La Crisis 14
Empieza a vislumbrarse el desenlace
Todos se me quedaron mirándome cómo si fuera una extraterrestre, y realmente era algo surrealista, que en medio de tantos abogados fuera yo la que se diera cuenta.
Empezaron a gritarse unos a otros, y a gritarme a mí, Ana decía que, si yo no quería que firmara, ella no lo iba a hacer, al fin Victoria se hizo oír y me preguntó qué es lo que quería.
-Yo lo que quiero es que le den todos los documentos a Ana, cómo que está capacitada a disponer de su vida libremente sin tutorías ni nada que se le parezca; o sea el alta por lo que estamos luchando.
Se quedaron todos mirándose entre sí como bobos, en el acaloramiento ni siquiera pensaron que, si firmaba Ana, no servía para nada ya qué no estaba habilitada para hacerlo.
Al fin, después de idas y venidas, por fin le dieron el alta y la habilitaron a manejar a su manera su fortuna, siempre y cuando estuviera auditada por la fiscalía, ya que había juicios cruzados.
Le pusieron un tope de gastos mensuales que me hizo delirar, (yo no me lo gasto en dos años) pero al fin habíamos conseguido lo que desde hace tiempo habíamos buscado, y eso era mucho para nosotras.
Cuando terminó la audiencia nos reunimos con Victoria, ahí nos explicó lo que era evidente.
Para lo que la contrataron ya estaba todo hecho, de ahí en más convenía contactarse con alguna firma administradora de confianza, ellos seguramente tenían abogados más especializados en ese ámbito, quizá mi padrino nos aconsejara con alguien.
Volvimos al hospital y ya nos esperaba Marina, nos llevó al despacho de Rafael para tramitar la salida de Ana como paciente, y le sugirió un estudio prestigioso para que administrara y le solucionara el problema de la querella, ellos generalmente cobraban un porcentaje mayor que otros, pero solamente sobre las ganancias, por lo tanto, no había peligro de descapitalización.
También le explicó, que su caso seguramente se iba a mediatizar, así que tenía que estar preparada a que la acosara algún periodista para sacar alguna nota, también es seguro que se le aparecerían parientes que supuestamente no estaban enterados de su existencia.
– Y bueno, ahora tienes libertad para ir donde quieras, pero quisiera que me dieras una dirección para contactarme contigo por el caso de los administradores.
Ana quedó muda, me miraba a mí, pero no se atrevía a decir nada.
– Pues en mi casa por ahora, después ella ya buscará su sitio.
Creo que fue una contestación que no agradó a nadie, pero en ese momento es la que me salió.
Salimos de la oficina y nos estaban esperando Fernanda y Julia, quedamos en buscar un día para festejar la libertad de Ana cómo Dios manda. Al otro día tenía que volver a trabajar así que podíamos ponernos de acuerdo.
El viaje a casa fue en completo silencio, yo iba pensando que a la mañana, había salido con una hermosa chica, adorablemente común, como yo, y ahora volvía con una hermosa millonaria que seguramente saldría en los diarios, y tendría una corte de moscones tras de ella y sus millones.
No sé qué pensaba ella, pero se veía triste y pensativa. Quizá se daba cuenta el cambio de vida, el mundo que ahora le tocaba vivir.
En fin, llegamos a casa, casi sin decirnos nada, entramos y me preguntó quién se duchaba primero, le dije que ella mientras iba a preparar algo para cenar.
Realmente quería ganar tiempo, todas las ilusiones se habían ido por la cañería, yo no encajaba en el mundo que iba a ser de ella, tanto esperé este momento para decirle que la amo, y ahora me tengo que callar la boca porque ya no es la misma Ana de la que me enamoré.
Estaba pensando en eso, cuando entró a la cocina ya con el piyama puesto. La parte de abajo era un minúsculo pantaloncito, sus piernas eran un poema, estaba hermosa cómo siempre, pero ahora la miraba cómo una mujer independiente, que ya no me necesitaba y me preguntaba si no sería yo la que la necesitaba a ella.
