La confesión
Angie se abre en canal. Ahora conozco la verdad.
Como en todos los de la comarca, también en nuestro pueblo era habitual que, después de una noche de mucho calor, amaneciese rodeado la mañana siguiente por una densa niebla atravesada por una brevisima corriente que helaba los huesos. Todavia lo recuerdo, y al hacer memoria no me cuesta sentir la sensación de un fino filo de navaja abriendo mis entrañas, disfrazado de escalofrío.
Esa misma sensación de un puñal abriéndose paso entre mis carnes es la que sentí la mañana siguiente al despertar. La niebla se dejaba ver a través de los cristales asfixiando el paisaje, de la misma manera que mi casa estaba impregnada de un intenso olor a sexo y a coño lleno de lujuria que llegaba a cada rincón, y se agudizaba al acercarse a la habitación de mi hermana, cuya puerta entreabierta dejaba ver la cama desmadejada, la almohada en el suelo y las sábanas cubriendo cómplices las vergüenzas de la batalla. No estaba en casa ya, ni la vi en todo ese fin de semana.
No se donde pasaba el rato, y cuando la escuchaba llegar no tardaba en correr hacia su cuarto. Me evitaba. Durante esos días, ni siquiera tuvo visitas nocturnas de ninguno de sus amigos. Tampoco de Angie.
El lunes debería volver a su casa para continuar con las clases. No me apetecía, y tampoco estaba seguro de que ella se sintiese cómoda. Pero debía enfrentarme a ello.
Me recibió descalza, con una camiseta de asas y unos vaqueros cortos y ajustados. No estaba arreglada y parecía cansada, pero estaba guapísima.
-"Hola", me dijo distante, invitándome a pasar con una mueca desganada. Los ojos, enrojecidos, realzaban aún más su tristeza.
-"No recuerdo por donde lo habíamos dejado", afirmó, en un tono muy apagado.
-"El comentario de texto, ¿recuerdas?", le contesté.
-"Ah, si...¿has podido hacerlo?".
-"Claro... he tenido tiempo este finde", respondí, mientras ella levantó la mirada para clavar sus ojos tristes en los míos.
Retomó la lectura y se tomó unos minutos para corregir el comentario. Al finalizar, despachó una serie de cuestiones de forma rutinaria. Así transcurrió algo más de hora y media de clase, de manera mecánica e insustancial, hasta que se levantó dándola por finalizada.
Cuando volví a casa, mi hermana me había dejado una nota sobre la cama: "Me vuelvo a la ciudad. Tengo curre desde este finde próximo. Mamá, avisada. Me dice que volverá en 15 dias. Suerte con los exámenes. Besos".
Que regresase a su piso de estudiante casi tres semanas antes de que comenzase el curso le sonaba raro a cualquiera que no supiese lo que había pasado un par de días atrás. Mi hermana hacía noches como camarera en un par de pubs de la zona universitaria, pero nunca había cortado sus vacaciones para incorporarse antes.... había forzado la máquina para estar disponible y no enfrentarse conmigo esos días. Me imagino que dentro de la dureza de su alma había asomado algo similar a la culpa.
Entendía que Angie estuviese triste por su marcha, pese a que no sabía tampoco que tipo de relación tenían. Me extrañaba que mi hermana se enamorase de alguien, hombre o mujer, pero desconocía los pensamientos de Angie. Llegué a preguntárselo días después.
Las clases siguientes transcurrieron en medio de una tensión sostenida que apenas se quebró con alguna broma esporádica, aunque Angie seguía melancólica y distante. Me animé a decirle:
-"¿Sabes que mi hermana se ha ido?"
Me miro fijamente, y me espetó muy seria: "Continuamos trabajando".
-"¿Qué pasa?", insistí.
Negó con la cabeza mientras toqueteaba el bolígrafo muy nerviosa. Intentó contestarme de nuevo, pero le comenzó a temblar la comisura de los labios hasta que una lágrima se deslizó por su mejilla cayendo sobre sus notas, emborronándolas.
-"Tranquila", le sonreí para calmarla. "Solo dime que pasa y en que puedo ayudarte".
Apenas comenzó una explicación confusa hasta estallar en un sollozo imposible , levantándose de la silla para correr hacia el baño. Regresó, enjuagandose las lágrimas y se sentó de nuevo, más tranquila.
