La Crisis

¿Podrán vencer los impedimentos legales y éticos?

La atraje hacia mí.

– Ana siempre voy a querer verte, pero vas a entrar en otra vida que no es la mía, quizá vayas a tener mucha gente detrás, y no te será fácil hacer caso de lo que vas a dejar.

. – No me importa la gente que ande atrás mío, mientras que adelante estés tú. - Me contestó enfadada – sería una mierda si me olvidara de todos los que hicieron tanto por mí, sobre todo tu, y no solamente cómo psicóloga.

. – Anda, vamos a dormir que nos estamos poniendo muy dramáticas. – tuve que poner toda mi fuerza de voluntad, para no agarrarla a besos [VM1] , le miraba esos labios carnosos, que por si solos me llamaban sin siquiera moverlos. Nunca me había pasado eso, y no quería que pasara nada, sobre todo ahora que estábamos tratando de resolver su problema, no quería crear otro.

Nos acostamos y enseguida se me pegó, era una dulzura, traté de poner la mente en blanco, pero no era fácil, al fin empecé a auto convencerme que lo mío, era el cariño que se siente por alguien necesitado de ese cariño, iba bien, hasta que caí en la cuenta que la necesitada era yo.

Al fin pude dormirme. A la mañana me desperté con la sensación que un bicho me anduviera por el cuello, pegué un grito y salté de la cama. Ana se estaba descojonando de la risa con una pajita en la mano.

. – Eres rápida, nunca te vi levantarte tan apurada.

. – Pensé que era otra clase de bicho, pero veo que es una, muy bicha.

. – Si fuera tan bicha te andaría por otro lado y no por el cuello. – Opté por callarme, a veces no sabía con qué intenciones me decía las cosas.

. – Bueno ¿y se puede saber porque me despertaste a estas horas?

. – Porque estas horas ya son como once desde que empezó el día, y si no vamos a comprar algo, no sé qué vamos a comer.

. - ¿Las once, porque no me despertaste antes? Enseguida me arreglo y vamos al súper.

El desayuno estaba servido, así que tome una taza de café y unas tostadas y salimos, cuando volvimos nos cocinamos unos fideos, no muy especiales para el régimen, pero sabrosos y total nosotras no necesitábamos pasar hambre, estábamos bastante en forma.

Estábamos lavando los platos cuando sonó mi móvil, miré era Fernanda.

Me fui a la sala para hablar tranquila, era para decirme que Victoria se había comunicado, y que, si Ana no tenía un ataque, no veía cómo iban a conseguir que no le dieran el alta.

Volví a la cocina, Ana ya tenía todo limpio y estaba preparando un café que sabía que me gustaba, me notaba pensativa pero no me dijo nada. Nos sentamos en el sillón grande.

. – Ana te tengo que decir una cosa, quiero que entiendas que lo que te cuento lo tuvimos que hacer por bien tuyo, y no tomes que te estábamos engañando – le comenté preocupada.

. – A ver dime, ¿en qué me engañaron y que es eso de que es por bien mío?

Le conté todo lo de Victoria, de que era la abogada que tenía que conseguir algún arreglo para que retiraran el impedimento a darle el alta. Que Victoria quería estar segura de que iba a ser capaz de exponer en los tribunales si es que seguían insistiendo, y que por lo que vio, estaba segura que podía ir con toda tranquilidad.

. – Sara, ¿tu estas segura de que no estoy loca?

. - ¿Qué, pero de donde sacas eso? Claro que estoy segura, y no solo yo, ¿porque tienes dudas?

. – Porque cuando me dijiste que tenía que ir al juzgado me dio mucho miedo.

. – Ana, por favor, ¿te crees que si tuviera que ir yo no lo haría con miedo? La gente común no estamos acostumbrados a esas cosas, tenemos miedo a lo desconocido y está bien que así sea, es nuestro espíritu de conservación, pero estoy segura que aun con todos los nervios, te vas a portar cómo cualquier persona que no se la pasa en tribunales.

Eso la tranquilizó, o por lo menos lo parecía, seguimos comentando lo que nos parecía que iba a pasar y tejiendo mil suposiciones.

