La conexión búlgara (cap. 1)
Roberto atraviesa una situación económica desesperada y decide aceptar un nuevo trabajo como coreógrafo de un espectáculo de "strippers". Su nuevo jefe, el búlgaro Kamen Filipov, un enigmático empresario especializado en el mundo de la noche, le pondrá las cosas muy difíciles desde el principio.
Roberto se sentía algo nervioso ante la perspectiva de tener que enfrentarse a una situación tan incómoda como la que se presentaba ante sus incrédulos ojos. Nunca, en sus casi siete años como bailarían y coreógrafo profesional se había encontrado ante el dilema de tener que vender al mejor postor su indudable talento, prostituyendo en cierto modo su arte y comprometiendo su integridad personal por el camino. Pero ya no había vuelta atrás: había elegido la solución menos mala para todos, necesitaba de verdad el dinero que él, viejo zorro de la noche madrileña, sabía que se movía entre bambalinas en ese sórdido mundillo, al que siempre había evitado como la peste. Hasta ahora mismo; el momento de la verdad se acercaba, y su pulsó se aceleró por momentos cuando un joven de aspecto angelical, que Roberto intuía que escondía un demonio oculto en su interior, le acompañó hasta la puerta de un despacho cerrado:
- Espere aquí un momento, señor Ramos. El señor Filipov le recibirá en seguida.
Roberto aprovechó para ajustarse el nudo de la corbata de seda y tomar aire antes de enfrentarse al toro de su vida. Y no sólo porque había oído decir que Kamen Filipov, su futuro empleador, pertenecía al terco signo de Tauro, al que dejaba corto, al parecer, en cuanto a intransigencia y tozudez. Filipov, pese a su desarmante juventud, era temido y respetado en el mundo de la noche, tanto en España como en su país de origen, Bulgaria. ¿Podría un artista como él hacer frente a una fuerza de la naturaleza, impersonal y exigente, como decían que era el tal Kamen, cuyo nombre en búlgaro significaba precisamente “piedra”, dureza de trato de la que él presumía en privado?.
Encantado, señor Ramos - se apresuró a saludarle desde el interior de su cubil, en un improbable tono cálido y conciliador el supuesto ogro de las cavernas - tome asiento, por favor.
Gracias por recibirme, señor Filipov.
Lo primero que notó Roberto al tener al fin frente a sí al enigmático empresario de 29 años muy bien llevados fue su ligero parecido con el cantante británico Gary Barlow, si bien con las facciones algo mas pétreas e impenetrables. Le puso un montón desde el primer momento, pero debía disimularlo a toda costa; además, se dijo, tenía pinta de heterosexual, sin ningún género de ambigüedad evidente.
- Por Dios, es un placer. Cuando Bogdan, el portero de mi club nocturno en Madrid, me comentó que un profesional de su prestigio andaba interesado en trabajar con nosotros no me lo pensé dos veces. Creo que un buen coreógrafo es fundamental en el éxito de un buen espectáculo. ¿No lo cree usted así, Mister Robbie?
Roberto se quedó a cuadros al escuchar aquello; ¿cómo demonios se habría enterado aquel hombre de gesto inescrutable de que, debido a su devoción adolescente por Robbie Williams, él había participado como bailarín y cantante en varios concursos de talentos imitando a su cantante favorito bajo el seudónimo de Mister Robbie? Eso debió suceder al menos hacía quince años, cuando él era poco menos que un niño y no quería actuar con su verdadero nombre por temor a que sus padres lo descubriesen y le llamasen al orden.
Por supuesto, señor Filipov - se limitó a responder, sin embargo.
Llámame Kamen, por favor. Y si me permite, yo le llamaré a su vez por su nuevo nombre de guerra, Robbie Ramos, que considero es mas directo y comercial que el anterior; además, es importante tutearnos y adquirir confianza, ya que vamos a pasar mucho tiempo juntos a partir de ahora. Eso si te decides a trabajar con nosotros, por supuesto.
Nada me gustaría mas en este momento, te lo aseguro - respondió un aliviado Roberto, incrédulo aún de su suerte. Resultaba increible, se repitió a sí mismo. Ni una palabra mas alta que la otra, ni un roce en el siempre delicado proceso de negociación; de hecho, aquel tío parecía mas interesado en ofrecerle el trabajo de lo que estaba él en aceptarlo.
