La conexión búlgara (cap. 2 y último)

Roberto se decide a acudir a Kamen en busca de ayuda, sabiendo que su negocio de hostelería esconde un floreciente comercio de prostitución masculina de lujo detrás, pero la respuesta no ser ña la esperada por él. Finalmente, un incrédulo Roberto descubrirá que su jefe también tiene su corazoncito.

Finalmente el estreno de la función hubo de ser demorado un par de semanas para dar tiempo a efectuar los cambios precisos en la coreografía de algunos números, pues el físico de Thiago era mas pesado y compacto que el de su antecesor en el puesto, y las rutinas debieron adaptarse a su estilo interpretativo, que se reveló inmejorable, por otra parte. Por suerte esto no afectó a las fechas apalabradas en el resto de los países previstos de la gira, por lo que el trastorno causado resultó mínimo para lo que podría haber sido en otras circunstancias.

Sin embargo, pese al enorme éxito de su estreno en sendas discotecas de ambiente mas o menos gay de Madrid y Barcelona, Roberto no terminaba de calmar la ansiedad que le había llevado a aceptar la propuesta de trabajar con un personaje tan despreciable como Kamen Filipov. Cuando regresaron de nuevo a Madrid tras su estancia triunfal en la Ciudad Condal, Roberto decidió tragarse su orgullo y acudir a visitar a su mecenas por un motivo de fuerza mayor.

  • Vaya, vaya, a quien tenemos aquí, a mi muy querido Robbie - le recibió con la mejor de sus sonrisas en la puerta de su ya icónico despacho, tan elegante y encorbatado como acostumbraba, un conciliador Kamen - no tengo palabras para felicitarte por el enorme éxito de vuestra presentación en Barna…ja, ja, tiene gracia la cosa…¿sabías que mi ciudad natal, situada en la costa búlgara, se llama justamente Varna, con v de violación - y la palabra pareció salir de sus labios con un deje de abyecta provocación, que aturdió por un instante a un relajado Roberto - y que por ese motivo, cuando llegué a España hace mas de diez años, me decían que yo era catalán de Bulgaria?. ¿Puedes creerlo?…pero bueno, siéntate, por favor. Dime…¿qué te trae por aquí?.

Roberto titubeó un instante, bajó la cabeza buscando fuerza interior para enfrentarse a aquel auténtico tirano, antes de decidirse a mirarle a los ojos y exponerle el urgente motivo que le había llevado hasta allí aquella soleada mañana de primavera.

  • Seré claro, Kamen, no me andaré con rodeos. Mira, necesito que me busques los “contactos apropiados” para poder reunir una cantidad de dinero que necesito de manera urgente por motivos personales.

Kamen no parpadeó siquiera ante su estrafalaria propuesta, y se limitó a fruncir el ceño y dar comienzo a un sutil interrogatorio.

  • Vaya…¿y puedo saber cuales son esos supuestos motivos personales? - y la mirada extrañamente fija de Kamen se clavó en los ojos humedecidos de Roberto.

  • Se trata de una deuda privada. Yno me gustaría tener que desnudar mi alma frente a ti para conseguir este favor, ya de por sí se me hace muy cuesta arriba tener que suplicarte de esta manera tan indigna.

  • Claro, claro, por supuesto. No es necesario que digas nada mas si no quieres.

Kamen le observó detenidamente, todavía incrédulo, estudiando sus gestos, analizando su postura corporal, las lágrimas que parecían estar a punto de surcar sus hermosos ojos de tonalidad verdosa, y la impaciencia y el nerviosismo que parecían dirigir todo su estudiado discurso.

  • ¿Y por que razón crees que yo podría ayudarte a “contactar” con esas personas de las que hablas? - quiso saber el hombre que le había contratado meses atrás para poner a flote su hasta entonces tambaleante proyecto erótico-musical.

Ahora era Roberto el que le miró fijamente a los ojos en busca de una pizca de empatía y solidaridad con la difícil situación económica que atravesaba.

