La creación del TransBurdel (V): Futuro brillante
Última entrega de la saga TransBurdel. Una última conversión, y un cierre a las diferentes historias de las y los protagonistas. Espero que hayan disfrutado de la historia en su conjunto. A mí me resultó terriblemente excitante escribirla. Ojalá haya tenido el mismo efecto en Uds. Felices pajas! :p
La creación del TransBurdel (V):
CAPITULO I
Tonya esperaba sentada en el lujoso sillón de la recepción del burdel la llegada de su primer grupo de clientes. Marcos manejaba su agenda, y para su iniciación profesional había programado a un grupo de siete hombres ardientes, que seguramente harían las delicias de Tonya. Las chicas, aun las que no estaban en su horario de trabajo, salieron para ver llegar a los hombres, y todas se preguntaban cómo podría manejarlos la novata. Los hombres llegaron puntualmente a las tres de la tarde, y fueron entrando, acomodándose en la barra o en los sillones, mientras Tonya los observaba. Todos ellos eran relativamente jóvenes, con excelentes físicos, aunque de diferentes características. Uno de ellos en particular le llamó la atención, aunque trataba de disimularlo para no hacer sentir incómodos a los otros. Era un chico joven, el más joven del grupo, unos 21 ó 22 años tal vez, de rostro aniñado, casi femenino, con un cuerpo excesivamente delgado y con unos 1,80 de altura. Su largo cabello castaño estaba recogido en una cola de caballo, y traía unos simpáticos anteojos de sol blancos, que no se había quitado al entrar al burdel.
Luego de unos tragos y animadas charlas con varias de las chicas, los hombres comenzaron a preguntar por Tonya, por lo que ella se puso de pie y se presentó a todos ellos. Dejó por último al que le llamaba la atención, y en voz baja, le preguntó el nombre. "L-Luis…" musitó él. "Tengo algo muy especial para vos, precioso", dijo ella susurrándole al oído, cerciorándose que los otros hombres no escucharan. En su cabeza, Tonya planeaba algo único para el chico.
Decidida a corroborar su título de reina, guio a todos los hombres a la habitación que se había montado para los gangbangs, que Tonya pensaba ya como SU habitación. La cama era enorme, y había sillones y algunos juegos más, para delicia de los clientes. Resaltaba la silla de cadenas, que la mantendría en el aire, mientras los grupos podrían cogerla y darle pijas por todos lados. También había un sillón erótico, de aquellos con forma de joroba de camello, para distintas acrobacias. Y remataba un gran aparador, lleno de juguetes de las más diversas formas, tamaños y colores. Sabiendo lo insaciable que era Tonya, Marcos quería que los clientes se fuesen satisfechos, y no pensando que habían fallado en complacer a tremenda puta.
Tonya se desvistió rápidamente y se posicionó al centro de la enorme cama. Los hombres fueron desnudándose y rodeándola, mientras la acariciaban o le lamían las tetas. Ella los dejaba hacer, pero enfocaba disimuladamente sus atenciones en el chico. Estaba extasiada por él. Ahora sin ropas, confirmaba la extrema femineidad de su cuerpo. Absolutamente lampiño, con escasísimo vello en la ingle, una pálida piel que recubría el delgado cuerpo. Tonya no podía esconder su erección, que a uno de los hombres le molestaba. Ella, seca y cortante, le dijo: "venís a cogerte una chica trans. Las chicas trans tenemos pija, o no lo sabés? Me vas a decir que no te gusta?" El hombre bajó la cabeza y no respondió. El chico, tomándole la pija con sus delicadas manos, la miró a los ojos diciendo: "a mí me encanta". Los otros hombres se rieron, acusando al joven de putito. El chico se sonrojó, pero en ningún momento soltó la pija de Tonya, que sonreía confirmando lo que venía imaginando, lo que le dio confianza para terminar de delinear un plan dentro de su cabeza.
Ordenó a los hombres para que el de pija más grande quedase debajo de ella, penetrándola por el culo. A sus lados, sendos hombres le darían la pija para que los pajeara, mientras otros dos, a los lados de su cara, se alternarían en darle pija dentro de su boca. El chico sería quien la cogería, en doble penetración, de rodillas frente a ella. Y el séptimo hombre, sería el encargado de coger sus tetas. Para eso, eligió al de menor tamaño de pija, para el que planeaba algo diferente.
