La Clase de Tenis (1.1 Sometimiento)

Después de un partido de tenis, descubro que mi compañero de juego y mi profesor son más de lo que dicen ser y me someten a su voluntad.

1.1

Sometimiento

Cualquier duda, sugerencia o comentario pueden escribirme a leopoldo_relatos86@yahoo.com.mx y yo con gusto les responderé, además disfruto mucho recibir mails de mis lectores. Ojalá disfruten el primer capítulo de esta serie de fantasías.

Habíamos perdido el partido en el último momento. Primero estábamos ganando por cuatro juegos, y en cuanto Felipe (mi compañero de dobles) empezó a desesperarse empezamos a perder. El coraje lo estaba dominando totalmente y fallaba todas las pelotas a propósito. Juan, nuestro profesor de tenis, trataba de animarlo diciéndole que podíamos ganar. No fue suficiente. Perdimos el partido. Dos hombres de casi veinte años perdiendo contra unos niños que no llevaban mucho tiempo en este juego. Eso puso a Felipe mucho y peor y por eso no quise encontrármelo en los casilleros. Prefería irme a mi casa y que nadie se enterara de lo que había pasado, pero justo después que Juan y Felipe se habían ido, recibí una llamada de celular. Era mi mamá que me decía que no había agua en la casa. Tenía que enfrentarme a mi amigo enojado.

Traté de tardarme lo más que pude en llegar a los casilleros del club, pero era inevitable. Pronto estaba ahí, pero me sorprendió no encontrarme a nadie. Sólo se oían unos pequeños al fondo. Guiado por la curiosidad los seguí. Justo en la última banca me encontré a Felipe, con su cuerpo de gimnasio totalmente sudado y con nada más que unos bóxers ajustados perfectamente a su delicioso cuerpo, recostado sobre la banca mientras que Juan, con su cuerpo moreno seco pero igualmente musculoso por años de entrenamiento, le acariciaba las nalgas lentamente.

"Calma, Felipe, no pasa nada. Todo va a estar muy bien, yo me voy a encargar de que hoy estés satisfecho", decía Juan.

"No pares, tú sabes bien como me gusta.", respondía el otro.

La imagen ante mi era muy caliente y no pude evitar la excitación. Quería masturbarme. Así empecé a hacerlo, pero se dieron cuenta de mi presencia. Corrieron hacia mi y Felipe me tomó de los brazos para que no escapara mientras Juan se acercaba para darme un beso sencillo en los labios. Nada de lengua.

"No es lo que tu crees", oí que Felipe me decía al oído, "en realidad estábamos haciendo un ejercicio que nos puede ayudar a ganar el próximo partido. ¿Quieres participar?"

Asentí con la cabeza.

Juan se fue y regresó con una bolsa de plástico.

"Necesitamos que te pongas este para empezar a jugar. No te preocupes, pronto entenderás muchas cosas."

Tomé la bolsa y me separé de ellos. Dentro de ella encontré una tanga roja de encaje y nada más. No me quedó de otra que ponérmela y guardar mi ropa dentro del locker.

Regresé con ellos y sólo me encontré con Felipe, con pectorales que empezaba a tomar forma y un abdomen que iba adelgazando para mostrar el trabajo de todas las abdominales diarias (también somos compañeros de gimnasio). Sonreía. Me tomó de la cabeza y acercó la acercó a este pecho tan rico.

"¿No sientes este sudor que me llena? Me gustaría estar limpio y por eso vas a usar la lengua para limpiarme todo. Hazlo", y ante este orden no me quedó de otra más que obedecerlo pues en realidad quería que esto pasara y esperaba que pasara algo más.

Así que el me fue guiando por donde quería que lamiera, y encontré particularmente deliciosas sus axilas. Él se limitaba a gemir y a decir que lo hacía muy bien.

Poco después escuché unos pasos atrás de mí.

"Bien hecho Felipe, es tiempo de que llevemos a esta puta un poco más lejos", oía que decía Juan mientras masajeaba mis nalgas lentamente por unos momentos antes de aparecerse frente a nosotros y quitarle los bóxers a Felipe diciéndole que ya sabía lo que tiene que hacer. Aún guiando mi cabeza la fue bajando más, casi hasta llegar a su pene. Me concentraba en la parte inferior de su abdomen mientras Juan reanudaba el masaje de nalgas y me bajaba la tanga. Primero me metió un solo dedo ensalivado que metía y sacaba para relajarme, después vinieron dos y culminó con cuatro.

"Ven a mí", dijo Felipe mientras me besaba y se movía para atrás hasta poderse sentar en una banca, luego bajo mi cabeza para que pudiera seguir lamiendo su pecho. Pronto sentí que mi culo quedaba vacío y en medio de esa orfandad el pene de Juan me penetró por completo y empezó con un movimiento metisaca que me desgarraba. Yo de un largo gemido hasta que Felipe me tomó y acercó mi boca hasta su pene.

"¡Cállate! Que no queremos que nos descubran, mejor concéntrate en mamar mi pene. Ese es tu trabajo ahora."

Me di cuenta de lo que estaba pasando, estaba siendo follado por dos machos excitados con los que había pasado varias noches fantaseando, pero la realidad era mucho mejor que esos sueños perdidos en mi inconciente. Ahora sí, me cogían como yo quería que lo hicieran y me estaba gustando. Por un lado tenía a mi profesor de tenis taladrándome el culo mientras me nalgueaba y me decía que sólo así iba a aprender a obedecerlo durante las clases. Del otro lado tenía mi compañero de clases, de partidos y de gimnasio con una mano sobre mi cabeza haciéndome subir y bajar para que su pene sienta más placer de acuerdo a lo que mi boca ordena. Pronto sentí que un líquido caliente me llenaba el culo y Juan me abandonada, casi al tiempo que Felipe soltaba toda su leche en mi boca. Era libre una vez más.

Estaba de pie. Los tres estábamos desnudos. Felipe tomó mi mano y la llevo hasta su abdomen.

"Te gusta mucho mi cuerpo ¿No? Se nota que estás muy excitado", dijo mi compañero.

"Eso se puede arreglar", respondió Juan mientras se hincaba ante mi y se engullía mi pene. Lo estaba mamando mientras Felipe lo controlaba con su mano, mientras con la otra me obligaba a acariciarle todo el pecho, nuevamente cubierto en sudor. Pronto me estaba corriendo en su boca y Juan se levantó para darle un beso a Felipe y darle mi leche. Luego él me beso a mí y darme mi propia leche mientras su lengua jugaba con la mía. Acariciaba mis caderas y yo me colgaba de sus hombres para recibir este beso profundo.

"Es suficiente", aclaró Juan separándonos, "es tiempo de que se bañen."

Felipe me tomó de la mano y me llevó a las regaderas.

Ya bajo el agua caliente, continuamos nuestro beso mientras nos enjabonábamos los dos y nos masturbábamos para eliminar la calentura que nos quedaba. Cerramos la llave del agua y regresamos a los lockers donde me pidió que yo sirviera de toalla para lamer todo su cuerpo y yo gustoso lo hice, después hizo lo mismo por mí. Después le pregunté como empezó todo y el cambió su mirada. Ya no estaba caliente como antes.

"Al principio fue muy inocente. Estábamos jugando él y yo un día que tú no estabas y cuando fallé un tiro me dijo que me iba a castigar. Yo pensé que se trataba de otra cosa, pero en cuanto me puso contra la pared y me besó, todo cambió. Me trajo aquí y me violó como él quiso, y yo disfrutaba como destruía mi voluntad. Me gustaba ser su esclavo y pronto nos convertimos en amantes. Ya no hubo amos y sometimientos, sólo sexo. Y empezamos a fantasear con someterte de la misma manera, pero todo salió inesperadamente cuando nos encontraste aquí hoy y todo cambió. Cada vez que él quiera sexo debemos obedecerlo y cada vez que yo quiera sexo me tendrás que complacer. ¿Estás de acuerdo?"

"Sí, haré lo que digan", concluí mientras los vestía. Luego me vestí yo y partimos los dos con nuevos rangos sexuales en que pensar.