Trataba de calmarla, darle confianza, pero, aunque estaba segura de que estaba bien, me inquietaba lo que podían hacer para tratar de sacarla de nuestro lado. Así se fue el día.

La semana siguiente no hubo noticias, Ana cuando no estaba pintando, se acercaba a nuestra mesa. Me alegraba mucho por la confianza que le inyectaban, sobre todo Julia, que parece que ya paso por casos parecidos más de una vez, y nos aseguraba que a no ser que se metiera la política, no había forma para que le denegaran el alta.

De ahí en más, todos los días llamábamos a Victoria para saber si había novedades, esa chica tenía una paciencia de oro, sabíamos que no éramos los únicos clientes, pero seguro éramos los más pesados, todavía no sé cómo no nos mandó a la mierda.

Con Ana salíamos todos los fines de semana, cuando no íbamos a casa de mis padres salíamos con Fernanda y sus amigas que enseguida se hicieron amigas nuestras, pero en casa teníamos una pileta que en los días soleados aprovechábamos a full, no éramos solo nosotras, ya que Alicia también la disfrutaba.

En semana santa se me ocurrió invitar a Fernanda, aceptó encantada, mi papa ya la conocía y a mi mama le agradó mucho, pasamos unos días maravillosos, aparte del viernes donde las discos estuvieron cerradas los demás días nos divertimos cómo hacía mucho que no hacíamos, por lo menos yo.

Volvimos el domingo de pascuas revigorizadas después de tanta juerga. Ana estaba contenta aprendió a bailar y no había quien la parara.

Fernanda congenió tan bien con Alicia que parecía que se conocían de siempre, las dos tan extrovertidas que rompían el molde que dos polos iguales se rechazan.

El lunes cuando llamé a Victoria me pidió que fuera a conversar con ella, si quería, que fuera Ana también. Cómo no quise dejar a Fernanda afuera fuimos las tres después de salir del trabajo.

Nos estaba esperando, después de saludarnos, nos invitó a sentarnos, y nos empezó a explicar.

Miren, aquí hay algo que no entiendo muy bien; pidieron una audiencia de conciliación; es algo que en estos casos no suele pedirse, pero cómo no tenemos nada para perder, acepté. El asunto es tratar de conseguir lo más rápido posible el alta, y si lo podemos hacer sin llegar a un juicio, se apurarían mucho los tiempos.

Estuvimos todas de acuerdo y salimos optimistas pensando que a poco más, terminaría ese problema.

Para mí era una liberación, ya no tendría ningún compromiso ético, y podría confesarle a Ana, lo que realmente sentía por ella. Como lo haría, eso ya es otro cantar.

La noche prometía ser hermosa, fuimos a un bar donde servían pulpo echo en el momento y nos hartamos, estaba delicioso, y acompañado por unas jarritas de vino, parecía un manjar del cielo.

Salimos y aunque no era muy tarde, al otro día había que trabajar. Deje a Fernanda en la casa, y seguimos a la mía; estábamos cansadas, el trajín de los días pasados nos pasaba cuenta, así que al llegar a casa no tardamos nada en acostarnos, y tampoco tardamos nada en quedarnos dormidas.

La semana pasó lentamente, o quizá me lo pareció, Victoria había avisado que la audiencia era para dentro de diez días, y la impaciencia se empeñaba en alargarlos.

Tres días antes, le pedí juntarnos para saber cómo teníamos que comportarnos; quedamos en encontrarnos en un café cerca de su estudio. Me pareció raro que no fuera en este, pero ella sabría, aunque no me iba a quedar con la duda.

El café era un sitio con reservados y discreto, después de saludarnos nos sentamos y le pregunté.

. - ¿Oye, porque no fuimos a tu estudio?

. – Lo principal, es porque quería hablar tranquila, y allí cuando no es uno es otro, están interrumpiendo siempre, y cómo no tengo ningún papeleo para mostrarles, prefiero estar aquí más descansada. – se la veía distendida, sin ninguna preocupación.

