La ciudad de las maduras (1)

La ciudad ofrece a un joven una serie de oportunidades sexuales con mujeres maduras

LA CIUDAD DE LAS MADURAS

NUEVAS EXPERIENCIAS (I)

Durante algunos años disfruté de mi querida tía y de mi lujuriosa prima Clara y sus distintas perversiones, y como no de las distintas visitas que recibían.

Cuando ya tenía 18 años , mi tía decidió vender su considerable hacienda y con la gran fortuna que de aquella operación y otras sacó nos trasladamos a vivir a la ciudad.

Mi prima consiguió de su madre la obtención de su propio piso .  Mi tía cogió otra gran mansión en el mismo edificio, una vivienda inmensa  que contaba  con una  terraza desde la cual podía contemplar los edificios colindantes, un tanto alejados pero no tanto para que fueran un nuevo objetivo de mi habitual costumbre de “voyeur”.

Al piso de  Arene nos fuimos a vivir ,el que esto escribe y  el querido e inseparable  amigo de mi tía:  Tobías.

Aquel traslado era para mi un nuevo campo de experiencias que se iban vislumbrando a medida que iba conociendo a la vecindad de aquella inmensa mole en la cual vivíamos; un edificio de 18 pisos con 4 viviendas en cada planta.

Cierto día camino de la búsqueda de mi  regalo de cumpleaños, me subí a la línea urbana de autobús que unía el barrio con el centro, me  subí al “bus” en plena hora  punta y me situé en la parte final del vehículo que poco a poco se fue llenando  de personas , mayoritariamente femeninas, que a  base apretujones terminaron por rellenar cada rincón del vehículo antes de quedarse en tierra.

Yo que estaba de espaldas a las ventanas pronto me vi estrujado literalmente contra las nalgas  de una mujer de la que solo percibía su olor y el color de piel de su nuca.

Esta en un principio echó atrás sus nalgas haciendo hueco a  sus acompañantes , a la vez que fortuitamente se encajaba  literalmente contra mi pelvis, no me moví por miedo a que Sra.  creyera que era un vulgar “tocón” aunque los distintos frenazos y vaivenes de los usuarios/@s hacían que mi desconocida madura,  me estrujara   cada vez más  contra las paredes del autobús en mi retaguardia y mi “carajo” que iba subiendo de tono se le incrustara más y mejor en la canaleta de sus nalgas a través de su fina falda.

Como digo,  yo no me movía por miedo a que allí se montase el escándalo, pero notaba como mi vecina se iba acomodando a mis formas y tamaños, mientras sostenía conversación con sus maduritas  amigas, en un momento eché mi pelvis hacia adelante ni no hubo retroceso alguno por parte de la “estrujadora” lo cual me valentonó para seguir  apretando y restregándome con tan fortuita “partenaire”.

El viaje que era un tanto largo casi 35’  presagiaba una interesante situación,  a la cual no sabía como dar solución de continuidad; aunque parecía que mi vecina si lo sabía pues en uno de los frenazos aprovechó para subirse un tanto y ponerse casi literalmente encima de mi “instrumento” como además era más alta que yo, la maniobra  paso desapercibida, menos para mí y mi “badajo” que comenzó con la excitación a adquirir formas un tanto descomunales; la madura viajera seguía charlando con sus amigas mientras  se magreaba ya de forma descarada  conmigo sin que apenas se notara nada por el resto de los usuarios.

En un momento dado noté una mano que buscaba por entre mi entrepierna y las nalgas de  mi vecina y que tanteaba el tamaño de mi “herramienta”, sin pensarlo ya dos veces cogí aquella pérfida mano en busca de mis intimidades y  de la cual recibí un afectuoso apretón de placer y ansiedad ,  la conduje hasta lo que ella buscaba, lo cual apretó clavando sus uñas que no me traspasaron gracias al pantalón, me bajé la cremallera y por entre la cinturilla  de los calzoncillos  afloré la cabeza del prepucio que ella se apresuró a masajear dentro de lo que la situación nos permitía.

Estaba levantándole a mi vecina con una mano, mientras con la otra leía el periódico, su minúscula falda cuando el autobús descargó de sus entrañas a gran cantidad de usuarios y nos dejó sin la excusa para nuestros “fortuitos roces y magreos”.

La “viajera”  se dio vuelta me dirigió una sonrisa a la vez que una de sus amigas me hacía un guiño, lo que ya me puso rojo de impotencia y de vergüenza; de lo primero por no aprovechar más el tiempo y ser yo quien hubiera llevado la delantera y lo segundo porque parecía que  allí había intervenido alguien más en toda aquella pantomima sin que yo me diera cuenta.

Acabado el trayecto recogí mi regalo, un precioso y potente telescopio, capaz de “espiar “ los más recónditos rincones de aquel barrio, por lejos que estuvieran los objetivos que buscaba.

Llegué a casa e instalé el artefacto sin que aquella noche pudiera aportarme ninguna otra satisfacción, salvo ver alguna mujer o hombre fugazmente por una ventana camino del la habitación o del cuarto de baño. De todas formas ,mi mente estaba en aquellos ardorosos roces de la  tarde con la desconocida viajera y en como poder volver a re- encontrarme con ella..

Cada día volvía a la parada de autobús para ver si encontraba aquella viajera o alguna de sus amigas pero nada de ello fue posible, probé otras horas, pero entre que por allí pasaban gran cantidad de líneas urbanas y en las horas puntas siempre había cantidad de usuarios, me era imposible  coincidir con mi “fogosa viajera”.

Cierto día que desesperaba ya de volver a encontrarla, al vía entrar en la línea de autobús en la que yo iba y fue avanzando lentamente, parecía que no iba a llegar nunca hasta mí, parecía que se iba a quedar por algún otro rincón libre , cuando optó como sino quería la cosa por dejarse caer entre la barra  a la que yo  me agarraba y mi persona y dándome la espalda se puso a mirar por los cristales quedando de nuevo entre estos y mi cuerpo, que ya iniciaba la maniobra  de apretarla .

Se dejó hacer mientras contemplaba por las ventanillas el tráfico como si allí no pasara nada, lentamente le fui subiendo la corta faldita y le fui introduciendo mi mano derecha por entre la entrepierna buscando sus calientes muslos, cual  no sería mi sorpresa cuando noté en el lomo de mi pulgar una carne caliente desprovista de tejido y que empezaba a rezumar  un tenue caldo que en seguida reconocí,  ¡no llevaba bragas! MI excitación se puso a cien, levanté el pulgar y se lo fui introduciendo a la vez que ella culeaba  hacia atrás   sus cachas para que le llegará hasta atrás tal corto apéndice.

Estaba dispuesto a sacar allí mismo mi “badajo” pero entre que ya empezaba a aflojar la presión de los viajeros  y que tenía que hacer extraños movimientos para sacar el “cipote” del calzoncillo y del pantalón , opté por no realizar raras maniobras que podían mosquear a la vieja que iba a nuestro lado y que comenzaba a  sospechar que allí más vaivenes de los que ya de por sí daba el autobús.

Proseguí masturbando a mi cachonda viajera ya no con el pulgar sino metiéndole dos dedos hasta puede y noté como se iba corriendo poco a poco.

Antes de concluir la faena y que me abandonara le introduje en el bolso mi dirección y teléfono, sin que por otra parte nos dirigiéramos la palabra.

Aquella tarde noche la pasé de un lado para otro por la casa, sin poder fijar la vista en mi preciado telescopio y esperando la llamada de mi la desconocida viajera; lo cierto es que estaba empalmadísimo y muy excitado con aquello; cuando fui a la cocina a por un refresco acerté a escuchar unos gemidos de mi tía, la cual me tenía o la tenía también abandonada con tanto trajín autobusero.

Me acerque hasta su habitación y atisbé por la rendija de su puerta como tenía en la cama y debajo de ella  y patas arriba a Tobías que se dejaba plácidamente montar, aproveché pues para colarme en la habitación y coger a mi tía por detrás y ensartarle mi “herramienta en aquél precios culo ,antes de que Tobías empezase a mover su badajo y le introdujera toda la cebolleta a  Arene en su vaginal cavidad.

Arene cuando me sintió se agachó un poco más sobre su ardoroso amante y me ofreció un cárdeno agujero que pronto lubrique con saliva para poder introducirle mi buena “pija “.

Los empellones que comenzó a dar Tobías a pesar de estar debajo eran tremendos y me ayudaron a introducirme más en tan apretado recinto; fue crecer la canina herramienta de Tobías en toda su dimensión y sentir a mi tía suspirar y mi polla ser estrujada y doblada por aquél extraño mandoble canino que me ayudaba a llegar al paroxismo  de una forma increíble.

Sentía pues mi polla estrujada por aquella brutal herramienta que a través de la fina membrana podía sentir en toda su granulidad y  fiereza y que  empujaba con fuerza mi polla hacia arriba a la vez que el crecimiento de la cebolleta canina dentro de mi tía me impedía sacar mi herramienta hacia atrás y me apretaba la vena a modo de firme anillo, lo que hacía que mi polla también creciera desmesuradamente y entráramos los tres en un paroxismo orgiástico , que nos hizo inclinarnos hacia un lado a los tres y quedar así engarzados y sentir como todo poco a poco volvía a su tamaño.

La placidez ya fue el sumun cuando Tobías aún con ciertos bríos nos limpió a mi tía y a mi  los “caldos”  a base lenguatazos.

Imaginaos cuando folláis con alguien y vuestro instrumento pringoso va recobrando esa flacidez morcillona y de repente una briosa y larga lengua se empeña en limpiarte milímetro a milímetro sin exigirte nada a cambio es una auténtica delicia.

Le conté a  Arene toda mi aventura con la fortuita viajera, y prometió averiguar quien era aquella dama que se prestaba a aquellos morbosos escarceos, pues podía ser una potencial compañera de  los juegos eróticos.

GERVASIO DE SILOS