La cogida múltiple comenzó con todo, por lo que al beneficiario de la "paja turca" le costaba mantener la posición, que era exactamente lo que Tonya había planeado.
Lógicamente, el hombre terminó por hartarse, y se separó del grupo, quedando detrás de Luis, pajeándose mientras miraba todo el cuadro. Tonya entonces le guiñó el ojo y le dijo: "por qué no se la metes a tu amigo?" El joven miró aterrado a Tonya, pero antes que pudiera reaccionar, el otro hombre fue más rápido y ya en 2 segundos Luis sintió que tenía una pija dentro del culo. El joven quería librarse, pero no podía moverse, cuando Tonya lo tranquilizó diciéndole: "relajate y vas a gozar como nunca gozaste tu vida". Poco a poco, el temor fue cediendo en el chico, que haciendo caso a la puta se relajó y comenzó a gemir, sintiendo el placer que la pija le estaba dando, mientras con su propia pija cogía el hambriento culo de Tonya. En pocos instantes, todos tenían un ritmo parejo, y Luis gozaba más que ninguno, sintiendo por primera vez en su vida el placer de una pija llenándolo. Su cuerpo se movía por sí mismo, e imitando los movimientos que Tonya hacía con los músculos de su culo, hizo que el otro hombre le acabara dentro, con lo que sintió por primera vez en su vida cómo el culo se le llenaba de leche de un macho. En ese momento el chico acabó dentro del culo de la puta, y se dejó caer sobre el cuerpo de Tonya, quedando a escasos centímetros de una de las pijas que ella chupaba alternadamente, con lo que la puta le susurró al oído: "ayudame, chupásela a tu otro amigo". Luis hizo caso y casi como un acto reflejo, se puso a mamar la pija de otro hombre por primera vez en su vida.
Tonya sonreía, viendo su plan cobrar vida. Mirando a uno de los dos hombres cuya pija tenía en sus manos, y usando su voz más seductora, le dijo: "mirá que lindo culito tiene el pendejo… por qué no hacés lo mismo que tu otro amigo y te lo cogés?" El hombre dudó un instante, pero al ver el redondo culito de Luis, se lanzó a penetrarlo. Con una pija en la boca, y otra bombeándole arduamente el culo, Luis gemía de placer, y su propia pija se había vuelto a poner dura dentro del culo de Tonya, acompañando al otro hombre que estaba a punto de acabar dentro de la puta. Dos pijas adentro suyo, más una tercera frotándose contra la propia, fueron suficientes para hacerlo acabar nuevamente. Los espasmos de su intenso orgasmo hicieron que los dos hombres dentro de él acabaran también, dándole otra gran carga de leche en su culo, y la primera en su boca, que tragó golosamente. Tonya ya en comando total de la situación, esperó a que el hombre debajo de ella le llenara el culo con su leche, y luego ordenó a Luis que saliera de dentro de ella y se pusiera boca arriba en la cama, a su lado. Con firmeza le dijo al otro hombre en su mano que penetrara a Luis, con lo que el chico puso sus tobillos al hombro de ese macho, y se dispuso a recibir una nueva pija en su cada vez más hambriento culo. El que lo había cogido primero ahora le daba de mamar su pija a Tonya, mientras el resto de los hombres se repartía cogiendo o dando de mamar a Tonya y a Luis. A cada carga de leche que Luis recibía, su propia pija respondía con una violenta acabada. Para cuando llevaban un par de horas, Luis había recibido tantas cogidas y acabadas como Tonya, que no dejaba pasar oportunidad de besar al chico y susurrarle al oído lo bien que lo hacía, y lo puta que parecía. El chico sólo respondía sonriendo y devolviendo los besos, antes de volver a atender alguna otra pija.
