La compañera de la universidad. PARTE 3
Tamara adopta por completo el papel de sumisa y la acabamos llevando hasta el límite.
(Tercera y última parte de la saga, si no leíste las anteriores te recomiendo que lo hagaspara ver la evolución de los personajes)
Tras las vacaciones de Semana Santa regresé a Barcelona. La relación que empecé a mantener con Tamara desde el día que nos reencontramos cambió bastante: casi todos los días me llamaba o me escribía y comencé a saber cosas de ella que hasta entonces desconocía. Me confesó que la noche que pasamos en casa de Mario fue la mas excitante de su vida. Descubrió que le encantaba sentirse tratada como un objeto, un mero trozo de carne, y que adoptando esa actitud sumisa estaba dispuesta a que le hiciéramos todo lo que se nos antojara. De hecho no dejaba de fantasear con repetirlo.
Como en verano tenía unos días libres, la prometí viajar de nuevo a Madrid para estar con ella. Me apetecía volver a verla y ella por su parte comenzó a tener un interés especial por mí, algo que iba más allá del sexo.
-Nunca pensé que te lo diría pero me gustas desde hace mucho, desde que te conocí en la universidad. Nunca te he podido olvidar. Necesito verte, besarte, abrazarte y sentirte mío.
-Pero, ¿y Mario?
-A Mario le quiero mucho, es muy buena gente, me lo paso genial con él y siempre se porta muy bien conmigo, pero contigo es diferente, creo que estoy enamorada.
Tras confesarme sus sentimientos me comencé a plantear el hecho de empezar una relación con ella. Si bien la distancia significaba un gran impedimento, pensé que el hecho de verla en verano sería una buena oportunidad para que nos planteásemos hacia donde queríamos llegar en el futuro.
-Puedes quedarte en mi casa si quieres, como sabes es amplia y además la comunidad tiene piscina, asique no vas a pasar calor, o también podemos pasarnos toda la semana metidos en la cama jaja eso como tú quieras... de verdad que tengo muchas ganas de tenerte aquí, además me voy a pedir vacaciones para poder estar contigo.
Acepté la invitación ilusionado: me parecía mejor que quedarme en casa de mis tíos (aunque también tenía pensado ir a visitarlos). La relación con Tamara había dado un giro: los dos lo sabíamos y estábamos convencidos de ello. Yo ya contaba con ansia los días que me quedaban para viajar a Madrid y poder verla.
Por fin llego la esperada fecha y como en Semana Santa viajé en tren hasta la estación de Atocha en Madrid. Quedé con Tamara en que iría a su casa y nos veríamos allí, de modo que cogí un taxi hasta su dirección y llamé a la puerta del portal. Tardó unos minutos en contestar, cosa que me impacientó más aún:
-¿Sí?
-Soy yo!
-Vale! Abro!
Subí en el ascensor y ella me esperaba con la puerta entreabierta parada en el umbral. Me sorprendí bastante porque tenía todo el rimel corrido, el pelo alborotado y estaba semidesnuda: únicamente llevaba una bata fina entreabierta y unas braguitas negras. También la noté algo nerviosa.
-Hola, ¿cómo estás? - me saludó con un apasionado beso en la boca.
-Algo cansado del viaje, pero genial ahora que estoy contigo.
-Ahora te das una duchita y te pones cómodo. Gracias por quedarte aquí, te echaba de menos.
-Oye vaya pintas...¿es que te estabas echando la siesta?
-Bueno, no exactamente...
Todo cobró sentido cuando pasamos al salón y vi que allí estaba Mario en calzoncillos sentado en el sofá.
-¿Qué pasa tío?, ¿cómo éstas? - se levantó rápidamente para darme un emotivo abrazo.
-Bien, supongo…
Todo aquello me desconcertó por completo. Sentía rabia, celos, frustración... de verdad que no entendía nada. ¿No se suponía que Tamara y yo íbamos a empezar algo serio?, entonces ¿qué hacía él allí?. En realidad no habíamos hablado nada de estar con otras personas, aunque yo como un idiota había dado por hecho esa exclusividad. En cualquier caso me estaba arrepintiendo de estar allí. Ambos me notaron contrariado y Mario trató de explicarse mientras se ponía los pantalones.
