La Crisis 2

Sara comienza a involucrarse, la curación de Ana, con el doble objetivo de aliviar su enfermedad, y su triunfo profesional.

Sara

Con el dossier bajo el brazo, me encamine a mi coche y arranque a casa de mis padres, era un viaje que me tomaba a menudo porque me encantaba sentir el cariño de mi familia, y a pesar que me gustaba la independencia de tener un departamento para mi sola, esta semana también quería tener la tranquilidad y los consejos que me podían proporcionar mis padres.

Apenas llegué mi madre me recibió con la alegría de siempre, en casa ya sabían cómo iban las cosas con mi nuevo trabajo, eran la hora de comer y ya tenían un plato para mí, mientras charlábamos con mamá llegó mi padre para hacer la reunión completa.

-Hola cariño, ¿Qué tal te fue en la entrevista?

-Hala papá lo sabes mucho mejor que yo, Rafa ya te habrá contado todo-

-Bueno si es cierto, pero también me dijo de un pequeño desafío que no tienes por qué tomarlo a la tremenda-

-Mira tampoco es que me lo voy a tomar a la tremenda, pero voy a interiorizarme del caso y voy tratar de demostrar que no hablamos en balde, si veo que hay posibilidades tratare y sino quizás tenga razón él y me sirva de vacuna.

Seguimos conversando de temas cotidianos, de cómo iba que, si tenía novio, que en verdad no lo tenía, hasta que al terminar la comida me retire a interiorizarme del caso que sería mi principal tarea.

Me sorprendió que fuera algo de lo que tenía recuerdos, había sido muy comentado en la prensa, un aristócrata loco, había asesinado a su familia y solamente se había salvado la niña más pequeña que presencio la matanza de su madre y sus hermanos.

Cuando la encontraron los guardias, estaba en un estado catatónico, cerrada a todo lo que le llegara del mundo exterior, le hicieron todos los tratamientos posibles, sin ningún resultado, al fin los albaceas que quedaron al mando de su patrimonio la internaron en el instituto en donde empezaría a trabajar el lunes siguiente.

Converse con mi padre y él sabía del caso, es más cuando la internaron, lo llamaron a él para saber si el daño era en el cerebro o simplemente era psíquico y fue el que constato que su cerebro estaba sano, que simplemente se aisló del mundo defendiéndose de la amenaza que este implicaba y que con el tiempo y un tratamiento psicológico quizá podría curarse.

Hacía frío, era sábado y tenía amigos con quien salir, pero estaba un poco obsesionada con la suerte de esa pequeña, y un poco, aunque con miedo me recreaba con la ilusión de ser yo la que la rescatara de la penumbra en la que estaba sumergida, se juntaban las ganas de ayudarla, con el egoísmo de poder demostrar que en ese campo no hay imposibles y que podía lograr lo que nadie había conseguido.

Estudié bien en cómo habían pasado los sucesos, que es lo que estaba en claro en los informes de la policía, los exámenes a lo que fue sometida, los gustos y costumbres de su época anterior, en fin, todo lo que había para leer lo leí.

Antes de volver a mi casa converse con mi padre, el me aconsejó que tuviera confianza pero que no me involucrara personalmente que lo tomara como un caso más y que no considerara como fracaso lo que otros tampoco pudieron solucionar.

Saludé a mis padres y esa tarde volví a mi departamento, es un trayecto con transito normal no lleva más de dos horas.

Conducía pensando en los consejos de papá y en la razón que tenía, pero también estaba consciente de que podía ser mi primer caso y un caso que por sus circunstancias realmente me conmovía.

Llegué al departamento prepare las cosas, saque una copia del dossier, sabía que no tendría que hacer eso, pero quería estar segura de tener todos los informes a mano, lo encarpete e hice una carpeta paralela donde poder anotar las novedades que podrían llegar a diario.

Dejé todo arreglado, comí un emparedado y me acosté con la tranquilidad de tener todo en orden y la intranquilidad de temer a lo que podía encontrarme en ese lugar.

