La chica que se escabulle por la ventana 14

—Te amo, Abby —le dije con sinceridad. Me miró, shock claro en su rostro. Su boca estaba abierta, sus ojos muy abiertos mientras asimilaba lo que dije. No podía dejar de reír—. Está bien, no es así como me imaginé tu reacción. —Hice una mueca, esperando que dijera algo.

Capítulo 14

Desperté en la mañana con una enorme sonrisa en mi cara. El sol brillaba, las

aves cantaban, y había despertado junto a la chica más sexy del mundo, que

por casualidad estaba enamorada de mí. Sonreí contra el brazo en el que estaba

acostada y presioné mi espalda contra ella, sintiendo su pecho presionado en

mi espalda donde me estaba abrazando.

—¿Abby? —susurré, girando mi cabeza en su dirección.

Sus brazos se tensionaron alrededor de mí mientras lentamente abría sus ojos.

—Hola —murmuró, levantando su cabeza para que pudiera besarme—. Wow, amo

despertarme sabiendo que finalmente eres mía. —Puso la cabeza hacia atrás y

suspiró con satisfacción—. Entonces, ¿podemos decirle a la gente hoy que estamos

saliendo? —preguntó felizmente, sonriendo de oreja a oreja.

—Um… no. No hoy. Aún necesito hacer un poco más de trabajo de preparación en

eso —respondí, recorriendo mi mano por su pecho.

Gruñó.

—Por “trabajo de preparación”, no querrás decir que vas a coquetear conmigo y

ponerme caliente como el infierno de nuevo como ayer, ¿cierto? —preguntó,

luciendo suplicante.

—Tendrás que esperar y ver, ¿no crees? Oh, y te doy mi permiso para tocarme un

poco hoy si quieres —ofrecí casualmente. Me giré para enfrentarla, sosteniendo mi

cabeza en mi codo para que pudiera verla mejor.

—Mmm… tocarte, ¿así? —ronroneó. Arrastrando sus dedos a través de mi cuerpo

lentamente, desde mi cara, abajo por mi cuello, a través de mis senos y estómago,

estableciéndose finalmente justo en el interior de mi muslo. Su mano estaba tan

cerca de mi centro que no pude evitar el pequeño gemido que escapó de mis

labios.

Trazó sus dedos a través de mi pierna, haciéndome gemir. Maldita sea, la quería

tanto pero simplemente no podía, no aún.

—No, Abby —supliqué. Dije las palabras, pero moví mis caderas inconscientemente,

tratando de acercarme más a su mano.

Se rió, poniendo sus labios de forma que están casi tocando los míos.

—Prométeme que no me provocarás mucho hoy en la escuela —murmuró contra

mis labios mientras movía su mano a la parte exterior del muslo.

—No te molestaré demasiado. No puedo prometer que no te pondrás caliente. —

bromeé, torciendo sus palabras.

Estrelló sus labios contra los míos y pude sentir que estaba sonriendo.

—¡Eres una maldita provocadora! Ni siquiera te das cuenta de lo que me haces —

gruñó, besando mi cuello suavemente. Vaya, sabía exactamente lo que le estaba

haciendo, ¡lo podía sentir!

Le devolví el beso con pasión y se alejó después de un par de minutos, justo

cuando estaba poniendo en ello.

—Mejor me voy. —Ella me besó otra vez mientras salía de la cama.

—Está bien. Te veo en un rato —contesté, viendo cómo se ponía la ropa. Me guiñó

un ojo mientras subía por la ventana, de regreso a su casa. A pesar de que Jake

sabía, Abby seguía necesitando mantener la pretensión para sus padres. Ella no podía exactamente ser vista salir por la puerta principal, cuando se suponía que debía estar en su cama.

Me levanté de la cama y salté al cuarto de baño para una ducha. Cuando estaba

seca, me quedé mirando a través de mi armario por mucho tiempo. Necesitaba

algo diferente para usar hoy. Quería que Abby me viera como si realmente me

quisiera enfrente de todos, porque no quería seguir mintiendo acerca de nuestra

relación. Saqué una mini-falda vaquera y una blusa negra lisa con cuello en V, de

manga corta. Sonreí mientras miraba mi atuendo. Esto sin duda iba a funcionar. Me

vestí y me examiné en el espejo, la falda era corta, pero no demasiado corta para

que pareciera una de las zorras, y la blusa era ajustada pero no demasiado, sólo lo

suficiente para dar una pista de lo que estaba debajo. Sonreí y me puse un par de

zapatillas de ballet, completando el atuendo. Salté a la cocina. Abby estaba hablando con Jake, de espaldas a mí, y ya había un plato de cereal en el

mostrador esperando por mí. Sentí mi corazón derretirse un poco por su

consideración.