. – ¿Pero no me vas a decir nada de cómo tengo que comportarme en la audiencia? Preguntó Ana

. – La verdad que no; mira, este asunto se está saliendo un poco de contexto, no sé por qué razón la audiencia la va a supervisar la jueza en vez de su secretario, algo importante tiene que haber, y sospecho que tu patrimonio es más importante de lo que nos sabemos.

. – Pero entonces con más razón tengo que ir preparada, ¿mira si digo o hago alguna tontería?

. – Ana, esta jueza es muy estricta y perspicaz, sabe que vas a ir tan nerviosa cómo cualquiera que no esté acostumbrada a andar en los tribunales, si vas preparada se va a dar cuenta y va a ser un punto en contra, si te comportas naturalmente también se va a dar cuenta, y aunque digas alguna burrada, no va a ser peor que lo que pueda decir cualquier otro.

. – Pero Victoria, ten en cuenta que se está discutiendo sobre la salud mental de Ana – tercie yo- cualquier cosa fuera de lo normal, lo podrían tomar en cuenta.

. – Pero de que salud mental me hablas, ¿alguien tiene dudas de que Ana está perfectamente? ¿te crees que la magistrada es idiota? Háganme caso si hay complicaciones, no va a ser por la salud mental de ella.

. - ¿Qué tal es la jueza? – preguntó Ana

. – Las hay peores, pero ya te dije que es muy estricta, por eso si te toca hablar, di lo que realmente te parece y sientas en ese momento que va a ser lo mejor.

Volvimos más tranquilas, pero por muchas garantías que nos diera Victoria, no nos sacaba la inquietud totalmente.

Llegó el día, Rafael decidió que me acompañara Julia por su experiencia en representación del hospital, ella ya estuvo en otros casos, y aunque no asiduamente, conocía lo que es estar en un juzgado. Fernanda y Marina iban a ir más tarde y nos iban a esperar afuera.

Nos recibió Victoria y nos dijo que estuviéramos tranquilas, que ahí no se comían a nadie.

Entramos a una habitación nada parecida a lo que había visto en la tevé. Una mesa grande ocupaba el centro de la misma, en la punta una señora de aspecto amable nos saludó y nos invitó a sentarnos, contestamos el saludo haciéndolo extensible a los dos señores que estaban ya sentados. No se molestaron en levantarse y solamente algo parecido a un gruñido fue su contestación.

Ya todos en nuestros asientos, tomó la palabra la magistrada preguntando cual era el problema más allá de lo que se podía enterar por la demanda y si había alguna posibilidad de ponernos de acuerdo.

Por ser los iniciantes de la querella, comenzaron con su exposición los abogados del estudio que administraba el patrimonio de Ana.

Estos estaban como albaceas con anuencia judicial, ya que esta estaba internada después de la tragedia, por imposición de la justicia.

  • Su señoría, a nosotros no nos parece conducente que el patrimonio dejado por el Marqués de Albacin, Pueda ser administrado por una mujer insana.
  • Protesto, - corto Victoria – el señor califica cómo insana, a la señorita sin tener ninguna constancia de tal cosa, quisiera que sacara el calificativo de insana y dejara solamente el de mujer.
  • Me parece correcto – aceptó la jueza – le ruego que exponga sobre lo que tenga constancia nada más.
  • Bueno su señoría, justamente esta querella es para peritar sobre la capacidad mental que tiene la señorita, y dudamos mucho, que una mujer sin ningún tipo de capacidad pueda administrar esa fortuna
  • Protesto, el letrado no tiene ninguna constancia de la capacidad que tiene mi defendida, por lo que yo entiendo que lo que quiso decir, es que dudaba que una mujer pueda administrar su fortuna.
  • Señoría lo que quiero decir es que una mujer recién salida del manicomio es imposible que pueda desempeñarse con la habilidad de un estudio prestigioso cómo el nuestro.
  • Profirió exaltado el abogado
  • Señoría, - contestó Victoria - nosotros aquí no estamos cuestionando quien puede administrar el patrimonio, lo que estamos defendiendo es el derecho a vivir libremente una persona sana, sin estar internada por los intereses de un administrador.

