La ciudad de las mujeres-esclavas (3)

Tras recibir tantas peticiones en mi correo y ahora que tengo mas tiempo libre me he decidido a continuar con esta serie, espero que os guste y lamento la espera.

Raúl y Alberto estaban impresionados con lo que habían visto, esta isla era una experiencia nueva para ambos.

-Ahora iremos al Trey como os prometí. Dijo el Doctor mientras se subía al coche.

-Háblanos un poco mas del Trey. Dijo Raúl.

-Bien como ya os dije, al nacer las chicas son educadas como esclavas, pero como todo sistema tiene fallos, hay chicas que se niegan a seguir los principios de la sumisión y ellas son llevadas al Trey.

-¿Quién se encarga de que las chicas no escapen del Trey?. Preguntó Alberto.

-Como podéis ver las chicas que andan por la calle no superan ninguna los 30 años, esto se debe a que a partir de esa edad dejan de ser esclavas, algunas pasan a ser profesoras de ESP, en el instituto, y el resto pasan a ser bitches, es decir guardianas del Trey.

-¿Y si alguna de ellas decide ayudar a las rebeldes y liberarlas? Preguntó Raúl.

-Eso aquí es imposible, las únicas que podrían plantar cara en un momento dado son las rebeldes del Trey, y ellas son expulsadas directamente de la isla cuando alcanzan los 30 años, llevamos ya muchos años con este sistema y no ha dado fallos todavía.

-¿Qué ocurre cuando hay mas mujeres mayores de 30 años que las necesarias para ser profesoras o bitches? Pregunto Raúl.

-Son expulsadas también, para ellas es un honor continuar en la isla y ser bitch o profesora de ESP, pero lógicamente habiendo tantas mujeres como podéis ver todas no pueden desempeñar esos trabajos, así que el mismo carguero que nos trae provisiones y os recogió a vosotros se las lleva a la costa mas cercana, ya sea por el hecho de ser demasiado mayores o por cuestión de población.

-¿Qué cosas podemos hacerles a las rebeldes? Preguntó Alberto.

-Son unas zorras, podéis hacerles lo que queráis, escupirles en la cara, sodomizarlas, pegarlas, cuando entréis veréis unos penes de hierro en la pared, si queréis podéis colgarlas ahí, es una especie de orca, tienen los pies sobre una madera y al lado tenéis una palanca, al bajarla cae el apoyo y se desgarran el ano y el coño, aunque tampoco os excedáis, tienen que servir mas veces.

-Estoy deseando empezar. Dijo Alberto riéndose.

-¿Y no te parece un poco cruel? Dijo Raúl.

-Raúl, creo que en este sitio no encontraras moral alguna, pueden elegir entre ser putas, y ser putas de mierda así que disfruta. Dijo Alberto

-Ya estamos llegando. Dijo Eduardo.

El Trey tenia todo el aspecto de una cárcel, pero parecía que tenia las ultimas medidas de seguridad, en la puerta principal había carteles indicando que la verja estaba electrificada, y unas mujeres vestidas como amazonas patrullaban el recinto, algunas iban con perros de razas agresivas, esos que cuando ves por la calle miras con recelo.

-Buenos días. Dijo Eduardo al llegar a la entrada.

-Buenos días Doctor Eduardo. Contestó una bitch mientras le abría la cancela principal.

-¿Qué desea hoy? ¿negras, mulatas, chinas, lolitas? ¿o quizás una quinceañera como la ultima vez?

El doctor se volvió hacia los chicos esperando una respuesta.

-Yo quiero una de quince. Dijo Raúl.

-Ha elegido bien caballero, tengo una virgen rubia con ojos azules preciosa, y dicen que es una fiera. Dijo la bitch.

-A mi deme una mulata. Dijo Alberto.

-Que sean dos. Dijo el doctor.

-Perfecto, pasen a la sala por favor, mi compañera preparará a las zorras y en diez minutos les avisaran, si les apetece llamen a alguna whore si desean usarla para entretenerse mientras tanto.

Mientras avanzaban por la sala Raúl y Alberto se miraron confusos, y no tardaron en preguntar.

-¿Qué son las whores Eduardo? Preguntó Alberto.

-Las whores son las enfermeras y cuidadoras de las rebeldes, como os he dicho aquí son usadas para todo menos para acariciarlas, ellas al igual que las habitantes tienen menos de treinta años, y son usadas como tales, pero también hacen stripteases, lesbicos y otras cosas para entrener a los clientes mientras esperan.

-Llamemos a alguna. Dijo Raúl.

-Usa esto. Dijo el medico mientras le aproximaba una especie de campanilla.

Raúl la hizo sonar y al instante se presentaron unas veinticinco chicas con un atuendo muy provocativo formado por un top muy ajustado que parecía roto por atrás, y una falda que por la parte delantera era un poco mas larga que por la trasera, Alberto imaginó que seria para que al agacharse se pudieran ver y tocar perfectamente su ano y coño al mismo tiempo. Las chicas formaron una fila ante los ojos estupefactos de ambos y soltaron un discurso al unísono.

-Bienvenidos al Trey caballeros, nuestra obligación aquí es hacer su estancia lo mas grata posible, estamos a vuestra disposición. Dijeron todas y se arrodillaron.

-Ahora elegir las que queráis. Dijo él medico.

-¡Eh tu, rubia! Dijo Alberto, pero la chica no se movió.

-¿Qué pasa? ¿Por qué no hacen caso? Preguntó Raúl, al ver que todas las chicas continuaban con la cabeza mirando al suelo.

-No funciona así, mirad como se hace.

Él medico se levantó tomo por el pelo bruscamente a una de las chicas y se inclinó hacia atrás entonces abro la boca y le escupió dentro, entonces se levantó y le siguió.

-Hay que marcarlas como a las yeguas. Dijo el doctor.

Alberto hizo lo mismo con la rubia que antes le había ignorado y para vengarse le tiro tan fuerte del pelo que la chica soltó un quejido, rápidamente el resto de las whores se abalanzaron sobre ella y empezaron a pegarle y escupirle en la cara, Alberto decidió que era buena idea ayudarlas y empezó a hacer lo mismo que las whores, cuando se cansó y paró, el resto de whores se detuvieron también y cuando se retiraron se pudo ver la cara de la preciosa rubia bañada en sangre, saliva y lagrimas.

-Se me olvido decirlo, aquí en la isla todas las mujeres son castigadas cuando se quejan, aunque sea de forma involuntaria, y las que imponen el castigo son sus propias compañeras. Dijo Eduardo.

Alberto, tomo a la rubia sucia y a otra morena que tenia una un cuerpo perfecto y tras escupirle en la boca a la ultima como hizo el doctor, le ordenó que le lamiera la cara para limpiarla y tomó asiento para observar la escenita con sus amigos, el resto de whores al ver que su presencia no era necesaria abandonaron la estancia a gatas.

La morena empezó a lamer y a tragar la saliva de la cara de la rubia, y empezaron a besarse, sus besos estaban cargados de saliva, y se escapaban entre los labios de ambas por las comisuras.

Raúl no pudo contenerse y agarró a la rubia del coño y la acercó a la silla, observó como a pesar del dolor que sentía no pronuncio ni palabra sino que dejo escapar algunas lagrimas, pero eso era algo que no le importaba lo mas mínimo.

-Chupamela puta de mierda quiero correrme en tu boca y que te lo tragues. Acto seguido le escupió en la cara al ver que la tenia limpia. –Así es como te quiero ver zorra de mierda.

Cuando la soltó del pelo empezó a chuparsela, y la otra morena con restos de saliva en la boca todavía fue llamada por Eduardo, que no dudó en metérsela por el culo de un golpe, sintió que había partido algo por ahí dentro. Raúl al ver que era el único que no hacia nada se acerco y le metió la polla en la boca y mientras se la chupaba le pegaba tortas en la cara.

Tras haberse corrido todos, hicieron que se besaran entre si, y recordaron la escena del instituto entre las menores, en ese instante apareció otra whore y les dijo que las putas estaban listas, que pasaran cuando quisieran.

[Para hacer el relato mas interactivo, a partir de aquí me gustaría que me dierais sugerencias, vuestras fantasías, las cosas que os gustaría hacer en una situación como la que se va a producir ahora, y me gustaría también que alguna sumisa, o chica se ofreciera para ayudarme a escribirlo, me seria de mucha ayuda. Espero que os haya gustado este nuevo capitulo.]