La cogida de mi vida

¿Qué hacer cuándo encuentras a tu prometido y a tu hermana en la cama? a) Matarlos. b) Matarte. → c) Ir a una orgía con unos completos extraños y follar hasta el amanecer.

Miraba por la ventana, había un sol resplandeciente y hermoso que colaba rayitos de luz por las cortinas de seda, miraba, sí, más no observaba. Solo se mantenía absorto en un punto equis en aquella claridad, como si le contara alguna buena historia.

Tomo otro sorbo de café y devolvió la taza  la mesita de madera a la que estaba sentado, en la cual descansaba un florero con varios claveles, un diario, su café y sus codos que, sobre sus muñecas una quijada se apoyaba, dejando todo el peso caer sobre los dobleces.

Un rubio salió de la habitación a su izquierda con varias maletas en manos, apenas y noto cuantas.

Bebió otro sorbo con parsimonia.

El chico llevaba un semblante triste y desolado. Como perro con la cola entre las patas y el hocico partido se acercó al otro.

  • ¿Jamás piensas perdonarme? – Pregunto con una voz baja y simulando estar quebrada.

El pelirrojo se volvió hacia el interlocutor, lo miro por apenas dos segundos, y volvió la vista a la ventana, impávido de la situación. Después de beber otro sorbo de café, y así acabar su taza escucho como la puerta se cerraba. Pronto hubo silencio, un hermoso silencio, tan refrescante y tranquilo.

Amaba ese silencio. Porque junto a ese silencio unos recuerdos avivaban en su mente. Ya no había nadie en casa más que él, sus pensamientos y recuerdos los cuales al hacerse presentes, revivían una escena demasiado hermosa como para olvidar....

Aquella mañana había salido temprano, entre la universidad y el trabajo le estaban comiendo la vida. Claro que tenía un consuelo: él.

Pensó que llegaría tarde, por eso le había dejado una nota.

“No me esperes para almorzar, te amo”

Pero, al encontrarse en aquella situación, claramente se llenó de algo parecido a la alegría. Disimulo su regocijo y se dirigió rápido a casa, donde muy seguramente y dormido como un ángel seguiría durmiendo su pareja.

El compromiso que tenía  se había cancelado.

Camino rápido, mientras el viendo ondeaba su suéter negro abierto, el cual se daba sobre la camiseta blanca, llevaba sus carmesíes cabellos desordenados, pero a la vez, naturales. Cruzo la calle donde unos niños jugaban con una pelota y llego al otro extremo y siguió su camino, con los rayos del sol adhiriéndose a  su pálida piel que ni el calor de San Francisco lograba tostar.

Dos manzanas después, y con unas gotas de sudor resbalando por su frente llego a un edificio de unos diez pisos, presiono el botón del ascensor el cual llego en unos cuantos segundos y se metió en el presionando el número seis, salió y abrió la puerta D-6, SU departamento. Miro por un momento aquel humilde departamento, orgulloso por todo lo que había conseguido él junto a su futuro esposo.

Admiro el precioso anillo en su dedo el cual indicaba con luces relucientes que ya estaba apartado para alguien más. Alguien que era testigo de sus gemidos y su cuerpo desnudo y sudoroso. Al fondo había una fotografía de él con sus hermanos, Oliver y Ariana. Recordó cuanto quería a esta última, había sido la primera en aceptar su noviazgo con el rubio

-“Pronto será sólo mío” – Pensó sintiéndose ridículo por alegrarse por algo tan estúpido.

Dejo sus lentes sobre la mesa del comedor, camino por el pasillo hasta la puerta del fondo y giro con mucho cuidado la perilla de su habitación, con clara intención de encontrar a su angelito aun durmiendo.

Sin embargo, encontró algo más que a su “angelito”.

Alex le halaba los cabellos igual rubios a su hermana, Ariana, mientras la penetraba. Ella se agarraba del espaldar debido a la intensidad de las embestidas. La cama rechinaba y los gemidos no pararon ni por que hizo acto de presencia en la habitación. SU habitación.

- ¡Gabriel! – Grito Alex totalmente descolocado y avergonzado.

Ariana tapo su rostro con ambas manos.

El pelirrojo negó con la cabeza, tranco la puerta y corrió de allí.