Esa frase calló como un escopetazo. Si hasta ahora la audiencia llevaba un tono tenso, de ahí en más, la atmosfera se notaba violenta, y lo era; Victoria y el abogado parecían dos luchadores midiéndose, al mirarlos desde afuera me pareció que había un poco de histrionismo en ellos, cómo que estaban actuando para la platea, y me lo pareció hasta el momento que el abogado me metió en uno de los papeles principales.

  • Señoría, cuando nosotros afirmamos nuestra duda sobre la capacidad mental de la señorita, es que nos parece extraño que la misma psicóloga que afirma que no quedaron secuelas de la enfermedad, sea su tutora, y aún más, que conviva con ella, lo que demostraría el grado de dependencia, y la influencia enfermiza que esa pobre muchacha soporta de dicha psicóloga. –termino con una leve sonrisa mirándonos.

No sé si sería capaz de matar a alguien, pero en ese momento estuve muy cerca de desear la muerte de ese hijo de puta. Ana estaba roja de furia. Julia le hizo una seña a Victoria, como para ver si podía hacerla hablar, pero esta hizo un gesto para que nos calmáramos.

  • Espero que las acusaciones que acaba de proferir el letrado, tengan mejor sustento que el que demuestra tener en referencia si mi clienta está sana o no. Sobre la dependencia e influencia enfermiza que tiene que soportar la señorita, no es algo que el cuerpo de forenses judicial no pueda expedirse con propiedad. La Sra. Sara Suarez es tutora porque así lo requiere el juzgado, y pertenece a la planta de profesionales del establecimiento donde está internada, supongo que el Sr abogado preferiría que el tutor fuera un psicólogo puesto por el estudio que él representa, ya que según el, una mujer no está bastante capacitada para tamaña tarea. De cualquier manera, quisiera preguntarle a mi clienta que idea tiene sobre quién debe administrar la fortuna que tan preocupado lo tiene.

Noté una mueca en la boca de la jueza mientras miraba a Victoria, no pude adivinar si era una tenue sonrisa o solamente un quid nervioso. Dirigiéndose a Ana

  • Señorita ¿quiere usted exponer cuál es su idea del manejo de su fortuna? Tenga en cuenta que esto no es un juicio, y que mientras no se firme nada la conciliación no será efectiva.

Ana estaba sumamente nerviosa, no sabía si se iba a soltar a llorar, pero se sobrepuso y con mucho ánimo contesto.

  • A mí no me importa quien administra los bienes, lo que yo quiero es ser libre de hacer mi vida cómo me parezca y con quien me parezca, no tengo ningún inconveniente en dejar que sigan administrando lo que sea que hay que administrar, siempre y cuando el abogado pida disculpas a mi tutora, si no lo hace prefiero llagar a juicio con todas las consecuencias. – mirando con cara de asco.

Todos nos quedamos sorprendidos, se sentó mirando a la jueza con una seriedad que daba a entender que esa condición era inamovible.

No sé si así lo comprendió esta, porque dirigiéndose al abogado lo conminó a expresar su posición.

  • No tengo ningún problema en disculparme con la doctora, aunque siga pensando que es una actitud sospechosa – quería decir si pero que pareciera que no – en cuanto aceptar la conciliación, tendría que llevar algo que reafirmara que seguiría el estado de cosas como hasta ahora.
  • Y que es ese algo que reafirmaría el estado de cosas. –preguntó Victoria.

  • Un contrato por cinco años comprometiéndose a no cambiar las condiciones.