—Buenos días —dije alegremente. Abby estaba bebiendo un vaso de agua y

cuando se dio la vuelta, casi se ahogó. Jake le dio una palmada en la espalda

bruscamente y se echó a reír. ¡Sip, ese era el efecto que quería! Sus ojos estaban

muy abiertos y con hambre al mirarme lentamente, haciéndome sonrojar al

imaginarme los pensamientos que estaba teniendo sobre mi cuerpo. Ella todavía no había hablado—. Abby, ¿quieres tomar una foto? Va a durar más tiempo —bromeé,

comiendo mi cereal.

Eso pareció sacarla de la fantasía privada que estaba teniendo.

—¿No vas a usar eso hoy cierto? —preguntó, frunciendo el ceño ligeramente.

Me miré a mí misma preguntándome qué quería decir con eso. No me veía tan

guarra.

—Sí, ¿por qué? —pregunté, confundida. Pensé que le gustaba la ropa; ¡desde

luego parecía que le gustaba!

Ella se acercó y rodeó sus brazos alrededor de mí por la espalda.

—Ángel, ¿cómo diablos se supone que me voy a concentrar todo el día, sabiendo

que mi hermosa novia se ve como una maldita diosa del sexo? ¿Estás

torturándome a propósito? —se quejó, besando el lado de mi cuello y pasando sus

manos por mis muslos expuestos.

Me reí y le dio un codazo en el estómago.

—Bueno, entonces sólo tendrás que ejercer algo de control, ¿no crees? —me

burlé, alejándome después.

Ella gimió y se movió de modo que estaba detrás del mostrador.

—No estás jugando nada limpio —se quejó.

Me reí y agarré mi bolsa.

—¿Listo para irnos, Jake? —pregunté, sonriendo a mi hermano, que parecía que

estaba tratando de hacer caso omiso de nuestro intercambio pero estaba fallando

miserablemente.

—Sí. Creo que Abby necesita otro minuto para calmarse, sin embargo —dijo él,

riendo, haciendo rodar los ojos a Abby. Me reí de su expresión de advertencia. Jake

me agarró por los hombros y me empujó fuera de la puerta. Todavía estaba

riéndome de Abby.

La mañana pasó volando y finalmente, la hora del almuerzo estaba aquí. Estaba tan

emocionada de ver a Abby que no podía dejar de sonreír.

—¿Qué demonios te pasa? —preguntó Sean, mirándome como si me hubiera

vuelto loca.

—Nada, sólo estoy teniendo un buen día. Además, tengo hambre y ahora vamos a

comer —mentí sin problemas.

—¿Vas a hacer otro movimiento a Abby? —preguntó Kate, sonriéndome a

sabiendas.

Me eché a reír.

—Oh, diablos, sí. Sólo observa la cara de Jessica. Voy a hacer que me desee hoy. —

Sonreí feliz. Esto iba a ser grande y Jessica iba a odiar cada segundo de ello.

—No hay duda al respecto —estuvo de acuerdo Kate, riendo.

—¡Oh! ¡Así que por eso es la falda! —dijo Sean. Una mirada de comprensión cruzó

su rostro.

Me eché a reír y asentí.

—¿Crees que va a funcionar? —pregunté, en realidad quería su opinión.

Él asintió con la cabeza.

—Oh, sí que va a funcionar. Todos los chicos en la escuela han estado hablando

acerca de tus piernas asesinas hoy. Debo decir que hasta yo, que estoy totalmente

enamorado de mi novia, te he comprobado —admitió, encogiéndose de hombros.

Le di una palmada en el hombro juguetonamente.

—¡Ew! Eso es asqueroso, Sean. ¡Tú eres uno de mis mejores amigos! ¡Los mejores

amigos no pervierten el uno del otro! —declaré, fingiendo un estremecimiento.

—En realidad, he estado mirándote también —bromeó Kate.

—Yo también —agregó Sarah, haciéndonos reír a todos más fuerte.

Al entrar en el comedor, riendo, pude sentir algunos de los chicos mirándome.

Ahora que Sean había dicho acerca de eso, me di cuenta que tenía mucha más

atención masculina de lo normal.

Compramos nuestra comida.

