La concubina (IV)

Una mujer que ha sido secuestrada por un multimillonario árabe, debe cumplir todos sus deseos y caprichos, so pena de ser castigada. Por una falta cometida, la entrega al comandante de su guardia personal para que disponga de ella durante toda la noche.

Ya han pasado tres años desde los sucesos de Marbella y Montecarlo. Desde entonces vivo en Arabia Saudita con mi señor y no he podido salir del pais, bueno del pais ni del palacio. Me paso el día con una túnica, normalmente blanca, como único atuendo y esperando que Mohamed o su hijo Ali quieran utilizarme. En este tiempo me he convertido en una verdadera profesional, he aprendido a usar todos los recursos que los dioses me han dado. Si ya estaba buena, ahora estoy buenísima, ni un gramo de grasa y unas tetas que vuelven loco a cualquiera, Mohamed se empeñó en que las quería más grandes y me llevó a un cirujano plástico que se encargó de solucionar el problema. Mis pezones siguen tan sensibles como siempre y basta que los acaricien un poco para que empiece a salirme de madre. Tambien me hicieron otro arreglito, una ligadura de trompas, dicen que reversible. Un dia vino Mohamed y me dijo ahora sí que podremos follar tranquilos, como si el cabrón no llevara años haciendolo. Pero la verdad es que yo disfruto mucho más que antes, con la tranquilidad de que no me preñen.

En todo este tiempo han sido muy amables y cariñosos conmigo, excepto el día en que me cedieron al jefe de la guardia. Se trataba de castigarme por mi supuesta arrogancia, porque le llevé la contraria a Mohamed.

Estabamos cenando los dos solos, muy acaramelados, y Mohamed dijo que la carne estaba sosa, yo le dije que estaba perfecta, que probablemente se debía a que había comido antes pescado en salazón y le hacía perder algo de gusto.

María, si yo digo que la carne está sosa está sosa y tu te callas.

Pero Mohamed no te enfades por eso...

Me enfado por y cuando quiero...Levántate y ven aquí

Me puse en pie y me acerqué a él, de un tirón me arrancó la túnica y me dejó desnuda en medio del salón, se sacó la polla y me ordenó:

Chúpamela - yo ya había aprendido que cuando se ponía así no se podía discutir así que me arrodillé y empecé a lamerle la verga con cariño y verdadera fruición, como yo sabía hacerlo... - Ay, puta mía qué bien me la mamas, lástima que tenga que castigarte.

Se corrió en mi boca y llamó a la guardia, entró el comandante y me vió todo lo que le apeteció, en la postura en que se estaba no había que esforzarse demasiado. Tenía los labios y el pecho chorreando semen de Mohamed y me quedé helada cuando le oí decir:

Comandante, puedes llevarte a mi concubina y disfrútala hasta mañana, hazle lo que quieras y que te haga lo que ordenes, pero pobre de ti como le hagas daño.

Muchas gracias, amo - dijo mientras me cogía de la muñeca y me arrastraba hacia él - Muchísimas gracias - Me miraba con verdadera lujuria y empezaba a babear imaginando lo que iba a hacer conmigo. Era un tipo barrigudo, con barba negra, de unos 45 años, olía a tabaco y a sudor.

Mañana al mediodia me la traes aquí, toma su túnica, aunque no creo que vaya a necesitarla en toda la noche.

Buenas noche, amo - dijo el comandante. Yo estaba anonadada, no pensaba que fuera capaz de hacerme esto, un azote en las nalgas me devolvió a la realidad: - Dile buenas noches a nuestro amo.

Buenas noches mi señor...

Salid de aquí... - fue su respuesta. Tenía unas ganas tremendas de llorar pero no le iba a dar ese gusto. Como ya estaba entrenada se trataba de intentar disfrutar lo máximo posible.

En cuanto salimos del salón el comandante me abrazó por la cintura y empezó a besarme, restregándome su paquete, que ya había alcanzado un considerable tamaño, por el vientre. Llegué a creer que me follaría allí mismo.

No sabes el tiempo que hace que te deseaba, so puta, estás buenísima y ahora eres mía, prepárate porque no vamos a dormir en toda la noche. - mientras decía esto me sobaba las tetas y la vulva con sus manos rasposas y me iba besando el cuello y dándome la lengua - Venga vamos a mis aposentos.

Me llevó desnuda por los pasillos del palacio hasta alcanzar su habitación. Era pequeña pero tenía una cama razonablemente grande y un cuarto de baño. Por lo menos igual había suerte y se duchaba antes... pero no tuvimos tiempo. Entramos en la habitación, echó el cerrojo y me tiró sobre la cama deshecha, se quitó los correajes, las botas y los pantalones. No llevaba ropa interior, asi que no perdió el tiempo, me puso la verga delante de la cara y gritó:

Cómetela, furcia, chúpamela.

Mi señor por qué no nos duchamos, me encanta hacerlo bajo el agua.

Que me chupes, cerda - me gritó mientas me pellizcaba un pezón. Pensé que mejor era obedecer asi que a pesar del aroma que despedían sus genitales me dediqué pacientemente a la tarea.

Así, así, zorra, qué bien lo haces. Espera, espera - me cogió las tetas apretándolas entre sí y metió la polla entre ellas y empezó a culear, un cubano - Chúpame la punta cuando salga - Y ahí me teneis mamándosela al comandante guarro este y esperando que me escupiera de un momento a otro.

¡Me corro, me corro! - Me dejó hecha unos zorros, toda la cara chorreando - Saca la lengua y chupa la leche. Y ahora te voy a comer el coñito, te voy a follar como a una perra en celo...

Me tendió en la cama, se desnudó del todo y no veas que tufillo tenía su alero, y se abalanzó sobre mi depilado chochito, metiéndome la lengua hasta las entrañas. Me cogía el clítoris entre los labios y me daba tironcitos de la anilla, yo empecé a mover el culo pidiendo guerra.

Te gusta ¿eh, guarra? ¿Te gusta?

Muchísimo, mi amo, muchísimo, no pares, por favor - Pero sí paró el muy cabrón se levantó y se fue a buscar un látigo, yo pensé que iba a azotarme, pero despues recordé lo que había dicho Mohamed y me tranquilicé. No lo que hizo fue meterme el mango en mi húmeda vagina y me volvió boca abajo empezando a lamerme el culo. Desde luego que afición tienen los árabes por dar por culo.

Levanta el culo - decía mientras metía su mano derecha debajo de mi vientre y me ayudaba a colocarme en la posición que él quería, con el culo bien en pompa. Empezó a meterme los dedos y cuando vió lo bien que entraban se entusiasmó. - Menudo putón estás hecha, te han abierto bien todos los agujeros ¡eh!

De una embestida me la metió hasta la empuñadura y yo empecé a culear mientras le cogía el culo con la mano para que no se fuera a ir, como si tuviera alguna intención de irse.

Fóllame, fóllame, mi amo, dame tu leche... - Vaya manera de follarme, notaba sus huevos golpeándome el culo en cada envite, mis tetas se cimbreaban mientras no me las apretaba, y como las apretaba el bestia, creía que iba a reventar las prótesis. Me cogía de los hombros y apretaba y apretaba. Me tiraba del pelo y me mordía en cuello. Yo le ayudaba acariciándome el clítoris y tirando del anillo. Me corrí como una loca hasta que me regó el recto con su esperma, que cantidad tenía, este hombre debía hacer meses que ayunaba.

Se dejó caer sobre mí y casi no me dejaba respirar, yo pensaba ahora se dormirá un rato y con suerte hasta mañana. Parecía que me hubiera leido el pensamiento.

Venga zorra, vamos a bañarnos, no dices que te gusta hacerlo en el agua, pues vamos al agua. - Me cogió de la cintura, me sacó el látigo, y me levantó como si fuera una pluma, menuda fuerza mejor no contrariarlo. - Métete en la bañera - cogió la ducha y empezó a regarme, ya se podría duchar él que falta le hacía. Se dedicó a mi vulva con especial empeño y me empecé a calentar de modo que a los pocos minutos ya le estaba besando y acariciandole el pecho y la verga que volvía a empinarse.

Ven mi señor, déjame lavarte - Dicho y hecho, empecé a enjabonarle el pecho, las axilas, la barriga y alcancé los huevos y la polla que ya estaba como un mástil.

Qué bien lo haces, eres una verdadera profesional, una geisha- decía mientras me tiraba de los aretes de los pezones y me besaba mordiéndome la lengua.

Lo dejé como una patena, ahora sí que daba gusto verlo y catarlo. En eso estaba, admirando la obra, cuando me levantó, me hizo apoyar las manos en la pared, como si fuera a cachearme, y vaya si me cacheó, empezó a meterme mano como un energúmeno y a mí me temblaban las piernas deseando que me follara.

Por favor mi amo, métemela, no puedo más - decía mientras se la cogí con la mano derecha acompañándola a mi chocho que rezumaba jugos que me corrían muslos abajo.

Toda tuya, perra, tómala toda. - Empezó un mete y saca descomunal, me aplastaba las tetas contra la pared a cada acometida, se oía como sonaban nuestros sexos al frotarse.

Espera mi señor, espera - me volví - así métemela por delante - abracé su cintura con mis muslos y me cogí de los barrotes de la ventana - así, hasta el fondo, cómo me lo llenas.

Dame la lengua, so puta, dámela - como culeaba el cabrón, me hacía saltar cada vez que me embestía, me debía llegar a la matriz.

Nos corrimos juntos mientras nos besabamos como locos, le llegúe a herir la lengua con uno de mis mordiscos.

La noche todavía dió para un 69 y otro polvo más. Al final, a las 9 de la mañana estabamos derrotados, más por la irritación de nuestros genitales que por falta de ganas. Al final le tuve que agradecer a Mohamed el castigo. Y aún le llevé la contraria en más ocasiones para ver si repetía pero no fue así, sólo me cedío a un jefe beduino para ver si me metía en vereda, pero eso es otra historia...

Enviarme vuestras opiniones e ideas... kaxonda@hotmail.com