-¿Pasa algo?... Tamara me dijo que venías a Madrid y vine para darte una sorpresa. Que cabrón eres!, anda que me avisas que ibas a venir!
No le contesté y me giré hacia Tamara:
-Tamara ¿podemos hablar un momento a solas?
-Si, claro... - se la notaba nerviosa por la situación tan tensa.
Mario se volvió a sentar y se encendió un cigarrillo mientras que nosotros fuimos a la habitación de Tamara. La cama estaba desecha y había un condón usado y su correspondiente envoltorio en la mesilla, a parte de varias prendas de Tamara tiradas por el suelo. Cerramos la puerta y nos sentamos en el borde de la cama.
-De verdad que no entiendo nada, ¿no se supone que estás “tan enamorada” y quieres estar conmigo? - dije en un tono serio pero manteniendo la calma.
-Sí, te prometo que es así y él lo sabe...a ver… yo le dije que venías y ha venido a darte una sorpresa.
-No, si la sorpresa me la he llevado.
-Te juro que no estaba en mis planes follármelo. Lo que pasa es que tardabas, y claro….nos pusimos a hablar mientras te esperábamos y se me lanzó. Traté de resistirme, pero de verdad que me puso muy cachonda y ya no pude parar. Me dijo que a ti no te importaría y yo de verdad que no sabía que te iba a molestar... ¿Podrás perdonarme?...
Muy zalamera, se levantó y se despojó de la bata quedando con sus tetazas al aire. Me dejó sin habla y mi polla se comenzó a poner dura.
-De verdad que he sido mala, haz conmigo lo que quieras – se bajó las bragas y quedó totalmente desnuda dejando su coño a la altura de mi cara.
-¿Estás completamente segura?
-Sí, haz lo que quieras conmigo, de verdad.
Mientras me hablaba me acercó mas a mí y no pude resistir la tentación de sacar mi lengua y pasarla por encima de su piercing. La carne es débil: después del cabreo que me había cogido… no llevaba allí ni cinco minutos y ya le estaba comiendo su precioso coño.
-Eso es...soy toda tuya ahora asique hazme lo que quieras. Te lo digo enserio. Hazlo.
Comencé a recorrer su raja de arriba a abajo con mi lengua y ella comenzó a gemir. Me sorprendió lo mojada que estaba, por lo que supuse que también era efecto del polvo echado con Mario minutos antes.
-Uff que rico, joder…no pares porfa…- me dijo.
Ella levantó una pierna y la apoyó en la cama dejando mas abierto su agujero. Yo la agarraba del culo con las dos manos. Metí mi lengua por completo dentro de ella y la moví por sus paredes para darla placer. A continuación me fui desabrochando la bragueta y saque mi polla ya tiesa. Paré entonces de comer para decirla:
-Venga súbete.
Me recosté y por la posición en la que estábamos fue muy fácil y rápido penetrarla hasta el fondo de una sola estocada. Su chocho estaba ya tan mojado que no hubo ninguna resistencia. Comenzó a cabalgarme mientras yo la azotaba el culo.
-Has sido mala y ahora lo vas a pagar…
Me esforzaba por llevar el ritmo inverso al que llevaba ella y de esta forma poder llegar lo mas profundo posible. Sus tetas a la altura de mi cara llenaron mi boca una por una: las absorbía con fuerza y finalizaba con un mordisco en el pezón para luego cambiar a la otra.
-Joder cuidado!! Me las vas a arrancar!! - se quejó.
Fue entonces cuando me malentoné y la tiré contra la cama cayendo ella boca arriba. Me abalancé sobre ella y la penetré de forma salvaje. Comenzó a gemir a un volumen muy alto, pero ahogué sus gritos poniéndola una mano en la boca. Pese a ello seguía emitiendo un “uuuuhhhhmmmm” “uuuuhhhhmmmm” constante y de esta forma llegó a su primer orgasmo. Sin embargo, en ningún momento paré el ritmo.