—Ya vuelvo, muchachos —dije, sonriendo, mientras me dirigía a la mesa donde los

atletas se sentaban. Todos mis amigos se fueron a sentar en la mesa de costumbre,

me miraban con ojos curiosos. Vi a Abby mientras me acercaba. Como de

costumbre, había una decena de chicas colgando a su alrededor, coqueteando

descaradamente. Parecía que estaba realmente enojada.

—En serio, Rebeca, si me tocas una vez más voy a ir a hablar con alguien acerca de

ello. Esto está al borde de acoso sexual —gruñó Abby, mirándola y quitando su

mano fuera de su muslo. Se veía muy ofendida cuando se puso de pie y salió fuera.

El resto de las chicas estaban sonriendo a sus espaldas. Prácticamente se podía leer

sus pensamientos en sus caras: Una chica menos para la competencia . Reprimí una

risita y me senté en la mesa. Jake no estaba allí, así que decidí sacar el máximo

provecho de eso y realmente empujarla hoy.

—Hola, Abby —ronroneé, sonriéndole seductoramente.

Su rostro se iluminó cuando me vio.

—Hola. ¿Tuviste una buena mañana? —preguntó alegremente. Puse mala cara y

negué con la cabeza. Su rostro se cayó y puso su brazo sobre mi hombro, me miró

preocupada—. ¿Qué está mal, Ángel?

Me puse de pie y me senté en la mesa frente a ella, apoyando un pie en el banco

entre sus piernas, así mi pie estaba casi tocando su entrepierna. Ella no pareció darse cuenta, sin embargo; seguía mirando mi cara, preocupada.

—Me lastimé la pierna en clase de gimnasia. Es muy doloroso. ¿Tengo un moretón?

—pregunté, abriendo las piernas ligeramente y apuntando a mi cara interna del

muslo. Sus ojos de inmediato cayeron a mis piernas. Estoy apostando a que tenía

una visión clara de mi ropa interior, porque una expresión de dolor y hambre cruzó

su rostro. Me sentí un poco como una puta por hacer esto, pero al menos nadie

más podía ver lo que estaba viendo, de lo contrario no lo habría hecho.

Puso su mano en el músculo de mi pantorrilla y la deslizó poco a poco todo el

camino hasta mi pierna, a mi cara interna del muslo, gimiendo en voz baja al

hacerlo.

—No, no hay moretones —dijo con su voz sensual, haciéndome arder en necesidad

mientras masajeaba mi muslo.

—Hmm, ¿de verdad? Duele tanto —mentí, sonriéndole. Ella estaba sonriendo hacia

mí; su expresión me dijo que sabía que me estaba volviendo loca—. ¿Qué tal si

mejor lo besas para mí? —sugerí, alzando las cejas, tratando de parecer sexy.

Escuché algunos de los chicos gemir, ya que obviamente estaban viendo el

intercambio. La lujuria cruzó la cara de Abby mientras asentía con una sonrisa sexy

e inclinó la cabeza hacia mi pierna. Justo antes de que sus labios tocaran mi piel,

alejé mi pierna—. En realidad, es mejor que no. Pensé que tenías una novia —

bromeé.

Se rió y negó con la cabeza hacia mí, entrecerrando los ojos, obviamente

Decepcionada de que no llegó a besar mi pierna delante de toda la escuela.

— Tengo una novia. La amo más que cualquier otra cosa —dijo, su voz llena de

honestidad.

Sonreí mientras mi corazón se derritió.

—Bueno, no deberías estar haciendo esto, entonces, ¿eh? —me burlé, sonriéndole

y bajando de la mesa. Agarré a mi bandeja del almuerzo—. Me parece que está

bien ahora, de todos modos. Tal vez si comienza a doler de nuevo más tarde, te

llamaré —coqueteé.

Ella gimió cuando le guiñé y me fui a la mesa de amigos. Podía oír a los chicos, todos haciendo comentarios calientes detrás de mí acerca de cuán caliente era eso, y cómo definitivamente “aprovecharían eso”, y las chicas diciendo lo ramera que era. Me reí y me dejé caer en nuestra mesa. Kate me sonrió a sabiendas, y Sarah y Sean me estaban mirando con la boca bien abiertas.

—¡Estabas tan ahí! ¡Realmente creo que podrías ganar la apuesta! —dijo Sarah,

mirándome con asombro.

No podía dejar de reírme de ella; me miraba como si fuera una especie de diosa o

algo así.