  • ¿Las condiciones que pongan ustedes?
  • Las condiciones imperantes hasta ahora, nosotros desistiríamos de seguir con la querella y la señorita Ana podría disponer de su libre albedrio con toda tranquilidad.
  • ¿Y eso por qué? ¿Porque se curó firmando ese contrato? – preguntó la jueza
  • Es que arreglando esto ya no es responsabilidad nuestra.
  • Me parece que se equivoca, ustedes se representan como albacea, y cobran por serlo, entonces la responsabilidad es de ustedes, y si la señorita no está bien curada es un riesgo para la sociedad, y no podemos correr ese riesgo. Y yo no puedo aceptar esas condiciones.
  • Por lo tanto, cada querellante presentará los informes de sus peritos de parte, al estado, y este dentro de cuarenta días, con su cuerpo de forenses evaluará y llegará a sus conclusiones. Y tratando de acortar plazos se hará una auditoría para saber el estado y uso del patrimonio, para que en caso que los peritajes dieran que la señorita no tiene ningún impedimento en su discernimiento, podrá tomar uso de su patrimonio sin ninguna dificultad. Se pasa a cuarto intermedio.
  • Señoría – la interpelo el letrado – la demandada estuvo de acuerdo con nuestra oferta, y podemos terminar este litigio inmediatamente para comodidad de ella.
  • Señor abogado, no sé lo que no entendió usted porque creo que fui bastante clara, presenten los informes y se hará la evaluación, se le notificara la fecha, me retiro.

Si bien eso no era un fallo, nos cayó como una bomba. Íbamos con la ilusión de que ese día se llegaría a una solución, y nos encontramos con un problema mayor. Ana estaba llorando, yo con una rabia que apenas la aguantaba por la insinuación de que la estaba manipulando, Julia se quedó adentro hablando con Victoria, estuvo un rato y cuando salió nos dijo que esperáramos en el bar de al lado para escuchar las explicaciones de esta.

Afuera ya había llegado Marina y Fernanda, cuando vieron nuestra cara se hicieron a la idea del resultado.

Empezamos a contar como fue la función y no podíamos aguantar las lágrimas de impotencia, solo Julia estaba más tranquila tratando de hacernos entender que quizá lo que paso no era tan malo; no podíamos encontrar nada que pudiera ser peor.

En eso vemos llegar a Victoria toda sonriente. No podíamos entender su buen humor. Fui yo la que exploté, y con bastante mal modo la increpé.

. - Podías explicarnos que pasó ahí adentro que te da tanta alegría; si es que no estoy equivocada eras la abogada de Ana.

. – Y si no estoy equivocada lo sigo siendo, a lo mejor no hay mucho para reírse, pero para llorar no hay nada. Y si no sabes lo que pasó ahí adentro podías tratar de enterarte antes de hablar en ese tono – me contestó de mala manera.

Fue Marina la que intercedió, pidiéndole que explicara cómo quedó la situación después de esto.

. – Miren yo sé que ustedes venían buscando otra cosa, lo que pasa que el problema principal no es si Ana sigue enferma o no, el problema es el dinero involucrado en esta operación.

. – Pero a mí no me importa el dinero, yo lo que quiero es disponer de mi vida. – se lamentó Ana

. – Te entiendo Ana, pero las cosas son cómo son; tú vas a disponer de tu vida a tu antojo, nada más que tendrás que esperar un poco más.

. – Si mientras tanto tiene que depender de una tutora que se haga responsable de sus actos.

Intercedí yo.

. – Bueno si te pesa esa responsabilidad se puede buscar otra tutora.

Eso me puso peor el humor, tenía la habilidad de hacer que mis reproches se volvieran en mi contra.

. – A mí no me pesa ninguna responsabilidad, lo que me pesa es que tanto ella como yo estemos atados por esa función, y más después de haber escuchado al cabrón ese cómo que me estoy aprovechando de ella.

Ahora fue Julia la que procuró encausar las cosas.

. – A ver, aquí no hay nada personal, así porque no nos explicas para que entendamos que pasó y como va seguir la función.

. – Miren, aunque ustedes no se hayan dado cuenta, todo salió de la mejor manera, y mucho gracias al tonto del abogado.

. - Pero ¿cómo de la mejor manera, si estamos como vinimos?, y Ana tiene que ir a una revisación con un montón de peritos - Exclamó Fernanda.

. – Por favor, déjenme explicarles; el abogado del estudio, es del fuero comercial y Ana está internada por el fuero penal, por eso la audiencia de conciliación, no tenía mucho que ver. Cuando empezó a remarcar que una mujer esto y que una mujer lo otro, siempre lo hice quedar en evidencia que las trabas que el encontraba eran por su condición de mujer, creo que ni cuenta se dio, eso, si el juez es jueza tiene su importancia en este fuero, es que en lo comercial lo que valen son los números, en lo penal entran otros factores y los jueces lo evalúan de diferente manera. Cuando hice hablar a Ana me imagine que iba a decir algo parecido, la verdad que no pensé que el abogado fuera a entrar tan de cabeza y presentara una oferta como esa.

