La conversion
Vuelvo a subir este relato que publique hace unos dos años y que no se el motivo por el que ha desaprecido
La historia que voy a contar, seguramente, parecerá extraña y quizás lo sea. Me llamo Elena, tengo taitantos años y cuando sucedió lo que narrare tenia veinticinco. Por unas circunstancias que no vienen al caso, en esa época vivía en Estados Unidos, en el medio oeste durante unos cuantos años.
Trabajaba en una multinacional donde de vez en cuando nos reuníamos a cenar un grupo de compañeros. Eran cenas donde venían con sus parejas, con buen ambiente y solíamos divertirnos. Entre el grupo de los sin pareja había un hombre de unos cuarenta y cinco años, bastante bien para esa edad, divertido y buena gente, que siempre me había llamado la atención.
En una de las cenas, intente ligar con él, me atraía, tenía una buena percha, una voz profunda y se le notaba que estaba acostumbrado a conseguir lo que quería. Me dio calabazas, me dijo que de sexo estaba surtido con su "chica" y que además le gustaban determinadas cosas particulares que no eran compartidos por la mayoría de la gente. Le pedí que me explicara esos gustos, mas que nada, para pasar la noche y no aburrirme demasiado. Me contó que practicaba BDSM, que era Amo y que tenía a su sumisa-novia y otras sumisas ocasionales. No supe que decir, nunca había conocido a un Amo, ni se me había pasado por la cabeza lo de practicar BDSM. Pero el rato que hablamos se me paso muy rápido y no me había sentido molesta ni incomoda, me lo contó como si fuera una cosa normal.
Cuando nos despedíamos después de la cena, se ofreció para llevarme a casa. Acepte rápidamente con la esperanza de que quizás no estaba perdida la noche de sexo que había planeado con él. En el coche me dijo que estaba interesado en poseer una pony-girls. Le dije que me explicara qué era eso, ya que no lo sabía. Se rió y me contesto que lo buscara en internet. Evidentemente, cuando llegamos a mi casa, no ocurrió nada, nos despedimos y se marcho.
Al día siguiente, estando con el ordenador conectada a la red, recordé lo que me comento de las pony-girls. Hice una búsqueda y descubrí fotos, videos y relatos. Fue como una explosión, pase varias horas viendo y leyendo páginas sobre estas chicas-yeguas.
Cuando volví al trabajo, todo siguió igual que antes de la confesión, no me dijo nada más y yo no me atreví a decirle lo que habíaleído y visto. Pasaron varias semanas, me sentía rara, incomoda, casi con ansiedad. En otra cena no pude aguantarme y le dije que había buscado en la red información sobre las pony-girls. Hablamos sobre ello, de la estética, las prácticas, etc. Desde esta reunión comenzamos a tener más trato, charlábamos, al salir del trabajo íbamos a tomar una copa, casi siempre con el mismo tema de conversación y de sus gustos sobre BDSM.
La verdad es que me excitaba con eso, me imaginaba yo como una yegua, con mi propietario al lado y todas esas cosas, no podéis imaginar los buenos ratos que pasaba así. Se acercaba el verano, y con él las vacaciones. Yo tenía un mes, gentileza de la empresa, para que pudiera venir a casa y por qué me correspondía por estar contratada aquí.
Estaba preparando ya el viaje. Un día al salir me dijo de tomar una copa. Le dije que si, era ya cosa habitual hacerlo un par de días a la semana. En el bar me preguntó si quería ser su pony-girls, me quede toda cortada, sin decir nada. Me dijo que me lo pensara sin prisas. Pasaron varios días, no dejaba de pensar en ello y mi excitación fue creciendo, no sécuántas veces me masturbe esos días, siempre con el asunto en mi cabeza. Decidí aceptar su propuesta. En cuanto le vi, se lo dije, quería ser su yegua. Nos citamos a la salida para hablar sobre ello.
Fuimos a dar un paseo y a tomar algo, me explico su plan y lo que deseaba de mí. Por supuesto que le dije a todo que sí, que estaba dispuesta, aunque me quedaba sin viajar a casa.
Llegó el comienzo de las vacaciones, el primer día, quedamos citados para llevarme al sitio donde seria domada y educada como pony-girl. Tras un viaje en coche de una hora, llegamos a una especie de rancho, en medio del campo o de la nada, según se mire. Un camino de tierra nos condujo hasta una casa y lo que me pareció que eran varias construcciones auxiliares.
