La Colegiada

Ser arbitro de fútbol puede ser un deporte de riesgo para una mujer.

Soy Nadia, tengo 23 años y estudio arquitectura en la Universidad de Vigo. Para sacarme un dinero extra y como mi pasión es el futbol, de hecho he jugado toda la vida, me saqué la licencia de árbitro y desde hace tres años pito partidos de juveniles y de categoria autonómica de Galicia.

Si ser árbitro ya es dificil, si eres mujer es el no va mas. En esta sociedad que vivimos hay mucho machismo y lo sufres por parte de los jugadores, pero sobretodo de los aficionados. Todos los fines de semana escuchas barvaridades vejatorias y sexistas. "Arbitra aquí tengo un pito por si se te pierde ese", o "Tenias que estar fregando"  o por ejemplo "Que sabrá una mujer de fútbol". Incluso otros peores, "Colegiada hazme una mamada", "Zorra te gusta estar rodeada de hombres"  o el clásico "Arbitra hija puta", o uno mas amenazante y premonitorio, "Arbitra, como perdamos por tu culpa te violamos".

Un dia estaba pitando un partido en un pequeño pueblo, era una tarde lluviosa de domingo del mes de febrero. Estaba cayendo un auténtico aguacero y el campo estaba impracticable, parecía un patatal. Estabamos empapados, embarrados y hasta era dificil mantenerse en pie. Además eran dos equipos de pueblos cercanos por lo que había mucha rivalidad y el partido fue muy duro y muy feo. Con muchas patadas, insultos y demás. Por si esto no fuera suficiente, en esta categoría no hay arbitros asistentes y tenías que estar pendiente de todo, siendo mucho mas estresante. Estaba deseando pitar el final y salir de ahí.

A falta de un par de minutos, pité un penalti en contra de los locales, sabía que la decisión traeria cola, pero lo primero me gusta ser justa cuando arbitro y además es que fue tan claro que no tuve mas remedio que hacerlo, de hecho también expulsé al infractor. El público enloqueció y se escucharon insultos de todo tipo. "Arbitro eso no es penalti", "Zorra te voy a meter el paraguas por el culo", "Hija de puta", "Guarra vete a planchar", "Si fueras un tio te metia dos hostias".

La cosa se puso fea. El rival lanzó el penalti y lo metió. Hubo una tangana enorme y saqué unas cuantas tarjetas. Viendo el panorama, no desconté mucho y pité rápidamente el final, esta decisión enfureció mas aún a los locales. El camino a los vestuarios fue un infierno. Además no había presencia policial. Recibí insultos, amenazas y hasta empujones y algún escupitajo. El entrenador y el delegado del equipo local a los que expulsé, mas allá de defenderme y calmar al público, me increpaban y caldeaban los animos de la gente. En ese momento no podía entender como esos dos hombres mayores, que podían ser mis padres insultaban a una chica de tan solo 23 años por algo tan insignificante como un partido de futbol amateur. Yo concebía el futbol como algo para divertirse, no para sufrir. Estaba muy asustada, como pude llegué al vestuario y cerré la puerta por dentro, mientras seguía escuchando gritos, insultos y alguna que otra patada en la puerta del vestuario. Por suerte llovia tanto que la gente dejó de insultarme y se fue a sus casas.

Cuando terminé de redactar el acta del partido, el entrenador y el delegado local, pasaron al vestuario increpandome. Les amenacé con llamar a la guardia civil. Les digo que esto también lo voy a escribir en el acta, asi como que en ningúm momento hicieron el intento de avisar a la policia o a la guardia civil, para protegerme y calmar a la gente. Esto les enfurece mas si cabe, consigo echarlos del vestuario, el entrenador se va muy cabreado dando un fuerte portazo al salir. Cuando se van, me dispongo a ducharme, me quito la ropa mojada, tenia empapadas hasta las bragas, me meto a la ducha, y para mi sorpresa el agua caliente no funciona. Encima de la mesa del vestuario, está apuntado el teléfono del encargado de las instalaciones, lo llamo y le explico que no funciona el agua caliente. Cuando llega al vestuario, para mi sorpresa es Santiago el delegado del equipo local.

