La Conferencia

Historia de dos personas que encuentran a su media naranja fuera de sus respectivos matrimonios y deben decidir qué hacer.

Hace tantos años que nos conocemos…y cada vez que te veo no puedo evitar estremecerme de solo imaginar el roce de tus manos y tus labios…cada vez que voy a escuchar una de tus conferencias no puedo concentrarme, solo me quedo mirando la inmensidad de tus ojos verdes como si no existiera nadie más en el mundo que nosotros dos. Siempre sentí esa conexión especial entre ambos, pero nunca te dije nada al respecto y pensé que era solo a mí que me pasaba…hasta la conferencia de este año.

Fui a ver tu charla como siempre, me senté adelante con la ilusión de que me notaras y te acordaras de mí, pero nada. Como no tenía mucho que hacer en casa me quede a una fiesta luego de la conferencia, ya sin muchas esperanzas. Di unas vueltas, hablé con mucha gente y no había noticias tuyas. Ya estaba por irme cuando apareciste con tu enorme sonrisa, se me derrumbó el mundo al sentirte tan cerca.

-Hola Ayesha, como estas?

-Hola Santiago! Como andas?

-Todo bien, que lindo verte acá! Estoy a full ayudando con este tema de la fiesta, pero en un rato hablamos te parece?

-Sí, claro. Querés que te ayude con algo?

-No, no te preocupes, gracias!

Un rato después me tuve que ir para no llegar tan tarde a casa y no pude esperarte, pero estaba feliz de haberte cruzado y de que te acuerdes de mí. Al día siguiente a la mañana cuando revisé los mails tenía un mail tuyo, que decía que lastima que no habíamos podido hablar casi nada en el after y a ver cuando nos juntábamos en tu oficina a charlar un rato. Miré una y otra vez ese mail sin saber que responder, tenía ganas de responder “siiiiiiiiiiiiiiii” pero pensaba en mi marido, en mis obligaciones y en lo poco que podría resistirme estando cerca tuyo. Finalmente decidí ir a tu oficina, total sabía que siempre había mucha gente dando vueltas, estaban tus socios y normalmente estabas tan ocupado que no ibas a tener mucho tiempo para dedicarme.

Al día siguiente fui para allá, tu oficina está cerca de casa así que llegue rápido. Fui con mi infaltable pollera negra tubo, mi blusa blanca y zapatos taco alto negro, mi largo pelo planchado y suelto. Toqué y me abriste directamente la puerta, con esa misma hermosa sonrisa que tenías cada vez que me veías, me resultó raro que no estuviera la secretaria. Pasamos a tu oficina, y me comentaste que hace bastante que querías hablar conmigo, porque necesitabas gente con mi perfil en la empresa y era muy difícil de conseguir y bla bla bla. Me quedé tranquila porque el tema iba por el lado del trabajo, mientras te escuchaba pensaba que difícil seria para mi trabajar con vos y tener que verte todos los días, pero igualmente te dije que me contaras un poco más así lo pensaba.

Fuimos a hacernos un té a la pequeña cocina para tomar algo calentito y nos pusimos a charlar de la vida, del crecimiento de tu empresa, de que los dos somos emprendedores natos, de que ambos hacíamos yoga, de cuanto nos gusta nuestro trabajo, etc. Qué lindo es hablar con alguien tan parecido a uno, cuantos intereses compartíamos! Te pregunté por qué no había nadie en la oficina y me comentaste que estaban todos en una exposición, pero como habías organizado las exposiciones anteriores en esta te merecías un descanso y te quedaste en la oficina por si llamaba algún cliente. Me sentía un poco incomoda porque la cocina era muy chica y estábamos muy cerca, pero eso no parecía preocuparte.

Se estaba acercando el mediodía así que me quise ir pero me pediste que no te dejara comer solo, que pidiéramos algo y comiéramos ahí. Pedimos sushi vegetariano, porque resulto que también eras vegetariano como yo y comimos mientras seguíamos charlando de las conferencias, de la vida, de ser vegetarianos y de todo un poco. Luego nos pusimos a hablar de parejas, te comenté que era casada y me dijiste que vos también te habías casado hace unos años, me dio tranquilidad saber esto para no hacerme ideas equivocadas en la cabeza. Me sentía tan a gusto con vos! No quería que terminara esa tarde, no quería que llegaran tus compañeros, todo era perfecto.

