La Crisis 4

Nuestra psicóloga, comienza a encontrar ciertos resultados en su empeño que la entusiasman

Me desperté, desayuné tranquila, me di una ducha y salí con mi coche hacia la clínica, los sábados solo hay guardia, pero sabía que más tarde comenzarían a llegar familiares de los internados, por eso quería apurarme para evitar ese tole tole. Cuando iba camino a la habitación de Ana me cruce con Sonia, la enfermera que estaba de turno.

-Hola Sara, creo que te vas a llevar una sorpresa (me dijo).

-Buena o mala –

  • Tú veras, - contestó.

Me fui apuradita, para saber que tal sorpresa era.

Cuando entré en el cuarto, lo primero que noté fue el aroma del perfume con que la solía perfumar Teresa, también se había cambiado el vestido, no por uno de Barbie si no uno normal, pero le quedaba precioso, lo demás lo ponía ella.

Sonia venia atrás mío para mostrarme la sorpresa.

-Y ¿qué tal la sorpresita? - pregunto-.

  • ¿Quien la arreglo así? - pregunte a mi vez-.

– Pues, aunque no lo creas fue ella solita, hoy vine un poco más tarde para llevarla a desayunar y me la encontré de esta manera-.

Esa sorpresa me dio una alegría tan grande que, en vez de los besos de rigor, no pude evitar abrazarla mientras la besaba y apretarla contra mi pecho.

-Anita, estas preciosa, ya nadie va a tener que mandarte a duchar, ahora ya puedes hacerlo tu solita ¿verdad? -

Fui soltando el abrazo y me separé, me pareció que su mirada no era tan fría como siempre, o quizá fueran las ganas que tenía yo de que así fuera.

Sonia se fue a continuar con sus tareas y yo me quede un rato haciéndole compañía, ella no tenía parientes, o si la tenía se habían desentendido completamente porque nadie venía a visitarla, tampoco era muy agradable estar con una persona tan en negativo, pero a mí me parecía un avance significativo, no es que fuera la gran cosa pero era mucho más de lo que se había logrado hasta ahora.

Me quede un rato haciendo que revisaba algunos papeles, trate de hablarle, pero aparte de un si o un no, se encerró en su mutismo y ya no hubo manera, me prepare para irme y me acerque a saludarla.

-Adiós Ana, el lunes nos vemos, sabes te felicito, me demostraste que también puedes hacer cosas sin que nadie te las tenga que mandar (le di un fuerte abrazo y los besos) me voy muy contenta, - ¡esta es mi chica! –exclame.

En verdad, solo me dijo adiós como todos los días, pero aunque no mostro ninguna expresión, no me iba a desilusionar por eso.

Busqué mi coche y me fui a casa de mis padres, les avisé para que me esperaran para la comida, llegué un poco tarde, pero era sábado y no tenían problema de horario, salude a papa y mama, y enseguida me preguntaron porque se me notaba tan contenta.

Les comenté como iba el caso de Ana, y quedaron conmigo que era para ilusionarme, pero mi papa me recomendó que tampoco creyera que ya estaba resuelto el problema porque me podía llevar una decepción dolorosa.

Sé que tiene razón, pero cuando pasa algo bueno prefiero disfrutarlo, total, si después no se da ya tendré tiempo para lamentarme.

Llame a mi amiga Alicia y la invite a disfrutar de la pileta, ella vive en un departamento por lo que pasar la tarde disfrutando el agua es una oferta muy tentadora, aceptó enseguida y al rato se apareció contenta de poder refrescarse y de paso hablar de todo lo que se nos ocurriera.

Alicia es mi mejor amiga, sus padres también se dedican a la medicina.

Vinieron a esta ciudad al mismo tiempo que mis padres, cuando recién se abrió el hospital, y desde esa que se conocen. Por ser forasteros como nosotros, enseguida se formó una amistad entre las dos familias, que pienso que perdurará para siempre.

Alicia y yo éramos pequeñas y desde entonces, siempre andábamos juntas; juntas pasamos nuestra adolescencia, y juntas pasamos la universidad, aunque ella estudió medicina con especialidad en pediatría y yo psicología.

Las dos pasamos al mismo tiempo la licenciatura, ella sigue el doctorado de pediatría, mientras yo tengo que exponer las tesis para lograr lo mismo en mi especialidad.

Pasamos una tarde muy entretenida contándonos nuestras cosas, que por mi parte no eran muchas y la conversación salió sobre mi trabajo, le conté la tragedia de esa chica, la cual ella también recordaba, y repartimos un poco de pena, luego seguimos hablando de otras cosas, hasta terminar quedando en salir esa noche de marcha.

Vivía cerca, por lo que ni siquiera tenía que acercarla a su casa, pero quedé en pasarla a buscar para ir a la disco.

