LA CONSULTORA CALIENTE (verídico)
Fui a tomar unas cañas y acabamos follando en su coche en pleno centro de Madrid
La historia que voy a relataros a continuación, es una de las que más morbo me han dado últimamente, no por el hecho en sí (unos polvos en un coche), si no por la ubicación (pleno centro de Madrid) y el momento, edad y tipología
de los participantes (algo maduritos y ella, la típica consultora de traje y taconazos de Madrid).
Esta historia se remonta hace ya un par de años atrás. Yo conocí a una chica de unos 45 años tres o cuatro más que yo en unas fiestas bastante conocidas de España. Tras unas copas y algo de charleta, acabamos enrollándonos en el baño de un bar de copas… en lo que fue un primer encuentro de besos, masturbación mutua y poco más. Apenas mantuvimos contacto a través de mail y teléfono.
A los meses, yo me desplace a Madrid por motivos de trabajo y como veía que iba a estar más “colgau” que un higo (tenía que pasar un par de noches) y tenía su teléfono, le di un toque para ver si le apetecía tomar unas cañas y ponernos un poco al día.
A última hora de la tarde, sobre las 19.00h. fui al bar donde me comentó quedaba con los compañeros de trabajo para tomar unas cañas y desconectar de todo. Allí que fui. Ella me presentó a sus compañeros cincuentones (estoy seguro que a más de uno se lo había follado), estaban de charleta con la mesa llena de vasos vacíos de cerveza (no sé cuantas llevarían cada uno exactamente, pero por el numero de vasos y personas, estaríamos hablando de unas 4 ó 5 por persona). Ella, estaba especialmente cariñosa conmigo (evidentemente las cañas que se había tomado, hacían que estuviese algo más “suelta” que de normal).
Tras unas cuantos “potes” en ese bar, sus compañeros de trabajo se despidieron de ella (evidentemente ya se dieron cuenta del plan que teníamos, ella está divorciada por cierto) y nos dejaron solos para seguir con la velada. Continuamos charlando amigablemente, cogiéndonos de la mano, dándonos algún que otro piquito en plan “amigo”, hasta que decidimos cambiar de bar. Llovía una barbaridad en Madrid esa noche. Ella me comentó que había un “Irlandes” muy cerquita de ahí, que podíamos estar tranquilos un buen rato, porque solía haber música en directo. El caso es que no tendríamos que caminar más de 400m. pero como llovía a cantaros, nos fuimos refugiándonos en los soportales de camino. Allí, ella se pegaba fuertemente a mi cuerpo para protegerse y yo, evidentemente la agarraba fuerte para que sintiese mis 23 cm.de polla caliente en su cuerpo. Evidentemente entre el apretón, las cañas y el calentón que llevábamos ambos, nos costó llegar al bar Irlandes como media hora, parándonos para besarnos, masturbarnos de forma escondida y comernos la boca literalmente.
Menudo calentón. Estábamos a mil
y a pesar de todo, nos quedamos en el bar durante una hora y pico, a base de pintas de cerveza negra y… muchos besos y caricias. Tengo el recuerdo mental de que allí, en medio del bar y con gente en la barra y mesas, nos estuvimos “tocando” sin ningún tipo de pudor. De hecho, más de una vez he pensado si alguien nos habría hecho alguna foto o video… porque yo tengo el recuerdo mental que salvo bajarnos los pantalones y ponernos a follar… hicimos de todo en ese bar.
El caso es que como el bar iba a cerrar, y la tía estaba bastante pasadita con el alcohol, le dije (buen samaritano), que le llevaba a casa y que el hotel donde tenía que pasar la noche se encontraba muy cerquita de donde vivía ella (que casualidad… eh?). Cuando llegamos a su portal, aparcamos en medio de la calle. Seguía lloviendo a cantaros y bueno, me dijo que lo había pasado genial y que ahora lo que quería era follarme, pero que o bien lo hacíamos en mi hotel, o en el coche, porque en casa estaba su hijo y no quería rollos (era adolescente).
Yo, tenía claro que no quería llevar a ninguna mujer al hotel, porque si no, iba a tener rollos en el trabajo, así que, aunque inicialmente me jodio un poco lo de no subir a su casa (mi idea era pasar allí la noche con ella), me conformé con el tema de follármela
por primera vez allí mismo, como puñeteros dieciochoañeros. Nos desplazamos a los asientos de atrás de su coche, un A3 con dos puertas, por lo que echamos los asientos hacia delante, quedando un sitio bastante majo para ponernos al tema.
Fue genial. Llovía muchísimo, el ruido del agua golpeaba la carrocería del coche y allí que estábamos los dos, desnudándonos mutuamente pasándolo de puta madre.
Yo me senté en un lado y ella se puso a “cuatro patas” encima del asiento trasero y desde esa postura, se dedicó a comerme la polla como si no hubiese cenado. Joder que hambrienta… de hecho, le tuve que pedir en varias ocasiones que parara, porque me iba a correr en su boca con tanta embestida… Luego le di la vuelta, poniéndome de rodillas en el “suelo” del coche para poder lamer su coñito húmedo no… lo siguiente. La tía estaba desatada, no sé cuantos orgasmos pudo tener en ese momento. Lo que estaba claro es que allí, en medio de una concurrida calle de Madrid, con una tormenta del copón y los cristales todo empañados… allí estábamos follándonos como auténticos animales.
Yo no podía más. Me senté en el medio del asiento de atrás y la agarre fuertemente desde las caderas por atrás. Ambos estábamos mirando hacia delante y desde allí,
le sometí a un “agradable castigo” que creo que no olvidara fácilmente. La tía sea agarro a las manillas superiores y yo mientras sujetaba arriba, abajo su impresionante y prieto culo. A dentro a fuera… duro, duro… muy, muy duro. Allí, con todo ese trajín y esfuerzo, el coche se movía más que un “dos caballos” con la suspensión rota. Vaya POLVO y menuda corrida que me pegué. Tuvimos que quedarnos recostados.. cerca de 10 o 15 minutos. Estábamos realmente AGOTADOS pero con una gran sonrisa en la cara. Fue genial recordar la forma en la que follábamos cuando teníamos veintipico años atrás. (quien no recuerda esos primeros polvos en el coche del padre o madre… joder, eran la hostia).
Yo lo que tenía claro, es que no quería quedarme así. Deseaba darle caña otra vez, follármela hasta que pidiese clemencia, porque daba por hecho, que no iba a volver a verla en muchísimo tiempo (creo que hay que pensar siempre así cuando estéis con una tía)… así que, allí que volvimos al tema. Esta vez al revés. Yo nuevamente sentado en el centro de aquel A3 y ella mirándome a mí, cara a cara. Besándonos, abrazándonos y nuevamente, meneando el coche. (no sé si la mujer lo habrá llevado después de aquello al taller, porque os aseguro que eso se movía el copón). Otros dos o tres polvos memorables…Como se suele decir “sin sacarla”. La verdad que esta tía sabe cómo moverse y sobre todo, sabe cómo mover la zona pélvica, porque consiguió que me corriese varias veces, sin ni siquiera sacar mi polla de su precioso coño caliente. Se movía como los ángeles, notaba sus movimientos pélvicos presionantes y hacía que mantuviese mi erección durante más tiempo… Fue genial. Reímos, besamos y hablamos…
Era muy tarde, quizás las 3 de la mañana… allí en Madrid, como adolescentes, lo habíamos pasado de miedo.