– Deja que termino de prepararlo yo, mientras te duchas; después hablamos. me dijo con gesto adusto.
Estaba enfadada, se notaba a la legua, no dije nada y me fui a duchar, me preguntaba que le cayó tan mal para estar de esa manera, aunque yo no estaba mejor, y sabía por qué.
Me puse un camisón, quería terminar de comer e irme enseguida a la cama.
La mesa estaba servida, nos sentamos, me preguntó si estaba bien la comida, y mientras comíamos me miraba fijamente hasta hacerme molestar, traté de mostrar calma, pero cuando estábamos por terminar no aguanté más.
– Bueno, dijiste que teníamos que hablar, y hablemos, explícame porque estas enfadada.
– Sé que no tengo derecho a estarlo, pero me gustaría que me explicaras donde tengo que buscar mi sitio, yo pensé que ya lo había encontrado. - Una lagrima le corría por la mejilla.
– Ana, tu eres de otro mundo, a ti como dijo mi padrino, te van a aparecer parientes, hombres de los más altos niveles sociales, vas a estar en las tapas de las revistas, eres hermosa, millonaria, perteneces a la aristocracia, ¿te imaginas la vida que te espera? Lujo, reuniones con gente importante, fiestas de etiqueta, te vas a codear con personas del más alto nivel ¿tú crees que yo tengo lugar en esa vida? ¿crees que en ese ambiente puedes estar con una mujer al lado que ni siquiera vas a poder explicar de qué va? ¿Qué pito toco en ese sitio? Podemos ser amigas mientras así lo quieras, pero date cuenta que este departamento no es tu sitio. Yo soy una simple psicóloga y a ti te sale el dinero hasta por las orejas.
-A mí no me importa el dinero que puedan salir por mis orejas, me importan las estupideces que salen de tu boca. Así que ¿esas son las razones por las que no puedo estar más contigo? ¿Y ya te parece que no vale la pena buscar una solución? ¡Está bien!, tendré que acostumbrarme nuevamente a dormir sola, después de todo, bastantes años lo hice.
Se levantó y se fue a la habitación, cuando llegué salía de lavarse los dientes, estaba furiosa, ni siquiera antas de curarse la vi tan sacada, no le dije nada y entre yo, pugnaba por no llorar, no quería que se diera cuenta que estaba sufriendo tanto o más que ella, pero es que yo no elegí qué las cosas fueran como son, yo amaba a la chica que quería proteger, la que acariciaba sintiéndome su igual, la que me daba esos besitos con la inocencia con que lo hacía, y me movía todo el piso nada más sentirlos, pero ¿que tenía que ver con una millonaria codiciada por medio mundo?
Salí del baño y no estaba en la cama, la llamé y no contestó, esperé un rato y me empecé a intranquilizar, me levanté, fui a la cocina no estaba, en la sala tampoco, mi escritorio quizá fue a romper algo, tampoco estaba, me quedaba la otra habitación, en la que no quiso dormir el primer día, entré y allí estaba acostada.
- ¿Qué haces aquí, porque no te acostaste en nuestra cama?
– Porque me tengo que acostumbrar a dormir sola, y porque esa es tu cama, no sé de dónde sacas lo de nuestra.
– Mira Ana, no te pongas en caprichosa, yo no tengo la culpa que las cosas se pusieran de esta manera, pero mientras estés en esta casa vas a dormir conmigo, sea en la cama que sea. - Y diciendo eso me metí en la cama con ella. Se revolvió furiosa y se fue a mi habitación.
La seguí y volví a meterme en la cama a su lado
– Puedes elegir el sitio que quieras, pero hoy vas a dormir conmigo. – y me acosté a su lado.
Se quedó quieta sin decir nada, le pase el brazo por la cintura como siempre y me lo saco de mala manera y se separó más a la punta de la cama; me dolió, las lágrimas me brotaban y no podía evitarlo, trataba de aguantarme para que no se diera cuenta, hice todo lo que pude, pero no pude evitar un sollozo, pensé que estaba dormida pero no era así, salto de la cama y prendió la luz, estaba rabiosa, se arrodilló en la cama y me grito.