  • Tu y yo sabemos que todo este tinglado de discotecas, go-gós, “strippers” y cuerpos de baile fantasmagóricos no son mas que una gigantesca tapadera de un negocio infinitamente mas rentable como es la prostitución de altos vuelos, que es lo que llena de euros tus arcas y mantiene a tu familia en la primera división de los servicios de profesionales del sexo a escala europea, y tal vez mundial.

Kamen no mostró emoción alguna en esta ocasión, y decidió no alterarse o perder el control por tan arriesgada afirmación, que, en otras circunstancias menos propicias, tal vez hubiera puesto en riesgo de nuevo la integridad física de Roberto.

  • Veo que eres un chico listo, Robbie…- reconoció Kamen en un inusual rapto de sinceridad - mira, no voy a negarte lo que es una evidencia para todo el que tenga dos dedos de frente; en efecto, se trata de un negocio hiperrentable, con unos beneficios estratosféricos que me permite financiar sin mayor preocupación extravagancias como el espectáculo que encabezas y que da de comer a una treintena de personas, entre técnicos y bailarines.

  • Y que no es mas que otra absurda tapadera para prostituir a esos magníficos profesionales con personas de alto “standing” en los países del este europeo, donde tus hermosos pupilos resultan una mercancía muy demandada en el mercado negro de la prostitución masculina.

  • Y te olvidas aún del floreciente mundillo del porno gay “previo-pago” a clientes muy selectos de Rusia y países del este europeo, con lo que ganamos verdaderas millonadas.

  • Entonces supongo que no tendrás mayor reparo en incluirme en la nómina de vuestros chicos de compañía. Aunque haya cumplido el mes pasado 30 años, mi aspecto físico es inmejorable y además sería un apaño temporal, mientras reúno la cantidad necesaria para hacer frente a ciertas eventualidades financieras.

La respuesta de Kamen dejó, sin embargo, completamente descolocado a Roberto.

  • Pues claro que no…de ninguna manera voy a permitir ese sinsentido - replicó en tono desafiante su jefe.

Roberto sintió que el corazón le daba un vuelco. Había puesto todas sus esperanzas en esta entrevista, y ahora se sentía nuevamente humillado y estafado por aquel miserable de corazón infranqueable.

  • Pero…¿porqué no? Todos los demás lo hacen, sin ir mas lejos Marko me confesó que llevaba años prostituyéndose con banqueros y gente de altísimo copete, y que había reunido una cantidad considerable de dinero, lo que le permitiría retirarse del oficio a los 35 años y montar sus propios negocios sin preocuparse por su estabilidad financiera durante el resto de su vida. Entonces, ¿porqué me niegas a mí lo que permites y promocionas en tus otros empleados?

  • Es obvio, Roberto, ¿es que hace falta que te lo explique?. Esa gente eran unos muertos de hambre cuando les descubrimos en sus poblachos de origen y les llevamos a conocer mundo, les pulimos y les enseñamos maneras; a bailar, a mover el culito en público y a comer sabrosas pollas de señorones podridos de dinero y deseosos de gastárselos en chulos de cierta alcurnia como mis alegres muchachos de compañía. Pero tu eres diferente…tu eres un profesional respetado, al mismo nivel que un Valerio Pino, válgame Dios, eres un hombre de carrera, admirado por todos en tu profesión…¿y tu me dices que estás dispuesto a cambiar de repente de medio de vida para ponerte a recibir por el culo las decadentes pollas de esa cuadrilla de vejestorios vomitivos?

