La Cocinera Mancillada

La historia de cómo un disfraz de Carnaval hace ver a un hombre mancillado, que la mujer de dentro es más excitante y placentero que el propio hombre

La historia que os voy a contar es real y me ocurrió este fin de semana, no lo sabe nadie; pero quería contarlo porque si no, no puedo vivir sin contársela a nadie.

Todo comenzó este fin de semana de carnaval. Nuestra comparsa, más que comparsa era un grupo de borrachos, se componía de pasteles (chicas) y pasteleras (chicos); siempre mis amigos sacando su lado femenino en cuanto pueden.

Mi disfraz se componía de unos zapatos de tacón alto blancos, unos leggings negros y debajo de estos un suspensorio negro para que no se viera; el disfraz que era un minivestido que te llegaba al comienzo del muslo, con escote y mangas cortas femeninas; unas prótesis mamarias de transformismo, para realzar el busto; un pañuelo y una peluca rubia con un sombrero de chef. Cuando me veía en el espejo, me sentía una chica muy sexy y simplemente de verme me excitaba... Cosa extraña, porque el transformismo no me gusta, sabiendo que el hombre que contenía ese disfraz era yo.

Al ocaso del desfile, nosotros ganamos como disfraz original y mejor elaborado. Y para celebrarlo nos fuimos a cenar y A T ha gastarnos el premio en copas. Ya entrada la noche, muchos de mis amigos se fueron, o bien a sus casas, o bien con alguna chica que les hiciera caso; y como siempre, yo me quede solo. Allí, un hombre de unos 30 a 40 años, más bien hacia los 40; me cogió de la nalga izquierda apretándola, y proclamó:

--Hermoso culo, rubita.

--No ves que soy un hombre-- Díjele asombrado a aquel hombre.

--Bueno rubita, no te enfades, te invito a una copa por mi mala educación-- Quiso disculparse, con una sonrisa de pervertido.

--Ni copas, ni nada; porque este culo que acabas de tocar, sólo lo tocan las tías.

--Te pido disculpas. Me presento: soy S_____. ¿Y tú?

--Yo... Amm, soy J___ _____. ¿Está todavía esa copa para mí?-- Me presente yo también, y mi caradura salió a flor de piel debido a que ya no me quedaba ni un céntimo.

Estuvimos toda la noche hasta que el pub cerró, y me encontré que este hombre y yo nos quedamos solos. El barman nos echó a la calle y me dí cuenta que no tenía para volver a casa: ni conocidos, ni vehículos y ni siquiera dinero para llamar a un taxi. Al ver ésto S_____, me dijo que podía hospedarme en su casa, que estaba divorciado y vivía solo:

--Si quieres, vente a tomarte la última copa y ya duermes en casa.-- Propuso encantadamente éste.

--¿No seré una molestia para ti?-- Preguntéle con un toque de desesperación.

--No, que va. Mañana desayunas y te acerco a la estación, e incluso si quieres te llevo; mañana no trabajo.-- Contestó muy desinteresadamente.

Montámosnos en sus coche y nos dirigimos hacia el extrarradio, más concretamente en Z________. Su casa era un chalet, con grandes ventanales y casi 200 metros cuadrados de vivienda. Me dijo que esperara en el salón, y que le sirviera una copa para él y para mí; que mientras se pondría cómodo. Al rato salió, con una bata y nos quedamos charlando hasta casi el alba. Yo estaba agotado, y le dije que dónde podía dormir. Él me llevo a un dormitorio con una cama de matrimonio y cuando me enseñó la habitación, recordé que tenía todavía el disfraz de pastelera y me excité; como si se tratase de que ésta tuviera en el aire un aroma afrodisíaco. Él se dio cuenta:

--Um, ¿Que te sobresale debajo del disfraz?-- Preguntóme muy interesado

--¿Qué miras?-- Contesté enfadado.

Entonces me cogió fuerte, y me puso cara a la pared. Notaba como su dura y excitada polla, rozaba mi culo. Empezó a manosearme mis falsos pechos, como si de verdad fuesen, y a rozar su polla contra mi culo. Me excitaba muchísimo, y cuando termina de rozarse me agarra y me tira de la cama. Muy enfadado yo, le chillo:

--¿Qué coño haces?