Entonces aquí tienes una copia de tu contrato; como podrás ver las condiciones que te ofrecemos, incluyendo dietas y pluses por viajes son muy ventajosas para tus intereses.
Roberto hizo el amago de leer aquel farragoso texto por espacio de un par de minutos, prestando especial atención a la llamada “letra pequeña” del contrato, que podía inhabilitar buena parte de las conquistas salariales que su empleador le ofrecía de manera tan generosa. Nadie da nada por nada, pensó Roberto, pero en aquel texto no faltaba ni sobraba una sola coma. Todo estaba claro como el agua.
- “Supongo que ya llegará el momento de arrepentirme de firmar este mamotreto” - pensó un desencantado Roberto procediendo a firmar y visar el acuerdo - “sé muy bien donde me estoy metiendo y lo que espero conseguir de esta asociación semi-mafiosa, y lo conseguiré aunque tenga que llorar lágrimas de sangre por el camino”.
Roberto se sentía como una oveja camino del matadero, sin ánimo de celebraciones, aunque aliviado por su aparente triunfo sin oposición ni regateo alguno. Kamen, en cambio, estaba eufórico, y sacó dos copas de champagne de un mueble bar anexo, con las que brindaron por su naciente amistad profesional.
Te deseo una larga estancia entre nosotros, Robbie - comentó Kamen con la mejor de sus sonrisas, lo que soliviantó aun mas a Roberto, que odiaba ese exceso de confianza por parte de un perfecto desconocido como era su nuevo jefe; además, el nombre de Robbie, que ya resultaba infantiloide en inglés, no podía sonar mas ridículo en español, y Roberto odió su nueva denominación de inmediato - Marko te acompañará hasta la sala de ensayos, donde crearás las coreografías de nuestro nuevo espectáculo internacional: “Bulgarian nights: Men in leather”.
Muy bien, Kamen. Te agradezco la confianza depositada en mi persona sin conocerme previamente.
Bueno, te conocía bastante por referencias, y además tengo buenos informadores en el mundo del espectáculo por el que te desenvuelves como pez en el agua. Y estaba deseando conocerte en persona, por cierto - subrayó el llamado Rey Midas de la noche madrileña, mostrando una inusual calidez en su voz profunda, aderezada por un ligero acento eslavo.
Según avanzaba por el pasillo Roberto iba riéndose por lo bajo de la presuntuosidad de aquel personaje siniestro y egocéntrico, capaz de englobar bajo la categoría de “espectáculo internacional” a lo que no era sino un modesto ballet semiprofesional de
“strippers”, que actuaban bajo dudosas condiciones laborales en antros gays de dudosa reputación de España y los países balcánicos, y que consideraban su mayor éxito profesional hasta la fecha su triunfal actuación en una discoteca gay de Estambul, que mantuvo el aforo completo durante sus dos semanas de estancia en la metrópolis turca.
La primera sorpresa del día fue descubrir que la mayor parte de los “bailarines” del ballet “Boys in Fashion” distaban mucho de ser los excelentes profesionales que le habían vendido de entrada para intentar captar su atención. Roberto no tardó demasiado en caer en la cuenta de que los diez componentes del cuerpo de baile habían sido elegidos mas en función de su espectacular físico y magnética presencia sobre el escenario que por sus cualidades como bailarines o su flexibilidad natural, salvo un par de excepciones. Realmente si quería desarrollar un proyecto viable con ese grupo de culturistas profesionales y “musculocas” anabolizadas, iba a tener que tomarse su tarea muy en serio desde el primer momento; el tiempo se les echaba encima y el estreno de su nuevo espectáculo no debía defraudar a un público que cada vez exigía mas de sus chulazos favoritos.
El repertorio, elegido en persona por el propio Kamen, en completa sintonía con su hermano Petko, el responsable de la “sección femenina” de su multinacional de la lujuria exhibicionista, no podía ser mas hortera y caduco a oídos de Roberto:
Veamos: abrimos con el “I want your sex” de George Michael, seguimos con el “Erótica” de Madonna, lo enlazamos con el “Horny” de Mousse T…y continuamos en el entreacto con la inevitable Lady Gaga y su “Love game”, y…¿eh? ¿ se puede saber qué coño es esto? - Roberto no pudo continuar cuando descubrió que el número final de la representación correspondía a una impronunciable canción de apariencia eslava, de la que no había oído hablar en su vida. ¿Cómo era posible que aquellos “cerebros” optaran por un número tan localista para cerrar la noche, cuando se supone que el espectáculo debía tener un aire internacional y ser capaz de ser representado en cualquier país del mundo sin que rechinara demasiado?.
Bueno, en realidad no es una idea tan arbitraria como parece a simple vista - le explicó Marko, el fornido bailarín de origen búlgaro que le había echado el ojo desde que le vio por primera vez horas antes, y no se reprimía en llamar la atención hacia su persona por todos los medios posibles - de hecho, la canción se llama en búlgaro “ Gubq kontrol, kogato… ”, que en español se traduce como “Pierdo el control, cuando…” y se convirtió en un enorme éxito popular en Bulgaria en el 2008 cuando la cadena MTV prohibió su exhibición en antena debido a la “excesiva proliferación de imágenes de contenido sexual entre personas del mismo sexo”. Aquel veto hizo subir como la espuma su cotización, hasta el punto de que se acabó convirtiendo en un auténtico fenómeno social, y su provocativo videoclip en protagonista de infinidad de parodias en clave de humor en la televisión búlgara.
Ah, ¿sí? - respondió Roberto, concentrado en la información recibida, y mesándose su incipiente barba, cuidada y recortada a la última moda - ¿Y quien la cantaba? ¿Es posible conseguir una copia de ese videoclip cuanto antes para echarle un vistazo? ¿Sería posible encontrarlo en Youtube?
Por supuesto…- Marko sonreía por la evidente ingenuidad de su pregunta - MiroslavKostadinov , conocido por su nombre artístico de “ Miro ”, es un auténtico ídolo en Bulgaria, incluso nos ha representado en una ocasión en el Festival de Eurovisión…
Entonces no sigas - Roberto cerró los ojos derrotado, sin acabar de dar crédito a su mala suerte - vamos, que la cancioncita tiene que ser un paquete de cuidado…
Bueno, no creas, es muy sensual y pegadiza…- argumentó Marko - y además se presta a todo tipo de coreografías divertidas. En los países balcánicos es muy reclamada como fin de fiesta en muchas discos gays, por eso la habrán elegido como número final, además de servir de homenaje al país natal de los jefes, claro está. Y siempre será mejor ésto que si hubieran elegido coreografiar el “Deseo diábolico” de Preslava…- y de inmediato una erupción de histéricas risas por parte de los siete bailarines de origen búlgaro interrumpió su discurso, pues por alguna razón que se le escapaba a Roberto, aquel comentario había resultado la mar de gracioso para los numerosos ciudadanos del país balcánico incluidos en el ballet.
Cuando al día siguiente le proyectaron el famoso videoclip de marras en una pantalla panorámica de tamaño descomunal instalada al efecto en la sala de ensayos por orden del jefe, Roberto quedó fascinado, no tanto con la canción en sí, a la que sin embargo encontró mayores posibilidades de lucimiento de lo esperado en principio, como con el artista que la cantaba, el susodicho Miro , un mas que atractivo rubiales, de aspecto ambiguo y sonrisa irresistible, con una fuerza luciferina en la mirada que, en algún momento del visionado, le trajo a la mente el innegable magnetismo que destilaba nuestro Tino Casal en sus mejores tiempos. El video en sí, rodado con acierto en b/n, aunque un poco demasiado hortera en opinión del refinado Roberto, ofrecía una serie de imágenes de claro contenido homoerótico en su doble vertiente lésbica y gay, y no se cortaba en mostrar a dos hombres uniformados en traje de faena S/M comiéndose la boca en pantalla. Roberto no era, a estas alturas de su vida, una persona fácilmente erotizable por los sugerentes movimientos de cámara de un video musical, pero en este caso la presencia, ciertamente poco original, de amenazantes perros atados ladrando, cuero y látex en abundancia, y la típica parafernalia sado-mazo de este tipo de vídeos terminaron de ponerle muy cachondo, especialmente porque tuvo que verlo al menos una decena de veces hasta que interiorizó la música y los movimientos corporales de la coreografía original, que encontró funcional a secas pero algo escasa de movimiento y vivacidad; habría que cambiarla por completo e introducir nuevas rutinas de baile. Al quinto pase ya tenía una erección importante, que trataba de disimular apuntando como un loco sobre un cuaderno de anillas, apoyado estratégicamente sobre sus rodillas, cualquier intuición que le provocase el repetido visionado del, a estas alturas, ya familiar vídeo del tal Miro .
- “Bien, conservaré las escenas de sumisión con al menos dos “perros humanos” atados con gruesas cadenas por sus respectivos amos, y los sencillos pasos de baile del minuto 03:01 son ideales para los cuatro mastodontes búlgaros que no tienen ni puta idea de baile y que colocaré al fondo del escenario, mientras Marko y yo nos luciremos como podamos entre tanta basura escénica” - iba pensando Roberto para sus adentros mientras apuntaba sus reflexiones sobre el papel, cuando levantó la vista hacia el techo en busca de inspiración y se topó con una presencia inesperada.
Arriba, en el piso superior, había una enorme cristalera ocupando toda la pared y que comunicaba con una sala privada anexa al despacho de Kamen; y aunque aparentemente el lugar se encontraba a oscuras, Roberto pudo atisbar la silueta silenciosa de su nuevo jefe, de pie sobre la cristalera, que llegaba sólo hasta la altura de su abdomen, consistiendo el resto de la pared de hormigón armado. Su nuevo jefe parecía contemplar con evidente delectación el vídeo de su compatriota, e incluso, le pareció a Roberto por un momento, con cierta expresión de lujuria indisimulada, cuando, en un momento dado, coincidiendo con el final de la canción, presenció extrañado como el fornido empresario echaba la cabeza hacia atrás en expresión de gozo, y a los pocos segundos el neumático cuerpo de una rubia oxigenada emergió de lo que parecían las profundidades del infierno con una expresión lasciva en la cara, para proceder a limpiarse los restos de su pecado depositados en la cara con un kleenex que amablemente le ofreció el ardiente búlgaro. Roberto no podía dar crédito a lo que estaba viendo, pero pronto descubrió que debería acostumbrarse a tamaño espectáculo a partir de entonces, porque raro era el día en que no pillaba al salido de su jefe masturbándose disimuladamente, con las luces apagadas para que no percibieran su presencia (pero su silueta si se distinguía, sin embargo, al trasluz) cuando Roberto y sus muchachos ensayaban las distintas coreografías; su favorita, sin embargo, parecía ser la de la “pérdida de control” de Kostadinov , porque acostumbraba pajearse al ritmo de su música, que tal vez le trajese agradables recuerdos eróticos de su país natal, y correrse en el momento en que los “strippers” se despojaban del último y minúsculo tanga para dejar al descubierto los diferentes regalos para la vista que la madre naturaleza había decidido concederles a cada uno de ellos.
- “¡Vaya marica reprimido! “- pensó Roberto para sus adentros tras finalizar uno de los involuntarios “happenings“ de su jefe, que el resto del equipo fingía ignorar- “Y vaya vida sexual mas triste debe llevar este tío, con todas esas rubias de bote intercambiables, cuando se ve a la legua que se muere por una buena polla…pero supongo que cada cual tiene lo que se busca y lo que se merece en esta vida“.
El ritmo de ensayos era incesante, y la lista de países a visitar crecía por momentos: España, donde estaban instalados los hermanos Filipov desde hacía muchos años, en primer lugar, para dar luego el salto a Italia, Grecia, Bulgaria, Rumanía, Turquía, Hungría y Polonia. Una gira de al menos seis meses de duración que prometía darle buenos dividendos a esta dinastía de emprendedores búlgaros con pocos escrúpulos y aún menos ética profesional.
Un ejemplo de esto último quedó demostrado cuando, ya muy avanzada la coreografia final, y casi a punto de estreno, Roberto y Marko, como cabeza de cartel que eran, decidieron quedarse un día a ensayar en horario extralaboral, mientras que el resto de sus compañeros prefirieron retirarse a descansar a sus respectivos hogares o salir a disfrutar de los placeres de la noche madrileña. Entre ambos existía una atracción física evidente, así como una enorme rivalidad profesional, pues el sueño oculto de Marko era debutar algún día como coreógrafo de sus propias creaciones; pero ese día aun resultaba lejano, en opinión de Kamen, que no confiaba mucho en sus aptitudes personales como responsable de un cuerpo de baile tan volátil y repleto de egos voraces como aquel. Le veía demasiado blando y falto de autoridad, cualidades que sin embargo le sobraban a Roberto.
Tras finalizar una intensa sesión de rutinas, ambos procedieron a ducharse en los amplios vestuarios del local, y, sintiéndose seguros y a salvo de miradas indiscretas, dieron rienda suelta a la pasión que les consumía desde hacía tiempo. Lo suyo en realidad había sido una suerte de flechazo desde el principio, y los dos sabían que era inevitable que, tarde o temprano, acabaran encamados o algo peor, quien sabe si incluso enamorados de verdad. Pero la “roca” de la que estaba hecha Kamen era mas fuerte que el deseo ajeno, y su férreo control sobre la vida de sus empleados le había llevado a instalar de manera ilegal cámaras ocultas en lugares tan poco aconsejables como las duchas, la sala principal del vestuario o el interior de los lavabos.
Al día siguiente, cuando ambos amantes se encontraron de nuevo en la sala de ensayos y se saludaron con una sonrisa cómplice, cargada de significados ocultos para el resto de los presentes, la secretaria personal de Kamen les comunicó en tono neutral que el jefe les esperaba de inmediato a los dos en su despacho. Pensando que se trataría de una reunión rutinaria para comentar los últimos avances del espectáculo o decidir el orden definitivo de las canciones en el libreto final, la sorpresa de ambos fue enorme cuando, al abrir la puerta del despacho, se encontraron a su jefe en animada conversación con un corpulento bailarín que hablaba español con un marcado acento brasileiro, que se encontraba firmando en ese preciso momento lo que parecía un contrato de trabajo con Kamen. A Roberto se le encendió el piloto automático al ver aquello, porque no tenía idea de que ningún bailarín de la compañía estuviera lesionado, y además ya contaban con dos magníficos suplentes en nómina en caso necesario; miró a Marko de reojo, y ambos se entendieron al instante sin palabras: uno de los dos iría a la calle aquel mismo día por el artículo 33 y sin posibilidad de apelación, como era norma de la casa en el pintoresco ballet de los “Boys in fashion”.
Muy bien, Thiago, espero que tu paso por el ballet represente un gran paso adelante en tu carrera artística. Por cierto, te presento a tu nuevo “director escénico”, el prestigioso coreógrafo Robbie Ramos.
He oído hablar mucho de ti - dijo Thiago a modo de presentación, esperando resultar halagador.
Espero que incluso bien…- le contestó en tono irónico un cada vez mas escamado Roberto.
Por supuesto, todos recordamos tu paso por aquel programa de televisión rodeado de tantas “celebrities” dispuestas a convertirse en los nuevos Fred Astaire y Ginger Rogers.
Y en su inmensa mayoría incapaces de ejecutar el mas simple paso de baile sin descoyuntarse… - recordó de pasada Roberto con cierta sorna.
Los cuatro sonrieron de manera en apariencia distendida, pero la tensión se palpaba en el ambiente. Kamen rompió la frágil magia del momento con su imperiosa voz de mando, en esta ocasión dirigida hacia Marko.
- Marko, haz el favor y acompaña a Thiago al vestuario, y asegúrate de paso de que le toman las medidas hoy mismo, su incorporación al espectáculo es inmediata.
La cara de mosqueo de Marko era un poema, pero se limitó a asentir a la orden de su superior sin mostrar emoción alguna que le pudiera delatar en su presencia, y abandonó el despacho junto al nuevo fichaje del superpoblado ballet.
¡¿Se puede saber a que responde esta jugada, Kamen?! - rugió Roberto con ira desatada apenas se cerró la puerta del despacho tras ellos, temiéndose ya lo inevitable - ¡queda menos de una semana para que estrenemos el espectáculo y pretendes que un recién llegado, por muy bueno que sea, se adapte a las rutinas!. Eso significa empezar de cero otra vez; y además no entiendo a quien pretendes que sustituya, como no sea a mí mismo, si es que has decidido mantenerme únicamente como coreógrafo en lugar de ser también cabeza de cartel, que era lo pactado. En cuyo caso, te recuerdo que deberás indemnizarme por incumplimiento de contrato.
¡Haz el favor de callarte! - terció el búlgaro con su vozarrón inapelable - No eres tú quien va a ser sustituido en escena, sino Marko; en breves momentos le comunicaré su cese inmediato y sin posibilidad de apelación. Pero tranquilo, que ese pájaro no se morirá de hambre, he decidido destinarle como “go-gó” estrella de nuestra disco de Ibiza.