  • Pero ese sucio dinero del que hablas me compensaría con creces por el sacrificio a realizar. Joder, Kamen, te lo pido como un favor personal…

  • ¡He dicho que no! No permitiré que ninguno de esos viejos babosos te ponga la mano encima…estaría bueno que mi coreógrafo estrella tuviera que rebajarse a chupar los rabos flácidos de mis clientes VIP, hasta ahí podíamos llegar. Y si quieres luego te pones el delantal y les abrillantas los suelos de sus mansiones en Puerta dy hierro y La Moraleja. Hasta ahí podíamos llegar…

Roberto sintió una punzada de dolor al escuchar tan tajante negativa, y sospechó que lo que su sádico jefe demandaba de él en ese momento era un gesto de humillación público, un “mea culpa” por desacuerdos previos que ahora le pasaban la correspondiente factura. Sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, se puso en pie de repente, se acercó sigiloso hasta el otro lado de la mesa de despacho, y se hincó de rodillas ante su empleador, llorando desconsolado e implorando clemencia en un rapto de humanidad hacia su persona.

  • ¡Por favor, Kamen, te lo suplico, necesito ese dinero, estoy dispuesto a hacer lo que me pidas, lo que tu quieras! - la mirada vidriosa de Roberto quedaba a tiro del voluminoso paquete del búlgaro, que parecía crecer por momentos, presa de una excitación involuntaria - me convertiré en tu puta privada si lo prefieres así…

Roberto parecía haber encontrado la piedra filosofal en su extraña relación con Kamen. Sin darle tiempo a reaccionar, le pasó la mano por encima del paquetón, palpando de manera intuitiva hasta dar con lo que parecía un enorme pollón erecto que amenazaba con hacer explotar los pantalones de vestir oscuros que llevaba puestos. Kamen reclinó la cabeza hacia atrás, desarmado por la hábil estrategia de Roberto, pero cuando éste ya se disponía a desabrocharle el cinturón y dar buena cuenta de sus excelentes aptitudes para el papel de prostituto ocasional, Kamen pareció despertar de un sueño imaginario que le hubiera mantenido narcotizado por unos segundos, carraspeó un par de frases incoherentes y le apartó de su lado de un manotazo, conminándole a que, si tan buen rollo tenía con su amigo el chapero Marko se pegara un viaje a Ibiza para pedirle un préstamo, y que se lo devolviera “poniéndole el culo en pompa, como ya hizo en el vestuario en una ocasión memorable”. Kamen se echó a reír de la ocurrencia, y le conminó de inmediato a abandonar su sacrosanto despacho, que él había pretendido convertir en una “casa de putas”.

  • Te lo recuerdo por última vez, Robbie - le advirtió Kamen sirviéndose un vaso de whiskey de una coctelera próxima a su mesa - Yo no soy maricón como tu, y tus maniobras para ganarte mi confianza no van a dar resultado por ese camino.

Roberto se sintió derrotado en su fuero mas interno, y se retiró al ahora vacío vestuario a llorar su desgracia. Estuvo rumiando su complicada situación personal, el injusto tratamiento que le dedicaba su inhumano superior día sí, día también, y el terrible efecto que todo este cúmulo de circunstancias provocaba en su tocada autoestima. Resolvió finalmente, tras secarse las lágrimas en el solitario lavabo, acudir de nuevo al despacho de Kamen y presentarle la renuncia a su puesto de coreógrafo y bailarín principal del ballet de los chicos de moda. Se plantaría ante él y le pondría entre la espada y la pared: si no le permitía prostituirse con sus clientes mas selectos y engominados dejaría tirado el espectáculo, provocándole unas pérdidas considerables y un descrédito en el sector que le iba a costar remontar durante muchos, muchos años. Esa sería su dulce venganza por tantos meses de desprecios, insultos e incluso abuso físico en cierta olvidable ocasión.