Pasadas tres horas, el chico había sufrido la transformación que Tonya había planeado al verlo, adivinando sus más íntimos deseos y fantasías. Los hombres, agotados, sólo miraban como Tonya seguía cogiéndolo, mientras la cabeza del chico era un mar de fantasías, deseos y placer. Cuando por fin acabó dentro de él, Tonya quedó recostada sobre el chico, y siguió susurrándole cosas al oído: "hoy descubriste quién sos. A partir de ahora, tu vida cambió. Seguí buscando el placer, seguí buscando tu identidad. Contá conmigo para lo que quieras. No te reprimas más. No te limites más."
Despidió a todos los hombres, dejando para el final a Luis, a quién le dio un papelito con su número de teléfono, y con un apasionado beso, lo dejó ir.
CAPITULO II
En la habitación de descanso grupal de las chicas, eme estaba en cuatro patas, con la pija de Jeannette hundida en su culo. Mara le tenía prohibido a la vieja puta que nadie le cogiera la concha, así que ahora la esclava sólo recibía pijas en su culo, que a ésta altura ya era tan hambriento como el de cualquiera de las chicas del burdel. Lamentablemente para eme, la prohibición había venido porque una vez la encontró con uno de los chicos de seguridad cogiéndola por la concha, y siendo que era la única mujer biológica dentro del antro, no quería que su diferencia terminara modificando algo de la establecida jerarquía.
El lugar de eme estaba claro para todo el mundo. Era la mucama del burdel, pero también era la esclava de Mara, y ella había autorizado a todas las chicas para que se la cogieran cuando tuvieran ganas. Considerando la altísima libido de todas, la puta vieja no tenía descanso entre limpieza y cogidas. Algunas de las chicas, más sádicas, la hacían incluso limpiarle la leche de los clientes de sus cuerpos. Para eme, la humillación era parte de su placer. Mara la había transformado en el objeto que en su subconsciente ella siempre había querido ser. Incluso, disfrutaba las sesiones de doloroso placer que Mara le proporcionaba de vez en cuando, en esos momentos en que Mara se sentía terriblemente sádica, y servía de alivio para evitar que lastimara a alguna de las chicas. El cuerpo de eme mostraba las marcas de látigo, de ataduras y de otros placeres que Mara le proporcionaba. Para eme, era tocar el cielo con las manos. En la última sesión, Mara la había encadenado a la pared, por las muñecas y los tobillos extendidos, dejándola casi en cruz, y le había dado varios latigazos hasta que sin más lubricación que su propio sudor y el presemen de la pija de su ama, le había penetrado el culo, y la había bombeado hasta llenarla con leche. Para eme, sólo había placer en esas perversiones, y lo demostraba agradeciendo profusamente a Mara cuando la puta le dispensaba esas atenciones.
En su mente, eme repasaba los eventos de su vida reciente. Esteban ya ni la miraba ni la consideraba. Ya no veía a Tonya como a su hijo, ni siquiera su hija, sino como a una de las increíblemente hermosas y poderosas chicas del burdel. Su vida estaba reducida a ser poco más que un objeto del lugar. Y eso la hacía feliz. Se preocupaba mucho por no contrariar a su ama, que la había amenazado con venderla a algún burdel del interior del país, donde seguramente sería mucho peor tratada que en el antro que gobernaba el actual marido de su exesposo. Ellos tenían una relación hermosa, y disfrutaban plenamente de los beneficios que el TransBurdel generaba. Su exesposo se lo merecía, después de tantos años de frustración y desdicha que ella le había dado. Ahora tenía claro cuál era el rol de cada uno.
En la oficina, Marcos acababa de cogerse a un relajado Esteban, y charlaban tranquilamente de cómo seguir mejorando el negocio. Ya no tenían mucho más lugar para seguir incorporando chicas, pero era frecuente que les llegaran pedidos para nuevas vacantes. Incluso, hasta de algún cliente que, harto de una vida rutinaria, había descubierto un lado dormido de su propia sexualidad e identidad. Habían pensado en abrir una sucursal en otra ciudad, pero el riesgo era demasiado. Sin el constante control de Marcos, podría suceder que una indiscreción terminara por descubrirlos. La oscura forma en que la mayoría de las chicas había sido incorporada al staff, generaba en Marcos un miedo enorme a que los descubriesen. Luego de mucho debate, desistieron de la idea de abrir una sucursal, pero entendieron que el negocio daba para más, y proyectaron ampliar el TransBurdel no sólo desde lo edilicio, sino también en la oferta de servicios. Incorporar mujeres biológicas iba contra lo que querían, pero sin dudas que nuevas chicas trans con "habilidades específicas", seguramente enriquecerían la oferta y por ende, la clientela.
