La conversion de Anabel

Una viuda joven redescubre el deseo a traves de su agresor

(Antes que nada, no hace falta comentar que no apruebo en absoluto este tipo de comportamientos en la vida real. Aquellos que quieran poner en practica sus fantasias son libres de buscar una pareja submisiva que comparta sus gustos, como hacemos muchos)

-Encantada de conocerle, espero poder ayudarle en lo que pueda. Me llamo Anabel

Menuda sorpresa fue para mi ver a semejante mujer. Pequeña, de un metro sesenta, me miraba con ojos dulces y obedientes. Tenia el pelo mas bien corto, mostrando su cuello por detras, mientras que por delante llevaba un pequeño flequillo. La mire, sorprendido, mientras mis ojos intendaban desnudarla, quitandole su recatada y formal chaqueta. Se podia apreciar que debajo de sus ropas se escondia un suculento cuerpo. Suave, terso, carnoso. Le sonrei cortesmente mientras ella me decia:

-Si me necesita para cualquier cosa estare en la sala de al lado.

Observé como se torneaban sus muslos mientras movia sus caderas al andar, incapaz de mover los ojos de esa pieza.

-Es usted el nuevo empleado, verdad?

Era una voz de hombre la que me llamaba esta vez.

-Ya me fije ya, en como la miraba. No es usted el primero. Pero no creo que pueda conseguir nada.

-Por que, esta casada?

-No, su marido murio hace un par de años. Una desgracia. Creo que no lo ha superado aun. Pero es una belleza, ya vera que gusto es verla pasar por la oficina cada mañana. Mejor que ningun cafe.

No tarde mucho en comprobar las palabras de mi compañero. Al cabo de una semana, la invite a tomar algo, pero no hizo mas que enrojecer, mientras acariciaba su anillo de matrimonio, creo que sin percatarse.

-N-no, lo siento... Perdoneme...

Y se fue sin decir nada mas


Finalmente, llegaron las fiestas, y con ello la cena anual de empresa. Me entere que sus compañeras de trabajo la convencieron de venir este año, y no dude de aceptar tambien yo la invitacion.

Despues de la cena, fuimos a tomarnos unas copas.

-No, no bebo nunca, gracias... Me subiria enseguida.

Llevaba un vestido muy poco revelador, que dejaba entrever solo sus piernas. A pesar de esto, no podia esconder sus torneados muslos y suculentos pechos.

-Venga, no tengas miedo... No hace nada, ya veras. Solo una copa.

El vino recorrio sus carnosos labios.

Las horas pasaron.

-Estas bien?

-S-si... Creo que he bebido demasiado.

-No te preocupes, te llevare.


Ana abrio los ojos, despertando de su ligera embriaguez. Su expresion cambio, aterrorizada, al verme salir de la ducha de nuestra habitacion de hotel, tapandome solo con una toalla. Emmudecida, sus ojos se mostraban temblorosos al acercarme.

-No te asustes, cielo. Se que llevas mucho tiempo sola, y creo que es mi deber acabar con esto.

Se descubrio a si misma desnuda, dentro de las finas sabanas de seda de la cama doble. Al ver sus senos al descubierto, se tapo de immediato.

Me eché lentamente por encima de ella, y le acaricié sus mejillas mientras me evitava la mirada, como una presa a punto de ser deborada.

-Lo hemos hecho? - Me dijo con una voz debil y timida.

-No, aun no. Estabas demasiado cansada. Pero no vas a tener que esperar mucho.

-Por favor, apiadate de mi... Por favor...

-Mirame a los ojos.

Se giro un poco, y puso sus ojos temorosos en mi cara.

-Estate tranquila y confia en mi.

-No, por favor, no puedo.

-Ven aqui, sientate conmigo.

Nos incorporamos los dos, mientras ella trataba de taparse como podia. Empece a besarle el cuello y los hombros.

-No, por favor, no esta bien... Mi marido...

Se formaban gotas de lagrima en las puntas de sus ojos. Viendo que no parecia que quisiese cooperar, le arranque las sabanas de encima y la tire a la cama, mientras su desnudez se me revelaba en todo su esplendor. Me quite la toalla, y le mostre mi pene erecto.

Salio de su boca un grito ahogado, incapaz de aceptar lo que le estaba pasando y mirandome con la boca abierta. Sus pupilas se dilataron. La agarre por su tobillo izquierdo, y la acerque a mi.