. – Pues yo, si se disculpaba con Sara, la aceptaba sin ningún problema. – señalo Ana

. – Pero es que la jueza no iba a aceptar eso, por eso te digo, en lo comercial quizá si porque es dinero nada más, pero en lo penal cualquiera se da cuenta, que, si te pide cinco años, es para borrar las huellas de una estafa o malversación del patrimonio, por eso le mando la auditoría y para hacerlo tenía que poner en duda todo.

. – Pero mientras tanto yo no sé si me van a dar el alta o no.- se lamentó Ana.

. – Ana, ¿pero de que te preocupas? Si tu estas más sana que todas nosotras, ni los psicólogos de parte de ellos se animarían a ponerte ninguna pega, tienes que tener un poco de paciencia, después de todo no creo que tengas algún problema con tu tutora.

. – No, no tengo ninguno, estoy bien con ella.

. - ¿Y Sara, te molesta lo que tienes que hacer por tu protegida?

. - Me molesta lo que no puedo hacer por tener esta función – eso me salió sin querer

. – Bueno son cuarenta días, eso pasa por tener tanto dinero, pero si la jueza no objetó que siguieras siendo su tutora, es porque para ella está todo bien, así que sigan viviendo como si no pasara nada.

Después de esa explicación, todas quedamos conformes. Después de la tensión de las últimas horas Ana y yo estábamos rendidas, nos despedimos y fuimos para mi departamento.

Picamos algo y nos acostamos; a pesar del sueño Ana tenía ganas de comentar lo que le pareció la audiencia, sobre todo ahora que estaba tranquila. Lo analizaba como si fuera una serie de TV, y nos acordábamos como le hizo recalcar el tema de ser mujer, de pronto me preguntó.

. - ¿Y tú qué es lo que no puedes hacer por ser mi tutora?

. – Bueno, no es que no pueda hacer, es que a veces pareciera que te tengo que tratar como una adolescente, y eres una hermosa mujer que merece vivir su vida como quiera.

. – Si es cierto que piensas así, por mí me puedes tratar como una hermosa mujer que quiere vivir su vida acompañada de una hermosa tutora que haga lo que quiera hacer sin importarle esa función.

. – Cariño, no es tan fácil, hay códigos de ética en nuestra profesión, que nos impide, sobrepasarnos en nuestras atribuciones.

. - Uy, qué bonito hablas, lástima que no entienda cuales son las atribuciones que no te puedes sobrepasar.

. – Pues no hace falta que lo entiendas, vamos a dormir que mañana hay trabajo.

La pude convencer de que necesitábamos dormir. A veces no sabía si las conversaciones llegaban al límite por culpa de ella, o era yo que inconscientemente las promovía.

Estaba inquieta, por un lado, a pesar del tiempo que tenía que esperar para sentirme liberada, la acusación del abogado fue explicita; yo podría haberme ganado su voluntad manejando su patología, algo que nadie que conociera la situación podía ni pensarlo, pero desde afuera tampoco era para desecharlo, sobre todo si entre medio aparecía una fortuna.

Al fin el sueño me pudo, total solo quedaba esperar.

Al otro día Rafael nos llamó a una reunión, también la invitó a Ana. Había conversado con Victoria, quien le explicó el problema.

Según parece, la herencia incluía numerosas propiedades de bastante valor, pero aparte estaban las inversiones en acciones, bonos de inversión, hipotecas y demás, que, si bien en su momento se depreciaron, con el salvataje del gobierno y de la UE, se recuperaron y ahora sería una cifra interesante, y eso es lo que quiere averiguar la jueza, y en ese va y viene, lo del alta de Ana queda cómo algo secundario. Aparte si no cuestionó el tutelaje de Sara a pesar de la acusación del abogado, es porque lo entendió como una maniobra para lograr el contrato.

