La cogida de nuestras vidas

Evaristo sabe hacer gozar a una mujer.

Aquel verano Mariela y yo partimos hacia la costa. Armamos nuestras mochilas dispuestas a disfrutar del sol y el mar. Amo el mar desde chica y todos los años, si la economía lo permite, parto a que las olas de agua y sal besen mis pies. Encontramos un camping nuevo, ubicado a una cuadra del mar. Armamos la carpa, guardamos las cosas en ella y fuimos a ver el océano en su inmensidad. Era casi de noche pero igual se veía gente caminando descalza por la orilla.

Por la mañana nos levantamos antes del amanecer para ver salir el sol desde la playa. Nos enfundamos en nuestros bikinis y sin mas que los toallones y la loción bronceadora partimos a admirar la naturaleza en toda su extensión.

Sentadas junto a los médanos contemplamos el sol anaranjado interponiéndose entre el cielo y el mar. El espectáculo era glorioso. Allí estábamos cuando dos chicos se acercaron a nosotras.

Hola, lindo, no?

Si, precioso.

De donde son?

De Buenos Aires, ustedes?

De Salta. Cómo se llaman?

Ana y Mariela

Juan y Evaristo, encantados...

Como Uriburu.

Si, jajajaja

Les eché una miradita y la verdad es que los salteños estaban para el crimen. Tendrían unos 25 años, largas horas de gimnasio eran evidentes en sus cuerpos, ojitos claros y cabellos negros. Después de escrutarlos disimuladamente acoté:

Son hermanos?

Si, mellizos.

Se parecen pero no son idénticos.

Si, no somos gemelos. Nacimos de dos óvulos diferentes....esa es la diferencia con los gemelos que nacen de uno solo

Mirá vos... siempre hay cosas para aprender.

Allí estuvimos durante casi todo el día y quedamos en encontrarnos para salir a la noche. Dimos vueltas por los boliches y entramos al que mas gente conglomeraba en la puerta. Enseguida fuimos para la barra y tomamos unas cuantas cervezas. Bailamos durante un largo rato entre los cuatro. En algún momento, Mariela y Juan se perdieron y quedé sola con Evaristo.

No querés sentarte?

Dale.

Fuimos a lo que antes se llamaban "reservados" (los de mi edad los recordarán muy bien, y para los que no saben que es: sillones con poca luz, ta claro?). Allí divisé a Juan metiendo mano en Mariela a mas no poder. Nos sentamos y Evaristo pasó disimuladamente, como si no me diera cuenta, su brazo por mis hombros. Enseguida me besó metiéndome una lengua larguísima que recibí con ansias. Nuestras bocas fueron haciendo bien su trabajo y entró a subir la temperatura cuando sus dedos ya estaban rozando mis tetas acariciándolas muy despacio por encima de la remera. Puso mi mano en su pierna y palpé el bulto.

La pija dio un respingón poniéndose dura como piedra mientras me manoseaba las tetas ya enteramente dispuestas a recibir sus manos. Me excité de solo tocarle por encima del pantalón. Sus masajitos eran gloriosos y estaba empezando a mojarme. Sus manos se metieron entre mis ropas y trataba de desabrocharme el corpiño pero con poco éxito, aunque aquello no fue impedimento para que empezara a tocármelas metiendo mano por todos lados. Desabroché la bragueta del pantalón y metí mano yo también alternando el masaje de mis dedos entre un huevo y otro mientras él apretaba mis tetas como si quisiera ordeñarlas.

Vamos al camping, a mi casa, donde quieras.

Miré donde estaba Mariela pero no la vi. Me acomodó la ropa y después de hacer lo mismo él, me puso de pie. Mientras íbamos saliendo con la gente bailando a nuestro alrededor iba apretado a mi, agarrado de mis caderas y apoyándome la pija en el culo. Pero se detuvo y ahora me llevaba a otra zona de reservados que estaba mas oscura que la anterior. Me apoyó contra la pared y volví a recibir su lengua, sus manos se prendieron a mi tetas y toda su verga se refregaba en mi pubis. Su dureza reconcentrada me excitó mucho y empecé a moverme para sentirla mas. Le acaricié el pecho musculoso y las tetillas para luego meterme dentro de su pantalón. Rápidamente desabroché los botones y la sacó toda afuera. Empecé a pajearlo, rodeando la cabeza con mis dedos, rozando sus huevos.

El seguía concentrado en mis tetas y su lengua no dejaba de moverse dentro de mi boca. Me acarició por encima del pantalón y enseguida quise sus dedos tocándome adentro. Ya estaba toda mojada. Gemí y pareció entender el mensaje: empezó a arañar los pelos de la concha y fue arañándome así hasta llegar al clítoris. No se como hacía eso pero me volvía loca. Mi clítoris recibía un dedo tras otro muy rápidamente, con una intensidad inusual que sentí mojarme mas allá de la tanga.

Con la palma de la mano me acariciaba desde el culo hasta el comienzo de la concha, yendo y viniendo; cuando llegaba al clítoris presionaba hacia arriba con movimientos circulares dejándolo aprisionado. Sentía mis flujos correr hacia el pantalón y la concha me latía deseosa. Abrí un poco las piernas cuando su dedo escrutó mi vagina empapada. Me penetró primero con uno, lo hacía entrar y salir despacio para luego acelerar el movimiento, bailoteándolo de aquí para allá, y luego metió otro, empujándolos hacia mis adentros con un poco mas de fuerza.

Trataba de comer mis gemidos, me daba un poco de vergüenza hacerlo allí, pero todos estaban igual de entretenidos. Quería seguir pajeándolo pero me estaba resultando difícil con todo lo que estaba recibiendo. Me concentré un poco mas en su pija y menos en mi placer y tomé al toro por las astas. Se la apreté un poco y él acusando recibo empezó a arañarme para después meterme los dedos. Me arañaba el clítoris y luego se metía dentro de mi, arañaba y metía, arañaba y metía una y otra vez, y otra vez mientras mi mano subía y bajaba cada vez mas rápido con mi dedo gordo apoyado en la punta del glande. Cuando sus arañazos y penetradas se pusieron violentas yo también aceleré con mi mano y el dedo que ahora hacía girar sobre la punta de su pija.

No pude aguantar mas y acabé mientras le gemía al oído sintiendo cada espasmo como un alivio y mis piernas amagando no sostener el peso de mi cuerpo. Estaba por venirse y puse mi dedo gordo sobre su agujero, tapándolo pero sin desacelerar ni un instante en la tarea. Comenzó el intento de disparo, la leche pedía a gritos por salir mientras se movía violentamente hacia mi exhalando gemidos tan profundos que algunos se dieron vuelta a mirar. El semen salía de a poco de su encierro, chorreándole por la verga con el cuerpo crispado y estremecido por el placer. Saqué el dedo y volvió a eyacular con un chorro tan largo que mis pelos negros se volvieron todos blancos.

No se como se te ocurrió hacer eso, pero me mató.... Vamos.

Fuimos derechito hasta su casa masajeándonos durante todo el camino. Ni bien entramos nos tiramos uno encima del otro y fuimos desnudándonos mutuamente. Lamió mis tetas succionando mis pezones mientras sus manos escudriñaban la piel sensible. Empezó a jugar con ellos, que ya estaban poniéndose a pleno, apretando y retorciendo las puntas con el pulgar y el índice generándome oleadas de placer intenso. Aun agarrado a mi tetas y sin dejar de sobármelas se sentó en el borde de la cama dispuesto a que se la chupara. Me incliné y pasé la lengua por el glande para luego lamerlo con toda pasión desde arriba hasta los huevos, llenándosela de saliva.

Me agarré al mástil y mientras lo pajeaba saboreaba sus huevos como si chupara caramelos, pasando la lengua en ochos y luego apretándolos uno con otro. Aquello parecía gustarle porque no paraba de gemir así que se los apreté un buen rato mientras la lengua los recorría de pe a pa.

No faltaba mucho para que acabara y yo estaba mas o menos en las mismas: no había dejado en ningún momento de retorcerme los pezones y estaba por venirme en seco con el solo roce y apretujones de sus dedos. Me los apretó tan fuerte cuando mis dientes apenas rozaron sus huevos sin querer, que me llevó a un orgasmo muy placentero y raro; era la primera vez que acababa de esa forma. Mientras yo saboreaba mis propias venidas con la cabeza gacha, él acabó en mi pecho distribuyendo su propio semen sobre mis tetas.

Abrí las piernas invitándolo a invadir mi concha y en un instante su cara estuvo junto a la zona mas caliente de mi cuerpo. Me dio dos o tres palmaditas sobre la concha abierta que me hicieron calentar mas de lo que ya estaba. Rozaba su nariz contra el clítoris al que sentía muy sensible pero brutalmente deseoso de recibir sus caricias. Pasó la lengua muy despacio por él, recorriéndolo por sus alrededores, haciéndola girar continuamente y cada vez mas rápido por los costados.

Volvió con las palmaditas y enseguida sus dedos acompañaron su lengua que ahora giraba intensamente sobre mi clítoris duro bailoteándolo de un lado al otro con ritmo intenso. Sus dientes me rozaron y un ardor me recorrió el cuerpo al punto que gemí desde mis entrañas. Si seguía así volvería a venirme, ya sentía la tensión del instante previo al orgasmo palpitando entre mis piernas que se tensaban y aflojaban con cada contacto de su carne.

No necesitó mas que morderme muy despacio el clítoris y en su boca pasar la lengua por la carne aprisionada y expuesta a su saliva. Acabé con una brutalidad que nunca había sentido antes, completamente extasiada, con intensos y profundos espasmos que parecían no dejar de terminar nunca. Los gocé con lentitud, laxando el cuerpo pero dispuesta a recibir mucho mas de esa boca que aun no dejaba de acicalarme. Siguió provocándome con su lengua penetrando con ella de a ratos en mi vagina, jugueteando con sus dedos en mi clítoris, masturbándome como si nuevamente buscara hacerme acabar.

No podía dejar de jadear, estaba sacadísima. Enseguida acercó su pija a mi concha, pasó la cabeza por mi vagina completamente húmeda, embadurnada de todos mis jugos y me la fue metiendo despacio, abriéndose paso, gozando cada centímetro. Aquello me pareció la gloria. Sentía su piel acariciándome por dentro donde cada paso lento generaba una excitación arrolladora e incontrolable. El salteño sabia como hacer gozar a una mujer. Fue penetrando despacio, moviendo todo su cuerpo hacia los costados, haciendo que su penetración invadiera mi canal de un costado al otro pero siempre para adelante. Llegó al final, dando un empujoncito muy chiquito que me hizo saltar. Y volvió a empujar pero esta vez mas fuerte. Y otra vez y mas fuerte. Y otra. Gemí desesperada por aquel placer que llegaba mas profundo que a mi carne y sensibilidad. A punto de llegar al clímax volvió al inicio refregando la punta de la pija en mi clítoris y otra vez su suavidad entrándome de a poco, sin apuros, dulce y firmemente a la vez, haciéndome desear completamente excitada y revolucionada en mis adentros.

Otra vez se arrimaba a mi final y sentí su empujoncito suave, volvió a empujar mas fuerte y mas fuerte y mas fuerte hasta que ya no pudo controlar su empujones y me serruchaba con toda su potencia haciéndome vibrar, saltar, enloquecida de lujuria y ya extensamente preparada para recibir otra oleada de sensaciones gigantescas. Oí su quejido tan sentido como el mío cuando su líquido caliente me invadía, jadeando casi exhaustos pero preparados para seguir recibiendo placer. Saboreando aquellos últimos momentos de semejante embate me puso en cuatro y su lengua se concentró en mi ano apretadito. Me engolosiné cuando su lengua y su dedo se disputaban la entrada y me estremecí de solo pensar lo que tendría preparado para él. Sentía su dedo flaco dentro generando sensaciones un tanto extremas que me asustaban.

Dos dedos luchaban en mi interior con su lengua acompañando los buceos que aquellos magistralmente realizaban dentro de mi, estremeciéndome y haciéndome desear cada vez mas el momento de la penetración con su carne dura. Sentí la punta tratando de abrirse camino. Me incliné casi instintivamente hacia delante apoyando los codos y la cabeza sobre el suelo y abriendo un poco las piernas para facilitarle la entrada. Volvió a apoyar el glande y empujó hacia adentro con suavidad. Sentí el ano estallar y se quedó quieto, esperando el momento en que yo pusiera la primera del jadeo, para el volver a apretar el acelerador hacia mi. Me gustó sentirla cada vez mas adentro cuando fue empujando despacio, muy despacio, deteniéndose y disfrutando cada momento. Yo estaba que no podía mas de loca, me dolía un poco cada vez que se metía mas en mi, pero luego el dolor menguaba y sentir ese pedazo dentro mío me llenaba completamente por dentro en todos los sentidos.

Ya cuando la tuvo toda enterrada y dejé de sentir dolor empecé a moverme, yo era la que me movía, haciéndola entrar y salir dentro de mi. Mientras bombeaba y sentía su pija llegando hasta mis completos adentros contraía y laxaba los músculos del ano lo más rápido que podía llevando a Evaristo a un jadeo enloquecedor.

Me atrajo hacia si y la sacó para luego acomodarse y penetrarme por la concha. Aquello me produjo una excitación tremenda, inigualable y mientras lo saboreaba me bombeaba un poco para luego penetrarme deliciosamente otra vez por el ano. Allí bombeaba otro tanto, haciéndome saltar y gritar, volvía a sacarla y otra vez le daba a mi concha. Aquello me sacó loca, era como si dos tipos me estuvieran empalmando. Los escasos segundos en que pasaba de un agujero al otro me generaban una ansiedad muy excitante que me hacían volar.

En cada bombeo en algunos de los agujeros me llevaba casi hasta el orgasmo dejándome con ganas de acabar, cuando enseguida recibía su preciosa verga dentro otra vez hasta de nuevo acercarme al climax. No aguanté mucho mas esta tortura deliciosa y empecé a acabar. Le pedí que no se detuviera porque sentía la llegada de nuevos orgasmos y así estuvo dos o tres vueltas mas, yo acabando una vez tras otra como nunca antes jamás lo había hecho en mi vida y él, ya exhausto, dándole a mi culo su preciada leche al tiempo que los músculos de mi ano contraído le aprisionaban la verga.

Completamente saciados y vaciados le dije:

Esta fue la cogida de mi vida

También la mía.

Continuará