– ¿Y ahora que mierda te pasa, de qué lloras? si lo que quieres es destrozar tu vida y la mía lo estas consiguiendo, porque tú me quieres tanto cómo te quiero yo, no lo puedes negar, a ver ¿qué es? ¿Acaso estando conmigo no te van a dar el puto doctorado?
Negué con la cabeza, no podía hablar, no la reconocía, parecía una leona enfurecida.
– Entonces si no es eso, ¿es que te da miedo que digan que eres lesbiana? ¿Toda una psicóloga sacrificando su vida y la mía por lo que dirán?
¡No es eso! Me importa una mierda que sepan que soy lesbiana, aparte que no se si lo soy, porque a la única mujer que quiero es a ti. - Le grité
¿Y entonces qué coño te pasa para echarme de tu vida de esta manera?
– ¿Pero no te das cuenta? ¿no escuchaste lo que dijo el abogado, cómo que yo te estaba influenciando por tu dinero? ¿estas segura que lo que se te ocurre que es cariño, no es simplemente por haber sido la que estuve a tu lado cuando estabas mal? No te creas que lo que dijo está tan desacertado, tranquilamente te pude haber manipulado, lo hacen los de las sectas: ciertos curas: seudo brujos ¿porque estas tan segura que una psicóloga no lo puede hacer?
– Simplemente porque no lo hiciste.
. – A ti te puede parecer que no lo hice, tenemos un código de ética que es no involucrarnos con los pacientes, yo no lo respeté; ¿Quién va a ser el que no piense que estoy atrás de tu fortuna?
– Yo no me lo creo y con eso me basta, y los demás que piense lo que se le de la gana.
– ¿Y tú estás tan segura que no te manipulé, que no me aproveché de ti porque estabas cómo estabas, ¿o te crees que el psicoanálisis es tan inocente?
Me miró cómo si yo fuera tonta, y empezó a hablar.
– Sara, ¿Cuándo me hiciste una puta sesión de psicoanálisis? ¿sabes lo que hiciste? Cuando llegaste pensé que eras cómo todas, que querías que te contara todo lo que había pasado igual que todas, y pensaba no hacerte caso igual que a todas; pero tu viniste me plantaste dos besos y te pusiste a hablar de cualquier cosa, como si fuera una persona normal, cuando pusiste esa música en ingles que te gusta y me dijiste que tenía que aprender inglés para cantarla contigo, tenía que dar vuelta la cara para que no me vieras reírme, yo estuve viviendo en Inglaterra cuatro años y lo hablo perfectamente, y tu parecía que estuvieras hablando en Esperanto.
Cuando te metiste por primera vez en mi cama y te tiré abajo, me dio mucha pena porque me di cuenta cuanto tratabas de hacer por mí, y cuando te tuve al lado me hiciste sentir por primera vez la calidez de una compañía. Era la primera vez en mi vida que sentí que alguien hacía algo por Ana la persona, no por Ana la enferma.
Después, eso de la pintura no te lo creí, pero me hacían gracia, tus ocurrencias y me empezó a dar gusto poder pintar para ti. Primero te sentí cómo amiga, pero después me di cuenta que eras mucho más y fui por ti, no pedía mucho, solo poder estar más tiempo a tu lado, cuando estoy contigo siento que no estoy sola en el mundo, que tengo quien me protege y tengo a quien proteger, que pertenezco a alguien y tengo a alguien que me pertenece. – paro un poco pretendió secarse las lágrimas, pero era inútil salían sin control, tanto cómo me salían a mí – creo que me equivoqué no tengo nada que proteger y nadie me pertenece; ¿sabes? fue una linda ilusión, pero hubiese preferido que me dejaras cómo me encontraste, ahí estaba sola, pero nadie podía lastimarme, conseguiste sacarme de la nada y cuando creí tener todo me quedé sin nada otra vez.