Con cara de mala hostia me dice que si no hay agua caliente solo hay una opción, ducharme en el vestuario de los jugadores. Le digo que como me voy a duchar en el vestuario de los jugadores, me contesta que o eso o nada. Acepto a regañadientes y le digo que eso lo voy a poner en el acta, de muy mal humor me dice que si también es su culpa que se haya roto el calentador. La situación cada vez es mas tensa. Me mete prisas y me dice que o me duche o me marche mojada pero que no podíamos estar aquí toda la tarde. Era invierno y ya anocheció hace tiempo. La idea no me complace, pero si me voy mojada puedo coger una pulmonía, vivo a mas de media hora en coche. Me dice que espere a que se terminen de ir los futbolistas y de forma guasona añade que si lo prefiero también me puedo duchar con ellos. Al mismo tiempo trata de convencerme para que borre lo escrito en el acta y la modifique. Mi respuesta lógicamente es un no rotundo. Se fue de muy malas formas. Pasados diez minutos vuelve y me dice que el vestuario ya está libre y que puedo ducharme.

Cogí mi mochila, con la toalla, el champú y mi ropa limpia y me fui  al vestuario del equipo local.  Estaba sucio y olía fatal, a una mezcla de suciedad, con humedad y reflex. Además las equipaciones sucias y mojadas del equipo en un montón en el suelo, en el centro del vestuario. Pasé a la sala de las duchas, no se veía nada. Estaba cubierta de una especie de niebla de vapor de agua y el suelo estaba empapado porque terminaban de ducharse los jugadores. Eran unas duchas comunes, una fila de diez duchas colgando del techo y sin separadores entre ellas, me imaginé cuando se ducharan todos juntos con los rabos al aire unos junto a otros. Me desnudé y dejé mi ropa en un banco del vestuario, me dejé puestas las chanclas pues me daba asco el suelo mojado y pensé que eso seria una fuente de hongos y bacterias.  Me unté champú en la mano y comencé a enjabonarme todo mi cuerpo. La ducha me estaba sentando genial, lo primero para entrar en calor y además para relajarme de los incidentes de después del partido. Cuando salí de la ducha, me sequé y busqué en mi mochila mis braguitas, me quité la toalla y me quedé desnuda, me estaba poniendo desodorante y en ese momento entraron al vestuario Santiago y Alberto el delegado y el entrenador del equipo local, seguían muy enfadados.

-¿Estaba el agua a su gusto señora colegiada?

-¿Que hacen aquí?... Salgan... ¿No ven que estoy desnuda?

-Ya lo vemos, ya.

-Salir por favor y esperar a que me vista...

-¿Que te pasa Nadia?...¿Por que eres Nadia verdad?

-Si, soy Nadia

-Pues Nadia... ¿Estás siempre con hombres y ahora te da vergüenza que te veamos?

-Por favor salir o llamo a la policia...

-Tranquila solo queremos hablar de lo que has puesto en el acta...

-Está bien salir y ahora lo hablamos...

-De acuerdo, nos vamos y tu borras lo que has escrito...

-Sabes de sobra que no lo voy a hacer...

-¿Que te he dicho Alberto?... ¡Esta zorra solo sabe darnos por el culo!

-Si Santi tienes razon. Pero ahora vamos a ser nosotros los que la demos por el culo a ella...

-¿Que dices?...¡Salir del vestuario ahora mismo!

-No es que esté muy buena, pero un chochito joven, es un chochito joven...

-Si... Además lo tiene afeitadito y todo la zorra...

-Vamos Santi, sujetala...

-No dejarme por favor... (Supliqué entre sollozos)

-Grita lo que quieras zorra, ya no queda nadie aquí. Estamos solos y el campo de futbol está a un kilómetro del pueblo, nadie te puede escuchar...

-Por favor dejarme, borraré lo del acta... (Empecé a llorar)

-¡A la mierda el acta!...¡Queremos follar!

-Vamos Santi, sujeta a esta zorra joder...

Me giré desesperadamente, y me solté de los brazos de Santiago para buscar mi móvil y pedir ayuda, pero se había quedado en el otro vestuario. En mi intento de escapar le di una patada en la espinilla a Santiago, le hice daño, pero yo también me lo hice porque estaba descalza. La reacción de ese salvaje fue pegarme una bofetada. Me cruzó la cara y me hizo sangre en el labio. Entonces se avalanzaron sobre mi, y a empujones me tiraron al suelo mojado de la sala de las duchas. Mientras Alberto me sujetaba, Santiago se desnudó. Su físico era horrible, cincuenta y tantos años, gordo, canoso, el cuerpo lleno de pelos, y una polla muy pequeña que apenas se le veia tapada por la tripa y una gran mata de vello púbico. Cuando se desnudó, cambiaron, Santiago me sujetó fuertemente, me lamió la cara y me besó en los labios. Sentí un asco terrible. Alberto comenzó a desnudarse. El tenía un buen cuerpo. Rondaría los cuarenta años, alto y delgado y guapito de cara, moreno con los ojos marrones. Pero para mi, era igual que Santiago, porque a mi me gustan las mujeres. Que te violen dos cerdos siempre es muy desagradable, pero si además eres lesbiana, ya es lo mas asqueroso del mundo.

Dijeron que no estoy muy buena y es verdad. No soy una tia buenorra, pero es que no quiero serlo, siempre he querido ser un chico. Tengo el pelo castaño y corto. Soy bajita, muy delgada, tengo el pecho pequeño, pero no me importa. El coño lo llevo rasurado, no por estética, si no por comodidad para hacer deporte. No soy coqueta, ni pretendo serlo. Me gusta vestir como a un chico, con vaqueros y camiseta o sudadera y zapatillas de deporte. Tampoco llevo pendientes ni joyas, cada uno es como es y yo soy así.

Cuando los dos estaban desnudos se tumbaron sobre mi. Pellizcaban mis pezones, y los lamian. Me besaban en los labios y mordían mi culo. Mientras Santiago se entretenía en mis tetitas, Alberto abrió mis piernas y acercó su cara a mi coño. Con los dedos separó mis labios y acercó su lengua a la rajita. Lamió mi clítoris e introdujo sus dedos dentro. Por norma general me encanta el sexo oral. Y me encanta que me coman el coño, igual que me encanta ser yo quien los come. Cuando una lengua toca mi clítoris me vuelvo loca y me mojo con facilidad. Sin embargo en esta ocasión mi vagina estaba seca, y de mis ojos no paraban de salir lagrimas, suplicaba que me dejaran en paz pero no lo hacían. Santiago me dio otro guantazo para que me callara. Entonces Alberto le dijo que el sabía como hacerme callar. Acerco su polla en mi boca y me la metió. Era muy grande, no tanto de longitud, pero si de grosor. Casi no me cabía en la boca y el asco de tener una polla en la boca sumado a que me llegaba a la garganta me daban arcadas.

Por si esto no fuera suficiente, Santiago acercó la suya y me obligó también a chuparsela. Esta si que era asquerosa, estaba blanda, y además olia mal. La boca se me llenó de sus vellos púbicos. Alberto me puso a cuatro patas y lamio mi ojete. Me pegó cachetes, y me empujó de la nuca haciendo que mis labios se pegaran contra el pubis de Santiago, y esto hizo que su polla me llegara a la campanilla, volviendo a provocarme arcadas. No podia parar de llorar, una mezcla de sentimientos rondaban en mi cabeza, miedo, asco, vergüenza, me quería morir.

Tras un buen rato, Alberto me dijo que me quería follar, estaba aterrada, no era virgen, ya había follado con un hombre. Pero hacía cinco años que no sentía una polla en mi interior, desde que lo dejé con Hector, mi ex. Hector era mi vecino de toda la vida, desde la infancia fuimos inseparables y en la adolescencia con el despertar sexual y las hormonas por las nubes empezamos a salir. A mi me gustaban las chicas, pero tuve esa relación porque todo el mundo tenia relaciones heterosexuales. Quise a Hector con locura, y lo sigo queriendo, pero no se puede luchar ni contra la naturaleza, ni contra los sentimientos, y a mi me gustan las chicas.

Seguía a cuatro patas, con la polla de Santiago en la boca y noté la polla de Alberto abrirse paso dentro de mi coño. Al no lubricar, el dolor fue indescriptible, además Alberto no lo hacía despacio, me daba cada vez mas fuerte, me pegaba cachetes y me insultaba. Con la polla de Santiago en mi boca no podía respirar y menos aun cuando noté un liquido espeso, pastoso y amargo dentro de mi boca, el cerdo de Santiago se corrió en ella. Era la primera vez que probaba el semen y la sensación fue de lo mas asqueroso de mi vida. Vomiité encima de Santiago, y este me volvió a cruzar la cara. Los vómitos cayeron en el suelo y Alberto desde  detras restrego mi cabeza sobre ellos.

Me agarró de forma violanta de la mano, me levantó y a empujones me sacó a la zona de vestuarios. Me llevó a una mesa que había allí y me empujó sobre ella, dejando mi culo en pompa y me la volvió a meter. Me folló con fuerza y Santiago volvió a meterme la polla en la boca. Alberto empezó a darme cada vez mas fuerte, sabiendo lo que estaba por venir, llorando le pedí por favor que no lo echara dentro, pero no me hizo caso. Noté un calor humedo dentro de mi vagina y a continuación un mordisco fuerte en mi hombro derecho, pegué un grito por culpa del dolor, entonces Alberto se salio de mi y me dio varios cachetes en el culo. Me dio un empujón y me tiró al suelo, caí de bruces.

Estaba llorando en el suelo, pero por otro lado pensé que al haberse corrido todo había terminado, ellos reian. Me fui gateando y llegué hasta donde estaban mis braguitas y me las comencé a poner.

-¡Pero que estás haciendo zorra!

-Na na nada... solo vestirme

-¿Como vestirte?...¡Ahora te la tengo que meter yo!

-No por favor dejarme ya...

-Jajaja, mira lo que dice, que se quiere ir...

-Ven aquí putita, que ya la tengo dura otra vez...

-No... No por favor...

Santiago se tiró encima de mi, arrancó las bragas de mis manos y las tiró. Me tumbó boca arriba, situó su polla en la entrada de mi rajita y de la clavó de una estocada. Comenzó a follarme muy fuerte, con su gordo cuerpo sobre mi me costaba respirar, comenzó a lamer mi cara y mi boca, su aliento olía fatal, continuó follandome, cuando giré la cabeza para apartar mi boca de la suya, Alberto acercó su polla y me la metió de nuevo en la boca, tras un breve rato noté como crecía en mi interior, Santiago no aguantó mucho y se corrió también en mi coño.

Después Alberto me agarró y me volvió a poner en la mesa, con las tetas apoyadas y el culo en pompa mientras dijo que me iba a romper el culo. Empecé a protestar y patalear, Santiago apoyó su cuerpo sobre mi espalda imposibilitando que me moviera. Noté un dedo de Alberto entrar en mi culo y grité del dolor. Me dijo que eso no era nada para lo que iba a notar cuandi me metiera el rabo. Siguió follandome con el dedo y después de un rato lo sacó y noté como acercaba su glande a mi ojete. Se lo ensalivó y me lo clavó de una soĺa vez. Era el dolor mas grande que jamás había sentido, ya no tenía fuerzas ni para llorar. Mientras me daba por el culo, el gordo estaba apoyado sobre y casi no podia respirar, lamia mi mejilla y me escupia. Queria qur Alberto se corriera pero no habia manera. Este segundo asalto aguantó mas, no se cuanto tiempo estuvo dándome por el culo, pero se me hizo una eternidad. Hasta que por fin se corrió. Me tiró al suelo y entre risas se burlaron de mi. Santiago me dijo qur apuntara esto tambien en el acta, y Alberto que si cada vez que viniera a pitar acabaramos así, los podía pitar siempre en contra.

Me amenazaron para que no hablara y se fueron. Volví a ducharme, lloraba sin cesar, me dolía todo el cuerpo. Mientras estaba en la ducha, acerqué mis dedosa mi culo, parecía que tenía fuego dentro. Cuando me miré los dedos estaban ensangrentados. Me vestí como pude y me fui al otro vestuario a por mi móvil. Tenía mas de diez llamadas perdidas, de mi madre, de mi hermano y de Carolina, mi pareja.

Estaba sentada en el coche, la lluvia arreciaba, y llamé a la guardia civil. No tardaron en llegar un señor mayor y una chica joven muy simpatica. Me llevaron a un hospital, donde examinaron, me curaron, me dieron la pildora anticonceptiva y me tomaron muestras de semen, después fuimos al cuartelillo a poner la denuncia. Me tomó declaración la chica.

-No te preocupes Nadia, van a estar una temporada en prisión.

-Ojalá tengo mucho miedo

-Tranquila no te harán nada

-¿De verdad?

-Si tranquila... Por cierto has sido muy valiente Nadia...

-Gracias, soy mujer, arbitro, y lesbiana, tengo que ser valiente a la fuerza.

FIN