Después me comentaste de un módulo de software que sospechabas hace bastante tiempo que tenía una vulnerabilidad en una función pero no podías descubrirla. Nos sentamos en tu escritorio con la notebook y enfocamos toda nuestra energía a revisar el código, hacer ingeniería inversa y pruebas hasta que luego de unas horas escudriñando código, juntos pudimos encontrarla y nos pusimos a programar una prueba de concepto para la misma.

Nos abrazamos para festejar el descubrimiento y no nos soltábamos, como temiendo que ese momento terminara, en ese instante pude sentir el tenue perfume de tu pelo, la suavidad de tu piel, los latidos acelerados de tu corazón, un cúmulo de sensaciones me embargó y me sentí más vulnerable que nunca a tus encantos. De pronto, sentí tus cálidos labios acercarse instintivamente a los míos, no opuse resistencia ya que siempre había querido sentirte de esa forma. No encuentro palabras para explicar la magia de ese beso. Fue un beso larguísimo, interminable y apasionado, como si intentáramos desatar toda la pasión contenida durante estos años en un solo momento, era como si nos hubiéramos trasladado a otro mundo donde solo estábamos nosotros dos y no importaba nada más. Todo mi cuerpo comenzó a estremecerse y a desearte como hacía muchos años no deseaba a nadie. En el frenesí de la pasión corriste la notebook, me tomaste entre tus brazos y me subiste a tu escritorio, estaba tan excitada cuando sentí el calor de tu sexo entre mis piernas que suspiré ahogadamente y pensé que iba a acabar en ese mismo momento. Nuestra respiración se volvió agitada y entrecortada, tus manos empezaron a buscar desesperadamente mis pechos mientras las mías te tomaban de los glúteos para sentirte más y más cerca de mí. Estábamos perdidos en el mundo de sensaciones de nuestras bocas y nuestros cuerpos cuando escuché una llave en la puerta de la oficina, me bajé del escritorio y me alejé rápidamente para acomodarme la ropa. Era uno de tus socios que regresaba de la exposición, sin darnos cuenta habíamos pasado casi todo el día juntos.

-Hola Julián, como estas?

-Hola, perdón no sabía que estabas con alguien.

-Ella es Ayesha, me gustaría que trabajara con nosotros y adivina que?! Hoy encontramos juntos una vulnerabilidad del software que te había comentado!

-Buenísimo! Espero que pronto sea parte del staff.

Saludé a Julián y me dirigí a la puerta para irme. Me seguiste hasta el ascensor con intenciones de hablar de lo que había pasado y me tomaste de la mano para retenerme. Estaba tan confundida que no quería hablar del tema, tomé conciencia de la realidad y ese beso parecía tan lejano, como si hubiera sido parte de mi imaginación.

-Ayesha, por favor no te vayas tenemos que hablar

-No Santiago, disculpame no tendría que haber venido

-Yo también me siento raro, fue todo muy fuerte pero no me vas a decir que lo que pasó no significo nada para vos

-Quedémonos tranquilos, consultemos con la almohada y mañana hablamos

Me fui a mi casa y no pude dormir en toda la noche, recreando ese beso en mi mente una y otra vez y pensando que si Julián no hubiera llegado a tiempo era inevitable que termináramos teniendo sexo en tu oficina. La mañana siguiente abrí los mails y había como 10 mails tuyos enviados durante la madrugada, asumí que tampoco habías podido dormir. Te llamé por teléfono a la oficina y hablamos un rato, ambos nos disculpamos por lo que había pasado y porque se nos fue de las manos, quedamos en hacer como que no pasó nada por el bien de ambos. La realidad era que quería volver a sentirte, por más que me pesaran tu esposa y mi marido no podía contener las ganas de estar con vos. Esa noche me acaricie a mí misma varias veces pensando en tu boca, tus manos y en como seria sentirte dentro de mí.