En fin, tocaba darle tiempo ya que, si el asunto era complejo, hasta podía tardar más de los cuarenta días.

Decidimos tomar las cosas con calma, seguimos a nuestro ritmo. Los fines de semana íbamos, a casa de mis padres, a veces nos acompañaba Fernanda y la pasábamos de maravilla.

Ya llegaba agosto, venían las vacaciones, pero por la feria judicial, la solución del conflicto se dilataba, así que resolvimos pasarlas allí, ya que estábamos relativamente cerca, por si nos requerían del juzgado.

En casa mis padres no pusieron ninguna objeción, pero tenían los pasajes para ir a Cuba diez días, así que nos quedamos solas ese tiempo. El domingo vino Fernanda, y con Alicia prácticamente vivíamos en la pileta.

Mi vida con Ana a veces era un tormento, cuando nos acostábamos ella siempre se cobijaba en mí, y me encendía, no es que me agobiara un torrente de sexualidad, (que es cierto que lo sentía) pero lo que más me mataba es esa gana de darle todo el cariño sin reservas que yo creía que ella esperaba, y que yo quería darle y no podía.

Terminaron las vacaciones, y volvimos contentas, no es que yo no haya querido más, pero solamente el hecho de haberla sentido tan cerca mío, cómo amigas, con ganas de más, era por un lado suficiente, y por otro lado gusto a poco.

Yo ya no tenía ninguna duda que estaba enamorada de Ana, y si en algo habían servido mis estudios, tampoco tenía dudas que ella estuviera enamorada de mí; pero hasta que no estuviera libre de mi tutela, ni ella ni yo podíamos poner eso en evidencia, más después de cómo me presionó el puto abogado.

Al volver, todo fue rutina, todo era calma, como la calma que acontece a la tempestad.

Algo parecido fue, porque después de esa calma, todo se precipitó. El martes de la semana siguiente, nos llamó Victoria, para avisarnos que teníamos que presentarnos en la fiscalía, pero que no nos preocupáramos, porque a pesar que hubo derivaciones no pensadas, lo nuestro no creía que se hubiese agravado.

Que no lo creyera ella, no era garantía para nosotras, pero cómo siempre, por más que abriéramos el paraguas, si llovía, llovía y no hay vuelta que darle.

Victoria nos avisó que fuéramos Ana y yo, y si queríamos que nos acompañara Julia, que era la que mejor se desenvolvía en situaciones como estas. Esta vez la reunión era en un despacho de la fiscalía. A mí no me pareció nada raro, porque de eso ni pepa, pero a Victoria noté que la puso inquieta, cómo preguntando qué coño pasaba que ella se lo había perdido.

Pasamos a un salón bastante espacioso, nos hicieron sentar y explicarnos las últimas novedades, que para nosotras eran cómo si fueran las primeras.

Resulta que la auditoría había descubierto un desfalco sobre el patrimonio, pero aparte, para eso se utilizaron diferentes paraísos fiscales para el lavado del dinero, y todo ese capital fue evadido de los impuestos correspondientes. En fin; que aparte de robarle el dinero a Ana, también le robaron al estado, por lo cual la fiscalía se presentaba como querellante contra el estudio que ellos mismos habían nombrado, y lo que nos aconsejaban, es que Ana también se presentara cómo querellante contra el estudio, y no contra el estado, pero para eso tenía que estar ella con todas las atribuciones cómo para poder decidir y firmar cómo querellante.

No se cómo venían las cosas. Ana tenía que presentarse para la evaluación psicológica al otro día. Victoria nos decía que eso era un trámite nada más.

A la mañana fuimos después de habernos preparado para contestar cualquier pregunta normal, las que se escapaban de ese tono no las iban a tomar en consideración.

Ya nos había explicado que la jueza consideraba respuestas normales para preguntas normales. De lo demás se haría cuenta ella. Nos reunimos con Victoria y nos dirigimos a la fiscalía.

Entramos en un despacho y nos sorprendió ver a Julia y a Marina al lado, fue algo que nos dio confianza; nos sentamos, y dirigiéndose a Ana le preguntaron sus datos personales, cuanto tiempo estuvo internada, todos datos que en la ficha estaban asentados. Sin más, la fiscal quedó con que al otro día tenía que volver Ana a firmar unos papeles de lo que no sé qué, y un poco más nos echan afuera.