Entramos a una amplia sala donde estaba el director de las instalaciones y otras personas, que más tarde me entere que eras propietarios de ponys y los propios ponys.
El director hizo sonar una campanilla para llamar la atención de los presentes y anunció que los candidatos le siguieran a una sala contigua. Allí nos informó de que la estancia en el rancho seria de cuatro semanas, dedicadas a nuestro adiestramiento, que sería duro, que los animales no hablaban y que nosotros éramos animales por lo que no podríamos hablar durante nuestra estancia y que en ese momento teníamos la oportunidad de decidir, sin presiones, de seguir adelante o marcharnos. No desertamos ninguno, éramos cinco mujeres y tres hombres. Nos acompaño a un vestuario con taquillas, donde nos ordeno desnudarnos y guardar nuestras cosas.
Así lo hicimos, luego nos guío a la parte posterior y entramos en un edificio, eran los establos. Se nos asigno uno a cada uno y nos presentó a los cuidadores, más adelante me entere que eran antiguos ponys, ya mayores y se dedicaban al cuidado de los novatos. Nos dieron algo de comer y nos dejaron allí solos, cada uno en su cuadra y con sus pensamientos.
Al cabo de un rato, nos sacaron y fuimos a una estancia, donde había pantallas de televisión. Nos enseñaron varios videos sobre caballos, de cómo se comportaban, de lo que hacían. Nos indicaron que nos fijáramos muy bien y que aprendiéramos, ya que era fundamental para nosotros, así pasamos nuestra primera tarde en la escuela. Fuimos devueltos a los establos, cenamos y se apago la luz. Seguíamos desnudos, no hacia frio pero si pase mucha vergüenza de que me vieran tantos desconocidos.
A la mañana siguiente, debía ser temprano, fuimos despertados. Desayunamos y acto seguido los cuidadores nos pusieron un bocado y una cuerda atada a este. Cada uno de ellos se ocupaba de dos ponys.
Nos llevaron a un corral, las cuerdas fueron atadas a una especie de noria que había en el centro. La noria comenzó a girar sobre su eje y nosotros a caminar, dado vueltas al cercado. No sécuánto tiempo fue, pero me pareció demasiado. La velocidad de la noria variaba, en algunos momentos corríamos como caballos desbocados. Me caí varias veces, pero como consuelo, debo decir que los demás también probaron el sabor de la arena.
El calor hizo que sudara como no había sudado nunca, pero eso era solo el principio. Me entere que esta práctica era para que cogiéramos fondo, para que nos hiciéramos fuertes y resistentes. Cuando paro la noria, algunos ponys se sentaron en el suelo. Los cuidadores se acercaron con fustas y dándoles golpes les decían que los caballos no se sentaban. Luego nos dieron de beber, nunca pensé en iba a apreciar tanto un poco de agua.
Descansamos un rato, hasta que vinieron los instructores. Nos informaron que se iba a comenzar con las clases de doma. La doma consistía en enseñarnos la forma de andar al paso, al trote, etc.Aprendimos a caminar elevando las rodillas, a exhibirnos y con el tiempo, aprendí a gustarme haciendo esas cosas.
Después de otro descanso, comenzamos con las clases de tiro, nos engancharon carritos de los que teníamos que tirar. Salimos del cercado, todos los ponys en fila, uno detrás de otro y así caminamos por los caminos del rancho. No puedo decir cuánto duro, ya que perdí la noción del tiempo. De vez en cuando nos mandaban parar y nos daban de beber.
En los días siguientes ponían sacos de tierra para que el carro fuera más pesado y coger más fuerza. Estaba claro que nos entrenaban a conciencia. Cuando regresamos a los establos, los cuidadores nos lavaron y nos cepillaron. Esto mitigo mi cansancio. Después vino la comida, la devore, tenía hambre. Luego una siesta cado uno en su cuadra. La tarde fue similar a la anterior, vimos videos de caballos. Me llamo especialmente la atención uno en el que se veía a varios caballos montado yeguas. Me excite, pero sabía que no podía masturbarme, eso era motivo de expulsión y por tanto de decepción para mi propietario.
Así fueron pasando los días, siempre la misma rutina, ejercicios para coger fuerzas y prácticas para afinar la doma. Las fustas volaban, era el castigo preferido de los monitores y además un buen instrumento para azuzar a los caballos y yeguas.
De vez en cuando faltaba alguno de mis compañeros al entrenamiento, o eran sacados del cercado y llevados a las cuadras, me imaginaba muchas al respecto, pero luego volvía a verlos.