Su corazón se oprimió, y se sintió más estúpido que nunca, ridiculizado, humillado. El mundo se estaba burlando se él, y él no podía hacer nada. Corrió seis pisos abajo al no tener paciencia por esperar el ascensor. Salió del edificio y el sol le dio de lleno en la cara.

Pronto descubrió lágrimas corriendo por su rostro, empapando sus mejillas. Y Grito. Grito fuerte tratando de sacar todo lo que tenía dentro, que claro está que tristeza no era. Era lo que menos le importaba; Lo que le hervía la sangre era genuina rabia.

Porque sabía que todo este tiempo se habían estado burlando de él y él como un iluso no se había dado cuenta nunca…

Porque sabía que era un Imbécil.

Camino un par de cuadras sollozando, apretando los puños, y rechinando los dientes.

Una que otra vez golpeando una pared. Hasta que llego a una calle desolada, donde frente a lo que parecía una capilla se sentó.

Allí volvió a explotar en llanto.

¿Cómo era posible? ¡Era su hermana! Y no solo eso... ¿Acaso no se suponía que Alexander era Gay? ¡Le había dado un anillo en medio de un parque lleno de naturaleza y le había pedido matrimonio hace apenas un mes atrás! ¡Se supone que a quien debía hacerle el amor era a él! ¡No a su hermana!

Entonces los odio. Los odio con la fuerza de mil mares juntos en una oleada de ira.

Miro frente a él buscando algo con que vengarse. Oh sí, porque se vengaría, y lo haría de la mejor manera posible, la más cruel y fría.

Sus ojos se fijaron en un viejo papel. Estaba manchado de lodo, sin embargo pudo leer lo que decía.

¡Gran Fiesta hasta el amanecer!

No pudo descifrar bien la información, pero la fecha era ese mes. Más abajo unas letras en rojo llamaron su atención.

Para más información llamar a: 0069- Freeloveparty.

No supo por qué, pero su cuerpo se movió solo. Saco su Iphone y marco al número que el cartel le tentaba.

Después de unos cuantos tonos una voz masculina le contesto.

- ¿Diga? – Dijo aquella tentadora voz.

- Ahm... – Titubeo – Me preguntaba sobre la fiesta... yo...

- ¿Alguna vez ha ido a Free Love party? – Pregunto el hombre interrumpiendo a Gabriel

- N-no. Yo... verá, necesito distraerme, necesito salir de aquí y... – Paró por un momento para meditar lo que decía, ese hombre era un completo extraño. Pero no pudo resistirse -  Mi novio se está acostando justo ahora con mi hermana y yo... – Su voz se quebró de nuevo, quiso tenerlas tiesas, pero no lo logro.

- Hey, oye, calma. Hagamos una cosa. Dime dónde estás, yo te ayudo.

Gabriel se sorprendió al oír aquello, sin embargo, ¿Qué mierda? ¡Tenía que hacer algo!

Dio la dirección y el otro colgó.

Después de unos minutos un Mercedes-Benz SLK paró frente a él con el techo abajo. Un pelinegro con lentes de sol y vestido con ropa de marca le hizo señas con su dedo índice  para que se acercara.

Dudando se acercó. Como quien no quiere...

- Es imposible no reconocerte... – Le dijo con una sonrisa. Enseguida lo reconoció, era el hombre que le había hablado por teléfono.

No supo que decir, solo subió al auto como le indico el otro.

- Soy Daniel Valiente, Dani para los amigos – Dijo extendiéndole su mano derecha mientras con la izquierda se quitaba los lentes, parecía una estrella salida de la alfombra roja –  Es un gusto para mi conocerte.

-“¿Valiente? ¿Acaso él era el famoso heredero de las empresas Valiente Company?” – Pensó algo sorprendido, pero sin dejar que aquello aflorara en su rostro. – Gabriel Estrada– Respondió tendiendo su mano. Luego de un momento prosiguió - Él gusto...es mío.

Dani piso a fondo el acelerador saliendo de aquella avenida. Cruzo varias calles hasta llegar al gran puente flotante de San francisco “Golden Gate”.

Iban a 120 Km. /h.  El viento revoloteaba los azabaches y taheños cabellos, mientras uno sonreía, el otro dudaba.

¿Estaría bien irse con un completo extraño aun cuando este era un famoso empresario, joven, atractivo, soltero, que además lo estaba ayudando ahora que necesitaba a alguien cuando encontró a su hermana y a su prometido en la cama?