Roberto subió las escaleras del despacho, y esperó pacientemente en el recibidor a que su secretaria se ausentara por cualquier motivo para colarse sin llamar en el despacho. Para su desolación, en ese momento estaba vacío, por lo que supuso que Kamen habría salido a alguna visita de trabajo con alguno de sus socios mafiosos; estaba visto que la mala suerte se empeñaba en no apartarse de su camino, se dijo a sí mismo en tono lastimero, y tras dar un par de vueltas orientativas por el despacho decidió que, de perdidos al río, le esperaría sentado en el sillón de mando de su despacho, y su renuncia al puesto le cogería doblemente desprevenido y en una situación de inigualable poder escénico. Sin embargo, a los pocos minutos, después de perder el tiempo cotilleando entre las pertenencias personales de su hasta ahora jefe, cayó en la cuenta de que Marta, la secretaria de Kamen, podría hacer acto de presencia en el despacho por cualquier motivo en ausencia de su superior, y encontrarle sentado en el sillón de cuero negro con antebrazos que encarnaba la autoridad del búlgaro, aparte de que podría darla un susto de muerte, no sería su mejor tarjeta de presentación en el momento de su renuncia. Kamen podría acusarle mas tarde ante sus subordinados de haber entrado a robar información confidencial, y ser esa la verdadera razón de su despido fulminante por parte del búlgaro.

Nervioso y descentrado por las implicaciones que ello conllevaría (incluso podría denunciarle por allanamiento) se acercó sigiloso a la puerta del despacho, y la entreabrió hasta dejar visible una mínima rendija por la que otear el panorama. Para su desesperación, Marta estaba sentada en ese momento en su puesto de secretaria, justo a tiro de piedra del despacho, y parecía concentrada leyendo unos informes, pero al percibir el leve clic de apertura de la puerta del despacho de Kamen y comprobar que nadie entraba o salía se acercó presurosa a averiguar que ocurría. Roberto no tuvo tiempo de pensar cual sería la acción correcta a llevar a cabo, porque su propio instinto de supervivencia le llevó a correr despavorido por el interior del despacho en dirección a las puertas correderas de madera noble del fondo, que comunicaba con lo que desde la sala de ensayos parecía una enorme extensión, tal vez usada como sala de reuniones por parte del equipo gerencial de la compañía. Su sorpresa fue enorme cuando descubrió que, en realidad aquel mundo paralelo situado al otro lado del espejo correspondía a un coqueto apartamento, dotado de una amplia cocina, dos baños, un enorme salón presidido por una señorial mesa de juntas, y un par de habitaciones. Roberto decidió esconderse a toda prisa en uno de los baños exteriores, pero por suerte la secretaria no pareció seguirle los pasos hasta allí, limitándose a echar un vistazo por el vacío despacho y presuponer que la puerta se habría entreabierto debido a alguna inoportuna corriente de aire.

Pero para cuando Roberto se sentía por fin seguro en el interior de aquel lujoso picadero, su mala fortuna volvió a hacerse presente de nuevo, cuando creyó escuchar unos tímidos susurros de placer, dolor, o tal vez las dos cosas a un tiempo, en el dormitorio anexo.

“Sólo faltaba que ese hijo de puta se estuviera tirando a una de sus zorras en este preciso momento. Este tío no tiene otra cosa en la cabeza, o a lo mejor le he puesto cachondo sin querer y ha llamado a toda prisa una de sus amiguitas para que le ayude a descargar su apremiante libido” - pensó mientras intentaba otear lo que ocurría en aquella habitación a través de su puerta mal cerrada.

Una vez mas su capacidad de asombro fue puesta a prueba por el destino. En efecto, allí se encontraba Kamen, hablando esta vez en búlgaro con su inconfundible vozarrón, completamente desnudo haciendo alarde de un cuidado cuerpo de gimnasio que sería la envidia de muchos culturistas de competición. Pero la sorpresa del día recaía en su acompañante, que parecía ser un joven compatriota de no mas de 20 años, rubio y de aspecto angelical, con un cuerpo esbelto y definido y aspecto de encontrarse en la cama con un miembro de su mismo sexo por primera vez en su vida. Kamen le estaba ofreciendo biberón, pero el joven era tan inexperto en la materia que su pareja no cesaba de amonestarle, de viva voz o a golpe limpio si consideraba que sus orientaciones no estaban resultando atendidas como él consideraba oportuno.