-"Se que tienes derecho a saber.... pero no podría decirte realmente... ni yo misma entiendo que me pasa", me dijo.
-"El otro día...", comencé.
-"El otro día... lo se, me viste. Salía de vuestra casa, claro. Es que no puedo decirte... ha pasado todo tan rápido...".
-"¿Por qué me rehúsas?"
-"Entiéndelo... para mi es algo.... incluso me sonroja estar hablando contigo de esto... además de todo lo que me está pasando, os conozco desde pequeños... En fin, entiendelo, me siento... sucia", concluyó.
-"Estar enamorada no es estar sucia", respondí.
Esbozó una breve sonrisa que se abrió camino entre sus sollozos
-"Oh, enamorada.. no exactamente... de verdad, no se como explicarte esto, no se trata de eso, me siento mal". Su discurso parecía inconexo, e intente reconducirlo.
-"Angie, tranquila. Yo no juzgo. No tienes de que avergonzarte. Se que el otro día llego a casa, estás con mi hermana en su habitación, las dos me rehuís desde entonces, ella se marcha, ahora tú estas así...¿que pasa?¿que debo saber?", le planteé.
Respiró hondo.
-"Sabes como es tu hermana. Es tan libre... va, viene...En los últimos meses estrechamos mucho nuestra relación... nos encontrábamos en la playa, venia a casa a tomar el sol, quedábamos para cenar y tomar algo... En fin, ya sabes, es una locaza pero tiene muy buena conversación, es divertida... la verdad es que me lo pasaba muy bien con ella...", comenzó.
-"Continúa", le ordené mientras acariciaba su mano. Seguía costandole ir al grano. Respiró hondo y continuó:
-"Un día en la playa estábamos jugando en el agua. Me rodeó con sus piernas y me atrajo hacia sí...nos quedamos unos segundos en esa postura, los dos cuerpos pegados, desnudos... créeme si te digo que en ese momento mi cabeza hizo un 'click'. Nunca en mi vida me he sentido excitada de esa manera por una mujer", dijo.
-"¿Nunca? Entonces...".
-"A ver... siempre me han gustado los hombres... las mujeres me parecen atractivas, me imagino que me habrán gustado desde siempre también, pero no había tenido ninguna experiencia antes ni me había sentido excitada de esa manera. Es decir, en el momento que me rodeó con las piernas, y la veía frente a mí, mojada, cubierta tan solo con un diminuto tanga, con su sexo frente a mi... me entraron unas ganas de besarla...".
-"¿Y lo hiciste?", pregunte curioso.
-" No... lo hizo ella. Pero no en ese momento. Se incorporó en la misma postura, acercándose más a mí... alargó los dos brazos y rodeó mi espalda con ellos...hasta dejarme totalmente a su merced, rodeada de sus brazos y sus piernas, con su carita frente a mi y su boca a un palmo de la mía... me veía con unos ojos de deseo y lujuria como no me había visto nunca ningún hombre...", suspiró, mientras yo pensaba en silencio lo equivocada que estaba. "Con una de sus manos comenzó a masajearme el cabello... descendiendo con la yema de sus dedos por mi rostro, muy suavemente. Se entretuvo con su índice, rodeando la comisura de mis labios... y acabó por metérmelo en la boca. Yo estaba entregada ya...y obviamente le seguí el juego. Comencé a chupárselo, hasta que se aburrió y siguió descendiendo. Me rozó los pezones con el dorso de la mano, y acercó su rostro todavía más.... Nuestras frentes se juntaron, creí que me iba a besar en ese instante y, en lugar de eso, giró levemente la cabeza y se dirigió a mi cuello, que mordisqueó y lamió con énfasis. De verdad, nunca me lo habían hecho de esa manera. Su mano siguió jugando, bajando por mi cuerpo hasta meter la mano por dentro de la braga del bikini... empezó a rozar mi coño, y justo en el momento en que pensé que me iba a penetrar con un dedo... con la otra mano me desabrochó una de las tiras de la braguita y me dejó desnuda dentro del el agua, aprovechando para ponerse encima mía y sumergirme, mientras reía como un diablo."
-"Es un diablo", confirmé.
