La convención - Sábado

Continuación del anterior (La convención - Viernes) Marcadas por la noche del Viernes, superan sus prejuicios y se entregan al placer de la entrega mutua...

La convención - Sábado

(Continuación de La convención - Viernes)

El sábado me levanté con un revoltillo emocional, me lo había pasado muy bien, pero no sabía qué pensar ni qué sentir. Ella actuaba con total normalidad. Hice lo mismo, nos arreglamos y bajamos a las conferencias del día.

Fue inútil, por muy vistosas que fueran las diapositivas, e interesantes los proyectos que presentaban, mi mente no dejaba de evadirse y acudir a la noche anterior. Me llegaban recuerdos, imágenes y sensaciones. Trini masturbándose bajo la sábana, el tacto de su vagina, su mano apretando la mía, la pérdida de control y por supuesto el intenso orgasmo. Recordar esas cosas me estaba creando cierta ansiedad, quizás una mezcla de excitación, miedo, remordimientos, confusión, etc. ¿Lesbiana? ¿Cómo podía ser?, siempre me han gustado los chicos, ¿Bisexual? No sé, que lío.

Llegó el mediodía y me senté a comer con otros compañeros de oficina, no sabía cómo actuar con Trini y la evitaba inconscientemente. Las presentaciones de la tarde ni las recuerdo, lo único que hacía era seguirme agobiando mentalmente volviendo una y otra vez a los recuerdos de la noche anterior.

Finalmente tuve que enfrentarme a Trini. La jornada había terminado, disponíamos de un par de horas y luego cenaríamos todos juntos. En la habitación, al poco de entrar, me dijo:

  • ¿Qué te pasa? Llevas todo el día muy rara.

  • ¿A mí?, nada.

Me miró en silencio, se sentó en la cama y me dijo:

  • Ven, siéntate aquí.

Me senté, algo incómoda imaginando que vendría una charla o algo así.

  • ¿Es por lo de anoche?

Bajé la mirada.

  • Yo lo disfruté mucho y tú tampoco parecías pasarlo muy mal. - me dijo

  • No es eso - respondí - Es que no sé qué pensar...

  • Pues no pienses tía. Deja de comerte el coco. Es sexo, no filosofía. Nos provocó hacerlo y lo hicimos, fue rico, no hay que darle más vueltas. Somos mayores de edad y podemos hacer lo que nos dé la gana. Olvídate de las monjas, curas, padres y demás rollos psicológicos. Deja tus bloqueos mentales en el pasillo y entra libre en esta habitación, si no puedes vivir sin ellos ya los recogerás al salir, pero aquí dentro sé libre y disfruta, lo que pase en esta habitación aquí se quedará, haz lo que harías si no tuvieras miedo ni vergüenza.

Sus palabras me relajaron, el que todo quedaría aquí, encerrado en esta habitación, me hizo sentir segura, era la excusa que necesitaba para ignorar mis conflictos morales, hacer lo que me dé la gana, que bien sonaba eso, sí, quería disfrutar y en ese instante me di permiso para hacerlo.

  • Tienes razón, ¡Haré lo que me provoque! ...por lo menos aquí dentro jajaja

  • A ver si es cierto, ¿Y qué es lo que te provoca hacer ahora mismo? - me peguntó con tono pícaro.

  • Hmmm déjame pensar... me gustaría examinarte allí - le dije mientras señalaba la zona

  • ¡Qué guarra! Quieres verme el coño. ¿No te da vergüenza?

Trini jugaba con mi timidez pero no le iba a dar el gusto.

  • Sí - le respondí - quiero ver ese coño peludo que tienes.

Trini se reía de mi actitud decidida. Se puso de pié, se quitó el pantalón y a continuación se bajó las bragas hasta los pies y de una patada las lanzó por el aire.

  • Ahora tú. - me dijo

Hice lo mismo, pero sin la patadita voladora. Trini recogió del suelo mis braguitas, las estrujó con la mano y luego las estiró analizándolas.

  • ¡Eres una cachoguarra! Tienes el coño empapado !!

Aunque mi primera sensación fue de vergüenza, al instante lo superé.

  • Pues sí, de tanto darle vueltas a lo de ayer empecé a sentir, ya sabes, el calorcito...

  • A ver, enséñame.

Me senté en la cama y separé las piernas. Trini se acercó a ver más de cerca.

  • Tía, tienes el chochito chorreando.

Mi vagina es más bien pequeña, y prácticamente carece de labios, con las piernas cerradas solo se ve una rayita vertical, pero al abrirme de piernas, se abre y se me ve TODO. A veces me la miro así en el espejo, pero nunca me había expuesto de esa manera ante nadie y la sensación me estaba provocando un calentón inesperado, al abrir las piernas sentía como se me dilataba la cuquita, y entonces me excitaba más y quería abrirme más, pero ya no podía...

Estando así, obscenamente expuesta, a Trini no se le ocurre otra cosa más que meterme dos dedos, sacarlos mojados y chuparlos con una cara de lujuria indescriptible.

  • Hmmm qué rico te sabe.

  • A ver el tuyo, enséñamelo bien.

Y entonces se acostó en cama apoyada en los codos y separó las piernas, estiradas sobre la cama. Su vientre plano y blanco se veía abruptamente interrumpido por una prominente montaña de pelo, entre sus piernas la oscura pelambrera apenas dejaba ver sus gruesos labios vaginales, me impresionó lo grande que tenía la raja, nacía en las cercanías del ano y atravesaba todo el bosque de pelo hasta la cima de su monte de Venus, allí terminaban en un clítoris cubierto por un capuchón del tamaño de medio dedo pulgar.

  • Con tanto pelo casi ni te se ve - le dije

Entonces se abrió más de piernas levantando las rodillas y pasando los brazos por debajo de sus muslos se separó el vello púbico con las manos. Su oscuro y peludo coño se transformó de repente en una amplia, rosada y jugosa vagina. Me quedé fascinada mirándola, se le veía claramente el orificio de mear, con los dedos índices de cada  mano estiró la piel que cubría su clítoris hacia arriba y éste apareció en todo su esplendor, era grande liso y brillante, parecía una perla rosada, me apetecía rozárselo con mi lengua.

En ese momento Trini dijo:

  • Ven acuéstame a mi lado y así podemos vernos las dos a la vez y jugar...

Nos acostamos una hacia arriba y la otra hacia abajo, como en un 69 pero de lado, con las piernas abiertas para permitirnos minuciosas exploraciones.

Lo primero que hice fue acariciarle con la mano su tupido monte de Venus, peinarla con mis dedos, me encantaba esa sensación, ella, a pesar de tener mi cuquita totalmente expuesta frente a su cara, me la abría más con sus dedos, y yo al notar cómo me la estiraba hacia los lados sentía unas ganas locas de meterme los dedos o algo. En el coño de Trini los labios y el clítoris sobresalían mucho más que antes ente el pelo, se estaban inflamando con la excitación, incluso su clítoris parecía levantarse un poco, como en una mini-erección y se asomaba sin necesidad de retirarle el capuchón, vérselo así, como un mini-pene, me puso a mil y se lo chupé con los labios y lengua. Trini gritó y se estremeció de sorpresa y placer.

  • Síii, cómeme ahí.

Yo meneaba con mi lengua de un lado a otro su clítoris, lo notaba cada vez más durito, en eso estaba cuando mi cuquita fue invadida por su lengua, ufff ¡Qué sensación! su lengua caliente barriendo mi vulva, era demasiado, empecé a notar ese fuego creciendo en el vientre. No, no quería correrme aún, tenía que prolongarlo un poco más. Me acosté y moví las caderas de Trini sobre mi cara, ella me entendió y poniendo una pierna a cada lado  quedamos en un perfecto 69, yo debajo, Ella con su cara entre mis piernas restregándome el coño por la cara. Estábamos cachondas como perras en celo y el ardor de coño no hacía más que crecer con esos frotes, yo sacaba la lengua dejándola como una húmeda estaca y ella con sus movimientos se la pasaba en vertical por toda la extensión de su raja. Ella me había metido un dedo de cada mano en mi vagina y me la estiraba hacia los lados, me la iba a romper y yo no podía aguantar más, quería soltarme y explotar, quería correrme cuanto antes y liberar eso que me estaba quemando por dentro, pero aguanté. Los movimientos pélvicos de Trini iban desde el clítoris hasta el final de su raja, pero al ser cada vez más fuertes eran menos precisos y a veces se movía hasta más allá del coño y mi lengua le rozaba el ano, cada vez que eso pasaba ella daba un salto, pero también cada vez ocurría más a menudo.