CAPITULO III
Habían pasado dos días desde su visita con sus amigos, y Luis llamó por teléfono a Tonya, pidiéndole que se juntaran porque necesitaba imperiosamente hablar con ella. Tonya, jugando a estar sorprendida, pero complacida que su plan funcionase tan bien, accedió a recibirlo esa misma tarde en el burdel. Tonya habló con Mara, y luego con Marcos, a quienes les explicó lo que había hecho con el chico. Para Marcos era la oportunidad ideal para probar sus nuevas ideas.
Luis llegó puntual, y Tonya lo recibió más que afectuosamente. Le comió la boca por incontables minutos, mientras sus manos le acariciaban y masajeaban el culo al chico, que estaba entregado al placer, sólo atinando a gemir. Tomándolo de la mano, fueron hasta la habitación privada de Tonya, donde ella se quitó la escasa ropa que llevaba, dejando al descubierto su durísima pija, y luego desnudó al chico, que no podía quitar los ojos de la pija de la mujer que lo había transformado un par de días antes.
Antes que Luis pudiera arrodillarse para llevarse la pija a la boca, Tonya le preguntó de qué necesitaba hablar con ella. Luis se sentó en la cama, y dubitativo, comenzó a contarle cómo habían transcurrido sus dos últimos días.
Le contó que cuando salieron del burdel con sus amigos, fue víctima de la burla de todos, hasta que lo dejaron en la puerta de su casa. Se había sentido desolado, porque sabía que ya no lo mirarían como antes, pero a la vez el recuerdo de cómo lo habían cogido lo volvía loco. Apenas una hora después, el timbre de su casa anunciaba la llegada de uno de sus amigos. Luis contó que lo recibió sorprendido, porque no esperaba que desearan volver a verlo, tal vez imaginando que ahora lo considerarían un putito y no lo verían más como a uno más del grupo. Apenas traspuso la puerta, el hombre lo había tomado de la cintura, y lo besó ardorosamente, hundiéndole la lengua dentro de su boca, que retribuyó el beso casi en forma inconsciente. Las manos del tipo le recorrían el cuerpo, y se centraban en su culo, que se entregaba ansioso a las caricias, y ya se iba dilatando, esperando la inminente penetración. El tipo rompió el beso y le dijo, sonriéndole: "desde que te conocí soñé en hacerte lo que hicimos hoy. Sos hermoso y tu culito es terriblemente tentador. Quiero cogerte de nuevo, y que seas mi putito." No podía evitar sonreírle, y volvió a besar al hombre, mientras le acariciaba la pija por sobre el pantalón. Unos segundos después, ya se había arrodillado delante de él, y estaba mamándole la pija con increíble dedicación, mientras el tipo gemía y disfrutaba de su asumida boca de puto chupapijas. Después de acabarle enormes cantidades de leche en su boca, él se la había tragado y tomándolo de la mano lo había llevado hasta su cama, donde lo hizo acostar boca arriba, y casi en un salto, se había montado sobre esa pija maravillosa y lo cabalgaba como una amazona. Cuando el tipo acabó, él tuvo un gigantesco orgasmo, desparramando su propia leche sobre las sábanas y el pecho de su macho. El tipo se pegó una ducha, se vistió y se despidió con un beso, prometiéndole volver. Al rato, su amigo de la pija grande era quien tocaba el timbre de su casa, para repetir una escena similar a la anterior. Después otro, y otro más. Lo tuvieron despierto toda la noche, hasta que a la mañana siguiente, cuando ya estaba solo, pudo ponerse a pensar.
Mirándose al espejo, cansado, ojeroso, agotado, sólo podía sonreír. No había nada que decir ni que negar. Le gustaba más la pija que cualquier otra cosa. Necesitaba pija más de lo que necesitaba agua para vivir. Le contó a Tonya que se dio un prolongado baño de inmersión, que lo ayudó a relajarse, y luego se acostó a dormir, totalmente agotado. Cuando se despertó, continuó el relato, fue hasta el sex-shop más cercano que conocía, y se compró varios juguetes que lo ayudarían cuando no tuviera un macho cerca. De hecho, le confesó a Tonya, hasta que se quitó la ropa recién, tenía en su ávido culo un dildo de 25 centímetros. Luego, esa misma noche, había ido a un boliche gay, y desde el momento mismo de su llegada, se había acomodado en el "dark room", habiendo recibido durante esa noche decenas de pijas, que lo cogieron hasta dejarlo agotado.
El plan de Tonya iba sobre rieles. Con el asumido chico empalado en su pija, Tonya repasaba en su mente la próxima etapa. Mientras montaba la pija de una enardecida Tonya, en la pantalla de LCD de la pared opuesta Luis veía un erótico video de un chico de cuerpo pequeño, como el suyo, pero maquillado y con largo pelo que caía sobre los hombros, siendo cogido por un negro con una pija gigantesca. Luis miraba absorto, imaginando ese enorme pedazo de carne dentro de sí. Sus gemidos sólo eran superados por periódicas exclamaciones de placer, y por frases que no hacían más que afirmar su ya instalada sexualidad. El "cogeme, cogeme duro, por favor", era intercalado con el "dame pija, haceme tu puta". En la pantalla, el chico aparecía cada vez más femenino, ya vestido con lencería y un maquillaje de perra que ocultaba cualquier resto de rasgo masculino. Sólo la ausencia de tetas y una mínima pija entre sus piernas delataban un cuerpo de hombre. En su cara, Luis podía ver el placer y la felicidad que la enorme pija del negro le estaban dando. En su cabeza, se veía él mismo en lugar del afeminado chico, que cumplía el papel de puta a la perfección. Sumado a las fuertes frases de Tonya, que martillaba su cabeza con "qué hermosa puta sos", "qué culo goloso tenés, putita", "cómo te gusta la pija, puta", se imaginaba más y más en la situación del chico de la pantalla. En un instante, la imagen frente a él cambió, y ahora podía ver al chico, difícilmente reconocible, con unas enormes tetas, una mínima cintura y una cadera bien marcada, siendo cogido por el negro de antes, pero al que se había sumado otro más, con una tremenda pija en la boca del chico. ¿Debería seguir llamándolo chico? Era claramente una chica, total y completamente entregada a darles placer a esas enormes pijas negras. Tonya seguía repitiéndole frases que se iban grabando en su cerebro como verdades, y no paraba de repetirle: "sos mi Luli, olvidate de Luis, siempre quisiste ser Luli. Yo te voy a ayudar. Vas a ser mi Luli siempre!".
Luis cerró los ojos por última vez. Cuando volvieron a abrirse, la personalidad de Luli se apoderaba de la mente y el cuerpo, mientras exprimía un nuevo orgasmo de la fascinada Tonya, a la vez que acababa enormes cantidades de leche de su ahora femenina pija.
Acostadas, en silencio, Tonya acariciaba la larga cabellera de Luli, mientras se daban delicados y húmedos besos. En su cabeza, Luli estaba a mil. Imágenes de su cuerpo con hermosas y turgentes tetas, una cola prominente y una delicada cintura, se intercalaban con secuencias de ardiente sexo con enormes pijas negras. Si quería recibir esos tremendos pedazos de carne, debería entrenar su culo y su garganta, imaginó. Tonya seguía susurrándole frases que continuaban afianzando su nueva personalidad. Luego de un rato de mimos, Tonya llevó a Luli hasta la oficina de Marcos.
Cuando entraron, Marcos ya estaba al tanto de todo, pero asimismo fingió escuchar sorprendido toda la historia. Finalmente, mirando a Luli, le preguntó: "te gustaría trabajar acá? Ser una más de las chicas?". Luli respondió afirmativamente, entusiasmada, imaginándose como la especialista que atendería las pijas más grandes de la clientela. Marcos sonreía, y Tonya estaba exultante.
Al día siguiente, Luli ya se había instalado en el burdel, habiendo iniciado el tratamiento hormonal acelerado, previo a las cirugías. Desde que salió de la reunión con Marcos, en su culo había permanentemente instalado un enorme dildo, que periódicamente reemplazaba por uno de mayor tamaño. Para cuando hubieran terminado las cirugías, Luli estaba segura que podría recibir pijas de 10 centímetros de diámetro y no sólo de a una. La sola idea le daba escalofríos, que hacían que su propia pija chorreara presemen. Qué puta se sentía, y qué bueno que eso era.
CAPITULO IV
Un año exacto había transcurrido desde aquella noche en que Marcos y Miguel habían "creado" a Mara. El TransBurdel, ahora convertido en una fastuosa residencia de tres pisos, con grandes jardines, incontables habitaciones y espacios de diversión, ofrecía infinidad de servicios diversos, para todos los gustos. Desde los ya conocidos gangbangs, hasta chicas que podían recibir las pijas más enormes, pasando por sádicas dominatrices, esclavas masoquistas, juguetonas colegialas, enfermeras o monjitas; para cualquier morbo había una oferta. Un par de decenas más de chicas se habían incorporado, luego de la rápida transformación de Luli, con los diversos métodos con los que ahora Marcos contaba. Algunas por la ya conocida droga y posterior sugestión, otras por decisión propia, y hasta un par de exclientes, que ahora lucían hermosísimos y esbeltos cuerpos femeninos. Marcos y Esteban gozaban de su invención, y las chicas eran absolutamente felices en sus tareas. Hasta eme tenía ahora a tres ayudantas, todas amigas de su vida previa, que habían abandonado sus familias y su dedicación a la iglesia para asumir sus roles de dominadas esclavas, conquistadas por la experta mano de Mara. Las cuatro mucamas se dedicaban ahora a mantener limpio el opulento burdel, así como a varias de las chicas cuando terminaban de atender a sus clientes. Todas las putas viejas, como eran llamadas por las chicas, debían atender también los requerimientos lujuriosos de las putas, cuando querían cogerles el culo. Todas tenían, al igual que eme, prohibido usar sus conchas, para lo cual tenían permanentemente insertado un grueso dildo vibrador, que las mantenía en constante estado de excitación.
Marcos solía dar largos paseos por los jardines, tomado de la mano de Esteban, observando a las chicas atendiendo a los clientes o aun divirtiéndose entre ellas.
En uno de esos paseos, los hombres encontraron a Mara, que llevaba con una cadena, atada a un siniestro collar de cuero con tachas y púas a Micaela, que caminaba dos pasos detrás de ella, con la cabeza gacha. Mara, con un tirón de la cadena, hizo que Micaela se parara a su lado, y tomándola de la cintura, le dijo a Marcos: "quiero casarme con ella. Crees que puede haber algún problema?" Marcos la miró intrigado, y tomando el collar con dos dedos, hizo un gesto como diciendo: "y con esto qué hacemos?" Mara le respondió: "para el mundo, será mi esposa. Para mí, siempre será mi esclava. No es lo que vos querés, Mica?" La chica respondió sólo con un "sí, Ama". Marcos dijo que no habría problema, y que podían hacer la fiesta en el burdel.
Cuando llegó el gran día, el Transburdel estaba cerrado al público. Solo las chicas, los dueños, los chicos de seguridad, las mucamas y algún que otro cliente que ya se había hecho amigo, participaban de una fiesta sin igual. Todos desnudos, recorriendo los jardines, las habitaciones, los espacios de diversión, cogían alegremente, sin mirar con quién. Hasta las mucamas tenían permitido divertirse. La felicidad y satisfacción en las caras de las chicas, y de todos, demostraba que ese era el mejor lugar para vivir y trabajar. El lugar donde todas podían ser quienes deseaban, habiendo sido ese deseo real o implantado. El lugar donde jamás les faltaría pija, y donde siempre podrían coger libremente. Sin dudas, el futuro se veía brillante.
FIN