Nos reunimos afuera, sin saber qué coño había pasado, llegó Victoria y cómo el oráculo, se dedicó a explicarnos el futuro y a desasnarnos.

Parece que el asunto pasaba que la estafa si bien fue hecha por el estudio Adborne S.A. la que lo nombró como administrador de su patrimonio fue el poder judicial, así que Ana, estaba en todo su derecho de llevar la querella tanto contra el estudio cómo contra el estado, lo que realmente le están ofreciendo, es darle todas las facultades con la condición que en vez de hacerle juicio a ellos se los haga al estudio.

. - Pero ¿qué me dices, que le tengo que hacer juicio a ese estudio para que me den el alta? Preguntó Ana

. – Pues algo así, necesitan que la querella sea mixta, porque, en definitiva, ellos evadieron impuestos y lavaron dinero, pero a la que estafaron es a ti.

. - Pero ¿cuánto pueden haber robado para hacer tanto barullo?

. – Más de lo que piensas, pero mañana vamos a tener una aproximación.

. – Pero ¿entonces cuando me van a evaluar y el alta cuando me lo van a dar? ¿cuando termine el juicio?

. – Ana, lo que hicieron hoy fue evaluarte y el alta ya te la dieron, faltan los formulismos, pero eso te lo arreglan mañana.

. - ¿Entonces dices que desde mañana ya no voy a tener que pedir permiso para hacer lo que quiero?

. – Eso es lo que te digo, aunque no te veo pidiendo muchos permisos para hacer lo que se te da la gana.

-Ana se dio vuelta hacia mí.

. – Ves Sara, ahora puedo decir lo que quiero, lo que realmente deseo, nada me lo impide.

. – Si, ya no vas a tener que aguantar a una tutora.

. – Hay boba, no te pongas celosa, puedes seguir siendo mi tutora hasta que se te dé la gana, no hace falta que tengas un papel que lo diga.

Todas nos reímos, pero en las miradas me di cuenta que todas comprendían de que iba la cosa.

Pasamos el resto del día con distintos papeleos y suposiciones de lo que iba a pasar a la mañana siguiente. Realmente mi padrino era un sol, me permitía gastar mi tiempo en lo que más quería, y me pagaba aparte. Yo trataba de no entusiasmarme, soy de las que piensan que cuando las cosas van muy bien, lo único que puede cambiar es que ya no vaya tan bien; lo mismo que cuando andan muy mal, lo único que queda es que mejoren.

Al otro día llegamos temprano al juzgado, la verdad es que yo no veía que pito tocaba, pero judicialmente todavía seguía siendo la tutora. Nos juntamos en un bar cercano y nos aleccionó, no era mucho lo que teníamos que aprender, pero si no era para hacer las cosas bien, por lo menos era para que no las hiciéramos mal; supongo que las cosas malas eran la que no nos pusiéramos a saltar cómo locas cuando le dieran el papel que la liberaba de cualquier tutoría.

Cuando nos tocó entrar, nos encontramos con unos señores que no habíamos visto; parece que eran de impositiva, de los auditores y no se quien más, nos sentamos y ahí empezaron a hablar de números estratosféricos para mí, la cosa no me iba ni me venía, y a Ana le pasaba lo mismo.

Al fin llegaron a la conclusión que Ana tenía que presentar una querella por algo así como 48 millones de euros que era lo que, así así, le habían estafado y de lo que impositiva tenía que hacer sus descuentos.

Victoria discutía con los señores si era conducente que Ana también tuviera que querellar lo que en definitiva se lo llevaban la oficina de recaudación. Al fin llegaron a un acuerdo que ni siquiera se cual fue, y presentaron los papeles para que los firmara Ana. Ya había agarrado la lapicera para firmarlos, cuando salte para impedírselo.

-No Ana, tu no firmes.

Se está entreviendo el desenlace ¿Qué vio Sara para evitar que Ana firme su libertad?

[VM1]