  • ¿Te gusta mi lengua ahí? - le pregunté

  • Siii, me mata que me toques allí con la lengua...

Entonces le separé bien las nalgas con las manos y le clave la lengua en el ojete. Ella empezó a gritar como loca y a tensar el cuerpo, no la solté, todo lo contrario, apreté más la lengua hasta que pude sentir las pulsaciones anales de su inminente orgasmo y entonces me solté yo también, abrí mis piernas todo lo que pude para correrme a gusto, la bola de fuego que tenía dentro empezó a subir como un río que busca el agujero de salida, sentí como un dedo con uña me penetraba el culo arañándome al entrar y no pude más... exploté... mi cuquita se abrió al máximo y un fuerte chorro salió disparado seguido de intensas contracciones, casi le baño la cara a Trini que no paraba a su vez de convulsionar con eléctricos espasmos apretándose el coño fuertemente con una mano.

Permanecimos allí tendidas varios minutos, hasta recuperar la calma. Luego nos miramos, sus ojos brillaban de satisfacción y sonreímos sin decir nada.

Sin mucho entusiasmo, bajamos a cenar con el resto del grupo, las sillas estaban asignadas y no quedamos juntas, mientras cenaba o conversaba con otros compañeros, se me iba la pinza y me perdía en pensamientos y recuerdos, quería estar con Trini, la buscaba con la mirada y a veces cuando la encontraba ella también me estaba mirando, entonces una punzada me atravesaba el pecho y me ponía nerviosa, quería estar con ella.

Tras la cena nos llevaron al bar del Hotel que estaba reservado para la empresa, teníamos barra libre y DJ. Pedí una copa para calmarme un poco, y luego otra, de vez en cuando nos cruzábamos e intercambiábamos miradas cómplices, ella charlaba con un grupo de compañeros de su departamento y yo también iba de grupo en grupo, en una de esas coincidimos en la barra pidiendo otra copa.

  • Estoy aburrida - le dije - quiero irme contigo.

Ella se me acercó y al oído me dijo:

  • Yo no dejo de pensar en ti, nos tomamos esta copa y subimos.

Y se fue otra vez con su gente, y yo me quedé mirándola, algo agitada y sintiendo una vez más ese calorcito entre las piernas.

Al fin, me hizo una señal y aunque la celebración seguía viva, nos fuimos disimuladamente sin despedirnos. Entre tragos y calores, estábamos ya algo alborotadas y antes de entrar en el ascensor Trini me cogió de la mano, me encantó ese gesto. En el ascensor, sin soltar mi mano se me acercó y mirándome muy de cerca, me dijo:

  • Te necesitaba.

Antes de que pudiera responder, me besó. Sus labios, el sabor de su boca, la recibí abriendo la mía y cuando se encontraron nuestras lenguas, cerré los ojos y note un estremecimiento por todo el cuerpo. El terror de ser descubierta le puso más morbo. Llegamos al piso y mientras ella abría la puerta me di cuenta de que tenía las bragas como si me hubiera meado encima. Entramos, cerramos la puerta (con seguro) e inmediatamente volvimos a besarnos, con más intensidad que antes, nos comíamos la boca con desesperación, nos lamíamos la cara, las orejas, el cuello, ella frotaba su cuerpo contra el mío, la ropa nos estorbaba, queríamos piel. Estábamos aún de pie y los vestidos nos restaban libertad, Trini me llevo de la mano a la cama, me acosté, ella se subió a la cama y me subió el vestido hasta la cadera, luego palpó mis bragas con malicia para comprobar mi excitación. Se subió también su vestido hasta la cintura y se acostó sobre mí besándome de nuevo. Yo la sentía sobre mi cuerpo, con su lengua jugando en mi boca, su muslo presionándome el pubis y el mío contra su pierna, las manos entrelazadas al principio acariciándonos luego, el contacto de nuestros cuerpos nos incendiaba por dentro y cada vez era más fuerte, ella frotaba como loca su coño contra mi muslo, eso me encendía mucho y yo respondía de igual forma frotando mi cuquita con desesperación contra sus piernas o lo que fuera de su cuerpo, me picaba mucho, necesitaba tocármela, pero con mis manos apretaba su cabeza contra mi boca.

Trini se levantó, se puso de pie en la cama, se quitó el vestido, sujetador y bragas, yo hice lo mismo, nos pusimos de rodillas, frente a frente, desnudas, nos acariciamos los pechos, con dulzura, jugué con sus pezones, nos acercamos más hasta que nuestros pezones se tocaron, sus duros pezones clavados en los míos me provocaban estremecimientos, la cuquita me latía de ganas, necesitaba masturbarme con urgencia, frotarme muy fuerte, meterme algo, algo grande que me la llene toda, algo muy grande que me la estire y me la rompa, estaba casi a punto de correrme sin haberme tocado. Con nuestros pechos unidos nos besamos, esta vez con ternura, jugando suavemente con las lengüitas, entonces Trini empezó a acariciarme entre las piernas, con mucha suavidad, de la sorpresa casi me corro, pero aguanté y llevé también mi mano hacia su coño, lo tenía inflamadísimo y abierto, le acaricié la raja por el medio, despacito, empezando en su agujero y subiendo lentamente hasta el clítoris, lo tenía durísimo y erecto, al llegar a él Trini empezó a gemir

  • Sí, tócame ahí

Seguí acariciando esa zona, justo en el nacimiento de su inmenso clítoris, ella aumento la fuerza de las caricias en mi cuquita y también buscó mi clítoris, cuando lo encontró me arrancó un gemido

  • HHmmmm  Ahíii, dame ahíi

Y entonces lo cubrió con la llena del dedo y empezó a moverlo lateralmente, despacio, yo sentía como la cuquita se me abría sola, preparándose para el orgasmo, estuvimos así un rato acariciándonos hasta llevarnos al límite y aguantando sin explotar, con nuestros pechos frotándose y nuestras bocas llenas de lengua.

Cuando ya estaba a punto de correrme patas abajo en su mano, se detuvo, me acostó y me abrió las piernas y ella entrelazó las suyas como si fuéramos dos tijeras abiertas cortándose a la vez, en esa postura nuestras vaginas quedaban frente a frente, enrojecidas y mojadas, parecían dos bocas abiertas a punto de besarse. Con las manos entrelazadas nos fuimos acercando hasta juntar nuestros sexos, al primer contacto el estremecimiento fue brutal, sentir allí abajo el coño de Trini era algo demasiado fuerte, notaba perfectamente la dureza de su clítoris presionándome la cuquita, me estaba follando con su clítoris, sentía sus pelos acalorando mi entrepierna, su pliegues aplastados contra mi raja, casi al instante empezamos a movernos frenéticamente y la sensación se multiplicó por cien, nuestros muslos se cerraban como tenazas y luego se abrían para ampliar la zona de contacto en la que nos restregábamos con tanta fuerza que dolía, mi vagina ardía de irritación y excitación, pero no podíamos parar, no quería dejar de sentir eso tan rico allí... Supe que iba a correrme y al saberlo todo se aceleró, cuando Trini se dio cuenta me atenazó con sus muslos, yo me revolvía como loca sintiendo crecer el orgasmo, hasta explotar... al sentir mi chorro, me soltó y se abrió de piernas mientras se frotaba el coño mojado como una desesperada hasta que el suyo empezó a palpitar ocasionándole intensas convulsiones y aullidos ensordecedores, luego se lo apretó con la mano y cerró sus piernas sin dejar de templar durante un rato.

Estuvimos abrazadas gran parte de la noche, tapadas, desnudas, sin hablar.