--Calla, putita, ahora me la vas a chupar; si no, te fundo a bofetadas ¿Me has entendido?-- Ordenóme añadiendo una bofetada en mi mejilla izquierda, mientras con la otra mano agarraba mi cuello

--Vale, pero cuando termine ésto me voy.-- Supliquéle mientras lloraba atemorizado.

Entonces, me senté en el borde de la cama. Él puso, su bragueta en mi cara y yo comencé a bajarsela. Vi su polla: no había visto cosa igual, no me atrevía; pero si quería salir de allí debía hacerlo. Cuando la toqué sentí que estaba dura como una piedra, los latidos de sus arterias y el calor que emanaba de ésta. Empecé masturbándole con la mano, y me atreví a meterla en mi boca; en el fondo me excitó cuando me la metí y empecé a saborearla como si de un calippo se tratase. Me encantaba lamerla, saborearla a la vez que el amo de la polla se estremecía de placer. Así hasta que me paró y me dijo que todavía no había terminado.

Me quitó de su polla, y me puso una mordaza por si no chillaba. Le supliqué que no iba a chillar; pero de todas formas no me resistí y le dejé ponerla. Me puso a cuatro patas y se puso detrás de mí, para romperme los leggings; y se dio cuenta que llevaba suspensorios. "Si vienes preparada putita, tengo ya el camino hecho", comentó él. Dio comienzo entre su boca y mi ano un anilingus: era espectacular, me gustaba; notaba como su lengua quería meterse por mis interiores y mi pene tumefacto del placer, se volvía cada vez más duro. Terminó de lamerme mi culo, y me puso una crema fría, creo que era lubricante; yo deseaba que su polla entrara en mi caverna.

Mientras se ponía el preservativo me habló de que debía relajarme, porque si no me iba a doler y sería peor. De lo excitado que estaba, me dejé llevar y me puse a cuatro patas. Estaba impaciente, quería probar... Y lo noté como esa polla entraba, un poco me dolía; pero enseguida mi ano cogió rodaje y se adaptó. Aceleró el ritmo y me quitó la mordaza, porque quería oirme gemir. Yo empecé a gemir de placer y le dije que quería cambiar:

--Que putita, ves como sabía que te iba gustar.-- Me dijo con su gemido, a la vez que me ponía en la postura del misionero.

--Amm, Oh, S_____ sigue, me pones a cien, quiero más. -- Le añadí yo.

Se dejaba caer para introducirme esa polla. Entonces, como quería yo dirigir, me incorporé con su polla dentro de mí, y se acostó él en la cama; quedando yo encima de él. Ahora dirigía yo el ritmo, mientras me movía el me daba cachetes y me cogía del pecho:

--Dame más, quiero más polla.-- Le suplicaba yo.

--Toma putita, toma polla.-- Me contestaba a mi súplica con cachetes y acelerando el ritmo.

Y finalmente, me corrí su polla dentro de mis entrañas hizo que me llagara uno de mis mejores orgasmos, incluso el mejor que he tenido ahora. Después la sensación fue más sensitiva y no aguantaba, al ver ésto él aceleró el ritmo a todo lo que pudo y me corrí de nuevo. Unos segundos después, me bajó, se quitó el condón y me comí su polla y me hecho el semen en mi culo. Fue espectacular. Le limpié la polla y me dejó tirado. Ya con el alcohol, el desfile y el sexo; mi cuerpo quedó rendido... Dormí.

Al día siguiente, no sé como. Desperté en un hotel de 3 estrellas, y vi en la mesilla un sobre, lo abrí y decía:

"Anoche, me alegraste y te portaste bien conmigo. Eres una fiera en la cama, espero verte pronto y cuida bien a los afortunados que tengas. Para mí siempre serás mi putita. Llama al numero que hay detrás de la tarjeta, es el chófer que te llevará. Y antes de irte, revisa el cajón"

Entonces, extrañado abrí el cajón: 600 €. Sin duda me trató como una puta. Y la verdad me dirigía hacia el cuartel de la guardia civil a denunciar, pero no pude; en el fondo me encantó aquella experiencia y me muero por repetirla de nuevo.

¿FIN?