Empezamos a hablar por teléfono todos los días, ya que compartíamos tantas cosas y además nos permitía sentirnos cerca aunque no nos veamos personalmente.

-Hola Ayesha, como estas?

-Hola Santiago, todo bien?

-Adivina qué! Mandé un paper con la vulnerabilidad que descubrimos juntos a la conferencia XX (Las Vegas) y fue aceptado para una charla!

-Buenísimo, te felicito!

-Me parece que tendrías que venir conmigo a presentarlo, si al fin y al cabo lo descubrimos juntos…son 6 días solamente…

-Santiago…sabés que no podemos…te olvidás lo que pasó en tu oficina?

-Somos dos adultos Ayesha, además ya pasó un tiempo lo vamos a poder manejar. Sé que siempre quisiste ir a XX…no me lo vas a negar…

-Es cierto, siempre quise ir, encima tengo visa, pasaporte, todo en regla pero igualmente…

-Pero igualmente nada, de los gastos se hace cargo la empresa y si te quedás más tranquila vení con tu marido, pero no quiero que te pierdas esta oportunidad y menos por mi culpa. Pasame los datos para los pasajes y la reserva del hotel, salimos en 15 días.

Quedé en que lo iba a pensar, y esa noche me puse a hablarlo con mi marido. Quería ir con todas mis fuerzas, pero en el fondo estaba buscando una excusa para no herir los sentimientos de mi esposo. No podía explicarle la situación en detalle, solo le dije que tenía la posibilidad de presentar una charla en las vegas por 6 días y si le gustaría venir conmigo. Me contestó que no podía, que no tenía la visa, que en el trabajo no iba a poder arreglar y otras cosas pero me insistió en que vaya porque que era un paso importante en mi carrera. Cómo decirle que no debía dejarme ir sola sin contarle lo que me pasaba con Santiago? Como no se daba cuenta lo que yo había cambiado en estas últimas semanas? Como podía no darse cuenta de que había alguien nuevo en mi vida y eso amenazaba nuestra relación?

Le contesté a Santiago que iba a ir yo sola, que empezara con los arreglos del hotel y los pasajes. Nos juntamos un par de veces a practicar la charla y a preparar la demostración, aún me sentía intensamente atraída hacia él pero ya podíamos manejarlo mejor, había pasado el tiempo y el descuido en la oficina empezaba a desvanecerse en nuestras mentes. Preparé las valijas y todas las cosas necesarias y a la madrugada me vino a buscar el remis para ir a Ezeiza. Cuando llegué allá había varios chicos de la empresa que viajaban con nosotros para ayudarnos con la charla y hacer un poco de marketing así que me quedé tranquila que no viajábamos los dos solos. Nuestra charla era el segundo día de la conferencia, así que teníamos tiempo de practicar un poco y prepararnos el primer día para que todo saliera perfecto. Llegamos al hotel, nos acomodamos, descansamos un poco y esa tarde en vez de ir a la conferencia ensayamos la charla y la demostración. Esa noche no dormimos mucho porque estábamos ansiosos y nerviosos. La mañana de la charla viniste a mi habitación para que te ayudara a elegir ropa adecuada y estabas muy tenso, así que te hice unos masajes ayurvédicos con aceite tibio en tu hermoso cuello, cabeza y espalda. Sentir nuevamente el contacto de tu piel y el perfume de tu pelo me movilizó un poco, pero estaba tan concentrada con el tema del trabajo que no le presté demasiada atención a estos sentimientos.

Finalmente llegó el momento de la charla, nos presentamos y se sorprendieron un poco de que una mujer presente una charla, casi toda la charla la dio Santiago que estaba más cómodo con el idioma y yo presenté la demo y expliqué un poco como habíamos descubierto la vulnerabilidad. Todo salió perfecto, cuando terminamos nos hicieron varias preguntas técnicas y otras no tanto, entre estas últimas le preguntaron a Santiago de donde había sacado una mujer tan hermosa que encima descubriera vulnerabilidades, mi estado civil y ese tipo de cosas a lo que respondió sonriendo que si yo estuviera libre no me hubiera dejado escapar porque era la mujer perfecta. Todo el auditorio comenzó a reír.

