La colegiala y el ascensor;mi hombre nos somete y3

cuando más putedado está, somete a Marta y a La colegiala, a la que le rompe el culo.

"LA COLEGIALA Y EL ASCENSOR; Mi hombre nos somete. (y3)

Creí tener dominada la situación cuando abrí la puerta de casa y pasó la colegiala tras el pelele de Luís, que así se llama el mariquita.

Los dos iban lloriqueando.

La niña con ayees de placer. La muy puta todavía tenía espasmos del orgasmo que tuvo en el ascensor.

Y Luís, pues por lo dicho, era una mujercita venida a menos. Dos gritos bien dados y se había arrastrado al suelo.

Eso creía yo, cuando me pidió permiso para ir al baño.

¿Puedo hacer pis?

Mear. ¡Cojones! Habla como un tío o méate en las bragas.

A mear –dijo una vocecilla asustada-.

Anda ve. Que te voy a echar mi lluvia dorada encima si no corres al water.

Y marchó por el pasillo hacia el cuarto de baño.

Estábamos en el salón la pequeña putilla y yo.

Desabroché su camiseta botón a botón, hasta que sólo quedaban dos a la altura del vientre.

Apreté la cintura hasta escuchar su gritito, mientras movía cilíndricamente la cabellera.

Mis uñas afiladas, con laca roja, destacaban como gotas de sangre, sobre la camisa blanca.

Tiré con fuerza sobre la hilera de sus botones de nácar que saltaron por el aire como las tetas que se desbordaron junto al wonderbra rosa de fino encaje.

Se estaba derritiendo entre mis manos y ella misma quito la hebilla, que sujetaba en tubo su falda escocesa.

Dejó ver un tanga blanco que en el ascensor consiguió encenderme hasta la llama.

Le dije que se arrodillara sobre la alfombra y que pusiera el culo en pompa.

La cabeza la mantuvo alta mientras al son de la música comencé a quitarme la ropa con una parsimonia que la ponía nerviosa.

Mientras iba haciéndolo comencé a hablarle:

Te voy a morder las tetas hasta que tus pezones parezcan globos...

¿Siii?

Si, golfa. Desde que tomaste el ascensor en el quinto piso, me di cuenta de que eras la putaa más grande que nunca he conocido.

Quiero ser tu golfa.

Calla putita. Hasta que yo te ordene. Quítate el sujetador.

Lo hizo, desabrochando el corchete, hasta que sus pechos como ubres, se desparramaron por la alfombra.

Tócate el coño.

¿Así?

Metiendo el dedo corazón, guarra.

¡Ayyyyyyy!

Ya veo que te gusta. Mójalo para que yo me beba los juguitos.

Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii....

Estaba totalmente en pelotas. No resistía la tentación de comerme el manjar que los dioses me habían regalada aquella noche y me dirigí a la mesa para empezar a comérmelo.

Me tendí debajo de su coño que aun conservaba el hilo de tanga por el culo. Un culo al que así mis manos pellizcándolo.

Acerca tu coño a la boca, que voy a meter mi lengua, puta.

Si, mi ama.

Y lo bajó poniendo aun más su culo en pompa, que yo agarré rodeándolo con mis brazos y metiendo un dedo por su pompis mientras mi lengua derretía la fuente de su coño, en el grifo de su clítoris.

La música sin saber como subió hasta hacerse audible.

Joe Cocker cantaba una canción desgarrada, mientras yo mordía el coño de la colegiala, que gritaba como una cerdita.

Mi dedo, como la polla de un monaguillo, fina y larga, hurgaba en el culo de la colegiala entrando y saliendo mientras ella se debatía entre la vida y el más allá.

Sentí el frío en mis muñecas en un movimiento preciso que las inmovilizaron en un acero, que eran si no unas esposas auténticas de policía.

No lo esperaba y me quedé agarrada al culo de la putita, que ahora gritaba:

¿Qué pasa, qué pasa...?

Pasa que Marta va a sacar el dedo de tu culo y vas a sentir como una polla de verdad te folla.

¿Luís?

Tu, puta sigue comiéndote el coño y no te muevas.

Sentí que una cuerda ataba mis tobillos, con tal fuerza, que supe que estaba arañando mi piel y enrojeciéndola.

No podía creer que fuera Luís. Pero he reconocer que me puso cachonda como nunca lo había estado.

Encendió una vela y comenzó a echar gotas de cera sobre la espalda de la colegiala y sobre mis pezones.

Lo hacía con la mano izquierda.

Con la derecha ,agarró su polla y la dirigió al ojo sombreado del culo de la pequeña.

Apuntó y se la metió de un solo golpe mientras ella chillaba.

Me dijo que la gritara puta a la colegiala y lo hice lamiendo con mi lengua su clítoris y los cojones de Luís.

Paraba unos instantes y gritaba:

Puta, puta, putaaa... Mira como te dan por culo, mira como te folla un hombre y otra ramera te come el coño.........

Si, si, fóllame el culo, rómpemelo cabrón. Estaba deseando que me follara un hombre, no la guarra de Marta. Ella que se coma el coño.

Cuando Luís se corrió sacó la polla y dejó que la leche llegara hasta mis tetas y mi boca, que llenas del flujo de la colegiala, que se había corrido como una perra. Fue el manjar de Baco.

Le pedí a Luís que la metiera en mi coño, mientras la colegiala, totalmente exhausta refregaba su coño por mi cara.

A la mañana siguiente al despertar, no supe si había sido un sueño, salvo por la cera que aun había por mis tetas.

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