Tras un amago de mamada abortada por la escasa concentración de su pupilo, Kamen decidió pasar a otra cosa, se ajustó un preservativo y aplicó una generosa ración de lubricante en el interior del ano del chaval búlgaro. Este se tendió de espaldas sobre la cama de matrimonio, esperando con cierta dosis de resignación en el rostro que el trago de su evidente desvirgamiento pasara cuanto antes; pero Kamen no pensaba dejar pasar una ocasión tan propicia para mostrar su vertiente mas sádica, y penetró de manera brutal al muchacho, que aullaba de dolor e impotencia, maldiciendo sin duda en esos momentos la jugada que el destino le había deparado. Kamen cabalgó sobre su culo como un animal en celo, tirándole del pelo sin compasión, pegándole en la cara cuando el pobre chico se quejaba demasiado e insultándole en al menos dos idiomas distintos, calificándole de “jodida aspirante a zorra de lujo” y de “chapero de tres al cuarto”. Cuando se cansó de romperle el culo, le empotró de nuevo el rabo desenvainado en su virginal boca y se corrió finalmente en su cara, que quedó completamente cubierta de semen. El chico rompió a llorar de inmediato, pero Kamen no mostró compasión alguna y le ensartó una hostia en toda la cara, conminándole en perfecto español a callarse y aceptar como un hombre su destino “como futuro sumidero de pollas de ricachones varios”. Kamen solía ser así de cruel con sus subordinados, Roberto lo sabía bien, pero ahora comprobaba que también era un ogro explotador con sus jóvenes aprendices de prostitutos. Sin embargo, de nuevo, su necesidad constante de morbo le había llevado a presenciar la escena del desfloramiento al completo y además empalmado como un gorila de Borneo, sin que su repulsa interior por la situación de la que era testigo presencial impidiera que disfrutara secretamente con el demencial polvazo que el cafre de su jefe le había echado sin contemplaciones a aquel pobre desagraciado.

Pero su momento de mayor excitación coincidió con el instante en que su jefe acudió al cercano baño a limpiar de su cuerpo los restos de la batalla, desnudo y con el rabo aun erecto como tarjeta de presentación, y se encontró con un paralizado Roberto, asustado como un conejito, apostado en la puerta del dormitorio con los ojos abiertos como platos e incapaz de pronunciar una sola palabra.

  • ¿Qué pasa, Roberto, has venido a unirte a la fiesta? ¿No querías tu también trabajar como chapero en mis casas de compañía? - le espetó con su descaro habitual - Pues ya ves lo duro que es ganarse la vida en este oficio tan desprestigiado… - y su risa gutural resonó por toda la estancia, ahogando momentáneamente el inconsolable llanto hiposo de su nuevo protegido.

Roberto apenas pudo articular palabra y salió corriendo en dirección al despacho, y de allí a la calle, con una expresión ausente en el rostro y las lágrimas luchando por aparecer por segunda vez en el día en su rostro de facciones clásicas. Educado en extremo como era, esta vez no pidió disculpas a la secretaria cuando se tropezó con ella por el pasillo al salir del despacho ni se paró a recoger algunas pertenencias que guardaba aún en su taquilla del vestuario; simplemente salió corriendo en dirección a la calle y se perdió entre la multitud, deseando tal vez ser invisible o incluso no haber nacido para no tener que soportar tanta desgracia y tanta humillación.

“El muy cabrón ni siquiera me quiere para echar un polvo, y prefiere recurrir a uno de sus aprendices para desfogarse. Y nos ha humillado a los dos de distinta manera, a mí negándome el acceso a su cuerpo tras ponerme la miel en los labios, y al chaval búlgaro destrozando su frágil esfínter y sometiéndole a todo tipo de humillaciones en un día tan trascendental de su vida como su primera vez con un hombre. Valiente hijo de puta está hecho este vulgar proxeneta de mierda”.

Dos días después, para sorpresa de un deprimido Roberto, que apenas se había levantado de la cama en las 48 horas anteriores mas que para probar un par de bocados, que se le indigestaron de inmediato, recibió un mensaje de móvil del propio Kamen, ordenándole mas que sugiriéndole, que se pasara aquella tarde por su despacho por un “asunto muy importante y confidencial”. Roberto pensó en un principio no acudir a la cita, pero después se lo pensó mejor y decidió que iría y cumpliría su plan inicial: renunciar a su puesto y chantajearle de ese modo hasta que cediera a su petición de permitirle ejercer la prostitución en alguno de sus selectos lupanares de lujo.

Sin embargo, cuando hizo su entrada en el tétrico despacho, conteniendo la respiración y cruzando los dedos a su espalda, esperándose un ambiente enrarecido por la ristra de desafortunados acontecimientos acaecidos recientemente, se encontró con un escenario muy diferente. Kamen, que daba muestras de un repetido comportamiento bipolar, se mostraba de nuevo ufano y complaciente, como si nada hubiera ocurrido entre ellos hasta entonces, y cuando Roberto quiso saber la razón por la que había sido convocado a su presencia, antes de dar el campanazo con el anuncio de su marcha definitiva del ballet, Kamen sonrió de manera tímida, un poco hacia sus adentros, y extrajo un portafolio de plástico del interior de la cajonera de su mesa. Sin mas preámbulo sacó de él un cheque por valor de una considerable cantidad de euros y se lo extendió en silencio a un sorprendido Roberto.

  • Toma, esto es para que hagas frente al vencimiento del pago de la hipoteca de tu madre.

Roberto miró asombrado a su interlocutor, sin dar crédito a lo que veían sus ojos.

  • Pero…¿cómo lo has sabido?

  • Parece que a estas alturas de la jugada todavía no me conoces. Yo tengo mi red de informantes trabajando en todo momento, y, como comprenderás, era cuestión de tiempo que averiguara la razón que te había llevado a tomar la decisión de querer prostituirte. Y si me hubieras dicho desde un principio que el problema no era tuyo, sino de tu madre, incapaz de hacer frente al pago de su hipoteca debido a su invalidez permanente, no habríamos tenido que llegar a esta solución in extremis.

  • Pero es que esta es una cantidad extraordinaria…quiero decir que esto cubre toda la cantidad hipotecada. Muchas gracias, Kamen. Es realmente generoso por tu parte.

  • Bueno, no vamos a permitir que una pobre mujer que ha sacado adelante a su hijo ella sola y se ha partido el lomo limpiando escaleras durante tantos años termine en la puta calle por culpa de la avaricia y la insolidaridad de los bancos y el sistema financiero en general, ¿no crees? - argumentó el búlgaro con contundencia inobjetable.

Esta vez, pensó Roberto, para variar, su jefe se había comportado como un campeón. No tenía nada que reprocharle, aunque se preguntaba si, conociendo al personaje, no se cobraría un sobreprecio oculto por alguna otra parte.

  • Te estoy profundamente agradecido, Kamen. Si hay alguna manera de que pueda devolverte el favor, no dudes en decírmelo - y sus ojos se llenaron de lágrimas al imaginar el rostro aliviado de su madre cuando le mostrara el cheque que evitaba su probable desahucio y le cambiaba la vida para siempre.

  • En realidad sí que hay una manera de que me lo agradezcas - le confesó el búlgaro en tono misterioso - pero no sé si tú querrás pagar ese precio tan excesivo o estarás a la altura de lo que demando.

  • Por favor, dímelo, Kamen, y yo intentaré complacerte en la medida de lo posible.

Roberto pensaba en términos profesionales, dando por sentado que su jefe desearía atarle a su proyecto común con nuevas coreografías en un futuro cercano, pero Kamen tenía en mente planteamientos mas personales.