Tomamos nuestras cosas y nos acomodamos para participar de las otras charlas del día que eran interesantísimas. Una vez que me saqué el peso de la charla de encima te miré detenidamente y empecé a tomar conciencia de la situación, estaba prácticamente sola con Santiago nada menos que en Las Vegas y nos quedaban cuatro días de conferencia por delante! Mientras escuchaba la charla pensaba lo difícil que iba a ser sobrellevar esos cuatro días sin tentarme ahora que ya había pasado la presión del trabajo. La conferencia terminó tarde, comimos algo juntos y quedamos en encontrarnos en un rato para ir al casino. Me dí un baño, me puse un vestido rojo de gasa, me peiné, maquillé y nos encontramos en la recepción del hotel. Ahí te vi, que bombonazo! Te habías puesto un traje negro con una camisa blanca un poco abierta sin corbata. Recorrimos varios casinos, jugamos Black Jack con mi infaltable tabla y ganamos varios cientos de dólares, después para divertirnos probamos craps, la ruleta y perdimos todo lo que habíamos ganado mientras tomábamos nuestros shots no alcohólicos de wheatgrass. Después de dar unas vueltas por Las Vegas volvimos al hotel pero aún no teníamos sueño así que nos quedamos charlando un rato en mi habitación de lo bien que había salido la charla, de la conferencia en general y de nuestra suerte en el casino. No quería acercarme demasiado a vos para no provocar ninguna situación, pero iba pasando el tiempo y el clima se estaba complicando así que te dije que tenía sueño y que sería mejor que te fueras a tu cuarto. Ni bien te fuiste recordé ese día en tu oficina y todos esos sentimientos volvieron a surgir, menos mal que ya te habías ido a dormir. Absorta en mis pensamientos escucho un débil sonido en la puerta de mi habitación. No sé qué hacer, quien podría ser sino Santiago a esa hora? Se habría olvidado algo? Abrí la puerta y tu mirada de deseo me dijo todo, no necesitaste palabras para expresar lo que pasaba por tu mente.

No me diste tiempo a pensar ni a decir nada, me tomaste entre tus fuertes brazos y me apoyaste contra la pared de mi habitación. Comenzaste a besarme los labios, descendiste hasta mi cuello y lamiste suavemente el espacio entre mis pechos que se asomaba en el vestido sin dejar de presionar tu sexo contra el mío. Volviste a mis labios y tus manos empezaron a acariciar mi cuello, mis hombros, se colaron bajo mi vestido para acariciar mi ombligo y mi cintura. Mientras besabas mi cuello, tus manos rozaron mis pechos y deslizaron los breteles de mi vestido hacia abajo provocando que se cayera y me quedara en ropa interior. Todo mi cuerpo estaba tenso y esperaba que te ocupes de él. Comenzaste a acariciar mis pechos por sobre el corpiño, primero con suavidad y cada vez con mayor intensidad, cerré mis ojos para disfrutar tus caricias y eso te dio permiso para continuar. Me quitaste el corpiño y comenzaste a lamer mis pechos golosamente con tu lengua, primero el contorno, las areolas y luego mis pezones erectos, mientras te acariciaba el pelo para hacerte notar que me gustaba mucho lo que me hacías. Volviste a besar mi boca y tus manos comenzaron a deslizarse por mis glúteos y mis muslos. Te ayudé a desvestirte, te quedaste solo con un bóxer negro y me condujiste suavemente hacia la cama, donde pasaste tus manos por toda la zona de alrededor de mi pubis, el elástico de mi tanguita, mi ingle, mi monte de venus. No podía esperar para sentir tu sexo, así que estire mis manos y empecé a acariciar tus testículos y todos los rincones de tu delicioso pene, ambos suspirábamos. Luego te deslizaste por la cama y empezaste a lamer la parte superior de mis muslos…uffff…fuiste subiendo hasta mi ingle. Instintivamente separé un poco las piernas y lamiste mi sexo por sobre mi tanguita húmeda, luego me la quitaste y besaste suavemente mis labios mayores y los alrededores de mi clítoris…a esta altura ya estaba perdida solo quería sentirte entre mis piernas. Te tomé de los hombros para indicarte que subas a mi altura y mi cara de placer te comunicó que ya estaba lista para continuar. Te quitaste el bóxer, nos pusimos de costado y comenzaste a penetrarme. Estaba tan excitada que tu miembro podía ingresar casi sin problemas en mi estrecha conchita. Ayyy que placer sentirte dentro mío…sin ninguna prisa me cogías mientras estimulabas mi clítoris con una de tus manos…ufffff…los dos respirábamos agitadamente, la intensidad y el ritmo de los movimientos de ambos eran cada vez más fuertes. En determinado momento te susurré que no podía aguantar más e iba a acabar y me respondiste que vos tampoco dabas más. Nos dejamos llevar por nuestros impulsos y terminamos juntos y exhaustos en un orgasmo increíble.

Esa noche nos dormimos desnudos y juntos. A la mañana siguiente ni bien desperté te vi acostado junto a mí en la cama, te observé descansando plácidamente y no pude resistir las ganas de abrazarte y acurrucarme junto a tu cálido cuerpo. Despertaste, me miraste con esos hermosos ojos entreabiertos y me sonreíste.

-Buenos días hermosa, como estas? Pasaste bien la noche? Sonreíste pícaramente.

-Buenos días bombonazo! Si, dormí bárbaro. También sonreí.

-Qué hora es?

-Van a ser las diez.

-Uyyy jajajaja seguimos de largo. Te parece que vayamos directamente a las charlas de la tarde?

-Jajajaja es que estábamos cansados, dale!

-Entonces vení acá a abrazarme que nos queda un rato!

Nos abrazamos bajo las sábanas y comenzamos a besarnos. Entre tus brazos me sentía deseada, contenida, valorada, en el fondo de mi alma me sentía tu mujer y que vos eras mi hombre, al menos por esos días que nos quedaban por delante. Nuestras manos ansiosas recorrieron nuevamente nuestros cuerpos, comencé a acariciar detalladamente tu sexo erecto para demostrarte que quería volver a sentirte dentro de mí. Te subiste sobre mi cuerpo, me tomaste de la cintura y me penetraste despacio, hasta que pude sentir toda la magnitud de tu miembro en mi conchita. Nos movíamos al ritmo de nuestros deseos, entre gemidos ahogados y susurros junté un poco más las piernas, activé mis músculos vaginales y me tomé de tus glúteos para que ambos pudiéramos sentir más intensamente los movimientos de nuestros sexos. Suspiraste y me penetraste aún más profundamente, pensé que iba a explotar de placer y con cada nueva embestida me acercaba más y más al clímax, hasta que no pude aguantar más y terminé con un profundo gemido. Haberme hecho acabar así y las contracciones de mi conchita parecieron excitarte mucho porque aumentaste la velocidad de tus movimientos y no tardaste en descargar la tibieza de tu néctar dentro de mí.