-"Lo es, pero de veras, no me sentí así de excitada jamás, sin apenas rozarme... Perdóname, creo que estoy hablando de más, me siento ridicula", se disculpó tímidamente.
-"Sigue, por favor", le dije, mientras le extendí un cigarro para que se sirviese. Lo colocó entre sus labios y se lo encendí. Aspiró una larga calada y lo recogía entre el índice y el anular para seguir hablando mientras soltaba una larga bocanada de humo.
-"Esa tarde no pasó nada mas", continuó. "En la playa", añadió. "De vuelta a casa, seguimos hablando de cosas intrascendentes, como si nada hubiese pasado unos instantes antes. En verdad creí que para ella no significaba nada, y que todo era un juego, pero yo estaba ya muy confundida y mojada. Así seguimos durante todo el camino, hasta que llegamos a la puerta de tu casa. Le ofrecí venirse a la mía y tomar una cerveza, pero me dijo que llevaba prisa, que había quedado con nosequién... y nos despedimos hasta otro día, que ya hablaríamos. Sin más, yo me dí la vuelta y enfilé el camino a casa, pero cuando apenas había dado dos pasos me llama: Corre hacia mí, me rodea la nuca con una mano y me acaricia la cara con la otra, para darme el beso de mi vida. De verdad... un beso larguísimo y muy húmedo... yo me dejé hacer, ella dominaba en todo momento...su lengua recorría cada parte de mi boca hasta encontrarse con la mía y entrelazarse... así durante segundos, minutos, quizá horas.... de verdad que no lo se.... imagínate que loca, justo delante de tu casa, los vecinos...".
-"¿Os vieron?", pregunté.
-"No, no creo. No lo se. Sinceramente en ese momento me hubiese dado igual. Se retiró y comenzó a mordisquearme la parte superior de los labios... y vuelta a empezar, me metió la lengua hasta el fondo y volvimos a fundirnos en un beso eterno. Después de eso, se retiró de nuevo y me dice.... 'creo que te debía esto'... no lo sé, me quedé en shock".
Angie acabo el cigarro, que estrujó con rabia contra un cenicero de cristal que estaba sobre la mesa, y se levantó para sacar de la nevera un botellín de cerveza. Antes de continuar:
-"Pasaron un par de días y apareció por casa. Yo estaba algo confundida aún pero, en verdad, tenía muchas ganas de verla. Me dijo que no tenía planes aquella noche y que si me apetecía tomar algo por ahí. Yo le dije que trabajaba al día siguiente y que, sintiéndolo mucho, no saldría esa noche. Ya sabes cómo son las juergas eternas de tu hermana. Le dije, por cumplir, que podíamos preparar algo en mi casa y cenar aquí. Y accedió", dijo Angie con una sonrisa melancólica. "No prepare nada especial. Una fuente de ensalada, un risotto y unas gambas a la plancha. Ella apareció por casa monísima, se trajo el postre, un pastel de queso muy rico... y los canutos, que fueron mi perdición", sonrió de nuevo.
"Recuerdo que llevaba un top blanco con el ombligo al aire, el pelo recogido y unos pantalones pirata, blancos también. No llevaba sujetador, y el top le transparenta todo.... no iba arreglada para salir, pero en ese momento me pareció la chica más guapa del mundo. Comenzamos la cena y nos abrimos una botella de albariño, de las que tenía mi madre en casa, imagínate los años... mientras acababa de hacer las gambas cortamos algo de queso y embutido, y ya nos habíamos bebido la botella. Abrimos otra."
-"Joder¡", exclamé.
-"Es superingeniosa tu hermana, es muy divertida... con las gambas y la ensalada nos habíamos bebido ya la mitad de la segunda botella, y para cuando el postre, apenas quedaba nada. Me estaba contando sus experiencias en la ciudad, sus movidas en la noche, con los tíos.... no se, me parece tan llena de vida, y yo aquí, que no salgo apenas desde lo de mi madre... en fin, me siento tan pequeñita a su lado".
-"¿Quieres ser ella?", le cuestioné.
-"No... quiero ser yo. Y solo lo he sido con ella.... Bueno, también contigo, pero en otro rollo..."
-"Vaya", pensé en voz alta.