-Ahora eres mi puta y vamos a hacer lo que yo quiera, ¿te gusta a follarte a Mario?
Ella asintió.
-Pues venga, llámale!, dile que venga! Vamos! - retiré mi mano de su boca.
-Marioo!
-Mas fuerte!
-Marioooo!
-¿Qué?! - contesto Mario desde el salón.
Sin duda escuchaba lo que estábamos haciendo por los gritos y gemidos (estábamos pared con pared), pero creo que le daba corte ir a la habitación por la tensa situación vivida unos minutos antes.
-Ven! Ven, por favor!!
-Eso es…buena zorrita
Mario abrió la puerta de la habitación a la mitad.
-¿Qué pasa?
-Venga díselo Tamara!
-Quiero que me folles, por favor Mario…fóllame!
-Claro!, ¿no ves que es una puta de mierda?, ahora te toca a ti darla caña – le dije mientras se la sacaba y me levanta de la cama, quedando ella totalmente abierta de piernas a disposición de Mario.
-Uff, la verdad es que antes no hemos podido terminar, me he quedado con las ganas…-dijo mientras se desabrochaba el pantalón.
Estaba ya totalmente empalmado y me reemplazó en cuestión de segundos. Entonces yo me puse encima de ella poniendo mi polla entre sus tetas. Con mis rodillas inmovilizaba sus brazos y podía ver su cara de guarra cuando Mario la empezó a dar fuertes embestidas.
-Eso es...te vamos a reventar el coño, te vas a acordar de esta... por calienta pollas – dije escupiéndola a la cara.
Me follaba sus tetas y alternaba dando golpes a sus pezones con mi mástil o pasando mi glande por sus labios y sus mejillas. En estas Tamara se corrió por segunda vez.
-Ahhh… Dioos! Me corro joder!
Comenzó a temblar y puso los ojos en blanco. Mario seguía con el mete-saca y continuamos en la misma posición varios minutos mas.
-Uff me voy a correr!!- anunció Mario
-Venga, correte dentro de ella que lo está deseando.
-No!! joder!! - acertó a decir ella.
-Cállate! - la grité
-No... por favor, eso no! - dijo ella ahora entre lagrimas.
Le puse la mano en la boca otra vez.
-Ni puto caso Mario dejáselo todo dentro…
-Ahhh!! me voy!!
La llenó por completo y su lefa comenzó a rebosar al tiempo que él la sacaba. Mario se levantó de la cama y yo de encima de ella liberando sus brazos.
-Sois unos hijos de puta! - dijo ella dándome una bofetada.
-Pues aún te queda lo mejor!
La dí la vuelta con brusquedad dejándola boca abajo. Trató de resistirse pero puse mi pierna sobre su espalda dejándola inmovilizada nuevamente. Comencé entonces a jugar con su culo: primero metí un dedo mojado en saliva, luego 2, luego 3...ella se quejaba y me suplicaba sollozando.
-No, por favor, para!! aahh!!
Decidí hacerla una mordaza con la sábana, ahogando de nuevo sus gritos. Me las arreglé además para, con la ayuda de Mario, maniatarla por detrás de la espalda con su sujetador. Continué con el trabajo y escupí para lubricar y seguir dilatando el agujero donde ya entraban prácticamente 4 dedos. Consideré que ya era suficiente, de modo que ahora sí la hinqué mi polla sin piedad. Se la metí hasta el fondo y comencé a embestirla con fuerza. Ella pataleaba pero en un momento dado asumió que su resistencia era inútil y dejó de agitarse. Mario que ya se había “recuperado” la daba cachetadas y la escupía profiriéndola insultos.
-Esto es lo que te mereces por zorra, osea que estás enamorada de este ¿y andas zorreando conmigo?
-Venga Mario, te toca!
-Oye ¿y si intentamos metérsela los dos a la vez por detrás? -propuso.
Tamara trató de evitarlo de todas las formas posibles, pero dada nuestra superioridad conseguimos encontrar la postura adecuada: yo me puse abajo y él encima de ella. Buscamos los dos el agujero de su culo aunque fue más difícil de lo esperado. Primero consiguió meterla él y luego yo con dificultad. Lo cierto es que una vez estuvieron dentro procuramos que no se salieran y conseguimos abrirnos paso. La cara de Tamara con la mordaza era un poema y sus gritos ahogados con la mordaza eran constantes: “uuuuhhhhmmmm”, “uuuuhhhhmmmm”. De hecho, creo que en un momento dado se desvaneció mareada cayendo su cabeza contra mi pecho.
-¿Se la metemos por delante? - me preguntó Mario.
-Venga vamos... no hace falta ni que cambiemos de postura.
Esto fue mas sencillo, no solo porque ya lo habíamos hecho antes cuando nos la follamos en Semana Santa, sino porque aún chorreaba la corrida anterior de Mario. Nuestras pijas entraban y salían juntas de su dilatado coño.
-Uff que gustazo da esto… - dijo Mario – creo que me voy a correr dentro como antes.
-Espera que la ponemos boca arriba y nos corremos los dos dentro de ella.
Tamara trataba de evitarlo pero a estas alturas íbamos a seguir haciendo lo que nos diera la gana con ella, de modo que “deshicimos el sandwich” y Mario comenzó a penetrarla en posición del misionero hasta que se corrió dentro. Yo ocupé su lugar e hice lo mismo. He de decir que mi descarga después de toda la tarde follando fue brutal y unido a las que había soltado Mario hicieron que el semen terminara por desbordarse de su interior manchando sus ingles y la cama.
Desatamos a Tamara quien se incorporó a duras penas y se fue al baño aún con un hilillo de semen saliendo de su interior. Oímos que se duchaba y nosotros nos fuimos al salón a fumarnos un cigarro.
-No se si nos hemos pasado esta vez – repetía Mario preocupado.
El caso es que yo también me empecé a preocupar porque tardó mucho en el baño. Finalmente salió con un albornoz y se sentó junto a nosotros en silencio. Nosotros mantuvimos ese silencio que se hizo incomodo. Creo que ninguno sabía que decir.
-De verdad, no sé que pensar, ni que decir – por fin habló ella con voz temblorosa.
-No hace falta que digas nada…-dije yo
Comenzó a llorar de forma desconsolada nuevamente. Nosotros nos miramos pensando “nos hemos pasado”.
-Me tengo que ir, mañana tengo que madrugar – anunció Mario de manera torpe dadas las circunstancias. Creo que le empezó a entrar miedo y remordimientos y se fue del piso de forma muy brusca apenas sin despedirse.
-Tamara, dime algo, ¿has disfrutado? - la pregunté una vez se hubo ido Mario.
-Más que en toda mi vida…-dijo aun llorando – no sé, es raro, nunca me he sentido tan humillada como me habéis hecho sentir...y sin embargo, lo repetiría sin dudarlo.
-¿Quieres que me quede contigo en tu casa?, sino puedo buscarme otro sitio o ir a casa de mis tíos…
-No por favor, quedate conmigo...si por mi fuera te quedarías conmigo toda la vida. Te quiero.
La besé de forma tierna y nos fuimos a dormir.
El resto de la semana fue de las mejores de mi vida: follamos como locos y apenas salimos de la cama (también hubo tiempo de bajar a la piscina de vez en cuando y de ir a visitar a mis tíos). Tamara se aficionó al sexo anal y ahora era ella la que me lo pedía aunque seguía ejerciendo ese papel de sumisa que tanto nos ponía a los dos. Además nos acostumbramos a que me corriera siempre dentro de ella. Era una delicia para ambos.
Decidimos consolidar nuestra relación, por lo que cuando volví a Barcelona pedí el traslado a Madrid en mi empresa y comenzamos a vivir juntos. Mario, por su parte, se distanció de nosotros cuando conoció a la que hoy es su novia. Por nuestra parte nos hemos acostumbrado a mantener una relación liberal y alguna que otra vez realizamos tríos con chicos o chicas que conocemos por Internet, pero esa ya es otra historia.