La Criada
Una criada y una cocinera son forzadas por varios hombres después de una jornada de caza.
Era una mañana lluviosa de domingo, Carmen la cocinera y yo nos encontrábamos preparándo la comida para el señor y sus invitados.
Lo primero es presentarme, mi nombre es Marina tengo 19 años y trabajo como asistenta del hogar para una familia de clase alta. Ese fin de semana, Carmen la cocinera y yo, nos habíamos desplazado a una finca en el campo donde mi jefe había organizado una jornada de caza con algunos amigos.
Yo llevo solamente unos meses trabajando para esa familia formada por el padre Ginés, empresario de 62 años, su esposa Margarita de 55, y sus hijos Enrique de 25 y Eva de 22. Eran una familia muy tradicional, religiosa, muy educados y su trato hacia mi era exquisito. Eran la clásica familia perfecta. Carmen tiene 53 años, lleva trabajando para ellos desde hacía mas de treinta años cuando los señores se casaron.
Mientras preparábamos la comida para el señor Ginés y otros tres amigos que habían ido a cazar, Carmen me puso al dia de esas fiestas. Resulta que detrás de esa cara de padre de familia ultracatólico del señor, se escondía un auténtico golfo y putero, y que siempre que venían a pasar una jornada de caza, luego traían a unas prostitútas de un club que se encontraba a unos kilómetros de aquí, y montaban orgías, y que la señora Margarita sabía de todos esos vicios del señor pero que lo escondía y hacía parecer que todo era perfecto.
A mediodía llegaron los cuatro hombres empapados por la lluvia y se acercaron a la chimenea para secarse. Había dos hombres que eran mas o menos de la edad del señor, y luego había otro que era mas joven, calculo que rondaría los cuarenta y pocos años. Tomaron un vino y un aperitivo mientras se secaron y preparamos la comida.
Mientras les servíamos la comida debatiendo sobre la jornada cinegética que habían tenido, bromeaban y soltaban alguna que otra bravuconada, noté como el mas joven de los hombres, que se llamaba Cristobal no me quitaba la vista de encima y se fijaba en mi culo y mi corto vestidito de criada. De hecho mientras servia al hombre que estaba a su lado noté como la palma de su mano iba directa a mi culo, no supe como reaccionar.
-Oye Ginés, veo que ha mejorado el servicio. (Dijo el muy cerdo riéndose)
-Si, es la chica nueva... se llama Marina... y además de ser muy buena y servicial es muy guapa. (Se rieron todos)
-Ya lo creo, ni mas ni menos que esa vieja gorda que había antes... como era... ¿Esperanza?
-Si Esperanza, la pobre se jubiló en verano... fue muy buena la quisimos mucho.
-Pues amigo mio, permitemé que te diga que has ganado en el cambio. (Todos se volvieron a reir)
Terminaron de comer, les servimos el café y se pasaron a otra habitación aledaña para jugar a las cartas. Era un enorme salón con sofás, sillones, una enorme mesa de billar, y diversas cabezas de animales disecadas en las paredes. El señor me llamó.
-Marina, haz el favor... deja que Carmen recoja la mesa y friegue los platos, y tu sirvenós unas copas de coñac y traenos unos puros.
-Ahora mismo señor.
Justo cuando pasaba con la bandeja con las bebidas y los puros, uno de los otros dos hombres, Sebastián, estaba muy cabreado hablándo por teléfono.
-No jodas, ¡como que no venís!... Siempre nos portamos de puta madre con vosotras...
-¿Qué pasa Sebastián? (Preguntó el cuarto hombre en cuestión)
-¿Qué Pasa Joaquín? ¡Las zorras que dicen que no vienen!
-¿Y eso?
-Que dicen que el camino está embarrado y no pueden llegar hasta aquí.
-Joder, pues cojo el todoterreno y voy yo a por ellas.
-No, no hace falta dijo Cristobal. (Mientras me hizo un gesto para que me acercara).