Dormí bien, siempre duermo bien, sonó la alarma, me levante sacudiendo la cabeza para despejarme, tome una ducha, desayuné y salí para el hospital. Quería llegar temprano a pesar que el director era mi padrino, no quería pasar como una acomodada con el resto del personal, me apersoné con la secretaria de la jefa y me puse a conversar mientras esta llegaba, Olga era una chavala muy simpática más o menos de la edad mía, que por cierto sino lo dije tengo 24 años bastante bien puestos.

A poco llegó Marina, me saludo con un beso y me hizo pasar a su oficina.

-Bueno Sara, aquí veras que hay más doctoras que doctores, veras que mientras nosotras vamos más por la psicología ellos van más por la psiquiatría, pero nos complementamos bien y espero que tú tampoco tengas problemas, lo que te aviso es que nadie sabe de tu relación con el doctor Santibañez y mejor que no lo sepan, no sea que te empiecen a echar de costado pensando en que vas a tener privilegios-

-Sí, me parece bien, aparte porque no quiero tenerlos, ya le dije a mi padrino que quiero ser como todos con las mismas obligaciones. dime lo que tengo que hacer que tratare de cumplir como la que más- dije con toda decisión

-Así me gusta, voy a presentarte a la doctora Fernanda que mientras la acompañas verás cómo funcionan las cosas aquí-

  • Una pregunta ¿puedo tutearte enfrente de los demás? -

-Si mujer aquí somos todos iguales y no cambia por la función que cumplimos, bueno ahí viene Fernanda ya le había avisado que tenía que despabilar una novata, veras que es especial-

Fernanda era una mujer de unos treinta y pocos que los llevaba con mucho salero. Enseguida congeniamos era muy simpática y de risa fácil, me pareció que era una buena señal para mi primer día.

Ya cuando íbamos a iniciar la ronda me acorde de preguntarle a Marina.

-Oye y lo de chica esa que me iba a vacunar cuando va a ser-

-Cuando termines la ronda, vente para aquí, que te voy a llevar a conocerla- me contestó

-Que ¿te van a dar tratar a la muñeca? - preguntó Fernanda

-Bueno no sé, pero por lo menos me dan la oportunidad si me animo- respondí

-Anímate, yo no pude hacer nada y las otras tampoco, para ti tampoco va a ser fácil, pero sabes, todo lo que se haga por ella siempre va ser poco, nadie merece vivir lo que ella vivió y más siendo tan pequeña-

-Hare todo lo que pueda, pude leer el informe y de verdad que te pega en el alma, quizás le pida consejo a mi padre, es algo que no tendría que hacer, pero creo que en este caso se me podría perdonar-

-Si puedes aliviarla se te perdona todo, aparte me dijo Marina que tu papa es el doctor Suarez mejor consejero que el no creo que encuentres-

  • ¿Qué, lo conoces?

-Pues claro, aquí lo conocemos todos, muchas veces viene en auxilio cuando se nos queman los papeles-

En total, fueron dos horas que me sirvieron para conocer las doctoras, las enfermeras y los diferentes pacientes, mucho de ellos ya irrecuperables por daños que ya habían afectado las partes vitales del cerebro, otros los más, con problemas de alzhéimer a los cuales se le podía hacer más llevadero su ocaso, pero sin miras de curación.

Volví a la oficina de Marina y la esperé un rato, resolviendo lo que la tenía ocupada, yo estaba con una ansiedad que apenas podía disimular, algo bastante vergonzoso en una psicóloga.

Terminó de arreglar sus cosas Marina y tomándome del brazo me dice.

  • Ven, vamos a ver qué te parece, no te lo tomes a la tremenda que te veo bastante ansiosilla, mira que lo que se puede se puede y lo que no pues a lo mejor alguna vez se podrá- me dijo notando mi ansiedad.

-No te voy a negar que me gustaría que fuera esta vez la que se puede, para mi aparte del desafío profesional, esta las ganas de poder sacarla del infierno que vivió -

-Pues ojalá, que nos darías una alegría a todos-

Llegamos a una puerta, quitó el cerrojo y me hizo pasar a una habitación espaciosa bien pintada. Parecía una habitación de hotel, me di cuenta que disponía de baño adentro, una cama espaciosa una mesa, sillas y un sillón donde se podía hacer sesiones de psicoanálisis como en el mejor sitio.