Me duché y me arreglé como para pasar una noche divertida, me puse un vestido informal pero que hacían resaltar los atributos que a dios gracia poseo, mido 170cm por lo que no tengo que usar tacos tan altos, mi pelo es color caoba y me llega a mitad de la espalda, ojos color miel de azares, claritos, más abajo, no es que tenga unas tetonas para cortar el tránsito, pero son como para que se note que son dos y están donde corresponde, total que estaba satisfecha con ellas.

Y si es por la retaguardia, si las miradas gastaran tendría mucho menos para que se notara, digamos que a mis 24 años no tenia de que quejarme.

Pase a buscar a Ale, y fuimos a la disco que acostumbrábamos ir cuando estábamos en el preparatorio, ella ya había quedado en juntarnos con las que éramos más compinches en el preparatorio.

La mayoría tenía novio, pero esa era una noche de chicas y la queríamos tener para nosotras, y aunque alguno apareció como por descuido, no se acercaron a nuestra mesa.

En verdad, la noche fue entretenida, bailamos entre nosotras, y nos reímos recordando anécdotas de nuestra adolescencia.

No soy de tomar alcohol si tengo que conducir, y esa noche no fue la excepción, se terminó la jarana y cada paloma a su nido.

Yo llevaba a Ali, y después de hablar un poco se hizo un silencio incomodo, es como si descansáramos de tanta risa.

¿Qué estás pensando? - pregunto Ali.

-Mira, de golpe me vino a la cabeza, que todas esas anécdotas, esos recuerdos de que tanto reímos, la muchacha que te conté, no las tendrá nunca -

-Mujer, también te digo que no te envidio la profesión, de verdad si no te desenchufas, la que va a necesitar una psicóloga vas a ser tu -.me dijo con cara de pena.

-Va, en casos extremos te tengo a ti para que escuches todas mis tonterías - le dije.

-Uhm, te puede salir caro, pero a ver si me metes en la plantilla; dijo riendo.

Ya con el humor cambiado, la deje en su casa, y me fui a acostar: me metí en la cama y me volvieron esos pensamientos, sobre Ana, es que después de una noche tan agradable se me daba por comparar, lo que tenía la pobre niña, y lo que nunca tendría, ni siquiera recuerdos de su adolescencia, y los que tenía, mejor sería olvidarlos.

De cuanto nos quejamos los que ni nos imaginamos cuanto nos puede llegar a faltar.

No sé por qué ese día me costó tanto dormir, pero al fin el cansancio me hizo dormir reparadoramente.

El domingo me levanté bastante tarde, tanto así que no valía la pena desayunar, comí con mis padres, en ese ambiente que tanto a mí me agradaba, mi papa animándome como siempre y mi mama aconsejándome para buscar de no vivir sola: en fin, tomé el café y partí de regreso antes que el transito se hiciera más espeso.

Prepare todo para la mañana, y se me ocurrió que podía comprar un aparato como el que estaba en el cuarto de Ana, que un poco de ejercicio también lo andaba necesitando.

Me acosté y esta vez me dormí enseguida.

Sonó la alarma a las 7,30, me levante, me duche tranquila, desayune frugalmente, ya que en la cafetería del hospital se comía bastante bien y era buena ocasión para interiorizarse de todo.

Llegué y me encontré con Marina.

-Te felicito, conseguiste que Ana hiciera algo por iniciativa propia. - dijo con entusiasmo.

  • Bueno, habrá que ver cómo sigue, que todavía no es para tirar cohetes. - le conteste riendo

  • Tal vez, pero tu vete comprando unos cuantos, así sorprendes a tu padrino cuando menos se lo espere. - nos reímos y seguimos comentando nuestro fin de semana, ella no me iba a decir mucho, todavía no era tanta la confianza.

Me encontré con Fer me alentó, parece que la noticia corrió muy rápido, tanto así que mi optimismo se estaba desbocando.

Pasaron los días y no se notaron más cambios.  Creí que la mejora se iba a producir día a día, y me equivoqué tanto, que llegué a pensar que todo eso no había servido para nada.

Después de la recorrida, me fui a la habitación, que prácticamente era una sucursal de una oficina, ya que allí seguía con la tarea de la digitalización de los archivos.

Llegue a saludarla y la note como envarada, no es que me rechazara, más bien se puso tensa y no se quedó tan pasiva como siempre; no sabía cómo tomarlo, podía ser para mal, pero un gesto de rebeldía, también podía ser un avance.

Fueron pasando los días, y el comportamiento de Ana, no daba muestras de mejoría; ahora se higienizaba sola, no teníamos que mandarla, pero aparte de eso, no hubo ningún avance; había incorporado la ducha a su rutina y en eso se había estancado. El ánimo que me daban mis colegas, apenas alcanzaba para convencerme que valía la pena seguir.


Quizá el erotismo tarde un poco, pero la trama así lo requiere, valoro sus comentarios