Sí, supuso que estaba bien...

Si no quería cometer un homicidio, esto era lo menos que podía hacer.

- Entonces, Gabriel. ¿Jamás has ido a ninguna Free love party? – Pregunto el atractivo pelinegro.

- No...Ni a esa, ni a ninguna. Tuve a Alex todo el tiempo y no necesite ir a ninguna fiesta.

- ESE es el problema, que creíste tener a alguien que nunca estuvo allí.

Gabriel lo miro.

- Pero tranquilo, hoy te vas  a deshacer de todo eso. ¡ALELUYA! – Grito alzando ambas manos, dejando el volante al aire, luego lo tomo y se carcajeo.

- ¿Quién organiza la fiesta? – Pregunto Gabriel

- Yo – Dijo Dani con una sonrisa – Junto a mi hermano, Nick.

- Oh...

- En la fiesta puedes llevar la ropa que quieras, o no llevar nada. Pero no creo que así des buena impresión... – Dijo señalando su atuendo. Aquellas bermudas estaban sucias por el ajetreo y la camiseta blanca no era tan blanca como hace alguno minutos.

- ¿Qué propones tú? – Retó.

-Me caes bien, Gabriel. Vamos a darte un regalito...

Piso aún más el acelerador y salió del puente.

Luego de unos escasos minutos llegaron a una tienda de muy buena reputación. Dani estaciono y se dirigió con Gabriel a la tienda.

- Vamos a vestirte... Aunque es lo menos que vas a necesitar – Dijo esto último casi en un susurro para sí mismo.

Gabriel dudo, pero se dejó hacer.

Entro al vestidor como Dani se lo pidió y pronto le fue pasando ropa  demasiada atrevida para su gusto: Pantalones de cuero ajustado rojo, blanco, azul y negro, cadenas, camisas con calaveras, chaquetas de cuero, correas con spikes...

Fue probándose todo y salía del vestidor para modelarle la ropa al azache que opinaba con un dedo arriba o dedo abajo si le gustaba o no.

Pasaron varios cambios hasta que Dani se decidiera a levantar ambos pulgares en aprobación definitiva. Era una camiseta gris clara con calaveritas negras repartidas por toda la tela, junto a unos leggins de cuero negro que se amoldaban a sus piernas y sus nalgas levantadas, unas botas milítales y una correa con algunos spikes diminutos. Los accesorios eran unos lentes de Sol como los  de su anfitrión  y un colgante el cual escribía “Porn Star” grabado en una placa de metal.

Se lo puso alrededor del cuello sin replicar. Si se iba a cometer el pecado, que se cometa completo.

Dani fue quien pagó. Y volvieron al Mercedes.

- Aún falta horas para la fiesta ¿Quieres acompañarme?

Gabriel miró la hora; 4:45 PM.

- Claro. ¿Por qué no?

Dani sonrío para él y prendió el auto. Metió el cambio y acelero.

La mansión – Si, porque eso era lo que se imponía ante él – en la que pararon era en extremo gigante. Dani saludo a lo que parecía un mayordomo con un gesto y condujo al pelirrojo dentro de la morada.

La arquitectura de la estructura del lugar era perfecta, rica en adornos, detalles y accesorios que resaltaban unas paredes durazno.

Cuadros, esculturas y una pequeña fuente en el recibidor.

¿Cómo era posible que algo tan grande como aquella casa estuviera en San francisco y el jamás se había enterado?

-Por aquí – Le llamo desde lo más alto de las escaleras. Había quedado absorto en tanta majestuosidad que no se dio cuenta cuando el otro llegó allá.

Subió algo desconfiado, pero subió. Aun no se tragaba todo aquello. Siguió al morocho por un largo pasillo lleno de ventanas panorámicas de las cuales colgaban unas hermosas cortinas de tela de encaje y sedas blancas y marfil. Al final del pasillo Dani paró, saco unas llaves  y abrió una elegante puerta.

Hizo un ademán para que el otro pasara primero. Obedeció.

- Bienvenido a mi habitación... – Le dijo cerrando la puerta.

Pronto un tono monofónico inundó la habitación.