El rostro de Roberto no daba crédito a lo que estaba escuchando. Encontraba surrealista y fuera de lugar una maniobra tan torpe a escasos días de la puesta de largo de la revista musical.
Pero…¿porqué? Marko es el mejor bailarín de la compañía con diferencia. Su presencia es fundamental para sacar el espectáculo adelante…¡no entiendo nada, de verdad!. Queda menos de una semana para el estreno, no hay tiempo material para ponernos al día, Marko participaba en todos los números principales.
Sí, quizá participaba demasiado en mi opinión… - dejó caer Kamen con estudiada indiferencia, parapetado tras la mesa directiva a modo de defensa inconsciente.
¿Qué quieres decir con eso? - ahora Roberto se encontraba directamente perdido en el cúmulo de dobles sentidos que esa inocente frase le sugería en su interior.
Lo que quiero decir es que ese ardiente guaperas estaba mermando tu capacidad de concentración en el espectáculo con sus excesivas “atenciones” hacia tu persona - y la mirada pétrea de su jefe no dejaba lugar a dudas de que estaba hablando muy en serio en esos momentos - Su presencia en estos momentos en la gira resultaría contraproducente para el buen resultado de la misma…
Roberto, impulsivo por naturaleza, enrojeció al instante de ira y pegó un puñetazo en la mesa dejando claro a su jefe que no pensaba aceptar su malevolente órdago de ninguna de las maneras.
- ¡¿Serás hijo de puta?! ¡Nos has estado espiando, pedazo de cabrón! ¡Y ahora te vengas del pobre chaval, cuyo único crimen seguramente habrá sido el negarse a comerte la polla mientras te la cascas todas las mañanas en la cristalera…¿o es que pensabas que no te veo?.
Ahora fue Kamen quien reaccionó con un acceso de rabia incontenible. Saltó como un resorte de su asiento, abandonó las buenas formas que le caracterizaban y le cruzó la cara con un par de sonoras hostias que le tumbaron en el suelo, tal fue la fuerza que utilizó para expresar su descontento.
- Recuerda una cosa, maricón de mierda - le advirtió el búlgaro con la mirada encendida y llena de un odio que parecía emanar de lo mas profundo de su alma - antes de hablar con tanta ligereza de cosas que desconoces, te invito a que te informes mejor: yo soy HETEROSEXUAL, al contrario que la troupe de mariconas que por desgracia me veo obligado a dirigir, por decisión de mi hermano. Y tu, aunque no tengas en absoluto la pluma que yo en principio te suponía, no dejas de ejercer en esta “troupe” el papel de “abeja reina”, y además una “reina” muy bien cebada y alimentada por el soplapollas que tienes delante. Así que, mientras estés bajo mi mando, te ordeno que obedezcas cada una de mis decisiones en silencio y sin rechistar…¿ha quedado claro?.
Roberto se levantó del suelo cabizbajo, con la mejilla derecha en llamas y una sensación de haber sido humillado y puesto en su sitio por su jefe en cuestión de segundos. Además, para su mayor vergüenza, sintió como una potente erección, que no pasó inadvertida para Kamen, hacía acto de presencia en su abultado paquete. El búlgaro le miró con desprecio por todo ello, antes de exigirle que abandonara el despacho de inmediato.
¡Vete a ensayar con tu equipo, que es lo que debe centrar tus energías en este momento! Y te recomiendo que no le concedas al chulazo de Thiago el mismo tipo de confianzas que a Marko, porque ese mulato también es de vuestra cuerda, y, si lo haces, esta vez serás tu el que recogerá sus bártulos y se irá a la puta calle, antes de lo que tardo yo en cascarme una paja frente a la puta cristalera - y su cara de sota de bastos mezclada con un rictus despectivo resultaba de lo mas expresiva al respecto.
Esas no son maneras de tratar a la gente - fue lo único que un arrinconado Roberto se atrevió a responderle, todavía dolorido y avergonzado, desde la puerta entreabierta del despacho - Ahora comprendo porque te sientes tan sólo y aislado en este despacho…
Kamen no respondió a su indirecta, y se limitó a fingir indiferencia, ordenando de manera mecánica unos papeles que se habían desparramado por la mesa durante su breve enfrentamiento físico con su empleado ¿favorito?.
(Continuará)