-Oye Marina... ¿Como es que una chica tan joven como tú es asistenta del hogar?
-Pues por la crisis señor, no tenía otra cosa y necesito dinero...
-Y... ¿Te gusta la caza Marina?
-No se señor... supongo que si... nunca he cazado... mi padre era cazador en el pueblo...
-Mira... te voy a enseñar una cosa...
Sacó su móvil y empezó a enseñarme unas fotos que tenía con diversos animales abatidos.
--¿Ya vas a enselarle tus trofeos?
-Claro Ginés, me ha caido muy bien tu asistenta y quiero que vea lo buen cazador que soy. (El resto volvieron a reirse).
-Mira Marina este soy yo con... un jabalí... aquí con un ciervo... también con un corzo... Y mira... ¿Qué es esto?
-Eso es un zorro señor.
-Muy bien Marina... también tengo fotos con zorras... mira..
En ese instante comenzó a pasar fotos, sacadas en la misma habitación donde nos encontrábamos, y en las que posaba desnudo con chicas también desnudas posando como si de trofeos de caza se trataran, incluso posando con el rifle y las escopetas y todo. Al mismo tiempo comenzó a manosearme el culo, pero esta vez por debajo del vestido, me quedé de piedra.
-¿Ves?... Tu con ese cuerpo eres una cervatilla... (Continuó manoseándome)
-No... por favor... se lo suplico... dejemé... señor... déjeme ir... no le diré nada a la señora... pero no me hagan nada por favor...
Al intentar resistirme tiré una bandeja con vajilla, el ruido llamó la atención de Carmen que llegó al instante.
-¿Qué pasa?... ¿Se ha roto algo...?
-Mirar, ya está aquí la otra y vosotros os quejabaís de que no había putas...(Mientras decía esto Cristobal comenzó a buscar mi rajita por debajo de las bragas)
-No... señor... no nos hagan nada por favor... (Ahora la que suplicaba era Carmen)
Por fin el señor Ginés empezó a hablar despues de ver todo callado desde que Cristobal empezó a meterme mano.
-Está bien... no os vamos a hacer daño... pero os vamos a follar... si no es por las buenas, será por las malas... y entonces si que os podemos hacer daño... vosotras portaros bien y nada malo os pasará.
Nos ordenaron desnudarnos, las dos entre sollozos obedecimos sin rechistar. Nos quedamos completamente desnudas, yo con mi edad tengo un físico bonito, soy alta, morena, pelo largo, delgadita, culo firme y con dos tetitas mas bien pequeñitas, puntiagudas, con dos pezoncitos marrones y muy pequeñitos también, y con mi rajita completamente depilada porque así le gusta a mi novio. Por su parte Carmen, tampoco tenía mal cuerpo a pesar de su edad y de haber tenido ya tres hijos. Ella es mas bajita, y rechoncha, sin llegar a ser gorda, el pelo corto y rojizo, y muy blanquita de piel, con dos tetas grandes y algo descolgadas, y dos pezones rosaceos y bien gordos en su interior, parecían dos rodajas de choped, su conejito estaba cubierto de vello negro.
-Mirar chavales tenemos variedad, una joven y otra madurita, tetitas pequeñitas y tetas gordas, alta y bajita, coñito depilado y coñito peludo...(Dijo Cristobal relamiéndose)
Los hombres nos obligaron a besarnos entre nosotras y a acariciarnos, estábamos muy asustadas y llorando, Carmen hizo de madre protectora e intentó calmarme, me dijo al oido que me calmara, que todo saldría mejor si estábamos tranquilas, me susurraba que cuando traían a las prostitútas por norma general no duraban mucho, eran viejos y con poco iban, además me dijo que no las hacían daño, solamente las follaban. La diderencia era que las prostitútas vendían su cuerpo y a nosotras nos iban a violar.