- ¿Diga? – Respondió Dani – Si, es esta noche.  – Espero un momento mientras escuchaba a la otra persona al otro lado de la línea – Sí, claro, por su puesto. Estaremos esperándolos... – Y acto seguido colgó. – Bien, Gabriel. Tengo unos asuntos por hacer. Puedes utilizar el baño, la cama, y todos los objetos que aquí ves.

- Espera ¿Me dejaras aquí solo?

- ¿Por qué no? No tengas miedo, no te pasara nada. Puedes dormir, o ver tele... lo que quieras. Yo vengo en un momento...

El moreno abrió la puerta pero paro en seco y se volvió a Gabriel .

- Si alguien toca y pregunta por mí, no respondas. – Le guiño el ojo y salió.

Ahora se encontraba solo. Miro a su alrededor; Una cama grande, como de un rey, Cuadros, una TV Plasma, consolas de video juegos, y... ¿Una máquina expendedora de bebidas?

Dio unas vueltas viendo todo. Encontró una puerta, la abrió y resulto ser un baño.

Era azul y grande. Además de tener una bañera de considerable tamaño al fondo.

-Bien... Tal vez si necesito un baño... – Se dijo y comenzó a llenar la bañera con agua tibia.

Encima del lavabo había un gabinete con puertas de vidrio, allí dentro unos botecillos de aromatizantes para el baño.Tomo uno de vainilla y lo echó en el agua. Pronto espumeo el agua.

Se desvistió con cuidado y dejo las prendas en el suelo. Cerró el grifo y comenzó a meter su cuerpo desnudo dentro del agua tibia.

Suspiro al estar dentro y se relajó. Al salir encontró la ropa nueva sobre la cama. Y una nota.

“Baja a las ocho al recibidor vestido y arreglado.

Dani”

Encendió su Iphone para ver la hora, se sorprendió al ver tanto mensajes y llamadas perdidas.

Todas de Alex y Ariana.

Las ignoró y vio la hora. 6: 29 PM.

Aún tenía tiempo...

Se acostó desnudo en la cama, apenas con el paño alrededor de su cintura y encendió el televisor.

Se entretuvo la mente viendo programas de temas triviales, una que otra caricatura, y el canal de animalitos graciosos. Así se le fue la hora. Pronto se incorporó y pudo oler que su piel expendía un olor a vainilla y perfume de hombre. Una exquisita combinación. Se vistió dándose cuenta de lo atrevido que se veía con aquello ¿En que estaba pensando cuando accedió a ponerse todo eso?

Su cabello enmarañado adopto una forma más dócil gracias a los productos del baño. Ya su rostro no estaba lleno de lágrimas y  no mostraba ningún indicio de tristeza o rabia.

Se sintió ridículamente poderoso ante el hombre que se imponía ante  ese espejo.

Dieron las ocho, y puntual bajó al recibidor haciendo memoria de cómo salir de allí.

Dani lo esperaba con los brazos cruzados y una media sonrisa dibujada en su rostro.

-Es hora de irnos, Gabriel…

Tras unos cuantos minutos de viaje en el Mercedes ahora con el techo arriba llegaron a Ocean Beach, una de las tantas famosas playas de San francisco, famosa por sus nocturnas fiestas y la reputación de que todo lo que allí pasaba, allí se quedaba.

Dani salió primero con aires de grandeza, casi al son del viento y la arena ligera que revoloteaba su cabello.

Definitivamente, irse con él: Había sido la mejor decisión...

¿Qué hubiese sucedido si jamás hubiera llamado? ¿Dónde se encontraría ahora?

Lo más seguro seria  solo, molesto e irritado en algún lugar de California. El pelinegro le abrió la puerta al notar que el pelirrojo divagaba en algún lugar de sus pensamientos.

- Hey, basta de darle vueltas, hoy es tu día – Le dijo acercándose peligrosamente a sus labios – Hoy te vas a deshacer de toda tu ira, lo prometo...

Gabriel asintió sintiéndose algo intimidado ante aquellos ojos negros y voz gruesa. Sin embargo, algo le decía que confiera en él... ¿Por qué no? ¡No tenía nada que perder...! ¿Verdad?