¿Sabes qué pasa? Tú tienes una hermosa familia que no se si te la mereces, siempre te sentiste querida, nunca te sentiste olvidada del mundo y no tuviste que hacer nada para ganarte ese cariño; ¿sabes? ¡Yo sé que me quieres! Pero no tienes los suficientes redaños para arriesgarte por mí; para ti no valgo ni siquiera una simple licencia de psicología, quizá estoy equivocada y no es tanto lo que me quieres.
Tu sacaste mis miedos, yo no puedo sacar los tuyos, así que me voy.
Se bajó de la cama y se puso a buscar su ropa.
Las lágrimas me salían como una regadera, la miraba y no entendía, ¿esa era la niña que yo quería acostumbrar a caminar por el mundo? ¿la chiquilla vulnerable que tenía que proteger de las decepciones?
Me había dado un repaso que me dejó de vuelta y media, y lo peor que tenía razón.
Que no me sintiera con fuerzas para pelear contra el qué dirán, era una vergüenza, y para una psicóloga aún más.
Es que también era cierto, que nunca tuve que luchar para hacerme querer, ¿será que tengo miedo de tener que luchar para querer?
Me salí de la cama y fui a por ella
– ¿Qué haces, a donde piensas ir a estas horas? – pregunté
– Hay hoteles, ya me arreglaré, me tengo que acostumbrar a dormir sola, y a vivir sola.
– Tú no te vas a ninguna parte, y si te vas, me llevas.
– Sara, olvídate del rol de tutora porque ya no lo eres, así que dime porque te tengo que hacer caso.
– Por esto – la atraje hacia mí y le di el beso que hacía tanto tiempo que estaba deseando – tú de mí no te separas más – se quedó mirándome furiosa, y me soltó una hostia que me dio vuelta la cara.
Me quedé mirándola sorprendida, nunca creí que podía reaccionar así, y nunca se me había ocurrido que los ojos podían hablar; Pues los suyos, ¡sí! lo hacían, de la furia fueron pasando a la sorpresa y de ahí a una calidez que se transformó en pura ternura.
Se abalanzó a mis labios mientras nuestros ojos no paraban de soltar lágrimas
Caímos en la cama besándonos desesperadamente, era una terapia de besos, para borrar la amargura de los últimos momentos, sus lágrimas bañaban mi cara pero no dejaba de besarme.
-Ana por favor para que tus lágrimas me están haciendo arder los ojos.
- Pues jodete, no me hubieses hecho llorar. – me contestó así, pero empezó a beberlas mezcladas con las mías.
Yo quería buscar su boca, ella no sabía besar, pero mi lengua fue enseñándole con prepotencia, la delicia de unirnos de esa manera.
Cuando paramos para respirar, me preguntó.
– Sara, ¿estas segura de que me amas? Pregunto con miedo.
– Estoy más que segura, estaba esperando que llegara este día para decirte todo lo que te amo.
- ¿Pero entonces qué fue todo eso, porque no me lo dijiste?, yo también esperaba este día para demostrarte que no quería a Sara la psicóloga, quería a Sara la mujer.
– Es que yo me muero por ti, por la Ana que le gusta pintar, que se me mete entre mis brazos y cuando la abrazo roza su cara contra la mía y me mima y se deja mimar, y de golpe me encuentro con una mujer llena de millones, a la que pronto van a venir a cazar, y para colmo me van a acusar de haberme aprovechado de ti.
– Tu nunca te aprovechaste de mí.
– En este momento me estoy aprovechando y no pienso parar, después pienso como defenderme de las acusaciones. – Mientras la emprendía a besos nuevamente.
– No dejes de aprovecharte que después te ayudo a defenderte.
Raramente, lo que más me motivaba, no era el apetito sexual, casi no pensaba en eso, sentía que se me estaba llenando el cuerpo, con todo ese amor que me brindaba, era una sensación de euforia que se colaba por cada poro.
Nos estuvimos besando y acariciando hasta el cansancio, yo tenía ganas de más, pero quería ir de a poco, ella experiencia sexual no tenía y yo con mujeres tampoco, teníamos que ir despacio y esperar que se diera naturalmente, y así entre besos nos dormimos.