Mientras seguíamos besandonos y frotando nuestros cuerpos, los cuatro hombres se desnudaron, el señor Ginés estaba bién para su edad, era canoso y alto, y tenía una buena polla cubierta de vello, por su parte Sebastián y Joaquín tenían un desnudo horrible, bajitos, con enormes barrigas, uno con poco pelo y el otro completamente calvo, y con unas pollitas que apenas se les veían camufladas entre sus vellos púbicos, y sus panzas. Cristobal, el mas joven, por su parte era un hombre atractivo, tenía buen cuerpo, era alto y delgado pero fuerte y fibroso, además era guapo, rubio y con los ojos azules, y una enorme polla con vellos rubios, además de dos huevos enormes.
Nos mandaron arrodillarnos en el centro de aquel salón, mientras ellos cuatro de pie acercaron sus pollas para que se las chuparamos, el señor se empalmó y mostró una buena estaca que se chupaba Carmen, Cristobal la tenía morcillona y se la restregaba a Carmen por la cara, mientras yo alternaba las de Sebastián y Joaquín, que seguían flácidas, me daba asco ver a esos dos viejos gordos intentando empalmarse, las lamía y pajeaba, mi unica obsesión era que se les pusieran duras y que descargaran rápido para que todo eso se pasara.
-Ginés cabronazo a ti te ha hecho ya efecto el viagra, a nosotros todavía no.
-Es la zorra de Carmen que la chupa de maravilla...
-No si la cria esta la chupa muy bien también...
-Oye pues al final ha sido un acierto que no hayan venido las lumis, estas dos zorritas son muy guarras también.
Sus comentarios vejatorios y machistas hacían mella en nosotras, pero nos mentalizamos en que eso acabara de la mejor manera y rápida posible. Los dos viejos ya estaban empalmados, y Cristobal dijo que cambiaramos, quería que se la mamara yo. Acercó su enorme rabo a mi boca, la tenía muy dura y muy gorda, se le notaban las venas y tenía el glande completamente al descubierto.
-Vamos Marina chupala zorra... eso es... sigue chupando... oye no se te da nada mal para ser tan jovencita... se ve que ya te has tragado unas cuantas...
Ginés también acerco su rabo para que se lo chupara, mientras los dos gordos se llevaron a Carmen a un enorme sofá, la sentaron y ellos de pie se las seguía chupando.
-Muy bien Marina, chupamelá bien... joder que gusto... si te portas bien te voy a subir el sueldo sin que se entere mi mujer... oh dios que gusto... y a ti Carmen también te lo voy a subir...
Cristobal me empujó a otro sofá enorme, me tumbó boca arriba y comenzó a chuparme el coño, mientras el señor hacia lo propio con mis tetitas. La lengua de Cristobal comenzó a hacer que sintiera placer, además el hecho de que los dos hombres que me compartían estubieran mejor que los otros dos, empezó a relajarme y a olvidarme de que estábamos siendo forzadas, la lengua de Ginés hacía circulitos en mis pechos, además de vez en cuando mordía mis pezoncitos, por su parte Cristobal lamía mi chochito con muchas ganas y muy bien, se entretenía en mi clítoris, pasaba su lengua hacia arriba y abajo, hacia un lado y el otro, de vez en cuando la metía en el intetior de mi rajita y alternaba sus dedos con la lengua para propiciarme mucho placer. Nunca me habían comido el coño en mi vida como lo estaba haciendo aquel señor. Cerré los ojos y me dejé llevar, entre la paliza que me estaban dando mi jefe y su amigo, estaba a punto de correrme, a lo lejos podía oir los gemidos de Carmen y los otros dos hombres que se la habían metido ya. Cuando Cristobal notó que me empezaba a correr, movió sus dedos con mayor velocidad, Ginés por su parte me pellizcaba los pezones, Cristobal abrió la boca, acercó su lengua y lamió todos los jugos que empezaron a manar de mi chochito.
Estaba recobrándo la respiración cuando Ginés se tumbó en el sofá y me invitó a subirme encima de el y cabalgarlo, Cristobal se puso de pie y me acercó la polla a la boca para que se la chupara, lamí su enorme rabo desde el glande hasta la base, y también sus dos enormes huevos rojizos, que colgaban igual que dos campanas, Carmen estaba a cuatro patas mientras Sebastián la penetraba, se la chupaba a Joaquín.
-Espera preciosa... vamos a cambiar...
Me levanté, el señor me puso a cuatro y me empezó a follar, mientras yo continuaba mamandosela a Cristobal. Ginés me estaba follando muy duro, y Cristobal por su parte comenzó a ser el quien me follaba la boca, me agarró del pelo y me metió la polla hasta la campanilla, me daban arcadas, continuaba un fuerte mete saca, por su parte las embestidas y gemidos del señor me hacían presagiar que se iba a correr, como pude me zafé de la polla de Cristobal, para poder tener la boca libre y rogar al señor que no se corriera dentro.
-Señor... se lo suplico... no me lo eche dentro... por favor...
-Callaté zorra que te lo echaré donde quiera...
-No por favor... no haga eso...
-Dios que gusto... que buena estás zorra... y que apretadito tienes el chochito... ahh ahhh... me voy a correr.... me voy a correr... diosss...
-Se lo suplico... por favor... no se corra dentro de mi...
-Dios que pesada eres... no me voy a correr en tu coño... porque quiero hacerlo en tu boca... joder que gusto... ahh ahhh... date la vuelta zorra que me corro....
Obedeciéndo las ordenes del señor, me giré, me senté en el sofá y el acercó la punta de su polla hacia mi cara, abrí la boca y me preparé para recibir su corrida, era algo que me daba mucho asco, a mis novios nunca les dejé hacerlo, pero era una bendición comparado con poder qudarme embarazada de ese señor. En ese instante enormes chorros de leche espesa y caliente comenzaron a caer en mi boca, algunos llegaron a mi garganta, otros se quedaron en mi lengua, los escupí hacia fuera, y fueron cayendo por mis pechos, resbalando hacia mi vientre y mi coñito, también tenía lefazos en el pelo, los hombros y la cara, la corrida de ese señor fue enorme. Acercó su rabo a mi boca y me ordenó limpiarselo.
Estaba todavía intentando adaptarme a la situación, cuando Cristobal me agarró fuertemente del brazo.
-Ven aquí zorrita, ahora me toca a mi...
Me levantó del sofá y me llevó a empujones a otra parte del salón, cuando pasé junto al sofá donde Carmen estaba con los otros dos viejos, pude observar que estos acababan de correrse en las enormes tetas de la cocinera, rápidamente asimilé que solo quedaba por vaciarse Cristobal y entonces todo acabaría. Cristobal me llevó hasta la enorme mesa de billar, me sentó en el borde, se acercó y me la metió, su enorme polla entró de un fuerte empellón, pero con lo lubricada que estaba lo hizo con facilidad. Después de un buen rato me empujó y quedé tumbada boca arriba en la mesa de billar, se tumbó encima de mi, y me folló muy duro mientras chupaba mis tetitas.
-Joder Marina... dios que gusto... estas chorreando... que bien entra... y es verdad lo que decía Ginés... que apretadito tienes el chochito... que gusto joder...
Yo solo podía jadear y gemir, la verdad es que me estaba matando de gusto con esa enorme polla, el tio sabía usarla, tenía aguante, se escuchaba el ruido de sus enormes cojones contra mi cuerpo. Sus embestidas cada vez eran mas enérgicas y su respiración se entrecortaba, en ese instante me la sacó, ya estaba, se iba a correr y por fin todo iba a terminar.
-Date la vuelta putita... ahora... te la voy a meter por el culito...
-Nooo... eso si que no... por favor... no me haga eso...
-Eso me hace sospechar que además eres virgen por ahi...
-No... por favor... se lo suplico... señor Ginés digalé que no lo haga... por favor...
-Joder venir alguno aquí y ayudarme a sujetar a esta zorra...
En ese momento los dos gordos llegaron, apoyaron mi cara y mis tetas sobre la mesa de billar, Cristobal por su parte separó bien mis piernas, el señor Ginés me pegó unos cachetes en el culo, a lo lejos podía ver el rostro de Carmen, estaba llorando al verme llorar a mi, y me hacía gestos de complicidad para tratar calmarme y darme ánimos y fuerzas para aguantar lo que estaba por llegar.
Cristobal se arrodilló y noté su lengua en la entrada de mi ojete, lo comenzó a lamer, en ese instante sentí placer, pero tenía mucho miedo, nunca me habían dado por el culo y la polla de ese hombre era enorne tanto de longitud como de grosor, me iba a matar. Después de lamer mi culito durante un buen rato y estimularme el agujerito con sus dedos, Cristobal se escupió en la mano y se restregó la saliva en la punta de su polla, la acercó a la entrada de mi ojete y noté como me la empezó a meter. Lo hacía muy despacito, pero el dolor era inaguantable.
-Vamos Cristobal... que ya va por la mitad... (Dijo el señor Ginés)
-Si Ginés... voy a romperle el culito a esta zorra... dios que gusto joder... (,Los demás se rieron y mofaron)
-Ya... ya está casi... solo un poquito mas...
De repente noté como Cristobal metió todo el resto de su miembro en el interior de mi culito, el dolor fue indescriptible, di un grito enorme a lo que ellos se rieron, entonces Cristobal comenzó con un mete saca muy lento, me empecé a acostumbrar a la sensación, ya me dolía menos, cuando de repente la sacó y me la clavó toda de golpe, grité mucho, esto le excitó y mientras me decía que si me gustaba y lo volvió a hacer tres o cuatro veces mas, no me aguantaba, me temblaban las piernas. Cristobal sacó nuevamente su polla, estaba preparada para recibir otra vez el dolor, cuando para mi sorpresa me la metió en el coño, estuvo un buen rato follandome el coño, lubricándosela con los fluidos de los orgasmos que había tenido. De repente me la clavó de nuevo en el ojete y con lo lubricada que la tenía comenzó a follarme con dureza, de nuevo el ruido de sus enormes bolas golpeando contra mi culo sonaba cada vez con mas y mas fuerza. En ese instante el dolor se tornó en placer, un placer como no había sentido nunca y me empecé a correr de nuevo.
-Ahh... dios que gusto... me corro... me corro...
-¿Te corres zorra?... Sabía yo que esto te iba a gustar...
-Siii.... no pares Cristobal... no pares.... dios que rico...
-Vamos zorrita... eso es... correte... correte...
-Sii... me viene... me viene... ahhhhh...
Comencé a correrme, mientras escuchaba las risas del resto de los hombres, giré mi cabeza y me fijé en Carmen que seguía retirada en el sofá, su rostro ahora era de incredulidad, las embestidas de Cristobal iban en aumento, ahora si notaba que se iba a correr, y la verdad es que ahora estaba disfrutando. Noté una sensación caliente dentro de mi ojete mientras Cristobal gritaba a los cuatro vientos que se corría, se quedó un rato dentro de mi, hasta que me la sacó. La fuerza de la gravedad hizo que todo su semen, mezclado con un poco de sangre y restos de heces saliera de mi culito y cayera en el suelo haciendo un pequeño charco.
Me quedé un rato tumbada sobre la mesa de billar recobrando la respiración, y relajando los musculos de mis piernas y cuerpo de los espasmos que me habían dado. Cuando me recuperé, Cristobal nos puso de rodillas a Carmen y a mi en el centro de la habitación y se fotografió con nosotras como si de dos trofeos de caza nos tratáramos.