-Se lo suplico, mi marido... -Empezaba a entender que ninguna suplica serviria de nada.

-Yo te ayudare a pasar pagina. Abrete de piernas.

No lo hizo, pero se las abri lentamente, sin que ofreciera resistencia. Sus ojos, entreabiertos y derrotados, aceptaban su destino.

Vi, a mi sorpresa, como su suave coño rasurado estaba ya considerablemente mojado.

-Veo que tus sentimientos te delatan.

-Por favor, no digas eso... -Sus mejillas enrojecieron al instante.

Me incorpore sobre ella, y le puse sus brazos sobre mi pecho, mientras ella me observaba incapaz de resistirse.

-Como quieres que empiece, duro o suave?

Cerro los ojos, y callo. Un silencio cubrio la habitacion. Luego murmuro algo.

-Que has dicho? Habla mas alto.

-...Suave, por favor.

Empecé a penetrarla, primero lentamente. Su coño, a pesar de mojado, ofrecia resistencia. Sentí su aliento accelerarse, y sus uñas clavarse en mi piel. Finalmente estaba dentro.

En toda la habitacion solo se podia escuchar que el movimiento de nuestros cuerpos, y unos gemidos que ella intentaba apagar cada vez mas infructuosamente.

Podia notar todos los nervios de su piel reaccionar ante mi. Mi pene recorria su interior, mientras su delicioso cuerpo se balanceaba ante cada uno de mis golpes.

Sus sentidos la ahogaban los pensamientos y saturaban su razon ante un tipo de contacto alq ue no estaba acostumbrada, fisico y ritualistico. Estaba disfrutando, aun a su pesar. Su cuerpo, femenino y fertil, saboreaba un placer desconocido para ella.

La agarre mas fuerte, reclamando mas de su cuerpo, completamente a mi merced. Mis huevos rebotaban en sus suculentas nalgas mientras penetraba su mas profundo interior. Su respiracion se cortaba despues de cada embestida, perdiendo gradualmente su razon y su conciencia de si.

Movia su cuerpo a mi antojo, y cambiaba de postura cuando ella parecia acostumbrarse a la intimidad. Queria deflorar todos sus tabues, follarla de un modo que las mujeres como ella no podian aceptar como decente.

Y a medida que le descubria un nuevo placer, se sonrojaba y me pedia, a mi merced y con ojos suplicantes que no la deprabara mas, que no la dejara en evidencia y que respetara algun resquicio de su decencia que ella tanto valoraba.

Pero cada una de sus suplicas no hacian mas que alimentar mi deseo, y la penetraba un mas fuerte, preparando una postura aun mas compremetedora para su virtud. Ella, forzada a experimentar una faceta desconocida de su yo interior, no podia hacer nada mas que aumentar sus gemidos.

La puse de caras a mi reposando sobre su espalda, y coloque sus muslos entre mi cadera, abrazandome y recibiendome como la magnifica hembra que era. Continue embistiendola mas y mas fuerte. Sus gemidos se acentuaron.

Finalmente, se escucho a traves de toda la habitacion el dulce sonido de sus pulmones liberandose por fin, en un profundo orgasmo, mientras my polla derramaba en su interior mi abundante semilla.

Sus pechos palpitaban ante cada uno de sus posteriores gemidos, aun sobrecogida. Un torrente de sensaciones viajaban a traves de ella. Mis huevos de estaban acabando de vaciar dentro de su solicita vagina.

Empece a besarla mientras se recuperaba, y observe satisfactoriamente como recibia mis labios dulcemente, no por voluntad sino por una necesidad que habia despertado dentro suyo.

La agarre, y la incorpore sobre mi pecho mientras se sobresaltaba. Tomé su espalda y sus gluteos, y ella me acaricio con sus dedos sin entender bien lo que hacia. La mire a los ojos, y ella me miro a su vez. Luego los cerro al descubrir como le tocaba su anillo de matrimonio y se lo sacaba de su mano antes de ponerlo dentro de una mesilla de noche.

Anabel entendia que aquello no habia acabado, ni siquiera esa noche. Apreto sus pechos contra mi. Sabia que yo la habia reclamado, y que algo habia despertado en ella. No volveria a ser nunca la misma. O mejor dicho, era ella por primera vez.