Una tarde en lugar de llevarnos a ver videos, nos sacaron al patio de las cuadras, hicimos un círculo. Cuando vinieron los instructores, nos dijeron, que algunos propietarios deseaban que sus animales también practicaran la forma de montar que tenían los equinos. Eligieron a una de las yeguas y a uno de los potros y los pusieron en el centro del círculo. Les indicaron que pusieran en práctica lo que habían visto en los videos. Les fueron indicando y corrigiendo, solo se podía usar la cara y la boca para excitar. Tenía que ser lo más parecido a como lo hacían los caballos. El pony en cuanto se excito intento montar a la yegua, esta no se dejo, no estaba preparada. Poco a poco se fue tranquilizando, y por fin la penetro. Le ordenaron que se moviera con velocidad, sin pensar en la pony, que fuera rápido en eyacular. Así fue.
La yegua no llego, se vio la decepción en su cara. Nos dijeron que los coitos entre animales eran así, que los caballos siempre llegaban al final, pero que las yeguas teníamos que aprender a conseguirlo. A continuación eligieron otra pareja y se repito la monta. La pony tampoco llegó. Nos excitamos mucho, llevábamos varios días sin sexo. Note como me fui mojando poco a poco y ardía en deseos de ser montada o de tocarme, pero así me quede, como una perra en celo, ya que la monta se termino en ese momento y fuimos devueltos a la cuadra.
Mis deseos eran aprender todo lo que pudiera, ya que deseaba mucho contentar a mi propietario. Estaba siempre atenta a todo, en especial, a las correcciones que hacían los instructores, tanto a mí como a al resto de compañeros de establo. Los pies me dolían mucho, ya que estaba descalza permanentemente, se me hicieron llagas. Me curaban todos los días. Yo miraba con envidia a alguno de mis compañeros que si usaban calzado.
Un día, al volver de la práctica de tiro con el carrito y entrar en el cercado, vi a mi amo, apoyado en el cercado. Mi corazón dio un vuelco y mi cara debió iluminarse. Cuando me desengancharon del carro fui llevada ante mi amo. Estaba nerviosa, me movía como si tuviera tic nervioso y relinchaba enseñándole mi mejor sonrisa. Me acaricio mucho rato mientras caminábamos por fuera del cercado. Me decía cosas bonitas y muy dulces. También me dijo que los informes recibidos eran buenos y que tendría una sorpresa como premio. Me vio los pies, por el gesto de su cara, supe que no le gustaba lo que veía, pero no dijo nada. No se cuánto tiempo pasamos así, pero se me hizo muy corto. Vino uno de los mozos y dijo que era la hora de la comida. Mi amo le entrego las riendas y se despidió con un beso en el cuello. El primer beso de mi propietario. Aunque no fue nada sexual, me excito muchísimo, supongo por la abstinencia que soportaba.Luego por la tarde, mi cuidador, me dijo que por orden de mi amo, me traía unas zapatillas y así ya fue durante el resto de mi estancia en el rancho.
Pasaron varios días, con la misma rutina, ejercicios, prácticas, no te que cada vez me costaba menos, teníamás fuerza y más resistencia. Mis pies fueron curándose, mi amo no volvió por los establos, le echaba de menos, la visita me había gustado mucho.
Una tarde nos llevaron al patio y nos formaron en círculo. Yo sabía lo que iba a ocurrir, otra sesión de monta por parte de los ponys sobre las yeguas. Sentí envidia de los afortunados que fueran elegidos. La pony elegida se puso de rodillas, los caballos inquietos, me fije en sus ojos de deseo. Comencé a excitarme y mi sexo a humedecerse. El potro elegido cuando se arrodillo ya llevaba su miembro duro. Pensé en la mala suerte de la yegua. Fue una copula rápida. Luego pusieron a otra pareja, por lo menos el caballo no estaba tan duro como el anterior, así que pensé que iba a tener suerte mi compañera. Por lo menos iba a tener un pene dentro mas rato. Es difícil llegar al orgasmo en esas condiciones. La monta duro más tiempo y el pony descargo en el lomo de la potra. Retiraron a la yegua. Mi cuidador se acercó a mí y dijo en voz alta, ahora tu pony. Mi corazón dio un vuelco, me puse muy nerviosa, luego más bajo me dijo que mi amo habida dado órdenes para que la monta fuera placentera, por eso me dejaron un caballo ya vaciado para que aguantara más tiempo. Ese era el regalo de mi amo.
