La ciudad de las mujeres-esclavas
Un joven deportista pierde el control de su barco de vela, y despierta en un sitio muy especial.
El joven Raúl se despidió de su novia en el puerto, y zarpo con sus amigos como cualquier otro fin de semana, no había cosa que deseara mas, cada fin de semana cogía su barco de vela, y junto con sus amigos practicaban su deporte favorito.
En el barco empezaban a charlar sobre las novias, las drogas y demás:
-Raúl, tu novia esta buenísima, eres un cabron.
-Te gustaría cogertela eh?
-La verdad es que si pero Laura me mataría...
-No te pases Alberto lo decía de broma.
-Y yo también tío.
-Ya claro...anda pongamos un poco la radio.
-Buenos días, acaba de llegarnos la noticia de un fuerte temporal, próximo a la costa, recomendamos que no se aproximen a ella hasta saber la magnitud del mismo.
-Raúl, creo que deberíamos volver.
-Mira no nos iremos muy lejos, así si vemos que la cosa se complica volveremos rápidamente ok?
-No se tio, me parece peligroso.
-No te preocupes, además mira, si empezamos a practicar ya podremos irnos.
Aunque Alberto no lo tenia demasiado claro, Raúl parecía estar seguro de lo que decía asi que le hizo caso, y empezaron a navegar no lejos de la costa.
Horas mas tarde el viento empezaba a hacerse mas constante, y un giro brusco del barco les hizo chocarse contra el mástil, y perdieron el conocimiento.
El barco estuvo navegando a la deriva horas y horas, y finalmente llegaron a una isla...
Alberto fue el primero en despertar, miro a su alrededor, y vio aliviado que estaba en un hospital, y que a su lado se encontraba Raúl.
-Raúl, Raúl, despierta tío.
-¿Dónde estamos?
-Creo que en un hospital.
-Mierda seguro que le barco esta hecho añicos. Dijo Raúl.
-Ya, pero al menos nosotros estamos bien. ¿No tienes calor?
-La verdad es que si, y eso que estamos en pleno invierno.
Raúl en ese momento se levanto, y vio asombrado que estaban en la costa, el mar se veia a lo lejos.
-Alberto, ¿recuerdas algún hospital en la costa de Cádiz, frente al mar?
-Raúl, creo que te has golpeado muy fuerte.
En ese instante entro un hombre que tenia aspecto de medico, parecía simpático.
-Buenos días, han dormido mucho eh?, mi nombre es Eduardo soy medico del hospital, un carguero les trajo hasta la Muclava, a ustedes, y a su barco claro.
-¿Muclava? Dijo Alberto
-¿Mi barco?, ¿dice que esta aquí mi barco?
-Si así es, esta un poco arañado pero la estructura esta bien.
-Es lo mejor que he oído desde que he despertado. Dijo Raúl.
-¿Qué es la Muclava? Pregunto Alberto.
-La Muclava es donde se encuentran ahora mismo, es una ciudad construido en secretos en una isla, que se encuentra mas o menos en el estrecho de Gibraltar.
-Espere un momento, ¿porque no he oído hablar nunca de este sitio? Dijo Alberto
-Ya se los he dicho, es un lugar secreto.
-¿Y por que es secreto? Pregunto Raul
-Veréis, lo que aquí hacemos, no esta bien visto por todo el mundo, y además la población de hombres aumentaría escandalosamente, y eso no nos combiene.
-No lo entiendo. Dijo Alberto
-Dentro de un par de horas acaba mi turno, daremos un paseo entonces y les contare todo lo referente a esta isla.
Tal como el medico les había prometido, llego sin la bata a la habitación, y les pido que les acompañara. Una vez fuera del hospital, comprobó asombrado que se encontraban un montón de chicas, y lo mas increíble era que todas estaban buenísimas.
-¿Pero que es esto? Dijo Alberto.
-Parece los vigilantes de la playa. Dijo Raúl.
-Bienvenidos a la Muclava.
-Háblenos de este sitio. Dijo Alberto.
-Verán, hace unos años unos pescadores, tuvieron la misma suerte que vosotros, naufragaron y fueron a parar a este lugar, al despertar comprobaron como había cientos y cientos de mujeres, todas ellas practicaban deporte y gozaban de una figura casi perfecta, por no decir perfecta vamos.
-Y al parecer lo siguen haciendo. Dijo Alberto.
-Como iba diciendo, todas estas mujeres no conocían el sexo, y nuestros jóvenes náufragos vieron que seria buena idea enseñárselo. De esta manera, follaron con cada una de estas mujeres.
-¿Se follaron solos a todas las mujeres de la isla? Dijo Alberto.
-Si así fue, pero si no os importa vamos a comer algo que debéis estar hambrientos y mientras os sigo contando.
-Me parece bien. Respondieron
Llegaron a un bar, tan normal como cualquiera de otra ciudad y se sentaron en una mesa, a su alrededor habia hombre jugando a las cartas, leyendo el periodico, leyendo el periodico, vamos lo normal de un bar. En pocos instantes se acerco una camarera.
-Hola Eduardo, veo que viene con amigos.
-Hola Esther, si así es.
-¿Y bien que van a tomar?
-A mi ponme un filete con patatas. Dijo el doctor.
-A mi una hamburguesa. Dijo Raúl.
-Que sean dos. Dijo Alberto
-Muy bien, ¿algo mas?
-Si quiero algo te lo pediré luego puta, y ven cuando digas el pedido.
-Si Eduardo.
-¿Acabas de llamar puta a la camarera? Pregunto Alberto.
-Si Alberto veras, en esta isla, las mujeres hacen lo que decimos sin preguntar, si no veras ahora: -Tu zorra, ven aquí!
En ese instante una chica que estaba sentada tomando un café vino rapidamente.
-¿Si señor? ¿Qué desea?
-Desnúdate y chupamela.
-Entendido, ¿Dónde desea correrse? Dijo la chica.
-En la cara, y no te la laves luego, quiero que todos vean lo guarra que eres.
-Como desees.
Alberto y Raúl se miraban asombrados, una chica desconocida se la estaba chupando. La camarera, volvio y al ver que se la estaba chupando no se sorprendio.
-Esther, quiero que hagas lo que te pidan estos dos chicos, y busca otra no creo que les vayan los trios.
-Si Eduardo, ¿Y bien chicos? ¿Os gusta alguna del bar para nuestra fiestecita?
-¿Aquella morena de la minifalda vale también? Pregunto Alberto.
-Cualquier chica que veáis aquí podéis usarla. Contesto Esther.
En ese momento Esther dio un grito: -Eh tu morena, ven! La chica parecía una estudiante, dejo de escribir y vino al instante. Tenia unas tetas impresionantes, un culo perfecto, y unos labios pintados de rojo que parecían querer besarte.
-Atiéndeles. Dijo Esther
-¿A cual de los dos? Pregunto la morena
-¿Es cierto, a cual de nosotras preferís cada uno?
Raúl sin creérselo mucho todavía, contesto que prefería a la morena que estaba mas buena, y Alberto se quedo con la camarera Esther.
Raúl le dijo que se desnudara, y se sentara sobre su polla para metersela por el culo de un golpe, y así lo hizo, Alberto mientras tanto le dio un tirón de pelo y le escupió en la cara, y le dijo que se la chupara y se lo tragara todo, en ese instante Eduardo, el medio dio un grito y su semen inundo la cara de la chica, y sin lavarse la cara continuo tomándose su café.
Raúl comprobó como la chica empezaba a sangrar por el culo.
-¿Nunca te han follado por el culo furcia?
-No señor es la primera vez, espero que no le moleste que sangre.
-¿No no, no te duele a ti?
-La verdad es que si, pero aquí hacemos lo que vosotros decís, esa es la ley.
-Y siguió follándosela, una y otra vez.
En ese instante trajeron la comida, les pidieron a las chicas que se fueran, una de ellas chorreaba sangre y semen por el culo, y la otra intentaba tragar la corriura de Alberto.
-¿Os ha gustado? Dijo Eduardo.
-Si ha sido genial, ¿todas las chicas son así? Pregunto Alberto.
-No veréis, hay un grupo de chicas, las llamamos las gatas, a esas las encierran en el Trey, allí en sus celdas son violadas, atadas, torturadas y cosas peores.
-No lo entiendo, creí que les gustaba ser esclavas. Dijo Raúl.
-Si pero, no a todas, como habréis comprobado, aquí no se usan condones, todos follamos sin el, y cuando tienen hijos, sus madres les enseñan a ser esclavas, aprenden que los chicos mandan, las que se niegan van al Trey.
-Bueno, lo que aquí no he visto todavía son muchos hombres y gente mayor, parece que aquí todos tienen menos de 30 años. Dijo Raúl.
-Es cierto, por un procedimiento químico intentamos siempre que nazcan pocos hombres, así siempre hay vírgenes, las dos zorras que os habéis follado son vírgenes, bueno Esther no, Esther es una puta, en cuanto a la gente mayor, normalmente abandonan la isla, no los echamos eh? Se van porque quieren, la mayoría se cansan de esto antes de los 30 como bien has dicho, se van a conocer ciudades y eso.
-Nos gustaria visitar el Trey, ¿verdad Alberto? Dijo Raul
-Mañana os llevare, os gustara el sitio.