-"Tenías que verme como me miraba aquella noche.... nos habíamos limpiado casi una botella cada una y ella estaba tan viva, tan locuaz.... me escuchaba con esos ojos profundísimos y sentía que me desnudaba con la mirada. De repente, comienza a liarse un porro, y me desmonta por completo con una pregunta:
'Bueno, ¿que opinas de lo del otro dia?', me dice. Sobraba escurrir el bulto, sabía perfectamente a lo que se refería aunque llevasemos toda la noche esquivando el tema.
'El beso?', le pregunté, sin darle importancia.
'Claro', contestó con naturalidad, sin quitar la vista del canuto que se liaba.
'Me descolocó', respondí con sinceridad.
'Pero... ¿te gustó o no?', preguntó mientras alzaba la vista por un instante.
'Eso no se pregunta...', contesté muerta de vergüenza.
'¿Porqué? Si no te gustó me lo dices y no te beso mas', sonrió.
Me encanta de tu hermana lo cría que es para algunas cosas, la naturalidad con que se toma todo.... yo le contesté muy segura que por supuesto que me había gustado, y me preguntó si era la primera vez que se besaba con una mujer. Le contesté la verdad, que así era, y sonrió. Y sabes lo que pasó...."
-"¿Te besó de nuevo?"
-"Peor. A esas alturas ya nos habíamos comido la tarta de queso y nos estábamos tomando un chupito de aguardiente de orujo, nada menos. Pues se levanta de la silla, se toma su chupito de un trago y, con el canuto en la boca, se acerca a mi y se sienta sobre mis rodillas, de frente. Enciende el porro, aspira una bocanada y la mantiene, hasta que acerca su boca a la mía y me echa todo el humo dentro.. creo que ahí perdí la noción de la realidad, porque la siguiente imagen que tengo es la de tu hermana quitándose el top y deshaciéndose de él, quedándose en tetas frente a mi y sosteniendo una de ellas desde abajo con la palma de la mano, levantandola y acercando el pezón a mi boca.... obviamente, me lo metí dentro y lo succioné con todas mis ansias. Ese fue el pistoletazo de salida, ahí se desató todo".
"Qué más pasó...."
"Se desnudó en un segundo.... llevaba descalza un buen rato y se bajó los pantalones y el tanga de un solo movimiento. Volvió a acercar sus tetas a mi boca y me entretuve un buen rato con ellas... las salivé por completo.... oh, de verdad... no se como te puedo contar esto", se paró en seco.
-"De verdad, sueltalo y no pienses en nada", le dije. Al tiempo que estaba resultando terapéutico para mí, a Angie le estaba excitando levemente... podía ver cómo sus pezones se marcaban claramente bajo la camiseta, y como se sonrojaba las mejillas al tiempo que apuraba la cerveza. Abrió otra, y me pidió un cigarro.
-"A ver si acabas como cuando el Alvariño", bromeé, quitándole importancia.
Sonrió brevemente, y tras encenderse el cigarro, continuó:
-"Al tiempo que yo trabajaba sus tetas, ella se estaba masturbando sin pudor delante mía. Volvió a sentarse a horcajadas sobre mí sin dejar de tocarse en ningún momento, al tiempo que volvía a meter la lengua en mi boca. Otra vez esa sensación, me estaba devorando... y yo empecé a empaparme...", dijo Angie, mientras noté ver cómo deslizó su mano derecha por debajo de la mesa de manera disimulada.
-"Cuando acabó de comerme, me cogió de una mano delicadamente para que me levantase...me llevó hacia la mesa y se sentó sobre ella abriéndose de piernas e invitandome a .... "
-"A comerla", completé.
-"A comerla", contestó en un tono ahogado. Ella se estaba tocando por encima del pantalón. Se repuso: "Le dije que no. Nunca lo había hecho y me negué... creo que es la única vez que le he negado algo. No me contestó, solo mostró una sonrisa de resignacion y en seguida aparecieron esos morbosos ojos de gata. Se me acercó muy decidida y me susurró al oído..."ok... yo te diré como se hace". Y vaya si lo hizo...".
