La convención - Viernes

Dos chicas curiosas comparten habitación por circunstancias de trabajo y se hacen amigas...

Empecé a trabajar en la empresa cuatro meses antes, en atención al cliente, soy venezolana y dicen que la suavidad de mi acento viene muy bien a la hora de tratar con los clientes por teléfono. Dos veces al año hacen una convención interna en la que reunen a todos los empleados durante un fin de semana para informarnos de los resultados y planes de la empresa, fomentar el compañerismo y subir la motivación. Era mi primera convención, nos iríamos a Toledo el viernes y volveríamos el domingo. Como la idea era compartir con los compañeros, en Recursos Humanos nos asignaban la habitación de hotel por parejas del mismo sexo, procurando unir a personas de diferentes departamentos.

Trini, la compañera que me asignaron, trabajaba en el departamento comercial, la había visto un par de veces por la oficina. Era guapa, aunque algo delgada segun mi opinión, de piel muy blanca y cabello liso de color castaño claro hasta el hombro. Se vestía muy bien, era de carácter extrovertido y bastante simpática.

Durante el viaje, nos fuimos conociendo y entrando en confianza. Al llegar al Hotel nos dieron la llave y subimos a la habitación. Solo tenía una cama inmensa, me dijo Trini que a veces pasaba, que las habitaciones dobles pueden tener una cama para dos o dos individuales, que podíamos pedir otra si yo quería. Como vi que lo dejaba en mis manos, concluí que a ella le daba igual, en Europa son más abiertos y yo no quise parecer tonta así que le dije que tampoco me importaba. Trini hizo un par de las bromas típicas con doble sentido y nos reímos un rato.

Por la tarde tuvimos conferencia y al terminar subimos a cambiarnos para  cenar en restaurante del hotel. Ella entró en el baño, mientras tanto yo me estaba cambiando en la habitación, cuando salió solo tenía encima las bragas, me dió un poco de corte la situación, pero ante su naturalidad decidí actuar igual. Seguí a lo mío, pero mirándola de vez en cuando, me impresionaba la blancura de su piel, a pesar de lo delgada que era no se le marcaban los huesos, sus pechos eran pequeños, con pezones grandes y destacaba sobretodo la cantidad de vello púbico que hacía una gran sombra negra en sus bragas blancas que incluso desbordaba por los lados. Tan impresionada quedé con semejante mata de pelo, que en una de esas me pilló mirándole los bajos.

  • ¿Qué pasa? No te va el rollo Hippie - me dijo bromeando

  • Perdona, que verguenza, es que tanto pelo me impresionó, a mi sale muy poco y prefiero depilarme.

  • Yo no puedo, imagínate el trabajo que tendría, además se me irrita mucho la piel, antes lo intentaba de vez en cuando, ahora solo recorto un poco los bordes en verano para que no se escapen del bikini. ¿No te gusta mi conejo?

Y diciendo eso se bajó la parte delantera de las bragas para que pudiera ver la totalidad de su peludo conejo.

Estaba yo medio en shock por el gesto y por la visión en sí, cuando me dijo: A ver el tuyo.

En milisegundos pasó de todo por mi mente, negarme alegando verguenza o pudor, responder con unas risas por si era en broma, pero la situación tenía su morbo y una vez más superé mi timidez aparentando una naturalidad que no sentía. Y me bajé las bragas por delante. Ella miró con curiosidad mi pubis lampiño, que dejaba al descubierto mi pequeña vagina, o sea, un pequeño y fino surco de piel vertical que se ve justo al final del pubis y desaparece en la entrepierna.

  • Joder tía que bonito lo tienes, volverás locos a los tíos con ese chochito de muñeca.

Y ahí estábamos las dos analizando diferencias, ella de piel blanca, delgadita y con su conejo peludo. Yo tipo latina, más morena, con el cabello más largo y ondulado, me llega a la meda espalda, con senos normales, un par de buenas nalgas y mi cuquita afeitada. Yo tenía en ese momento 20 años, ella 24.

  • No te creas, me buscan más por mi culo. - le respondí

  • A ver date la vuelta.

Me giré y bajé también las bragas por detras.

  • Uyy un culito brasileño - me dijo bromeando

  • Venezolano !! - respondí

  • Venga vamos a cenar antes de que me ponga cachonda.

Esas expresiones españolas me impactaban, pero a la vez me fascinaban, decían las cosas como son, un poco fuertes tal vez, pero claras. Cachonda, repetía yo mentalmente, ¿Era así como me estaba empezando a sentir yo también? el jueguito de mirarnos me había dejado algo perturbada, incluso empecé a sentír cierta humedad allí, y en efecto, en el baño confirmé que se me estaba poniendo babosa la cuquita.

Nos vestimos y bajamos a cenar, después de lo ocurrido en la habitación la veía diferente, teníamos más confianza, yo no podía dejar de imaginar a su peludo conejo apretado bajo ese ajustado pantalón.

Después de cenar pasamos al bar a tomar unas copas y finalmente subimos a dormir, era tarde, no habíamos tomado tanto pero ya estábamos achispadas, no dejábamos de reir por tonterías.

En la habitación Trini se metió en baño y salió al rato con una especie de camisón corto de algodhon. Yo me puse también mi pijama, que constaba de camiseta y short. Nos metimos en la cama y pusimos la tele, Trini no paraba de hablar, primero criticamos a otras chicas, luego alabamos a Marc por lo bueno que está, estábamos de acuerdo en eso, estaba como para mojar pan. Más tarde un momento de silencio mirando la tele. Y entonces me dice: ¿Nos hacemos unas pajillas?

Yo solté una carcajada que casí me meo y ella también estalló en risas. Y luego añadió:

  • Te lo digo en serio, no sé tú, pero yo suelo hacerme un dedo casi todas las noches, me relaja antes de dormir y hoy con lo del viaje, los tragos y los chochitos de muñeca, estoy algo inquieta.

Me quedé callada, no sabía que decir.

  • Llevo toda la tarde dándole vueltas al tema, pensaba hacerme una rápida en la ducha, pero me siento a gusto contigo y me pone imaginarte mirándome, así que si no te molesta voy a hacerlo, y ya te dije, si quieres mirar mira, que seguramente me caliente más, no soy exibicionista, pero es una de mis fantasías.

  • Yo también me doy una alegría de vez en cuando antes de dormir, pero con alguien mirando como que me da algo de corte, aunque reconozco que esta tarde al mirarnos me calenté un poco... pero de ahí a masturbarme contigo... tu tranquila a lo tuyo, por mi no hay problema.

Trini cerró los ojos y empezó a respirar más profundamente, metió los dos brazos bajó la sábana que nos tapaba y empezó a acariciarse desde el vientre hasta el pecho, subiendo lentamente y respirando cada vez más fuerte, al llegar a sus pechos los pellizcó cada uno con una mano, dejando escapar un leve gemido y arqueandose un poco, luego bajó otra vez las manos hasta llevarlas a su entrepierna.

No me lo podía creer, se iba a masturbar a mi lado, yo no veía nada directamente, pero como sólo nos tapaba una sábana fina adivinaba todos sus movimientos, se le habían endurecido los pezones de tal manera que se marcaban a traves de la sábana. Había separado un poco las piernas y ya se estaba frotando con la mano derecha, con la izquierza volvió estimularse sus puntiagudos pechos. En poco tiempo su respiración se agitó bastante, se estaba calentando rapidísimo, o quizás ya venía algo templadita. Y me estaba contagiando, insconscientemente tenía mis muslos apretados pesionandome allí, quería tocarme, ella no abría los ojos, así que deslicé una mano bajo la sabana y me presioné la cuca por encima del pijama. Aaayy que gusto.

Trini ya tenía las piernas bastante abiertas, con la rodilla izquierda a veces me tocaba de tanto que las separaba, se frotaba como loca, se le había tranformado el gesto de la cara mantenía la boca abierta y empezaba a decir cosas: hmmm que ricoo, que ricoo, me gusta tocarme el coño, y me pone burra que me veas...

Yo también estaba a cien, y con esas expresiones me calentaba más, se pone burra, sí, ponte burra, sigue, sigueee, pensaba yo, mientras ya me acariciaba la raja por dentro de las bragas, la tenía encharcada, solo podía pensar en verle ese conejo bien abierto.

  • ¿Te gusta como me lo hago? ¿Te pone cachonda mirarme? - me decía

  • Sí, me encanta, sigue...

  • ¿Estás pensando cochinadas? ¿Te estás tocando tu también?

Y en eso me miró y se dio cuenta de que yo tambien me estaba masturbando.

  • Eso es Miss Venezuela (así me decía a veces) tócate ese chochito rico que tienes.

  • ¿Te gusta mi chochito? - le pregunté, ya con voz de excitada.

  • Tienes un coño precioso, llevo toda la tarde mojando mis bragas recordándolo.

  • Yo también he pensado en tu conejito peludo, y no veas como me pone.

De un manotazo quitó la sábana, tenía el minicamisón enrollado en la cintura, las bragas a medio muslo, se inclinó sobre su costado para mostrarse mejor, separó las piernas todo lo que daba la elástica..

  • Míramelo!!

La exposición duró poco, estaba tan excitada que se volvió a acostar y empezó a frotarse con renovada furia.

Yo estaba aún con mi pijama puesto y la mano izquierda por dentro del short y bragas.

Se quitó por completo el camisón y pude ver los pezones que se le habían puesto largísimos, luego se bajó completamente las bragas quedándose totalmente desnuda con las piernas estiradas y abiertas. Volvió a pellizcarse con los dedos las puntas de sus pechos y al hacerlo no podía evitar arquear la espalda y gemir de placer, luego reanudó las caricias a un clitoris que no alcanzaba a ver, solo se veían dos dedos hundidos en un mar de pelo oscuro, una especie de isla, ya que levantaba mucho el pubis. Al poco rato ya estaba otra vez a cien, moviendo la mano a tal velocidad que ni se veia.

  • Hmm que ricoo, como me pica el coño, no se me quitaaa.

Oir esas cosas, me ponía a mil, ella parecía intuirlo y volvía a hacerme hablar.

  • ¿Te excita verme así? Abierta, tocándome el coño...

  • Me encanta - respondí, quería decirle más cosas, hablar como ella pero no me salía, me encendía oirla, verla, incluso quería tocarla, sentir esas puntas de pezones, tocar esa piel blanca, no paraba de darle al dedo, me molestan las bragas, me las quito.

Y así con mi raja al aire, me solté, con las bragas dejé atras los restos de verguenza y pudor que aun podían quedar y me abandoné al placer, a la lujuria, a lo obsceno.

  • Así es linda - me dijo - quitate todo, enséñame tu chochito de muñeca, tócatelo mirándome, vamos a meternos el dedo mientras nos miramos a los ojos.

  • Lo que tu quieras, me has puesto burra como tu dices, me arde el coño y ya no puedo dejar de tocármelo, mira que hinchado y rojo lo tengo, no puedo parar, ayyy que ricooo

  • Quiero corrermeee, me pica mucho y necesito corrermeeee

  • No! - le dije - espérame, vamos juntas

Me acerqué, me puse a su lado, pegada a ella, no pude aguantar más y la toqué, puse una mano en una de sus tetillas y del contacto con su pezón casi me meo de placer, junté las piernas y dejé de tocarme para no explotar aún.

  • Síii, tócame, tócame las tetas, pellízcamelas, tócame lo que quieras...

  • Tu me pones así, me pones burra... uy que ricooo, como se me calienta el chocho cuando hablo como tú.

  • Así me gusta, disfruta, abre bien esas piernas que quiero tocar tu rajita pelada.

Me abrí todo lo que pude y le ofrecí mi raja expuesta levantando el culo de la cama. Ella me la cogió con la mano izquierda, la abarcó toda con su mano bien abierta, con la otra se frotaba la suya como loca. Entonces creí que iba a estallar, sentír su mano apretándome el coño de esa forma fue demasiado, cuando vi que no podía evitarlo llevé mi mano a su coño quitando la de ella y de igual forma traté de abarcarlo con la mano, la sensación fue indescriptible, sentir esa cantidad de pelo y en el centro unos pliegues mojadísimos y gruesos, su raja era largísima y tenía un clitoris inmenso y endurecido por la excitación. Ella empezaba a temblar mientras gritaba y apretaba mi mano con la suya encima y entonces sentí que me corría, que subía el fuego y que estallaba como un volcán tapado por su mano, la erupción de mi líquido vaginal sorprendió a Trini un instante, pero luego empezó a esparcirlo por toda mi raja, vientre, muslos, etc. Ella también había llegado al orgasmo, mi mano lo vivió en primera fila, casi me la rompe de lo fuerte que la apretó con sus muslos cerrados y las convulsiones que siguieron.

Fue tal el éxtasis alcanzado que permanecimos varios minutos recuperando el aliento, sin hablar, cada una con la mano en el coño de la otra.