La chispa de fuego rodeada de tormenta (3)

"Joder... Otra vez no..." Pensó Marta. Sólo con esa imagen su cuerpo se encendió, sus mejillas antes pálidas comenzaron a enrojecerse, al igual que sus labios. No hizo mucho por dejar de mirarla, pero lo suficiente para que Sofía no lo notara, o al menos eso pensó.

Llegó el día del viaje a Múnich. Marta apenas pudo dormir esa noche, su cuerpo estaba en un estado de nerviosismo y excitación tan intenso que no consiguió conciliar el sueño esa noche sin soñar despierta con lo que pasó esa tarde, con lo que podría haber pasado.

Comenzó a plantearse si realmente estaba en una posición correcta. Estaba claro que quería mantener su profesionalidad y hacer bien su trabajo, sin embargo, Sofía tenía algo que despertaba en ella su parte más caótica, no era capaz de razonar con claridad tan sólo con el contacto de sus pícaros ojos mirándola. Tenía que hacer algo, y sabía que intentar negarlo le sería imposible. ¿Rendirse al deseo sería lo más apropiado? Puede que si simplemente probara hasta dónde llegaría Sofía se olvidaría de sus intentos victoriosos de seducirla y que ella quedara satisfecha de alguna forma, ya no tanto sexual, sino más bien para apagar el fuego que se prendía en ella y que no podía apagar por mucho que intentara ignorarlo.

Su debate interno había sido tan intenso que esa mañana se levantó algo decaída, parecía estar a punto de caer enferma. El señor Rojas se percató de esto mientras desayunaban, Marta no había provocado bocado, sus ojeras eran bastante considerables y la palidez de su cara decía que claramente no estaba bien.

-Vaya Marta, te veo bastante pálida, ¿te encuentras bien?

-Sí señor, es sólo que no he descansado mucho y creo que me he levantado un poco indispuesta.

-Ya veo. Pues no puedes viajar así, podrías ponerte peor. Mejor que te quedes aquí, llamaremos a nuestro criado, le habíamos dado el día libre pero no creo que tenga problema para venir y cuidar de ti.

-No señor, no quisiera molestar, en todo caso podría quedarme sola, la idea de viajar ahora mismo no me da buena sensación, la verdad. Pero no quiero ser molestia para nadie.

-Papá, yo puedo quedarme. Nunca me gusta ir a estos viajes y no me dejáis quedarme aquí sola. Puedo quedarme con Marta y cuidar de ella. -Sofía vio una oportunidad de conocer algo más a Marta. No tenía intención de seguir con su juego mientras estaba mala, sólo quería librarse del viaje y de paso conocerla más. -Además, así podemos avanzar un poco con el estudio si mejora.

-Más que una ayuda serías una molestia, no creo que sea conveniente que te quedes. -dijo Miguel con tono sarcástico, sacando una mirada de furia de su hermana.

-Yo no veo demasiado problema, veo que vosotras dos os lleváis bastante bien, y estudiar en el sitio habitual siempre es mejor. Yo estoy de acuerdo, querida, ¿tú? -preguntó cariñosamente a su mujer.

-Por mi tampoco hay problema, pero tenemos que ir yéndonos ya, así que venga, terminad de desayunar y llama al taxi.

Marta no sabía qué esperarse, tenía la cabeza bastante atorada, se estaba poniendo bastante mala, en realidad no le importó quedarse con ella a solas. Estando en ese estado se veía capaz de ponerse seria y negarse, tenía excusa tanto para ella misma como para Sofía.

Una vez se fueron Sofía le dio una pastilla para quitarle el malestar y se fueron al salón.

Cada una se sentó en un extremo del sillón, miraban la tele en silencio, Marta comenzó a notar que la cabeza le daba vueltas y recostó su cabeza en el sillón.

-Debes estar incómoda así, ¿te sientes bien?

-Sí, sólo estoy un poco mareada.

-Ven , túmbate aquí, te sentirás mejor. -cogió suavemente su hombro y bajó su cuerpo hasta sus piernas. Marta cerró los ojos y trató de que se le pasara. Realmente estaba cómoda en sus piernas, eran suaves y su piel estaba templada, su mano acariciaba con cariño su pelo y su brazo, lo cual la relajaba mucho. Rápidamente se quedó semi dormida y Sofía seguía jugando con su pelo mientras miraba la televisión. Parecían amigas de mucho tiempo atrás en ese momento, eso calmó mucho a Marta, aunque no dejó de sorprenderse por la rapidez con la que estaba pasando todo.

"Seguramente sea agotamiento por pensar tanto, debería relajarme y tomármelo con tranquilidad, no puedo perder mi filosofía de por una tontería". Marta consiguió resolver sus dudas mientras dormitaba en las piernas de la causante de estas, y tras  media hora de sueño se levantó con mejor cuerpo.

-Buenos días, dormilona. Te ves mejor, ¿cómo te encuentras?

-Bastante mejor, necesitaba dormir, gracias.

-No me des las gracias, me he quedado para cuidarte. -sonrió alegremente. -Lo único es que se me han dormido un poco las piernas, pero nada que no pueda arreglarse con un rato de piscina. Hace muy buen tiempo y afuera se debe de estar muy a gusto, puedo prepararte algo de almuerzo y salimos fuera a tomar el aire, ¿qué te parece?

-Me parece bien.

Mientras Sofía le preparaba un sándwich Marta subió para ponerse ropa más cómoda y se llevó consigo un libro y algunos apuntes de matemáticas para avanzar un poco con ellas.

Se sentaron en las butacas la una al lado de la otra. Marta llevaba un bikini negro que le hacía un cuerpo de infarto, estaba tumbada boca arriba tomando el sol y miraba a Marta leer y comer el sándwich que le había preparado, se había puesto una camisa de tirantes roja y unos shorts vaqueros, estaba preciosa así al natural, y el rojo le sentaba de maravilla.

Marta intentaba concentrarse en el libro que estaba leyendo, aunque el conjunto que se había puesto Sofía le había dejado ojoplática, pero trató de no dejarse llevar, no quería estropear el ambiente, parecía que cada vez que Sofía se daba cuenta de sus momentos de debilidad la situación llegaba a mayores, así que aprovechó su estado de enferma para no pensarlo demasiado.

Sofía se levantó de la butaca, dejando las gafas de sol en la mesa que había al lado de Marta, tenía la piel brillante por el sudor, su perfume se metió en el sentido de Marta, haciéndola quedarse embobada siguiendo los movimientos de Sofía. Comenzó a caminar hacia la ducha, no sabía si era el calor o su cabeza delirando, pero los pasos que daba le parecían a cada cual más seductor. Miraba el agua caer por su cuerpo, resbalando por cada curva, entrando por su boca para después expulsarla suavemente.

"Joder... Otra vez no..." Pensó Marta. Sólo con esa imagen su cuerpo se encendió, sus mejillas antes pálidas comenzaron a enrojecerse, al igual que sus labios. No hizo mucho por dejar de mirarla, pero lo suficiente para que Sofía no lo notara, o al menos eso pensó.

Sofía había estado observándola, mil cosas pasaron por su cabeza, y como si de un fugaz rayo de luz se tratara la idea de volver a seducirla se le antojó de nuevo. Las ganas y el sol prendieron su cuerpo, por lo que decidió tomar un baño refrescante. Sabía que la estaba observando, sabía que Marta no podía evitarlo, y le encantaba, la sensación de estar siendo analizada y deseada por ella le gustaba tanto que sus movimientos se volvieron más lentos de forma natural. Nadó largo rato para despejarse un poco, Marta intentó salir de ese encantamiento mientras ella nadaba, pero su cuerpo bajo el manto de agua que la cubría se hacía complicado de no mirar. Necesitaba una ducha también, así que se quitó la ropa que tenía encima del bikini azul eléctrico que llevaba. No está de más decir que el cuerpo de Marta también era precioso, delgada, con curvas poco pronunciadas aunque con buen parte trasera, de pechos pequeños pero a la medida de su cuerpo, digna de miradas aviesas que se giraban al verla pasar.

Cuando Sofía sacó su cabeza de debajo del agua y no la vio en la butaca la buscó y escuchó pasos a su espalda, quedó quieta apoyada en el bordillo de la piscina admirando a su profesora mientras se daba una ducha refrescante, echando abajo el baño que se había dado con la intención de despejarse, incitándola. Su mirada reflejaba deseo, la miraba de arriba a abajo y de abajo a arriba, como si quisiera memorizar cada camino que recorrían los chorros de agua que se perdían por su cuerpo hasta caer al suelo, Marta se dio cuenta y, sin saber muy bien por qué, sonrió al ver su cara de atontada y se dio la vuelta, haciendo un gesto de error con su cara. Cerró el agua y se dirigió hacia la butaca, pero fue interrumpida por Marta, que la seguía apoyándose por el bordillo.

-Deberías meterte, el agua está muy buena.

-No, prefiero tomar un poco el sol. -se tumbó boca abajo en la butaca.

Sofía tenía un semblante juguetón, comenzó a mover el agua con sus manos y salpicó hacia donde estaba ella. Marta se dio cuenta, pero lo ignoró. Lanzó un poco más lejos, alcanzando la espalda de Marta, que se arqueó al contacto con el agua fría. Lanzó una mirada de enfado fingido hacia Sofía.

-¿Qué haces?

-Vente a bañarte, que me aburro aquí sola. -volvió a salpicarle.

-Para, no tengo ganas de bañarme. -lo hizo otra vez.

-Sofía, deja de comportarte como una cría, además ve preparándote, que luego tenemos que estudiar.

-Si es una clase como la de ayer, encantada. -volvió a salpicar, esta vez mojándola más. Marta la miró cabreada, ella sonrió con cara retadora.

-Tú lo has querido.

Se lanzó al agua y comenzó a salpicarle a ella, comenzaron a jugar como niñas pequeñas, riéndose  con los ojos cerrados para evitar que les entrara agua, se acercaban cada vez más aumentando la cantidad de agua que se echaban hasta que estuvieron a medio metro de distancia. Se miraron sonrientes, respirando dificultosas, Marta se fue acercando poco a poco a ella tomándola de la mano, apenas podían llegar de puntillas al fondo, se apoyó sobre sus hombros, mirándola de cerca, Marta volvió a quedar hipnotizada con sus ojos, volvió a perder la compostura. Sofía sabía que no habría una negativa esta vez, pasó los brazos por su cuello, pegando su cuerpo al de ella y besó la comisura de sus labios. Volvió a mirarla y al ver que tenía los ojos cerrados la besó, primero lentamente, con ternura, conteniendo la excitación, pero no duró mucho, comenzaron a besarse apasionadamente, Marta la llevó casi cogiendo su cuerpo a la parte donde no cubría demasiado, poniéndola contra el bordillo, mordían sus labios, luchaban con sus lenguas por coronar la boca de la otra.

Marta comenzó a acariciar nerviosa su cintura y su cadera, bajó poco a poco al muslo subiéndolo poco a poco, quedando Sofía enredada a su cadera por sus piernas. Apretaban sus cuerpos para sentir el poco calor que desprendían en el frío del agua. No contenta con sus labios, Marta comenzó morder y besar su cuello y sus hombros, estaban al límite, necesitaban sentirse aún más unidas, Sofía subió su brazo para alcanzar el nudo del bikini y desatarlo, mirando traviesa la cara de Marta, perdiéndose en su piel, subiéndola hasta su cintura para que pudiera deleitarse con sus pechos sin que los cubriera el agua, comenzó a besarlos, a acariciarlos, pasando un dedo su pequeño pezón, duro por la excitación, deseoso de ser atendido por su boca. Pasó superficialmente su lengua por él, sacando un largo suspiro de Sofía, que arqueó su espalda hacia atrás empujando su cadera contra el vientre de su profesora, quien ya estaba succionando y mordiendo con destreza sus pechos. Movía sus caderas contra su cuerpo, intentando aliviar los pinchazos que sentía en su sexo por la excitación, Marta clavaba sus uñas en su trasero, siguiendo el movimiento que hacía contra ella, volviéndose loca al verla así de excitada, tan fuera de control, tan necesitada de ella. Sofía la besó con furia, mordió su cuello ahogando sus gemidos entre los poros de su piel, se acercó a su oído, lamiendo el contorno de su lóbulo y poniéndole la piel de gallina al susurrarle un "tócame..." con la voz más sexy posible. Comenzó a pasar su mano por la parte baja del muslo, apretándolo, arañándolo, acercándose cada vez más a la zona que tanto la estaba esperando, pasó un dedo por encima, tensando el cuerpo de Sofía, moviéndose, buscando un segundo contacto. Volvió a pasar su dedo por encima del bikini, esta vez apretando lo suficiente para separar sus labios y comprobar lo mojada que estaba al tacto. Nunca antes había estado con una mujer, pero se sentía segura en ese terreno, así que decidió colar sus dedos entre la tela, haciendo el mismo movimiento, de arriba a abajo, la estaba volviendo loca, gemía en su oído haciéndole perder la cordura. Masajeaba su clítoris mientras con la otra mano acariciaba con movimientos circulares la entrada de su vagina. Sofía no aguantaba más, cogió su mano e introdujo dos de sus dedos, pegando un grito de placer, moviéndose casi violentamente contra ellos, la sensación de sus dedos masajeando rápidamente su clítoris, de poseer dos de sus dedos y la falta de gravedad dentro del agua la estaban llevando al éxtasis.

Apoyo sus codos sobre el bordillo, dejando más espacio para que Marta continuara con más libertad. Con su pulgar acarició de arriba a abajo su sexo, lentamente, apretando, subiendo hasta su punto de placer a punto de estallar, la tocó con lentitud, mirándola a la cara, Sofía gemía y la miraba, dibujando una sonrisa que habría llevado a la locura al más sano, metió dos dedos de golpe, dejándolos quietos dentro, Sofía echó su cabeza hacia atrás y movió hacia los lados su cadera para sentirlo con más intensidad, aumentó el ritmo en las dos zonas mientras lamía y besaba sus pechos y su abdomen. Sofía cogió aire, quedándose quieta, contrayendo la vagina, estaba llegando a un orgasmo muy intenso y Marta no quería perderse su cara al explotar, metió un dedo más para intensificar el orgasmo, estaba preciosa, soltó un grito cuando metió el tercer dedo y un gemido largo mientras se corría, mordía sus labios con los ojos cerrados, moviéndose lentamente contra ella para alargar el placer que estaba sintiendo.

Sentía cómo desfallecía su cuerpo sobre el de Marta, abrazándola con fuerza, besándola, acariciando su cuerpo, necesitaba ser correspondida y pensaba hacerlo, comenzó a tocarla por debajo del bikini, estaba muy excitaba. Al lamer sus pechos mientras rozaba su clítoris Marta no pudo evitar venirse rápidamente, llevaba mucho tiempo sin tener relaciones sexuales y había llegado a su límite, pero Sofía no estaba dispuesta a que se quedara así. La subió sobre ella, quedando en la misma postura en la que había estado ella antes y sin dejar de tocar su clítoris alternando con penetraciones rápidas la llevó hasta la zona que no cubría, ayudándola a sentarse en el bordillo y deshaciéndose de su bikini. Apoyándose en este subió su cuerpo para besarla, bajando por su cuello, sus hombros, clavícula, pechos, abdomen,... Separó lentamente sus piernas besando sus muslos, acercándose cada vez más, mirándola a los ojos mientras besaba su pubis, estaba otra vez en su límite, por y para ella. Sofía, en cambio, sí que había tenido alguna experiencia con otras chicas. Posó su lengua plana sobre ella, apretando poco a poco, pasando después con la punta de su lengua entre los pliegues de sus labios, centrándose en su punto, sacando tímidos gemidos de ella. Aumentó la velocidad hasta que la vio casi al borde del segundo orgasmo y metió dos dedos poco a poco, sacándolos y metiéndolos muy lentamente, para que sintiera cada milímetro, haciéndola llegar a un orgasmo que se llegó a alargar medio minuto por la lentitud de sus movimientos, dejándola sin respiración, sin fuerzas.

Volvió a meterse en el agua para besarla y abrazarla, agradeciendo su dedicación.

Se avecinaban 3 días muy intensos.