La verdad era que estaba muy, muy excitada, me arrodille y comenzamos con los juegos de olernos y saborear los sexos. Cuanto tiempo hacia que no tenía un pene en mis labios y lo bien que sabia a semen. Costo un tiempo que se pusiera a tono, yo estaba como una moto, cuando intento montarme, no le deje, quería alargar la situación, me gustaba.
La segunda vez que lo intento consigo penetrarme, creí que me volvía loca cuando sentí el miembro dentro de mí. Que gusto, que placer!!!! Comenzó a moverse, rápido, como le habían enseñado. Aunque yo estaba muy excitada, supe que no iba a correrme, iba muy raudo y decidido el caballo. Disfrute cada envestida, francamente me gustó mucho, y más siendo el premio de mi propietario. Cuando sentí el semen dentro de mí, casi tengo el orgasmo pero se quedo en el casi. Cuando nos llevaron a la cuadra, estaba contenta. Curiosamente no me sentí decepcionada por no correrme, si no agradecida a mi amo.
Siguieron pasando los días, con su rutina de entrenamientos, me gustaban las prácticas y como ya he dicho note los cambios físicos de hacer tanto ejercicio. Perdí totalmente la noción del tiempo. No sabía cuantos días me quedaban en el picadero escuela, solo me faltaba mi dueño.
Una mañana los cuidadores vinieron mas tarde y acompañados por los adiestradores. Algunos ponys se pusieron un poco nerviosos. En lugar de darnos el desayuno se dedicaron a lavarnos y asearnos, después nos dieron algo de comer, pero no mucho.
El director de la cuadra nos habló, dijo que era el último día de nuestra estancia. Que nuestros amos vendrían a recogernos y que se haría una demostración de nuestras cualidades y de lo que habíamos aprendido. Nos dijo que estuviéramos tranquilos mientras esperábamos a nuestros dueños y se marcharon dejándonos solos con nuestros pensamientos.
Al cabo de un rato vino un cuidador con una bolsa grande. Se dirigió al establo de su pony y comenzó a sacar cosas de la bolsa. Eran los aperos, ropa y adornos que su dueño quería que usara en la demostración. Poco a poco fueron llegando más cuidadores, cada uno se ocupaba de "sus ponys", mi adiestrador comenzó con la otra yegua que tenía a su cuidado.
Yo miraba a todos lados, nerviosa, disfrutando de cómo iban quedando mis compañeros de establo, la mayoría de ellos estaban muybien. Cuando me llegó el turno, mi cuidador, saco de una bolsa unas correas de cuero, un collar y otras cosas. Lo primero fue peinarme, hizo una bonita cola de caballo. Me puso el collar del cual colgaban dos anillas, luego me puso las correas. Engancho en la anilla el extremo de la correa, la pasó entre mis piernas y la engancho en la anilla de la parte posterior del collar. La apretó bien, sentí el cuero sobre los labios de mi vagina. A continuación cruzo otras tres correas en sentido horizontal, resaltando mis pechos. Me puso unos zapatos negros de tacón, no muy exagerado. Continuó con un bocado, que tenía correas que daban la vuelta por mi cabeza. Puso una bonita pluma roja como adorno. Después me hizo que me inclinara hacia delante, e introdujo en mi ano un pulg del que colgaba un matojo de pelo y hacia la función de la cola de la yegua. Una vez que termino, vio su obra y dijo preciosa, eres una pony preciosa. Me sentí bien, muy bien y eufórica. Cuando todos los ponys estuvimos preparados, se fueron los cuidadores. Nos mirábamos unos a otros, nerviosos, sabíamos que nos esperaba algo, una demostración antes nuestro amo y los demás amos. La primera prueba de fuego.
Fuimos saliendo de uno es uno. Cuando me toco, mientras salíamos, mi cuidador me dijo, mírate en ese espejo y veras lo bonita que estas. Ciertamente me gusto lo que vi, estaba guapa de verdad, mi amo sabía muy bien lo que me sentaba bien. Los instructores nos hicieron demostrar lo que habíamos aprendido, la doma, con sus pasos. El tiro, con su carrito y el paseo. Cuando terminábamos nos dejaban allí viendo a los otros ponys. Una vez finalizada la exhibición, los amos fueron junto a sus ponys y comenzó el reparto de premios. Yo gané un segundo premio en doma, pero eso no fue lo importante. Lo importante fue la cara satisfacción de mi amo.
Y así termino mi estancia en la escuela equina y comenzó mi vida de yegua de mi amo.