  • Mira, Robbie, debo confesarte que llevabas razón en una cosa - y por primera vez desde que se conocían sintió un destello de vulnerabilidad en la mirada de su jefe - y es que, bueno, en efecto…me gustan los hombres. Pero solamente algunos muy especiales…como tu, por ejemplo. Me has gustado desde el principio, de hecho.

Ahora el sorprendido era él, incapaz de entender nada de lo que decía Kamen.

  • Pero… ¿cómo es eso posible? Si hace sólo un par de días rechazaste mis avances.

  • Si, lo sé, pero fue solo porque no quería que lo hicieras por obligación, y como medio para sobornarme y conseguir con malas artes el dinero que te hacía falta. En realidad estaba deseando que me comieras el rabo, me pusiste muy caliente cuando te arrodillaste ante mi como un Cristo en Getsemaní…

  • No mezcles a Cristo en esto y aclárame una cosa - inquirió Roberto, de nuevo algo apesadumbrado - ¿Es por eso que llamaste a ese pobre chaval búlgaro, para follártelo en lugar de a mí?

La risa espontánea de Kamen no dejaba lugar a dudas de lo poco que parecía importarle la existencia o el bienestar de ese chaval.

  • Creo que no vas bien encaminado. Yo no me he “follado” a ese tío porque estuviera caliente, para eso prefiero la compañía de profesionales en la materia, sino porque es mi obligación como propietario de este negocio y como chulo que soy de esos jovencitos el desvirgarles y mostrarles el camino correcto para que no se desmanden en lo sucesivo.

  • Aunque sea a hostia limpia…

  • Si, por duro que resulte de tragar, a veces una torta a tiempo evita muchos futuros contratiempos. Y en el caso de Grigor es un precio no demasiado alto para la vida de lujos, ropa de marca y vida de ensueño que le espera a partir de su ingreso en mi selecto club de sementales. No debes mostrarte tan compungido por él, tal vez dentro de unos años te haga compañía por medio mundo en tu ballet de “chicos fashion”.

  • ¿Y qué es lo quieres de mí entonces? - quiso saber un cada vez mas desorientado Roberto - ¿Sexo? ¿Compañía? ¿Ambas cosas tal vez ? ¿O ninguna de ellas?

Kamen se levantó de su sillón con pasos lentos y pesados y se acercó hasta el lugar donde se sentaba Roberto, pidiéndole que se levantara para salir a su encuentro. Nada mas hacerlo, se acercó a él por sorpresa y le comió la boca a besos. Después se tomó un respiro y le explicó su propuesta particular para ambos:

  • Mira, Robbie, en realidad quiero que seas mi esclavo.

  • Tu..¿qué? - la cara de Roberto, mezcla de asombro, miedo y asco, ya hizo entrever que su respuesta sería negativa.

  • Tranquilo, hombre, que no es tan terrible como aparenta. Lo que yo busco en un tío es alguien que me proporcione placer las 24 horas del día, que esté pendiente de mí en todo momento, y que se convierta en una especie de secretario personal.

  • ¡Pero yo tengo mi profesión, y no pienso renunciar a ella!

  • Y yo no te he pedido eso, sino que trabajes menos, sólo en las giras en las que yo pueda acompañaros, unos cuatro meses al año mas o menos. Te prometo que no te faltará de nada, tendrás un techo gratis de por vida y compartirás mi vida al cien por cien. Pero a cambio quiero una entrega absoluta por tu parte, nada de medias tintas.

  • Es decir, que yo tengo que sacrificar mi vida y mi libertad, mientras tu te dedicas a desvirgar a los nuevos “valores” de la compañía. Muy bonito, sí señor.

  • No es así, Robbie, eso se ha acabado ya. He decidido delegar ese papel en mis subalternos, que por cierto han aceptado encantados, ya que eso les permite expresar el lado mas sádico de su naturaleza. Si aceptas mi oferta, la relación será consensuada y con los límites que elijas, pero debes pensártelo bien porque en este camino no hay vuelta atrás. Una vez que entres en mi vida nada volverá a ser lo mismo para ti.