Te di un beso en esos jugosos labios y me levanté de la cama para ir a ducharme. Observaste detenidamente mi esbelto cuerpo desnudo mientras cruzaba la habitación hacia el baño y me preguntaste si necesitaba ayuda. Te contesté socarronamente que siempre hacía falta ayuda en la ducha. Fui preparando la bañera para que el agua estuviera a la temperatura justa para bañarnos y entraste detrás de mí. También observé tu cuerpo desnudo en detalle antes de entrar a bañarnos, tu pecho fuerte, tus hombros torneados, tu piel lustrosa, tu miembro ahora en descanso, que exquisito hombre había puesto el destino delante de mí. Una vez que entramos, me enjaboné las manos y empecé a recorrer y masajear diligentemente cada centímetro del frente de tu cuerpo, tu cuello, brazos, pecho, abdomen, piernas y finalmente me tomé mi tiempo para masajear delicadamente tu sexo. Volví a enjabonar mis manos y recorrí el resto de tu cuerpo, tu marcada espalda y cintura, tus axilas, tus glúteos, la parte posterior de tus piernas. Tomé el duchador y empecé a enjuagar despacio cada parte de tu cuerpo con agua calentita hasta que no quedaran rastros de jabón en tu hermosa piel. Acomodé el duchador y llegó mi turno. Enjabonaste tus grandes manos y comenzaste a masajear mi cuello y mis firmes pechos. En mis pechos te detuviste y enjabonaste con detalle todo el contorno y mis pezones, que bien que se sentía! Seguiste con mi abdomen plano y mis largas piernas, dejando para el final mi húmeda conchita. Tocaste delicadamente mi clítoris y los labios hinchados de mi vagina, no quería que te detuvieras. Enjabonaste tus manos nuevamente y me diste vuelta para ocuparte de mi espalda, la parte posterior de mis piernas y mi dura colita. En mis glúteos también te detuviste para masajear firmemente cada rincón de los mismos. Sutilmente, empezaste a deslizar uno de tus dedos hacia adelante, hasta la entrada de mi conchita y poco a poco lo fuiste introduciendo en ella. Era una sensación indescriptible, el agua de la ducha corriendo por mi cuerpo, tu respiración entrecortada en mi nuca, tus dedos inquietos atormentando mi sexo. Apoyé mis manos en la pared de la ducha para darte más libertad de acción y pude sentir la cabeza de tu pene ya erecto jugando en la entrada de mi sexo. Estaba excitadísima, te pedí por favor que me metieras esa pija hasta el fondo que estaba toda mojada, agarraste mis pechos y me penetraste de una vez. No sé si sería el morbo de estar de espaldas sin verte la cara y sentirme penetrada, el calor de la ducha o la profundidad de penetración que se lograba con esa postura pero después de algunas embestidas no pude contenerme y acabé en un grito ahogado. Vos seguiste amasando mis pechos y cogiéndome hasta que terminaste y te derrumbaste exhausto en un suspiro sobre mi espalda. Me di vuelta para darte un beso, dejamos que el agua corriera un poco más sobre nuestros cuerpos y salimos de la bañera. Tomé una toalla y sequé todo tu cuerpo y tu pelo como tu geisha personal, en ese momento me di cuenta que el sexo entre ambos era lo mejor que me había pasado, pero para mí no era solo sexo estaba enamorada de vos.

Nos vestimos y pedimos comida vegetariana al restaurant para comer en la habitación, armé la mesita del living para que pudiéramos comer ahí y nos pusimos a charlar. Ya eran más de las 12 hs. Tuve mucho cuidado de hablar sólo de cosas banales, no quería mencionar nada de lo vivido desde anoche porque no sabía cómo lo ibas a tomar, no sabía cómo decirte lo hermoso que fue despertarme a tu lado, que quería aprovechar estos días que teníamos juntos porque no sabía que iba a pasar cuando volvamos a nuestras vidas y responsabilidades en nuestra ciudad, que bañarme con vos había sido un regalo del cielo. Absorta nuevamente en estos pensamientos, escucho tu voz.

-Y ahora qué hacemos?

-Comemos y vamos a las charlas de la tarde.

-No con las charlas, vos sabés de lo que estoy hablando.

-No sé.

-Que hacemos o de que te hablo?

-No sé qué hacemos.

-Yo solo sé que esta mañana me desperté más feliz que en muchos años, verte desnuda en la cama acurrucada junto a mí fue una de las cosas más lindas que me pasó, más allá del sexo que es espectacular.

-A mí también, pero acá todos nos conocen y saben que somos casados, así que tenemos que tener cuidado.

-Y si se enteran que pasa, que les importa, quiero decirle a todo el mundo lo feliz que me hacés.

-No Santiago, las cosas no son así. Ahora estamos felices porque estamos en Las Vegas solos y lejos de todo, pero en algún momento tenemos que volver a nuestras vidas y responsabilidades.

-No volvamos más, me dijiste con esa hermosa sonrisa que iluminaba todo y tocaron la puerta.

-Justo llegó la comida, te salvó el gong.

-Si ya sé, ya sé, fiuuuuu.

-Comamos tranquilos, que ya vamos a tener tiempo de pensar esas cosas más adelante. Disfrutemos el tiempo que tenemos juntos sin pensar en nada más.

Comimos juntos y nos fuimos a las charlas, nada podía borrarnos la sonrisa de la cara, estábamos tan felices! Tenía ganas de besarte y tocarte pero en público sabía que no se podía. Vimos todas las conferencias y quedamos en encontrarnos esa noche para dar unas vueltas por Las Vegas y dormir juntos en tu habitación. A partir de esa noche, pasamos todas las noches y las mañanas restantes juntos, almorzamos juntos y ningún día asistimos a las charlas matinales porque era nuestro tiempo para disfrutarnos. Nuestras mañanas consistían en sexo, desayuno, yoga o simplemente estar acostados y abrazados un rato en la cama calentita. Hasta que finalmente llegó el fatídico día del regreso, esa mañana no teníamos pintada en la cara nuestra sonrisa habitual. Ambos estábamos armando las valijas y ninguno de los dos mencionaba al elefante blanco en la habitación.

-No pensás decirme nada Ayesha?

-No sé qué querés que te diga Santiago

-Decime que nada va a cambiar cuando lleguemos allá, que vamos a resolver nuestros temas para poder estar juntos. Me costó tanto encontrarte que no voy a dejarte ir así nomas. O sino no volvamos. Acá hay una filial de la empresa, podemos tramitar las visas de trabajo a través de la embajada y nos quedamos.

-No te puedo prometer nada Santiago, vos sabés que ambos somos casados y no es tan fácil

-Es tan fácil como quieras que sea. Le digo a mi mujer que la aprecio mucho pero ya no la quiero más, que encontré otra persona que me volvió el mundo al revés y quiero pasar el resto de mi vida con ella. Y vos le decís lo mismo a tu marido.

-No es tan sencillo…

-No te pasa lo mismo que a mí? Me usaste nada más como un juguete para unos días de sexo?

-Santiago son varios años de matrimonio, no es tan fácil tirar todo por la borda. Además mi marido es una persona hermosa, no se merece esto.

-Yo tampoco me lo merezco, no sos feliz conmigo?

-Estos últimos días fueron los más felices de mi vida, pero la vida en la rutina con obligaciones cotidianas no es así…no vamos a poder pasar toda la mañana juntos o despertarnos con una sonrisa, la rutina mata todas estas cosas y las vuelve mundanas. Esto es como estar de vacaciones, pero en algún momento hay que regresar…

-No sé porque te negás a ser feliz. Nunca encontré una mujer tan parecida a mí que me doliera el corazón de solo pensar en perderla, nunca pensé que el sexo podía ser tan fantástico, nunca me desperté tan feliz de estar vivo solo por tenerte a mi lado. Estás tan enamorada de mi como yo de vos?

-Santiago, ya está no sigamos dando vueltas sobre esto que no vamos a llegar a ningún lado.

-No lo puedo creer. Y pensar que estaba dispuesto a dejar todo por vos, a casarme, formar una familia y pasar el resto de mis días a tu lado.

Santiago se fué de mi habitación con un portazo llevando su valija y todas mis ilusiones con él. Me quedé terminando de armar mi valija mientras caían lágrimas de mis ojos. Esa tarde fuimos el aeropuerto todos juntos a tomar el avión, eligió un asiento lo más separado posible del mío. Pasé todo el amargo viaje de regreso pensando si lo que hice era lo mejor para los dos o nos había arruinado la vida, estaba tan enamorada como él y quería pasar el resto de mis días a su lado, pero no me podría perdonar haber arruinado dos familias egoístamente solo para “ser feliz”. Cuando llegamos a nuestra ciudad, mi marido y su mujer nos estaban esperando ansiosos en la sección de llegada de pasajeros. Cuando vi el amor con el cual lo abrazó su mujer y el cálido recibimiento de mi marido supe que había hecho lo correcto, por más que me pesara.

FIN