" Me empezó a besar mientras me desnudaba con sus manos. En segundos estaba como ella, las bragas por el suelo, la casa patas arriba, y nosotras abrazandonos desnudas. En esa postura se giró abrazada a mí llevándome hacia la mesa donde un instante antes se había posado ella. Sin dejar de besarme me sentó sobre la mesa y me separó las piernas.... fue descendiendo por todo mi cuerpo... la boca, el cuello, las tetas, primero una, luego otra.... dibujó un surco con la punta de la lengua hasta plantarse justo a las puertas de mi sexo...." me dijo Angie, mientras ya no disimulaba. Se había desabrochado el botón del pantalón y se había metido la mano por dentro dándose placer levemente mientras recordaba a mi hermana.
Le costó seguir el hilo... más pendiente de dar salida a su excitación actual que en contarme el polvo de mi hermana.
-"Perdona...", me dijo, sin saber si se referiá a la paja o a la interrupción del relato.
-"Tranquila...no tengas vergüenza...", le dije, intentando ganarme su confianza.
Sonrió...e intento continuar...
-"Una vez así, yo estaba en sus manos... o en su lengua.... y no veas, jamás me lo habían comido así.... tan pronto sentí su lengua rodear mi coño, sentí una descarga de placer que no había recordado nunca. Empezó a mover la punta de la lengua buscando la puerta del deseo, arriba y abajo, a los lados, la movía con una agilidad que jamás he encontrado, hasta el punto de estar deseando que no acabase nunca aquello pese a que me estaba muriendo.
Ella lo sabía. A ratos se frenaba y retiraba la lengua, y volvía empezar sabiendo que de esa manera estaba alargando mi agonía.... se apoyó en sus dedos para explorar mi coño, jugando con ellos hábilmente en mis labios. Así durante un buen rato, en el que una y otra vez me veía al borde
del precipicio, en el que me sentía desfallecer cada vez que notaba su saliva mezclarse con mis flujos."
A Angie le costó llegar a esta última parte del relato, y ya se estaba masturbando abiertamente frente a mí. En un rapidísimo gesto se levantó de la silla para bajarse los pantalones hasta los tobillos y pasar una pierna sobre ellos para poder abrirlas con naturalidad. Con un pudor un tanto incomprensible en alguien que se estaba tocando frente a mí, se bajó la ropa con una mano y con la otra tapaba su vagina mientras permanecía de pié. Volvió a sentar su culo desnudo sobre la silla y escupió sobre sus dedos antes de volver a atacar su propio sexo.
-" Espera... espera...", me dijo.
-"Claro", le contesté.
En ese momento abrió los ojos y, mirándome muy seria me dijo:
-"Por favor, no mires. Date la vuelta".
Sin entender nada, le hice caso y giré la silla, mientras me encendí un cigarro.
Podía distinguirlas vagamente en el reflejo del cristal de la ventana. Escuchaba el sonido de su mano rebuscando el placer chapoteando en su coño encharcado, y el sonido de sus suaves gemidos, que se iban acelerando al tiempo que se acercaba al orgasmo. Lo estaba provocando y, efectivamente, no tardó en llegar, anunciandolo en tres gemidos larguísimos y desatados que desembocaron en una especie de llanto. Ahí estaba.
En unos segundos, me giré y la ví, con las piernas juntas y su mano entre ellas, mientras la cabeza la tenía apoyada sobre la mesa. Al recuperarse, levantó su mirada. Sus ojos vidriosos se clavaron en los míos:
-"Márchate, por favor, márchate. No puedo más", me suplicó con la voz quebrada, antes de romper a llorar y esconder de nuevo su cabeza.
Me levanté sin decir nada, intenté acercarme a ella y me detuvo, sin mirarme, alargando el brazo con el que cubría su vagina. Di la vuelta y salí de su casa en silencio, escuchando sus sollozos cada vez más lejanos a medida que me distanciaba de su casa.
El cielo se había cubierto hace un rato, y pese al bochorno, comenzaron a caer unas gotas de lluvia fresca que me acompañaron en el brevisima camino entre su casa y la mía. Al entrar en casa, fui a mi cuarto y desde la ventana fijé la vista de nuevo en la luz de su cocina. Nada se veía desde allí, pero dentro de aquellas paredes estaba librando una batalla contra sí misma.
Resignado, me tiré en la cama sin quitarme la ropa, y me quedé dormido durante horas. Al despertar, de madrugada, había llegado a la conclusión de que Angie estaba perdiendo la cabeza, y yo con ella.