  • ¿Y eso porqué? - quiso saber Roberto algo mosqueado con tanta trascendencia.

  • Muy sencillo, soy una persona híper dominante, y he decidido moldearte a mi antojo. Ese será mi mayor placer secreto a partir de ahora.

Roberto miró hacia el techo en busca de un destello de iluminación divina y, pasados unos segundos de impasse, y con gran dolor de su corazón, decidió rechazar la suculenta oferta, devolverle el cheque millonario que salvaría a su madre de la ruina y empezar una nueva vida junto a ella lejos de Madrid y de su podrido ambiente nocturno. Pero cuando miró a los hipnotizantes ojos de Kamen, que destellaban de in disimulada expectación, Roberto se sorprendió a sí mismo sonriendo levemente con fingida timidez y respondiendo en voz baja:

  • ¿Y cuando empezamos el tratamiento, jefe?

Kamen le abrazó emocionado durante unos segundos que se le hicieron eternos, para luego obligarle a arrodillarse enfrente de su paquete, que retiró de su vista justo cuando la propia polla de Roberto empezaba a ponerse en ebullición. Kamen se sentó entonces en su famosa silla presidencial y le pidió que se acercara a rastras muy despacio. Mientras su nuevo pupilo se arrastraba como una lombriz por debajo del hueco de la mesa, el búlgaro se sacó el enorme rabo ya descapullado del gayumbo y le ofreció el primer biberón del día, escupiéndole en la cara con todas sus fuerzas para que se fuera acostumbrando a su nueva situación de sumiso, y acto seguido le hundió el rabo en la boca de un certero pollazo hasta que Roberto, que había comenzado a pajearse por su cuenta sintió chocar los huevos de su nuevo amo contra sus dientes.

Kamen no se andaba con chiquitas y le fue iniciando en el arte del “spanking“, sin miedo a que su fiel secretaria escuchase el potente ruido de los azotes en el castigado culo de Robbie, pues le había concedido con total premeditación la tarde libre; y tampoco se olvidó Kamen de las hermosas facciones de ángel de su bisoño aspirante a esclavo, que recibieron su correspondiente ración de hostias, unas mas cariñosas que otras, todo hay que decirlo, que tampoco era cuestión de espantar al bailarín antes de tiempo.

Con todo, cuando Roberto empezó a disfrutar de verdad de la improvisada sesión fue cuando Kamen se lo calzó, tumbado con las piernas abiertas sobre la mesa de su despacho, para continuar mas tarde la jugada sobre la cama de matrimonio del apartamento interior, en donde se lo folló de todas las posturas y maneras posibles, besándole, mordiéndole el cuello y los labios y escupiéndole en la cara y en el interior de la boca, al tiempo que le insultaba y le halagaba a partes iguales. Roberto tenía una erección enorme producto de la excitación lógica del momento, pero Kamen le prohibió que se tocara, e incluso le ató las manos al cabecero de la cama con sendos pañuelos de seda, mientras le petaba el culo a lo bestia y sin compasión alguna, “a lo búlgaro”, como le gustaba decir a él. Al final decidió correrse en el interior de la boca de Roberto, para después desatarle, introducirle en la ducha y descargar toda su orina sobre el rostro y la boca de su atribulado compañero, que se corrió casi al instante, apenas sin tocarse, en medio de un estremecido orgasmo nunca sentido con anterioridad por él, al sentir el chorro de pis caliente y los repetidos escupitajos de Kamen corriendo por su rostro, y las fuertes manos de su ahora pareja oficial tirándole con fuerza del pelo y llamándole “zorra inmunda”.

Aquella primera experiencia sexual como esclavo junior dejó a Roberto exhausto, pero con ganas de mas, y deseoso de aprender nuevas lecciones de la mano de su dueño y señor, el gran Kamen Filipov, empresario de éxito de profesión.

FIN