Desde el interior de un establecimiento parecido a una casa hecha de bambú y hojarasca se escuchaba la música y gritos de excitación. Un escalofrío recorrió su espalda y retrocedió por inercia hacia atrás, en un intento nulo por “escapar”. Se sorprendió de la cantidad de personas allí, bailando, fumando, bebiendo y restregándose sin pudor. Dani lo tomo de la espalda –abajito más bien –  y lo adentro al local. El bajo de la música electrónica ensordeció sus oídos, mientras se sorprendía cada vez más al ver a aquellas mujeres bailar entre sí, restregándose las unas con las otras, otras con diminutos bikinis bailando muy pegadas de las caderas de los chicos y en unas cuantas esquinas chicos peleando con sus lenguas.

- “¿En dónde me vine a meter?” – Pensó arrepintiéndose por un momento de haber ido.

Dani pidió un trago algo extraño, algo como “Everclear”. Cuando el cantinero lo tuvo listo, lo sirvió en un hermoso vaso de vidrio verde fosforescente el cual brillaba en la oscuridad del lugar. Se lo tendió al pelirrojo quien dudo en tomarlo.

- Escucha, soy el anfitrión, así que tengo que ir a presentarme y darle inicio a la fiesta – Le dijo por sobre el bullicio.

- “¿Empezar la fiesta? ¿Acaso ya no había empezado?” – Se preguntó Gabriel, sin embargo no dijo nada, solo asintió y observo a Dani alejarse hacia la tarima.

Volvió a ver a su alrededor para luego fijar la vista en el contenido del vaso. Lo olio y volvió a observar a su alrededor.

Dani hablaba desde la tarima, saludando a todas y todos, deseándoles una “feliz velada” y hablando de algo sobre la prohibición de armas y sobre sexo sin condón

¿Para qué diablos hablaba de aquello? ¿Acaso no era solo una fiesta?

Vacilo.

- “Que va... no me voy a beber esto...” – Pensó para sí mismo. Al tiempo que los recuerdos fugaces de su prometido Alex tocando el cuerpo de su hermana en SU cama se hacían presentes en su mente.

Como agujas afiladas y ardientes traspasaron su corazón, provocándole una arcada de dolor en el pecho. Los recuerdos iban y venían rápida y lentamente, apretó la mandíbula y el vaso entre sus dedos para luego mandar todo a la mierda y beberse el líquido de un sorbo.

Su garganta quemo, oh si, quemó como el infierno mismo. Pero por alguna extraña razón, el fuego de su interior, la cólera y la vergüenza menguaron. Dando paso a una tranquilidad infinita la cual le causo paz interior.

Alguien le toco el hombro. Se volteo y pronto cayó en un profundo abismo que unos ojos negros descubrían.

- Jamás te he visto por aquí... – Le dijo aquel hombre unos 40 cm más alto que él.

- Sí... – respondió – Es mi primera vez por aquí.

- ¿Viniste acompañado? – Preguntó aquel enigmático hombre con el cabello tan largo que le llegaba por la espalda.

-       Me trajo Dani…

El hombre sonrío echando la cabeza para delante y revelando aún más aquella una cabellera larga y oscura como sus ojos.

Gabriel  estaba extasiado ¿Cómo podría existir gente como él? ¿Acaso lo habían sacado de alguna revista de moda?

- Ya veo... Como siempre Dani, entonces supongo que tú eres Gabriel. – Soltó de repente.

- ¿Me conoces?

- Mi hermanito me dijo que había encontrado un gatito solitario, pero no menciono lo lindo que era...

-“Ya va, Ya va ¿De qué diablos habla este hombre?” – pensó un tanto intimidado por estar en desventaja en un terreno que no conocía, pero que siendo sinceros, le encantaría conocer…

La pista cambio por una más movida y noto como Dani bajaba de la tarima y pasaba por al lado de una chica con coletas de colegiala que metía dos pastillas en su boca para luego pasarle con la lengua una de las pastillas a una rubia de cabellera larga.

El pelinegro esquivo a las personas como pudo y llego donde se encontraba el pelirrojo y el tipo de cabellera larga.

- Eh, Nick, imbécil... ¡Me has dejado solo! – Le reclamo al llegar.

- No tenía ganas de hablar hoy... – Dijo con una sonrisa.

Bufó torciendo los ojos con cansancio.

-  Como sea, veo que ya conociste a Gabriel…

- Sí, y vaya que me ha caído excelente.

La cabeza del pelirrojo daba vueltas, sin embargo aún sabía lo que hacía. Sintió como las manos de Dani rodeaban su cintura y este comenzaba a oler su cuello, pasando su nariz muy suavemente por su pálida piel.