—Podrían servirme cuatro mil dólares —admití, riendo. Sólo esperaba que Jessica

realmente pagara una vez se diera cuenta de que yo fui su novia todo el tiempo.

Cuando terminamos de comer, estaba caminando junto con mi grupo de amigos,

cuando alguien me agarró la mano y me tiró a una parada. Chillé, un poco

sorprendida, y me giré para ver a Abby sonriéndome mientras me arrastraba al

salón de clases vacío más cercano. Me reí cuando vi a mis amigos caminar sin mí, ni

siquiera dándose cuenta de que no estaba detrás de ellos más. Cerró la puerta y

me miró, tratando de fingir que estaba molesta conmigo, pero no había manera de

que cayera por eso, ella se divertía, me di cuenta.

—Ángel, eso fue demasiado —afirmó mientras daba un paso más cerca de mí.

Di un paso atrás y choque con la pared.

—¿Demasiado? Pensé que era bastante perfecto —respondí en broma.

Ella se rió y apretó su cuerpo al mío.

—Eres bastante perfecta. —Apartó mi pelo de mi cara suavemente, mirándome con

ternura. Puse mis brazos alrededor de ella y la acerqué más, luego moví mis manos

para agarrar su trasero. Ella sonrió con esa sonrisa sexy y presionó sus labios contra

los míos con suavidad; gemía ligeramente y la acerqué más, con ganas de más.

Se apartó para besar mi cuello, sus manos vagando por mi cuerpo, a través de mis

piernas. Una de sus manos se deslizó debajo de mi falda, haciendo cosquillas con

sus dedos en mi trasero provocando. Sentí chupar suavemente en mi cuello.

—Abby, ¿me estás dando un chupón? —pregunté, riendo.

Dejó de chupar por un segundo y alejó su boca de mi piel.

—Mmm-hmm te estoy marcando —murmuró, antes de chupar en el mismo lugar

otra vez. Después de unos segundos, se apartó para mirarlo, inspeccionando su

obra. Parecía muy orgullosa de sí misma y estaba sonriendo de oreja a oreja.

—Sí, ¿y yo puedo marcarte? —bromeé.

—Claro, si quieres. —Ella estuvo de acuerdo, encogiéndose de hombros, pero en

realidad luciendo un poco esperanzada. ¿Realmente quería que la marcara? Apretó

los labios a los míos una vez más, pareciendo poner mi cuerpo en llamas. Por Dios,

¿cómo diablos me hacía esto? Ella era la única chica que había besado, por amor de Dios. Sin embargo, aquí estoy, ¡dejándola poner su mano en mi trasero! Sonreí

cuando inclinó la cabeza hacia un lado, dándome acceso a su cuello. Justo cuando

mis labios rozaron su piel, sonó la campana.

Ella gimió y se alejó, mirándome con una cara de cachorro de nuevo.

—Falta a clases conmigo —declaró ella, haciendo un mohín ligeramente.

¿Faltar a clases con ella? ¡Oh, mierda, odiaba faltar a la escuela, eso no era yo en

absoluto!

—Um, Abby, no puedo. —Estaba debatiéndome, tenía muchas ganas de pasar

tiempo con ella, pero simplemente no podía soportar la idea de que mis maestros

supieran que falté a clase sin necesidad.

—¿Por favor? —rogó, doblando sus rodillas para que así estuviéramos a la misma

altura.

Sus ojos azules me estaban matando. No podía decirle que no. Suspiré

profundamente.

—Si me atrapan, entonces tú estarás en serios problemas —le advertí. Si obtenía

detención, me aseguraría de que ella también.

Ella se rió, una hermosa sonrisa se extendía por su cara mientras sacaba su celular y

llamó a Jake para decirle que no me sentía bien y que me llevaba a casa.

—Sí, ella está bien. No, dice que se siente un poco mareada, eso es todo. No, no, lo

tengo. Muy bien. Nos vemos —dijo en el teléfono, sonriendo y lanzándome un

guiño. Deslizó su teléfono en el bolsillo y me agarró la mano, tirando de mí desde

el aula hasta el coche—. Jake va a conseguir un aventón al trabajo. Así que, siempre

y cuando te lleve a casa a las nueve, ni siquiera sabrá que faltamos a clases —dijo

alegremente.

Rodé mis ojos hacia ella.

—¡Como si Jake realmente creyera que estaba enferma! Él sabe que estamos

faltando. —Sacudí la cabeza, riendo. Jake no era tonto, él simplemente no quería

decir nada.

—Pues bien, Ángel, ¿qué haremos? —preguntó Abby, saliendo del estacionamiento

con rapidez antes de que alguien nos viera salir.

Me encogí de hombros con facilidad.

—No me importa. Lo que tú quieras. —Mientras involucrara pasar más tiempo con

ella, haría cualquier cosa.

Ella sonrió. —¿Quieres que te lleve a patinar otra vez? —ofreció.

—Claro, ¿por qué no? Tengo que cambiarme primero, sin embargo; o me

congelaré el trasero de otra forma. —Me reí mientras sus ojos inmediatamente se

dirigían a mis piernas de nuevo. Le envié un texto a Kate para decirle que iba a

faltar y le pedí que recogiera cualquier trabajo que me perdiera.

Cuando nos detuvimos frente a mi casa, Abbh se fue a la suya a buscar algo que

dijo que necesitaba, y yo corrí y me puse unos vaqueros. Pasé un cepillo por mi

pelo y añadí una capa rápida de máscara de pestañas. Cuando salí de mi

habitación, tomé un suéter, así no me daría frio.

Corrí hacia el auto, emocionada por algún tiempo a solas con ella. Ella sonrió mientras subía.

—Oye, te traje esto —dijo, dándome una de sus sudaderas.

Fruncí ante ella, sabiendo que tenía una de las mías. ¿Por qué traería esto?

—Er.... ¿gracias?

—Es para tu pequeño trasero. Te dije traería una para que no te mojaras y te diera

frío como la última vez. Aunque, tengo plena confianza en que patinarás por tu

cuenta al final de esta lección —se jactó, sonriendo.

—Bueno, no estoy segura de querer patinar si no me vas a tocar —ronroneó

sugestivamente.

Ella sonrió.

—Mmm, nunca había pensado en eso. Esperemos que no aprendas muy rápido

entonces. —Movió las cejas hacia mí, haciéndome reír.

El patinaje fue muy divertido. Tenía razón, era mucho mejor esta vez. Fue

probablemente debido al hecho de que ella era una maestra tan buena, y porque nos pasamos casi todo el día aquí la última vez. Fue muy divertido estar con ella. Ella patinó hacia atrás al igual que lo hizo antes, sosteniendo mis manos, haciendo

bromas y charlando.

Solo me caí un par de veces y cada vez que interrumpía mi caída, o me atrapaba o

me levantaba. La miré mientras patinamos, estaba sonriendo ampliamente y mi

corazón dio un vuelco. Era tan linda, amable y paciente. Podía sentirme

enamorándome de ella. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que estuviera

loca por ella.

—Oye, ¿Qué tal si presumes un poco? Me encanta verte patinar —sugerí,

agarrándome en el costado por mi vida para que pudiera soltarme.

Ella me dio un beso antes de irse patinando al revés, se volvió bruscamente y patinó hacia delante tan rápido que realmente me asustó. Mi corazón estaba golpeando en mi pecho a la vista de eso. Si se caía, mientras patinaba de esa manera, iba a resultar gravemente herida. El pensamiento de ella herida me aterraba. Hizo un par de vueltas, y me mostró sus habilidades, como saltar y patinar sobre un pie. Siempre me encantaba verla patinar. Se veía tan hermosa y grácil, pero nunca la había deseado por eso, hasta ahora. Se veía tan sexy cuando estaba patinando, tan poderosa y dominante.

Abby quería jugar hockey profesionalmente, que ya había sido buscada por un

equipo realmente bueno pero necesitaba estar en la universidad antes de que

pudieran firmar. Le habían ofrecido una beca deportiva completa en una escuela

muy buena en Boston, lo que significaría que tendría que mudarse cuando la

escuela terminara en pocos meses. El tiempo de separación iba a matarme. Yo iba a

tener pesadillas todas las noches cuando ella no estuviera allí, sin mencionar la

angustia que sentiría al verla irse. Odiaba el hecho de que ella estaría tan lejos y que las chicas estarían cayendo sobre ella. Suspiré, negándome a pensar en ello. Tenía que confiar en ella. Y lo hacía, confiaba plenamente en ella, creía que me amaba y que no quería hacerme daño.

Cuando regresó a mí, patinó hasta detenerse, enviando un spray de hielo sobre un

lado.

—¿Es eso suficiente exhibición para ti? —preguntó, envolviendo sus brazos

alrededor de mi cintura y besándome tiernamente.

—Oh, sí. Mi novia puede patinar bien —confirmé, con una sonrisa hacia ella.

—Mmm, di eso de nuevo. Me gusta eso —gruñó, en una ronca sexy voz que hizo

temblar mis entrañas.

Envolví mis brazos con fuerza alrededor de su cuello y la atraje más cerca.

—Mi Novia puede patinar —ronroneé seductoramente, mirándola a los ojos.

Pude sentir la ardiente pasión chisporroteando entre nosotras. Ella dobló sus rodillas así estábamos al mismo nivel, me abrazó fuertemente y luego me sostuvo,

levantándome de mis pies. Empezó a patinar suavemente alrededor de la pista.

Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras patinaba ocasionalmente

haciendo pequeños giros y cambiando a patinar hacia atrás. Sus ojos no dejaron

los míos. Fue la cosa más erótica y sexy que me hubiera sucedido, y todo mi cuerpo

estaba anhelando por ella.

—Te amo tanto, Ángel —susurró.

Sonreí. Mis entrañas estaban rebosando de felicidad y pasión. Ella me estaba

volviendo loca; yo la quería y la necesitaba. Al mirar dentro de sus hermosos ojos

azules, podía ver todo su amor por mí brillando a través y eso hizo a mi corazón

latir muy rápido. De repente, me golpeó como un camión, yo también la amaba.

Tal vez siempre la había amado, no estaba segura. Ella tenía una manera de

deslizarse detrás de mis defensas y se abría paso dentro de mi corazón, pero

siempre me había negado a verla de esa manera. Me hacía sentir segura, querida,

necesitada y especial; yo no quería volver a dejarla ir. La amaba como loca, más

que a nada, ella era lo único que necesitaba en la vida.

Abrí mi boca para decirle que yo también la amaba, pero habló primero,

cortándome.

—Vamos a ir a cenar —sugirió, patinando fuera de la pista de hielo y sentándome

en el banquillo. Ella se puso de rodillas y me quitó mis patines. Sólo la miré mientras lo hacía, incapaz de mantener la sonrisa fuera de mi cara. ¿Era esta chica realmente mía? ¿Cómo conseguí ser tan afortunada?

Después de que conseguimos de nuevo nuestros zapatos, nos fuimos a un

pequeño restaurante italiano que dijo ella que hacía la segunda mejor lasaña en el

mundo.

—¿La segunda mejor? —pregunté riendo.

—Sí. Tu lasaña es genial —afirmó, sosteniendo mi mano con fuerza mientras

seguíamos al camarero a la mesa.

—Sabes que me tienes ahora, puedes parar con los elogios —me burlé, riendo. Ella

sonrió y sacudió su cabeza, rodando sus ojos como si estuviera siendo estúpida.

La comida era buena y el restaurante era realmente bonito, tenía velas en cada

mesa y era realmente muy romántico, era tan divertido estar cerca de ella que no

había un silencio incómodo. No podía dejar de preguntarme cómo no sabía nada

de ella antes de que estuviéramos juntas. Supongo que fue porque la única

personalidad que alguna vez me mostró fue el lado idiota que, en realidad, no

parecía ser una parte de su carácter en absoluto.

—Abby, ¿puedo preguntarte algo? —pregunté, demasiado curiosa para no

preguntar.

—Por supuesto. Lo que tú quieras. —Se encogió de hombros, tomando un sorbo

de su bebida, mirándome con curiosidad.

—¿Por qué siempre fuiste tan imbécil conmigo? Si te he gustado todo este tiempo,

¿por qué siempre me enloquecías cuando éramos niñas y siendo como una idiota

conmigo? Sabes que solía odiarte, ¿cierto? —pregunté, alzando mis cejas,

mirándola en tono de disculpa.

Ella se rió.

—Ya sabes, hay una delgada línea entre el amor y el odio. Tal vez me amabas y no

te diste cuenta —sugirió, sonriendo. Sonreí porque eso era exactamente lo que

estaba pensando antes.

—No, Abby. Eras una imbécil completa para mí. Pero la mayoría de eso era un acto,

¿no? Entonces, ¿por qué lo hiciste? —pregunté, necesitando la respuesta, me

estaba matando porque simplemente no lo entendía.

—Jake. —Se encogió de hombros.

—¿Jake? no lo entiendo. —Le di mi mejor cara de “qué demonios”.

Ella sonrió con tristeza.

—Jake realmente no me quería cerca de ti. