La compi de mi mujer, está cansada de su marido

Ahí estaba yo, arrodillado y colocado entre sus muslos, mientras la escucho jadear, dedicándome a acariciar y besar la parte interna de sus muslos, suavemente. Continuando por frotar mis labios sobre sus labios vaginales, lamiendo y deslizando la lengua entre sus labios vaginales con suavidad.

La compi de mi mujer, está cansada de su marido

Era un día como cualquier otro, día que durante la mañana llamé a mi mujer y le propuse salir esa noche, pudiendo cenar fuera como cuando salíamos antes, continuar con una copa y luego volver. Mi esposa dudo, acabando por colgar, pero un rato después, está me llamo, contestándome que, de acuerdo, pero que eso no implicaba el tener sexo después. Cosa que lo pensé inicialmente, pero que mi mujer se encargó de alejar la idea, claro está le hice saber que por supuesto que... ‘ni lo había pensado’, pero que dejáramos mejor al destino decidir, acabando está por decir... ‘dirás el alcohol’.

Durante el resto del día, me encargue de que todo estuviera echo para cuando ella llegara, dejando a los cri@s con su hermana, dejándole sobre la cama una serie de regalos. Una flor, una bolsa de chucherías, y unos pendientes, regalos que tomo como si tuviera que darme ella algo a cambio, cosa que le hice saber que no era así, simplemente quería darle un detalle por aceptar mi invitación, y de paso poder tener una cita normal.

Y comenzando a vestirnos, arreglándome y espiando a ella como lo hacía, disfrutando de la visión de su cuerpo mientras se duchaba, saliendo del plato de la ducha y observar como dentro de esta, se había depilado, acabando por rasurarse parte de su entrepierna... uuummm!!. Luego la vi vestirse, colocándose esta un corpiño negro que le regalé en su tiempo, corpiño que lleva la tiras para ajustarse las medias de ligas del mismo color, y ponerse un tanga que le compré en ‘Intimissimi, uno de esos con encajes y raso muy sexy. Acabando por colocarse un vestido no muy largo pero elegante, sus zapatos de tacón, y una chaquetilla, acabando por salir hacia el coche.

Pues eso... salimos a un restaurante a cenar, cuya velada no estuvo mal del todo, recordando viejos tiempos, pero que hubo momentos que hubo lagunas, pues nos quedábamos sin conversación, cosa extraña en un matrimonio. Saliendo del restaurante, le sugerí que fuéramos a una zona de copas, donde pudiéramos entrar en algún local y tomar algo. Está inicialmente me puso las pegas típicas... cansada, dolor de pies, etc., pero finalmente y ante mis insistencias acabo aceptando, dirigiéndonos hacia allí. Dándome por rodearle con el brazo, cosa que ella me retiro, y dejando claro que simplemente que íbamos juntos, como amigos.

Entramos en un local y nos sentamos, pidiendo algo de beber y nos dispusimos otra vez a hablar, conversación aburrida la verdad. Acercándose al poco una pareja conocida, viendo la coincidencia al verla, pues mientras la chica es una compañera de trabajo de mi mujer, el chico es mi amigo Fernando. Dándome por cortesía presentar a mi amigo a mí mujer, y esté a nosotros a Maite su mujer, ante la falta de presentación par parte de mi esposa. Pareja a la cual mi mujer invita a acompañarnos, cosa que no me agrado mucho, pues debía de ser una velada íntima y especial, pero viendo que no me quedaba otra.

Comenzamos a conversar inicialmente los cuatros, hablando sobre todo de la coincidencia de esta pareja, compañera de mi mujer y amigo mío. Estando sentados alrededor de la mesa por pareja, o sea Fernando su mujer Maite, mi mujer al lado de su compañera y en el extremo yo. Conversación que poco a poco fue tomando rumbos diferentes, pues mientras que mi mujer comenzó a conversar con mi amigo, sobre todo de trabajo. Ya que mi amigo, es analista de sistemas y programador, tema que mostraba mucho interés mi esposa. Viendo como mi esposa se levantaba y se sentaba junto a Fernando, viendo tanto Maite como yo, como poco a poco estos nos iban dando la espalda. Comenzando Maite a preguntarme, sobre todo por saber cómo y desde cuando nos conocemos su marido Fernando y yo. Respondiéndole con...

  • “No me creo que Fernando, no te haya hablado de mí”.

Ríe viéndose pillada, diciéndome... ‘me imaginabas de otra forma, pero al ver de quien marido eres, ahora veo lo confundida que estaba’. Dice y me explica, comenzando a contarme que mi mujer poco habla de mí, llegando a creer en la oficina que nos habíamos separado. Continuado está, diciéndome... ‘aunque debo decir que la hemos notado rara, comportándose diferente en estos últimos tres años, sabiendo que ha cambiado de amistades. Viendo que se junta con una mujer de su edad’.

Calla y tras un sorbo al vaso, continúa... ‘sé por otras compañeras que esa mujer es otra madre del colegio, madre que hemos llegado a pensar que tienen estas algo’. Acabando este último cuchicheo en voz baja, no deseando que mi mujer y compañera suya la escuchará, continuando... ‘y que menos que tú lo supiera por una extraña, pero pensamos que esta liada con ella, ya sabes en plan ‘lesbiana’ o ‘bollera’. Y tras escucharme decirle que lo sabía, está sorprendida me suelta...

  • “Y no les has dicho nada”.

Debiendo de responderle... ‘que, sin pruebas, poco valor tiene, ya que solo son sospechas’, continuando ella por preguntarme por mi relación sentimental. Indagando en cómo está actualmente, dando por hecho que debe de ir bien al vernos salir, pregunta que le respondo con una pregunta, referente a su matrimonio. Ella viendo que quizás se está metiendo donde nadie le llama, me dice, podemos hacer una cosa, tú me responde de lo tuyo y yo te responderé de lo mío. Tras aceptar, comienzo a contarle como va mi matrimonio, pues hace aguas día sí y día no, llegando a proponerle el separarnos, cosa que mi mujer se molesta, pues me suelta...

  • “Y no estamos bien así, para que romper, además debemos de hacerlo por los cri@s”.

Suelto, y en un momento dado del desahogo, Maite le da por cogerme la mano, impulso que hace de forma esporádico, dándome cuenta de ese momento, pero que evite mirarla para que esta no se diré cuenta, pues no deseaba que la retirará. Y continúe hablándole de lo que pasábamos, hablándole con sinceridad y con el corazón en la mano, confesándole momentos que me habían hecho dudar de la relación. Y en esos momentos en que ella me habla dulcemente, recomendándome continuar, y mientras me aconsejaba, me da por acariciarle su mano con mi pulgar, fingiendo que ha sido algo puntual, y darme cuenta que ella no la aparta, dándome por continuar.

Cogiendo Maite y asentando, dando por romper ese momento, le da por decirme... ‘desde ese punto de vista, tú mujer tiene razón, debéis de hacerlo por los cri@s’. Y ver cómo cambia de tema, como si no quisiera continuar en ese tema tan delicado y sentimental, acabando por preguntarme algo bastante íntimo y personal, como...

  • “Y con eso te basta a ti, y a la hora de las relaciones sexuales como lo haces, busca fuera lo que no encuentras en casa, o simplemente te alivias solo”.

Pregunta que le recuerdo que le toca a ella responderme, contando que la relación actualmente en su matrimonio va bien, quizás porque no se ven durante la semana, coincidiendo solamente para cenar y dormir. Y el fin de semana con los críos vamos tirando. Dice y me hace que le conteste a su pregunta, repitiéndomela y ser ella la que continua. Recuerdo que Fernando me hablaba de vosotros, sobre todo de ti y de otro de los amigos, diciendo que erais unos cabrones ambos, pues rara era la noche que no acababas liándote con alguna. Sonrió y la dejo proseguir...

Cosa que concuerda con lo hablado en su momento por tú mujer, pues cuando salíamos juntas después de trabajar, nos contábamos los comienzos de nuestras relaciones. Nos contó que tú eras un pillín de cuidado, pues solías liarte hasta con dos al mismo tiempo, cosa que me lo afirmaba Fernando. Y ahora que estas con una mujer, cuesta entender que estés satisfecho, y aún más cuando esta no te corresponde. Dime...

  • “Aún sigues encontrando fuera lo que en casa no te dan”.

Rio y no le respondo, pero le pregunto a ella sobre su relación en la intimidad, respondiéndome ella... ‘pues somos tradicionales, antes eran muy alocadas, supongo que como todos’. Fernando me confeso que solo ha estado con una antes que yo, cosa que le hice saber que yo también. Y decirme...

  • “Ahora te toca a ti”.

Y le cuento que nosotros al principio de salir, también éramos muy alocados, pero de mente abierta, pues soy muy pervertido al respecto. Contándole que lo hacíamos tantas veces como podíamos, y donde quisiéramos, buscando lugares que dieran morbo, e incluso en su dormitorio mientras sus padres dormían al lado. Confesándole que siendo yo muy morboso, me da por sugerir o proponer situaciones, acabando por hacerlo, eso como las posturas pues somos muy de ‘kamasutra’. Ella ríe sonrojada y ciertamente sorprendida, me anima a continuar, diciéndome... ‘pues veo que en ese tema nosotros somos muy novatos, como te he dicho antes, somos muy tradicionales’. Acabando por decirme...

  • “A veces me cuesta que Fernando cambie de postura, siempre lo hacemos en plan misionero, y una se cansa la verdad”.

Dice, y me da por preguntarle...

  • “Entonces en vuestra relación quien es el abierto”.

Respondiéndome Maite...

  • “Pues creo que, para abierta, sería yo”.

Dándome por mirarle las piernas como gesto cómico y ciertamente sarcástico, dándome ella un empujo en plan de broma. Soltándome está burlona...

  • “Oyeeeee!!”.

Comentario que estos dos ni se coscan, aun continuando con su charla técnica mi mujer y mi amigo, conversación que no entendemos al estar de marcha, y cuya intención era cambiar de aires. Nosotros continuamos a lo nuestro, siendo Maite al cogerme con su mano la cara, haciéndome volverla hacia ella, soltándome...

  • “Déjales a ellos, están en su mundo de ‘frikis’”.

Dice y me pide que le cuente más de nuestra vida alocada, y tras un breve silencio, acabar con decirme... ‘o te tú vida alocada’, viendo que le gusta escucharme contárselo, pues ve que en cierta manera ella se ha perdido mucho. Diciéndome antes de dejarme hablar...

  • “Míranos... somos una pareja normalita, Fernando tiene ya los cuarenta y un año, mientras yo tengo treinta y seis años, y viendo que nuestra vida sexual está muy lejos de la vuestra, y sobre todo ahora después de escucharte, dándome unas tremendas ganas de hacer locuras y de morbosear”.

Y vuelvo a sonreír nuevamente ante lo escuchado, dándole por contarle que un local muy parecido a este, me metí con una chica en los aseos, donde le hice de todo y especificándole, como la chica tras mamármela allí mismo, acabamos follando como posesos, no dándose cuenta nadie. Confesión que coge Maite y le da por posar una de sus manos sobre mi muslo, apretándome y me insta a callarme, soltándome...

  • “No me seas malo cabrón, que una no es de piedra y encima me estas poniendo muy excitada, viendo que esta noche no me como ni una rosca”.

Acabando por reírme, no mirando su mano por temor a que la retire, dejándola sabiendo que ni mi mujer y menos su marido, nos pueden ver desde donde están. Volviendo ella al tema, soltándome...

  • “Y seguro que la destrozara, no sé cómo la tienes, pero por lo que cuentan, debes de estar bien servido para tener tantas relaciones”.

Cosa que le confieso que tengo de la media normal, pero que debo de ganar en otras virtudes, extrañada esta me anima a contárselo, y animado ya sea por el alcohol o por el morbo del momento. Continúo confesándole que mi virtud, no es solo el aguante o grosor, sino el saber, sobre todo no solo las caricias sino el sexo oral. Ella pregunta...

  • “El chuparla...”.

Respondiéndole, que no iba precisamente en ese sentido, sino en ser yo quien logra los orgasmos, mientras saboreo vuestra...; acabando ella por taparme la boca con su otra mano a modo de callarme, movimiento que le hace perder la estabilidad. Acabando por caer hacia delante, viendo como aquella otra mano que estaba en mi muslo, desciende de forma involuntaria hasta mi entrepierna, notando mi empalme. Viéndose ahora ella en ese momento delicado, acabando por retirarla avergonzada, mirando con temor hacia atrás, viendo como tanto su marido Fernando como mi mujer Alicia están a lo suyo.

Y ser yo quien toma la iniciativa con Maite, tomando de nuevo su mano y volverla a colocar sobre mi muslo, mirándome ella con temor y dudas, pero al mismo tiempo creo que con deseo. Mirándome con unos ojos que no se clavaron precisamente en mis ojos, sino en mis labios. Deseando precisamente otra cosa, y en ese preciso momento, somos interrumpido, no solo porque vimos a estos cómo se levantaban de sus asientos, sino porque nos dicen...

  • “Nos vamos fuera a fumar, no queremos interrumpiros en vuestra charla, seguís vosotros y cuando acabéis con vuestras copas, pedís otra y hacednos el favor de pedírnosla a nosotros, y nos vemos fuera, vale...”.

Dice y se marchan solos hacia fuera del local, soltando Maite...

  • “Mira se marchan como tortolitos”.

Mirándome, preguntándome...

  • “Y ahora nosotros que hacemos, continuamos donde lo dejamos, o les seguimos como perritos falderos”.

Y darme de nuevo por arriesgar, tomando su mano entre las mías, mirándole a los ojos, acabando por acercarme a su oído y querer sugerirle continuar en los aseos, cuando esta de repente me da un beso en los labios. Beso que devuelvo, comiéndonos con deseo la boca, mientras nuestras manos nos acariciamos, viéndome separado por ella. Y cuando pienso que está me va a reprocha esta locura, coge y me dice...

  • “Nos vamos al servicio y continuamos con esta locura, ¿te atreves?”.

No me lo pensé dos veces, nada verme como me levanté... se levantó ella, y nos encaminamos hacia los aseos, encontrándonos tres puertas, aseos de caballeros, aseos de señora y el reservado para minusválido, pero de este colgaba un letrero del cual se podía leer... ‘fuera de servicio’. Y recuerdo que ella me pregunto... ‘¿Y ahora qué hacemos?’, dándole por hacerle entrar precisamente en el de minusválido, haciéndole ver que ese letrero es una ‘guinda’. Y tras entrar, cerrar el cerrojo, empujándola hacia el lavabo, intentando besarla, cosa que ella misma me negaba, contentándome con su cuello y oreja.

Y recuerdo que fueron escasos minutos, tiempo que le devoraba el cuello, mientras le tenía sujetada por sus cabellos al tiempo que le acariciaba cintura y muslo... uuummm!!. La que esta misma acabo por besarme al tiempo que se sentaba sobre la encimera del lavabo, dándome por tomarla de cabellos y cuello, besando cuello y boca... uuummm!!. Comenzando ella a desabotonarme los botones de mi camisa, cosa que comencé por los suyos, mientras no dejaba de lamentarse y mentar... ‘Dios que locura’. Pero que bien calladita se quedó cuando me quito la camisa, momento en que tras apartar la suya me hice con sus pechos, enormes y bien sabrosos, no dejando ella de gemir y suspirar... uuummm!!.

Baje las copas de su sujetador, devorando sus pechos, teniendo sujetad cada uno con una mano, besando y lamiendo sus aureolas, chupando y absorbiendo sus pezones, duros y erectos que le hacían a ella gemir y jadear... aaahhh!!. Apartándome ella mi boca de sus pechos para besarme, no dejando de comerle la boca al mismo tiempo que magreaba sus senos... uuuffff!!. Y acabar por descender hasta su entrepierna, apartando sus braguitas y comenzar a chupar vulva, clítoris y labios vaginales, ¡mientras ella suspiraba y gemía... uuummm!!... uuuffff!!.

Ahí estaba yo, arrodillado y colocado entre sus muslos, teniendo cada uno de estos en cada oreja, mientras la escuchaba jadear, dedicándome acariciar, besar y lamer la parte interna de sus muslos, suavemente y sin prisas. Continuando por restregar mis labios sin llegar a presionar sobre sus labios vaginales, lamer con la punta o incluso hacer círculos, deslizando la yema de la lengua entre sus labios y chupándolos con suavidad. Comenzando ella a moverse, tomando mi nuca y haciéndome acercarme mucho más a ella, ¡acabando por presionarme... uuummm!!, mientras la escucho gemir.

No dejando de lamer, chupar, comérselo o acariciar, pero ante todo siempre suavemente. Alternando los movimientos circulares o zigzag con la lengua con la misma penetración con está, como si la estuviera follando, viendo que eso también la excita. Notando su clítoris endurecido, momento que me hace saber que puedo chuparlo, comenzando suavemente... uuummm!!. Dándome por mirar su rostro y su reacción, fijándome como está tiene los ojos cerrados, y como se acaricia sus pechos, e incluso chupa su pezón... uuuffff!!.

Dándome por ir acelerando, viendo que le gusta y disfruta, siguiendo un ritmo más fuerte e ir acelerando, animándome a continuar ha llevado por sus gemidos. Introduciéndole dos de mis dedos en su interior, moviéndolos con suavidad e incluso frotando en la parte superior, frotando sobre un pequeño botoncito, no dejando ella de gemir. Y ver como se estremece y entre convulsiones empieza a tener su primer orgasmo, cosa que ella intenta apartarme pero que no logra, pues continuo chupando su vulva, clítoris al mismo tiempo que mis dedos la penetra... ooohhh!!. Y aunque mi boca y pecho están impregnado por su primer orgasmo, una nueva sacudida me hace entender que vuelve a venirse. Viendo cómo se tensa y se estremece, continuando como entre convulsiones logra el segundo, apartándome ahora de ella... aaahhh!!.

