testigo mudo de esa brutal follada que se iban a dar ambos, y con el redondo y enorme culo de mi esposa totalmente levantado, Juanjo le ensartó una clavada en seco que hizo ponerse de puntillas a mi mujer y desde el primer instante el ritmo fue bestial, el choque del cuerpo de Juanjo contra el culo de mi mujer hacia retumbar ese frio cuarto de aparejos de pesca entre los sollozos y gemidos de mi esposa…
- “ ¡¡¡¡¡¡ Dame, dame, dame duro dame lo que no me da el cornudo de mi esposo marinerito, quiero más pollaaaaa ¡¡¡¡¡
- “ Tranquila zorra ya sabes dónde encontrarme cuando te haga fata un macho de verdad “
Escuchar eso fue una melodía morbosa para mis oídos y no aguante por mucho tiempo más y mis chorros de leche caían en una lata de aceite para barco vacía mientras seguía disfrutando de esa escena viendo el bamboleo de las tetas de mi mujer en cada dura embestida que recibía de Juanjo, que todo hay que decirlo, creía que podría tener más aguante pero creo que le pudo la situación y encontrarse con una follada brutal de una despampanante Milf como es mi esposa y a saber el tiempo que llevaba sin follar intuyo que fue determinante para no poder aguantar mucho tiempo y ni tan si quiera pudo llevar al orgasmo a mi esposa cuando de repente le escuché un sorpresivo..
- “ Me corro, me corro puta no puedo más “
A lo que ella respondió empujando su culo aún más fuerte hundiendo la polla de Juanjo hasta las bolas e intuyo que este por miedo a eyacular adentro de ella se retiró bañando el culo de mi mujer con una eyaculada que muy pocas veces vi antes, era una ducha caliente de leche por como dejó las pompas de mi mujer a lo que ésta respondió refregando esa leche esparcida por su culo con sus manos para a continuación llevarse a la boca toda la cantidad de leche que recogía con sus manos la muy guarra. Al rato grande , y ya repuestos los tres de la follada que llegué a disfrutar en plan voyeur, se despidieron saliendo mi esposa de ese lugar igual de impecable como llegó y fue en su encuentro apreciándole una sonrisa de oreja a oreja y antes de que ella me contara nada, fui yo quien le conté con detalles la follada que ella mismo se disfrutó ante su sorpresa de haber sido espiada por mí mismo sin ella saber nada.