En un costado estaba un aparato de hacer gimnasia, bastante completo y otros detalles que me hacían suponer que el trato era bastante preferencial.

No me extraño tanto porque ya había visto otras habitaciones en mi recorrida con Fernanda, en el hospital de mi padrino se ve que se internaban gente con pasta, que nada de eso saldría barato.

Lo que si me impactó fue la muñeca, y digo la muñeca porque eso es lo que era. Rubia y de verdad hermosa por donde la miraras, ojos de un azul indefinido que con un poco de expresión podría rivalizar con cualquiera con ventaja, pero ese era el caso, estaban vacíos, una fotografía tenía más vida que sus ojos, para colmo no sé a quién coño se le ocurrió disfrazarla de Barbie, pintada, maquillada como si fuera una propaganda de la famosa muñeca.

Parecía un maniquí viviente, aunque lo de viviente no se notaba.

-Hola Ana, como te va- le dije nada más que por decir algo, en vista del impacto que me causo.

  • Hola - contesto sin cambiar para nada la expresión.

Marina que se dio cuenta de la impresión que me causo, acorto la visita, y la saludamos sin recibir ningún tipo de respuesta.

Mientras íbamos hacia su oficina me preguntó, -y que te parece, es linda o te exageraba-

-A decir verdad, no sé, lo que yo vi es una muñeca, vestida como muñeca y con tanta vida como la que puede tener una muñeca, si no fuera que sé que está enferma hasta me haría gracia ver una mujer vestida, así como un maniquí para un escaparate-

  • Sí es cierto que las chicas a veces se pasan- me contesto Marina –pero es que las ganas que tenemos de sacarle, aunque sea una sonrisa nos lleva a caer en la ridiculez, pero que hasta ahora nada funciono y van ocho años sin ningún resultado-

  • ¿Siempre está así, no se enfada no muestra ninguna emoción?, parece un jarrón chino que está nada más que de adorno-

  • Pues algo así es lo que es, hace lo que le mandan, le hacemos hacer actividades físicas, las hace, si no le dices que pare podría desmayarse del cansancio que si fuera por ella no pararía, la mandas a bañar y lo hace y si no le mandas no se baña, es como tú dices, es una muñeca que acepta tus órdenes y nada más, no tiene vida propia a ver si tú se la puedes inventar-

Seguimos conversando con Marina dándome todos los detalles del caso, aquellos que no se pueden explicar en los informes, que tienen mucho que ver con la sensibilidad de las doctoras que la trataron, que total, que no eran muy prometedoras las expectativas con que me pudiera ilusionar.

-Creo que mi padrinito me quiere ver con los morros por el piso-dije

  • No digas eso, no sabes lo orgulloso que esta de ti, aunque no te lo diga –

  • Pues parece que a ti si te lo dice – le dije con una sonrisa.

Se puso un poco colorada, pero salió bien del paso, -Sara entre buenos colegas se sabe todo- - Espero ser una buena colega así yo también me entero -.

-. Yo también espero que si – me contesto sin evitar la segunda intención.

Ya terminaba mi turno y me fui a mi casa con el ánimo de pensar una manera de poder derribar ese muro que se había construido y que nadie había podido penetrar, pensé en la forma de estar más tiempo con ella, no en las sesiones que ya se veía que no daban ningún tipo de resultado, creía que, si no le había servido a mis antecesoras, no iba a ser yo la excepción, tendría que buscar otra manera.

Saque del refrigerador mi cena, tenía la costumbre de usar un día para cocinar, y separaba las porciones para congelarlas, eso me daba la ventaja ponerlas en el microondas y tener enseguida lo que me apetecía entre lo que había hecho, claro está.

Repase la copia del dossier, tratando de entender que reacción podía tener cualquiera que haya sido testigo de esos hechos y no me quedo la menor duda que un poco más un poco menos a esa edad cualquiera levantaría un muro de protección, sobre todo sin tener ningún familiar que la apoyase en esos momentos.

Sin encontrar una idea que me satisficiera me quedé dormida, no soñé, casi nunca sueño y ese día tampoco, mis ansiedades se me pasan tan pronto cierro los ojos, se ve que no tengo muchas.