Poniéndome de pie y buscar su boca, comiéndomela y hacerle probar sus propios jugos, notando ella mi boca caliente, mientras nuestras lenguas disfrutan de sus orgasmos. Y sin esperarlo ella, aprovecho la postura, acabando por intricársela, comenzando a moverme, penetrándola sin bajar el ritmo. Dándome por cogerle por el cuello y tirar hacia mí, mientras ella gime y jadea... aaahhh!!, separando sus piernas, acabando por colocar una de ellas sobre mi hombro... uuuffff!!.

Viéndola como ella misma me aparta, sacándosela y bajarse de la encimera, viéndola ahora con otros ojos, ya no es esa buena compañera de mi mujer sino ahora es toda una hembra que deseo. Mujer que coge y se arrodilla, tomando mi tronco y llevárselo a la boca, comenzando a restregar mi glande contra sus labios, acabando por meterse este... uuummm!!. Chupando y lamiendo mi tronco hasta la base, darle por lamer la parte baja y el perineo... uuuffff!!, volviendo a tragársela entera... ooohhh!!.

Mirando la hora, dándonos cuenta que debemos tardar mucho más, cogiéndola y hacerla inclinar sobre los lavabos, introduciéndosela desde atrás, mientras no deja de gemir y jadear... aaahhh!!. Y preguntarme ella... ‘¿Cuándo te vas a correr?’, acabando por confesarle que en minutos y soltarme está nuevamente... ‘Vente dentro, no va a pasar nada, tengo el diu puesto’. Y decir esto y en minutos, comenzar a descargar, no soltando tanto como suelen hacerlos otros, pero que está mujer entre besos me hace saber...

  • “Sabes una cosa, ¡nos ha venido al mismo tiempo... uuuffff!!”.

Y toca arreglarnos, retocándose ella mientras no dejo de admirarla, volviendo a acercarme por detrás, tomándola por las caderas, mientras ella percibe mi erección. Dándome por besar su cuello, rozar sus duros pezones, mientras me da por tirar de su falda hacia arriba. Deteniéndome Maite, diciéndome...

  • “No.… hombre, debemos de marcharnos, se van a extrañar nuestra tardanza”.

Y tiene razón, salimos del baño con precaución, pedimos algo y salimos, dándome por llamar a mi mujer para saber dónde están, haciendo lo mismo Maite con su marido. Y enterarnos, yo por mi mujer que mi amigo Fernando la había tenido que llevar a casa al sentirse esta mal, enterándose Maite de lo mismo por su marido, acabando este mismo por pedirle que yo le lleve a su casa.

Y es cuando de camino a su casa, veo a Maite molesta tanto con su marido Fernando como por su compañera, no comprendiendo que no le haya llamado, o al menos un mensaje. Viéndome ella a mi tranquilo, cosa que le hice saber que, por cosa como esta, uno ya está acostumbrado. Y es cuando coge Maite, coloca su mano sobre mi miembro, tomando de nuevo la iniciativa, diciéndome...

  • “Aun tienes ganas”.

Y es cuando pasamos al asiento trasero, sentándose arriba, echando hacia un lado sus braguitas al mismo tiempo que ella misma se la introduce, comenzando a moverse, haciéndome ver lo buen amazona que es... ooohhh!!. Pero descubriendo ella misma lo pervertido que soy, cuando me da por introducirle un dedo en su culito, dedo que al principio no me deja, pero que finalmente accede... ooohhh!!. Y acabar por darle la vuelta, acabando en la misma postura pero quedando dándome la espalda, mientras me da con frotar su coñito mientras ella me ayuda, acabando en un espectacular orgasmo... uuummm!!.

Tras esa vez, nos hemos visto alguna que otra, pues no deja de decirme que... ‘echo de menos es boquita y esa lengua que tienes, menudos dos orgasmos lograste... uuummm”’. Pero que mantenemos el contacto mediante whatsapp, eso y que está no pierde oportunidad en mandarme fotos, pero eso sí, siempre con el rostro oculto por si las moscas, pues como bien dice ella... ‘bien sabes que soy yo’.

Y antes de dejaros, debo decir hacia aquellos lectores que comparte conmigo sus criticas que, acepto todas ya que me enseñan a ver mis defectos. Pero no es mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo las comparto, porque son tan reales como la vida misma. No me tengo que excusar porque un día me dio por ahí, y desde entonces vivo y disfruto mi vida de una forma libertina y con pasión, dándome por compartirlo con vosotros como manera de desahogo. Así que, aquellos que me leáis esto y no me crees, pienso que es tu problema, pero pienso que la vida hay que disfrutarla y vivirla, como uno sepa mejor porque pasa muy rápido.

Bueno lo dicho, agradecer a todos aquellos que me seguís y me leéis, deseando que os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto).