La cita de las cajas

Por fin el encuentro que tanto habia anhelado con Manuel se materializo. Descubri una nueva faceta suya esa noche.

LA CITA DE LAS CAJAS

Hace unas semanas os deje (y me dejaron) con algo a medias. Sorprendentemente me había liado con mi profesor de Matemáticas, Manuel, quien me había prometido un segundo encuentro. A la vez, yo había prometido otro encuentro con mi compañera de clase, Lorena, a quien iba a enseñar el placer que da una relación sexual lésbica.

Pues bien, por fin sucedió. Os voy a relatar como paso todo.

Un día como cualquier otro, después de haber terminado ya con el agobio de los exámenes y de haberme duchado al terminar mi jornada laboral en el supermercado de la esquina, mi compañera de piso me dijo que había encontrado un sobre en el buzón que llevaba mi nombre. Yo algo extrañada, pues no esperaba nada de nadie, abrí el sobre para ver de que se trataba.

Era una simple hojita de papel con unas pocas palabras escritas a mano: "Mañana cuando recibas las cajas ya me dirás tu decisión". Eso aun me dejo mas trastornada. ¿Cajas? ¿Decisiones? ¿Quién demonios estaba jugando conmigo y a que?

Cuando mi compañera la leyó, se puso a reír. Me dijo que seguro que se trataba de un psicópata que o bien quería asustarme o tomarme el pelo.

Esa noche dormí algo intranquila, dándole vueltas a la dichosa nota. ¿Quién era? Pensando me dormir

Al día siguiente cuando fui a clase se lo conté a Lorena, y me dijo que no me preocupara, que era viernes ya y que tocaba fiesta. Añadió que por mucho que pensara y le diera vueltas… la única perjudicada era yo. Yo iba a acabar con dolor de cabeza. Además, así no podía solucionar mucho, ¿no? Las cartas ya estaban echadas

Cuando llegue a casa después de clases para comer, me encontré a mi compañera con prisas y un par de maletas en el recibidor. Le pregunte que ocurría y me dijo que se iba a pasar el fin de semana al pueblo con sus padres, que su abuelo había enfermado. Así que nada, me dijo que me dejaba sola durante dos días y que no fuera mala. Me guiño un ojo y añadió:

Pórtate muy mal y aprovecha mi ausencia, ¿eh? Que quiero que el lunes me cuentes muchísimas cosas, y espero que no sea la programación que te has chupado.

Después de un buen plato caliente entre pecho y espada, me fui a mi cuarto para echarme un poco, que había sido una semana muy larga.

En el suelo, enfrente de la cama me encontré dos cajas, algo más grandes que la de los zapatos.

Abrí una y encontré un vestido negro muy bonito con una nota: "Espero que sea tu talla. Con esto podrás ser esa chica misteriosa que tanto me gusta"

Me eche a reír y saque el vestido. Creo que si me quedaría bien. Pensé que seria un regalo de mi compañera, ya que dentro de pocas semanas seria mi cumpleaños. Si no era ella, ¿Quién podía haberlas dejado dentro de mi casa, en mi habitación?

La otra caja contenía lencería transparente. Un picardías. Y algo mas… un vibrador con su respectiva nota: "O puedes elegir esto y ser una chica muy mala. A las nueve y media ponte una de las dos cosas y espérame ahí".

¿Ahí? ¿Aquí en el cuarto? ¿Aquí en casa? Me tiraba muchísimo más la segunda caja. Aunque me encantaría quedarme ese vestido.

Me quede toda la tarde pensando quien vendría. La tarde la aproveche para bañarme, depilarme, arreglarme el pelo, maquillarme… Total, para ponerme bonita.

A las nueve y media en punto yo estaba vestida únicamente con ese picardías y unos zapatos. Alguien llamo al timbre de la puerta y cuando oyó mis pasos, me dijo que cerrara los ojos, que era una sorpresa. La voz me sonaba… era de un hombre joven.

Así que accedí. Cerré los ojos y abrí la puerta. Alguien me puso una venda en los ojos, supongo que para asegurarse de que no viera nada

Me hizo sentarme en la mesa. Oí ruidos de bolsas y olí comida. Platos, vasos sobre la mesa. Me quitaron la venda y vi a quien suponía que era: Manuel.

Lo primero que hice, aparte de sorprenderme, fue preguntarle como había conseguido meter las cajas en mi cuarto.

Fue fácil. Creo que tienes una compañera de piso. Creo que esa amiga necesitaba un poco de compañía y unas mini-vacaciones. Ha sido fácil. Le concerté una cita a ciegas con un amigo mío en su piso a cambio de que me hiciera este favor. Como ves también se ser romántico. Espero que te haya gustado la sorpresa.

N…no se que decir. Jamás nadie me ha hecho esto

Veo que has elegido justo lo que más me gustaba. No pensé que te quedaría tan bien. Realza todos tus encantos

Me lanzo un beso, se sentó enfrente de mí y me invito a empezar a comer. Era comida china. Bebimos champán. Poco a poco empezó a surgir efecto el champán y me encontré mas desinhibida.

Cuando quise darme cuenta ya estábamos los dos tumbados en la cama. El echado sobre mi y acariciándome el pelo. Empezó a besarme por la frente, siguiendo un camino imaginario que recorría mi cuerpo, siguiendo por mi boca, mi cuello, los hombros, mis pechos,… Cada beso borraba todo lo que llevaba. El picardías empezaba a desaparecer poco a poco. Sus labios recorrieron mi obligo, mi pubis, las piernas, hasta llegar a pies. Me reí un poco a causa de las cosquillas.

Se acabo de desnudar completamente y con su polla también acaricio mis piernas y mis ingles.

Lentamente, metió su polla en mí, empezando un juego de ida al clímax más voraz. Sus embestidas poco a poco se volvieron más virolentas. Nosotros gemíamos, aumentando a cada segundo.

De repente salio de mi interior y se acerco a mi pubis. Su lengua recorrió mi clítoris, mis labios,… Mis piernas se tensaron al notar que el placer final se acercaba. Mis caderas se movían intentando seguir el frenético ritmo de la lengua de Manuel.

En pocos minutos mis manos aprisionaron la cabeza de Manuel, al experimentar un clímax indescriptible. ¡Había sido el mejor sexo oral de mi vida!

Manuel me volteo, quedándome boca abajo. Su polla acaricio mi culo… me temía sus intenciones. Con un dedo intento abrir paso por ese agujero… que pocas veces habían profanado.

Le suplique que tuviera muchísimo cuidado. Su lengua lo acaricio, estimulándolo. Me gusto más de lo que pensaba.

Su polla empezó a forzar a que se abriera. Con suerte para mi, fue con mucho cuidado empujando.

Note que empezó a entrar su polla. Poco a poco, ya estaba dentro la puntita solo, y en menos de lo que quise acordarme, su polla entraba y salía con suma facilidad.

Era un placer que no había sentido. Diferente al que de costumbre solía sentir. Pero placer al fin y al cabo.

Manuel me dijo que cogiera el vibrador que había dejado ahí en la cama, al lado nuestro, y que lo utilizara para mi coñito. Así disfrutaría más, y podría hacerme una idea de lo que supondría la doble penetración. Quizás algún día podría sentir de veras lo que seria tener a dos pollas conmigo, una metida en el coño y otra en el culo.

Tuvimos que ponernos de lado para que yo pudiera jugar con el vibrador. Mientras seguía con mis pensamientos sobre la idea de dos hombres para mí, el vibrador hacia lo suyo para llevarme de nuevo al séptimo cielo, donde solo había placeres enormes.

Los gemidos de Manuel eran cada vez más seguidos y sus embestidas más profundas y brutales. Yo estaba casi a punto de correrme.

Le dije que fuera más deprisa, que estaba a punto de correrme. El me hizo caso y a los segundos estaba llena de semen, agotada por los dos orgasmos que aquel hombre me había regalado.

Le bese en la boca.

Ha sido fabuloso. Nadie había conseguido hacerme sentir este placer. Gracias por haberme tratado tan bien.

Le abrace tiernamente y nos quedamos dormidos en la cama, exhaustos después de esa sesión de sexo.