La alarma estaba puesta a la hora de siempre, cuando sonó, me desperté y estaba sola, me levanté rápidamente a recorrer la casa buscando a Ana cuando llegué a la cocina, la encontré preparando el desayuno.
– Vida ¿te levantaste a preparar el desayuno?
- ¡Si! mi mujercita se tiene que ir a trabajar y quiero que vaya desayunada cómo la gente
– Pero podías haberte quedado durmiendo un poco más. – Mientras le daba un beso.
Sara ¿me perdonas la bofetada de ayer?
Amor, es la bofetada más merecida, y la que me hizo darme cuenta que tú eres más importante que una licencia y todo lo que la gente pueda pensar, ahora que está claro voy a luchar para merecer tu cariño.
No tienes que luchar nada, esa guerra ya la ganaste hace tiempo.
Uhm…mejor no me dejo estar, va a ver muchos zánganos revoloteando este panal, y esa miel la quiero para mi sola, por eso no hace falta que te levantes a la hora que tengo que ir a trabajar.
– No importa, después te hago trampa y me acuesto de vuelta, no se a lo que llamas panal, pero no creo que a ti te falte y tu miel también la quiero para mi sola, y mientras tanto mira los besos que me gano.
– Me da gana de hacer trampa a mí también así me ganaba los tuyos.
- ¿Y porque no lo haces?
– No, no puedo faltar, no es justo después de todo lo que hicieron por nosotras.
– Por mi dirás.
– Si es por ti, es por nosotras, aparte tenemos que ver cuando celebramos todo.
– Todo, ¿Qué es todo? ¿que ya no soy paciente del hospital?
– ¡Todo es todo!, que tienes donde vivir, con quien vivir, y también que no eres más paciente.
- ¿Le vas a decir que somos novias?
– Cielo, ellas sabían antes que yo que estaba enamorada, y que te lo iba a decir, así que, si vas a vivir conmigo, aunque no se lo diga, lo van a adivinar.
– ¿Entonces de verdad no te importa que sepan que estas de novia con una mujer?
– Sí que me importa, me importa que sepan que estoy de novia con la mujer que amo.
– Sara, vete a trabajar porque si no te secuestro, y hasta que no se me gasten los morros no dejo de besarte. – Lo dijo con los ojos llameando, se le notaban las ganas de hacerlo.
Llegué al trabajo; pasé de todas, quería terminar rápido para conversar con tranquilidad, cuando llegó la hora del refrigerio, firmes las tres para escuchar las últimas novedades. Marina estuvo cuando Rafael preguntó por la dirección y la contestación que yo había dado, por eso la primera pregunta era de ella.
– Y ¿arreglaron dónde va vivir?
– En mi casa, ya lo dije ayer. - Dije para hacerme la despistada. Todas estaban esperando, parece que habían comentado lo que pasó el día anterior
– No, yo digo si ya eligió el sitio para ir.
– A si, a mi casa – haciéndome la tonta – le gustó y dijo que se iba a quedar ahí por lo menos hasta que se nos ocurra mudarnos.
– Entonces le dijiste. – Saltó Fernanda
- ¿Tenemos doble festejo? – Preguntó Julia
– Por mí, puede ser doble o triple, nunca voy a tener otra oportunidad de festejar algo que me haga tan feliz.
Me felicitaron, estaban tan contentas como yo, Quedamos el sábado a la noche; sabía que Marina lo tenía comprometido siempre, pero en honor de nosotras, ese día iba a acompañarnos.
Llegue a casa y me esperaba una catarata de besos, se me ocurrió que había dejado de ser un simple departamento, que ahora se parecía más a un hogar, Ana me tenía todo preparado para una ducha, le sugerí si salíamos a tomar un helado y estuvo de acuerdo, el día estaba diáfano, había que aprovecharlo que pronto llegaría el otoño, y quizá no estaría tan lindo para pasear.
Fuimos en plan de novias, agarradas de las manos, pero sin hacer alarde de eso, la gente ya estaba acostumbrada y ya no se asombraba de esas cosas, igual no se nos daba por andar a los besos por ahí, teníamos tiempo en casa; aunque en la heladería, sentadas en una terraza solas, caímos en la tentación de intercambiar los helados de la manera más dulce, robándonos de la boca, era una paradoja, el que besos tan fríos, pudieran calentarnos tanto.
Cuando volvimos, la cena ya estaba preparada, y solamente tenía que calentarla, cenamos tranquilas, robándonos besos de vez en cuando, limpiamos todo y nos sentamos a ver TV.
Ana se sentó en el sillón grande se abrió de piernas y me hizo sentar entre ellas, como era más alta me tenía agarrada por la cintura y apoyaba su cara en mi hombro, sus labios recorrían mi cuello y me daba tanta sensación de placer, que tenía que esforzarme para no tirarme sobre ella y probar a hacer lo que me saliera. No es que no conociera la teoría, pero practica con las mujeres ninguna, con los hombres muy poco, y un poco obligándome para comprobar si no era asexuada,
Por los impulsos que me daban, se ve que asexuada no era; me daba vergüenza que Ana pudiera notar la humedad en mis bragas.
Se terminó la película, y se terminó ese dulce tormento, o más bien se pospuso hasta acostarnos, Ana me atrajo contra sus pechos y me acariciaba la cara mientras me besaba la frente y cuando se le ocurría me metía unos besos que me elevaban la temperatura a marcas de internación, le enseñé a jugar con la lengua y ahora me recorría todo el interior de la boca sin dejar nada sin degustar, yo tampoco me quedaba atrás y ya conocía la de ella por todos los rincones.
Nos quedamos dormidas abrazadas, a la mañana me levanté me pasé al aseo, Ana ya estaba haciendo el desayuno, se levantó antes y se había duchado, había dejado las bragas en la bañera, y por curiosidad las agarré las vi mojadas las olí y note qué no era pis, parece que, aunque no lo diga tiene las mismas ganas que yo.
No pensaba decirle nada, pero me dio la idea que tenía que avanzar más apurada, me recibió con un beso apasionado.
– Uhm… así da gusto levantarse, lástima que no da gusto irse.
– A mí tampoco me da gusto que te vayas, esta noche soñé contigo.
- ¿Qué soñaste, algo lindo o feo?
– Raro, no me acuerdo bien, pero sé que me gustó, lo raro es que me mee un poquito.
– Bueno, en los sueños a veces pasa, lo principal es que te gustó, la próxima vez que sueñes ya sé, si me despierto, te voy a vigilar el coñito para que no te pase.
– Boba, el coñito te lo voy a vigilar yo a ti, que hoy te quedas toda la noche y no sea que te hagas pis soñando con alguna otra paciente.
– Desde que se fue la paciente más linda, no tengo lugar para soñar con ninguna otra.
– Mas te vale, te voy a tener que poner custodia para que nadie te robe
- ¿Y tú, no tienes miedo de quedar esta noche sola?
– No, ahora no me da miedo, lo que me va a dar es aburrimiento si tu no estás.
-Mira, te voy a dar algo para que te entretengas, y para que sepas como llegué a enamorarme, pero prométeme que vas a tener en cuenta que eso lo fui escribiendo en el momento que iban pasando las cosas y quizá hay cosas que no te gusten, pero es lo que pensaba, y no lo que pienso ahora. Es lo mismo que tu rompiste esa noche, pero esto está escrito para recordarlo yo y no para la maestría.
Fui a buscar la especie de diario particular, y se lo di.
-Te lo dejo porque no quiero que haya ningún secreto entre nosotras, y para que conozcas todo lo bueno y lo malo mío, porque te ganaste ese derecho; acuérdate que te amo.
- Lo se Sara, y lo que pueda leer aquí no va a cambiar lo que siento por ti, y si estoy en tu casa es porque me amas.
– Ana, habla bien, “en nuestra casa”, que te quede.
– Si, perdona, en nuestra casa – repitió abrazándome y besándome con pasión – sabes, a veces me parece imposible que haya encontrado mi lugar en tu mundo.
– Pues ya lo sabes, y yo no voy a dejar que te vayas de el porque mi mundo es el tuyo. – Nos despedimos sin ganas de hacerlo, pero no había más remedio.
Pasé el día como siempre, la misma rutina, al mediodía siguieron las preguntas, de cómo iba nuestra relación y esas cosas, todo sin importancia, tampoco se querían inmiscuir tanto en mi vida. La tarde la pasé haciendo pequeñas cosas, supervisando; en fin se me fue pasando la hora, pensando que tenía que apurar el proceso, Ana no tuvo las experiencias que da el interactuar con chicos de la edad de ella cuando era adolescente, ahora era una mujer sin ningún conocimiento en cuanto a sexo se refería, pero el cuerpo pide, y aunque no lo sepa, está experimentando los síntomas normales del amor, iría con cuidado pero tenía que llegar a consumar ese amor, por ella y porque ya no aguantaba más las ganas de hacerme dueña de ese cuerpo.
A eso de las diez fui a comer un bocado y la llamé, me contesto enseguida, pero la note nerviosa.
– Sara, mi amor por fin, pensé que no ibas a llamar. – notaba los nervios en su voz.
– Como no te iba a llamar corazón, es que estuve ocupada con cosillas que no puedo dejar de hacer, ¿Cómo estás?
– Bien, extrañándote mucho, tu cas……. Nuestra casa está muy vaciá cuando no estas; estoy leyendo tus apuntes y no te conocía tan tramposa, pero eres mi adorable tramposa.
-Título de película cursi.
- Es que todo lo que pienso de ti es cursi, a ver si cuando vienes lo remedias que estoy muy solita.
– Amor, ¿tienes miedo? Si quieres te mando un taxi y te vienes para aquí, yo podría ir a buscarte, pero quedaría mal abandonar mi puesto.
– No cielo, de verdad no tengo miedo, es que me acostumbré tanto a sentirte a mi lado, sentir tu cuerpo, que te pienso y me da escalofríos, algo así… en el estómago, no sé qué… no lo entiendo, pero no es miedo, creo que es necesidad de ti, te amo.
Si supiera como se ponía mi estómago y algo más al escucharla decir eso, me daba ganas de salir corriendo, si a ella le daban escalofríos a mí me estaban dando escalocalientes.
– Anita por favor, trata de dormir, mañana voy a estar para ti, me vas a tener todo el tiempo que quieras, mira que yo también cuando pienso en ti, me pasa lo mismo.
Seguimos hablando todo el tiempo que estuve en la cafetería, al fin cortamos, pero sin ganas, volví a mi trabajo pensando que a lo mejor no tenía que ir con tanto cuidado. Esa noche traté de dormir un poco en el cuarto para descanso del personal, pero no pude, pensaba en ella y se me pasaba por la cabeza que ella quizá estaba pensando en mí. Soñaba con recorrer su cuerpo a besos, no dejar ningún lugar que mis labios no besaran, la excitación me recorría el cuerpo y hacía sudar mi vagina, pensé ir al baño a masturbarme, pero me pareció una guarrada, se me ocurrió que sería como meterle los cuernos.
Me levanté y me puse a digitalizar algo de lo que quedaba sin hacer, después que dejé de hacerlo en el cuarto de Ana; no era el mejor remedio para lo que me pasaba, pero por lo menos desviaba un poco mis pensamientos libidinosos.
A la mañana como siempre, primero llegó Marina, vio el trabajo que había hecho y se extrañó.
- ¿Qué pasó? Parece que el amor te volvió muy activa. - Me saludo riendo.
– Y sabes, una cuando ya es familia tiene otras responsabilidades.
– Mira que la que es familia tuya, no necesita que trabajes mucho, no dejes que te explote.
– Si claro, empiezas a vivir de tu pareja y terminas siendo un parasito. – conteste entre risas.
Seguimos tonteando un rato, y seguí con mi tarea, hoy no tenía consultorio, por lo que podía ir con más calma.