Gabriel soltó un suspiro.

Lo siguiente fue una húmeda lengua recorrer hasta su mejilla. Allí decidió cortar por lo sano.

- ¡No, espera! ¿Qué haces? – Reclamo limpiando su cuello y mejilla.

Nick y Dani sonrieron.

- Bien, como quieras – dijo Dani al fin respetando la decisión y alzando las manos a la altura del pecho – No vamos a obligarte a nada... – Se colgó del cuello de su hermano y le dio un beso en los labios – Pero eres bienvenido cuando quieras.

Y comenzó a comerle la boca, entrelazando su lengua con la de Nick, enredando sus dedos en el largo y lacio cabello negro y mordiendo sus labios como si de un chocolate se tratase.

Gabriel miro a su alrededor, y ya no eran personas bailando, eran... ¡Personas teniendo sexo!

Estaba metido de cabeza en una orgía, la orgía más grande –En realidad era la primera que presenciaba- que había visto en su vida. Chicas con chicas, con chicos, chicos con chicos…

Se tapó el rostro de vergüenza. Fue entonces la oscuridad le recordó el por qué estaba allí. Fue cuando por quinta vez en todo lo que había transcurrido el día, mando a la mierda: a Alex, Ariana y a su cordura.

Volvió a mirar al par de hermanos. Observo como Nick masajeaba las nalgas de Dani, haciendo círculos con estas, y Dani metía las manos por dentro de la bermuda hawaiana de su hermano mayor.

Fue entonces cuando notó que el bóxer le estaba incomodando.

Se tocó por encima de la tela de cuero y lo sintió. Un corrientazo desde la coronilla hasta la ingle lo traspaso. Se había excitado...

Dani paró para ver a Gabriel asentir con la cabeza. Sonrió ampliamente con aires de superioridad y lo tomo de la mano, con la otra, la de su hermano y se lo llevo a la parte de arriba del lugar.

El hombre que resguardaba las escaleras se retiró enseguida al ver a los hermanos acercarse, siquiera interrogo; Solo miro a Gabriel, y una sonrisa se dibujó en el  rostro del portero morboso.

Dani llevo de la mano a Gabriel y Nick hasta llegar al final de la escalera, donde una puerta se interponía ante ellos. Soltó la mano de su hermano para abrir la puerta.

Era una habitación grande, con una cama redonda como para diez o quince personas. Había una hermosa vista al mar, además de tener juguetes sexuales, condones y demás tirado a los alrededores de la alcoba.

Lanzo a Gabriel a  la cama de un solo tirón para luego pararse en puntillas frente a su hermano y lamerme el lóbulo de la oreja.

Nick gimió con aquella voz ronca, y Gabriel se sobreexcito aún más.

Empujo a su hermano mayor al lado del pelirrojo y desabrocho los dos primeros botones de su playera. Pronto fue interrumpido por Nick

- No, por favor, hermano... Prefiero quitártela yo...

Gabriel se sonrojo. Pero más fuerte – y duro – era aquello allá abajo que la vergüenza.

Dani sonrío y se subió gateando a la cama, como si de un gatito travieso se tratase. Quitándose los zapatos para surf en el camino. Nick lo imito y más atrás Gabriel, quien solo se limitaba a observar que hacían aquellos dos, deleitándose el morbo con el espectáculo que aquellos dos le habían montado…

Fue cuando Dani apoyo su espalda del pecho de Nick y lo llamo para luego proceder a besarlo sensualmente que se dio cuenta de que pasaba allí.

¡Iba a ser un jodido trío! ¡UN TRIO! ¡CON DOS HOMBRES!

...Pero estaba bien, porque mientras su paquete rozaba con el de Dani, Nick acariciaba sus nalgas y espalda.

Poco a poco fueron quitándose las prendas, botándolas al suelo, como si quemaran... lejos de allí.

Nick le quito la playera a su hermano y comenzó a mordisquear sus hombros, y Dani  a Gabriel mientras lo besaba sin pudor.

Un hilo de saliva mantuvo a Dani y Gabriel unidos mientras el pelinegro se despegaba de su hermano para quitarle los leggins al pelirrojo quien a su vez sacaba por detrás de los hombros la playera de Nick.

Con tan solo la delgada tela del bóxer cubriendo sus erecciones se acomodaron de manera que pudieran darse placer los unos a los otros. Gabriel sobre Nick y Dani atrás de Gabriel. Tocándose, lamiéndose y ocasionalmente mordiéndose hasta que el mayor exigió más atención.

Fue Gabriel el creativo gracias a su libido el cual bajo con los dientes el boxer de Nick y vio como el pene de este rebotaba hasta quedar totalmente recto. Se sorprendió al ver el tamaño, aquello de seguro media más de una cuarta y unos cuantos dedos, además de no poder cerrar los dedos por su grosor.

Se relamió para luego chupar la punta como si de un rico helado se tratase. Dani en cambio bajo un poco más abajo, a sus testículos, los cuales se los metió a la boca y comenzó a succionarlos. Los gemidos varoniles de Nick no tardaron en resonar fuerte y claro en toda la habitación.

Gabriel sintió que iba a explotar, aquellos gemidos eran en exceso sensuales para sus oídos. Como si tan solo oírle gemir le haría acabar sin problemas.

Fue después de unos minutos cuando Nick tomo al pelirrojo y comenzó a besarlo para luego cargarlo de forma que su  entrepierna quedara frente a su boca, sentado en su pecho, tomo el miembro del taheño y comenzó a succionarlo, mientras su hermano hacia otro trabajo allá abajo, Dani iba rápido, metiendo y sacando frenéticamente aquel trozo de carne de su boca mientras con su lengua dibujaba las letras del abecedario.

Nick no tardo más para acabarle en la boca a su hermano, sin embargo, su erección seguía aun dura y recta. Dani no trago, en cambio, escupió el semen de su hermano sobre la espalda baja de Gabriel y lo baño de aquella esencia.

Con la humedad de aquel liquido comenzó a lamer la entrada del pelirrojo, quien no lo pensó dos veces para inundar la boca del de cabello largo y retumbar las paredes del lugar de sensuales y placidos gemidos de legítima excitación.

Pero aun no era suficiente. Nick se recostó del espaldar de la cama, pronto Dani se sentó encima de su miembro, metiéndolo de una sola estocada, Gabriel lo imito y fue el primero en moverse.

Los gemidos no tardaron en aparecer, seguido por jadeados, gritillos y suspiros que un vaivén coordinado les profería.

- ¡ah, ah-h! – Gimió en alto cuando a Dani  se le ocurrió la maravillosa idea de masturbarlo mientras lo penetraba. - ¡No pue-do! ¡Ya-a!

Entonces Nick paro, no quería que aquello terminara aún. Y Dani comprendió. Empujo a Gabriel de manera que quedara en “cuatro” y junto a su hermano, se fue adentrando simultáneamente en el pelirrojo.

Gabriel gritó, pero luego de unos segundos aquello fue puro placer.

Probaron varias posiciones antes de acabar, Nick, dos veces en abundancia, Dani unas cinco, y Gabriel durante todo el proceso donde los hermanos disfrutaban de aquel exótico cuerpo que el pelirrojo tenía.

Terminaron rendidos, pero satisfechos, mientras el amanecer se asomaba en la costa, dando a parecer que salía del agua salada de la playa.

.

.

.

.

6 semanas después...

Tomó su bolso y las compras que había hecho y dio rumbo a casa. Cruzo la calle y doblo la esquina.

A unas cuantas cuadras estaba el edificio donde vivía,  y en su entrada un rubio lo esperaba cruzado de brazos.

Llego al edificio como si nada, tomo sus llaves dispuesto a entrar, pero Alex no se lo permitió.

  • Tienes que perdonarme, por favor – Suplico con una cara de perro arrepentido.

Gabriel soltó un suspiro cansado y dispuesto a mandar a volar al rubio. Sin embargo, sus ojos se fijaron en un papel frente a él. Al otro lado de la avenida.

“¡Gran Free Love Party!”

Una línea curva se dibujó en su rostro simulando una sonrisa, saco su aparato celular y marco mientras se adentraba al edificio, dejando a Alex afuera hablando solo.

El ascensor ya lo esperaba y al otro lado de la línea atendieron.

- ¿Hola? – Dijo aquella voz varonil que ya reconocía.

  • Hola, quisiera saber sobre la Free Love Party...

EL azabache al otro lado de la línea sonrío.

- Por supuesto. ¿Dónde se encuentra?