La criada negra
Se subió a la escalera para limpiar y yo le vi las bragas, ella se fue a su abitacion yregreso nuevamente, se suvede nuevo a la escalera pero no tenia mas las bragas.
Este relato sucedió cuando llegó a trabajar a mi casa una negrita, con la que cogí mucha confianza, llegando incluso a tontear mucho con ella, rozándonos a veces más de lo normal. Se llamaba Carla, era alta, rellenita, brasileña, de buenos pechos y culo.
Llegó un día el cual me quedé solo en casa, Carla se puso a limpiar, y llegó el momento que se subió a la escalera y se puso a limpiar los altos de un mueble, al verla, yo me quedé embobado mirando sus piernas, era bastante descarado. Absorbido por la excitación, me acerqué más, llegando a verle sus bragas blancas, Carla se dio cuenta, pero continuó como si no se hubiera dado cuenta, se mantuvo en la misma posición.
Al rato ella se bajó de la escalera, disimulé, y se fue a su habitación, momentos después regresó y otra vez se subió a la escalera, volvió a colocarse en el mismo sitio, separo igual que antes un poco sus piernas, y me puse a mirarla, se había quitado las bragas, estaba muy excitado, mirando y poniéndome cada vez más caliente.
Minutos después le dije que se bajara, mella lo hizo, después le ordené que me siguiera, me metí en mi cuarto, ella entró después, e inmediatamente nos empezamos a besar suavemente, sintiendo sus labios, su lengua, saboreando. Seguidamente le quité su vestido y quedó totalmente desnuda, pues no llevaba sujetador, por lo que ante mí tenía a aquella negrita desnuda por completo, con sus grandes pechos y su coñito con pocos pelos rizados. Acariciaba y besaba sus tetas, con la otra mano recorría su clítoris, ya muy mojado, después la recosté en la cama, empecé a besarla, para después recrearme en su cuello, posteriormente pasé a sus senos, grandes, duros, muy apetecibles, después bajé por su vientre, le separé las piernas y fui bajado besándola, llegué a su entrepiernas, empecé a lamer sus ingles, ella se retorcía de placer, después pasé la lengua un par de veces por toda su raja, jugué con sus labios, posteriormente pasé a su abertura de la vagina, penetrándola con la lengua, Carla tomaba mi cabeza y la apretaba contra su sexo, finalmente empecé a lamerle el clítoris, lo que sin mucho tiempo de espera hizo que se corriera.
Tras su orgasmo, me desvestí rápidamente, Carla se arrodilló delante de mí, agarré mi pene, ella abrió lentamente la boca, y le metí mi polla, comenzó a saborearla, y con una de sus manos había cogido mis testículos, los masajeaba suavemente, con la otra mano me masturbaba lentamente mientras metía mi polla en su lengua hasta la mismísima base, su lengua se paseaba por la superficie de mi glande, después sacaba la polla de su boca lamiéndome en ese camino y besaba la punta, la mordía suavemente por fuera y después la volvía a tragar, acompasando sus manos, su lengua, su boca. Carla comenzó a aumentar el ritmo de la mamada, era maravilloso, y no pude aguantar mucho más, abrí las piernas para no perder el equilibrio, me flexioné un poco y lancé la primera descarga en su boca mientras gritaba de placer, Carla liberó un poco la presión sobre mi pene, continuo chupando lentamente mientras le inundaba la boca de semen, el cual se tragaba. Siguió mamándomela hasta que no quedó ni una sola gota, sacó la lengua y me limpió completamente el pene.
Descansamos un rato, hasta que empecé a pasar mi pene sobre su raja, al rato logré ponerla nuevamente dura, sobé la cabeza de mi verga en su raja otro poco hasta que ella me rogó que se la metiera. Me acosté boca arriba y le indique que se sentara poco a poco para que se penetrara gradualmente, abrió sus piernas y se puso sobre mí, podía ver su raja abierta dispuesta para ser perforada, casi no se distinguían sus pelos por el color de la piel.
Ella se aproximó a la cabeza de la verga, se la colocó en la entrada y desapareció entre sus labios gruesos, entró hasta algo más de la cabeza, después fue empujando sin detenerse hasta que toda la verga desapareció en su interior. Sonrió placenteramente, a la vez que cabalgaba sobre mí, haciendo círculos, de delante a atrás, más lento, más rápido, hasta que pasados unos minutos ambos llegamos al orgasmo.
Pasado un lapso de tiempo ella se levantó, se fue a asearse al baño, y continuó con la limpieza, yo permanecí un rato más descansando en la cama.