Me tomé un momento para llamar a casa, estaba a la expectativa y me agradó.
– ¿Como estas, se te paso eso, Pudiste dormir?
– Eso no se me pasó, pero pude dormir, volví a soñar contigo y me pasó lo mismo que ayer, creo que un poco peor, me da vergüenza decirte, pero si te sigues metiendo en mis sueños, voy a tener que usar pañales.
– No te preocupes, vas a ver como solucionamos eso, corazón ahora tengo que seguir atendiendo, a eso de las tres llego, no me hagas comida porque voy a picar un poco aquí.
– Que pena quería comer contigo, pero vas a estar muy cansada.
– No te pongas triste que esta noche voy a estar toda para ti; y tú para mí que no la vas a llevar fácil.
– Te espero, y confió que no me la vayas hacer fácil.
Llegó la hora de la junta, porque ya era eso, ahí entre las cuatro tratábamos los problemas que surgían, y dábamos opiniones para solucionarlos, claro que siempre en referencia con la salud, no era que nos metíamos con el funcionamiento del hospital, eso lo manejaba mi padrino y la gerencia administrativa.
Ese día el tema era donde íbamos a festejar, Fernanda dado uno de los motivos que festejábamos sugería ir a un bar de ambiente, Marina le contestó que ni borracha, no tenía nada contra la homosexualidad, pero el que la iba a buscar, ahí no se metía ni atado, otro día si queríamos quedábamos, que también tenía curiosidad de conocerlo.
Al fin Julia nos convenció a ir a un restaurant muy bueno y discreto, donde la íbamos a pasar bien, y después si queríamos podíamos ir al dichoso bar, que esos estaban hasta más tarde, pero también nos dijo que le parecía, que todavía no era apropiado meter a Ana en un sitio de esos.
Fernanda se dio cuenta que Julia tenía razón, así que quedamos en encontrarnos en el restaurant. Yo aproveché a comer un poco y cuando terminamos le entregué a Marina la constancia de lo ocurrido en la guardia, y me despedí hasta el otro día.
Cuando iba para casa pensaba en lo que le dije a Ana, sobre que esa noche me iba tener toda para ella, pero yo la iba a tener toda para mí, ahora pensaba si no era mejor esperar hasta después del festejo, sería como cuando te casas, la noche de casamiento; me gustaban las dos cosas, esta noche porque estaba primero y mañana porque era más emotivo.
Apenas pasar la puerta Ana me tiro para dentro y mientras cerraba la puerta con una mano, con la otra me agarró de la cabeza y me estampó un beso que me dejó sin aire.
– Estas muy cansada ¿verdad, pudiste dormir bien, soñaste conmigo?
– Espera, espera, no dormí ni bien ni mal, simplemente no dormí, así que no pude soñarte, pero pensé que me vas a tener que acompañar en las guardias, para que pueda dormir un poco, porque yo también me acostumbre mucho a sentir tu cuerpo.
– Pobrecita, se ve que estas cansada, te tengo preparada la bañera y te das un buen baño de inmersión y vas a ver cómo vas a dormir relajada, yo te cuido ¿sí?
– Si tú lo dices así será.
Sin más, me cargo en brazos y me llevó al baño, era cierto estaba la bañera llena y el aroma a sales de baño, le daban un toque erótico que me encantaba, aunque creo que en ese momento hasta a un tenedor lo encontraría erótico.
Se sentó en el wáter y se me quedó mirando mientras me desnudaba, creo que era la primera vez que me veía completamente desnuda. Me miraba sin ninguna vergüenza, tampoco tenía porque tenerla, pero de alguna manera me incomodaba, me pareció que estaba en inferioridad de condiciones.
- ¿A sí que hace rato me habías echado el ojo y lo disimulabas?
Aquí llegamos a la encrucijada, un camino termina en “y fueron felices y comieron perdices” El otro es, que después de todo lo que pasaron, arreglarlas con perdices solamente me parece una falta de sensibilidad, elijo el segundo y veremos lo que sale.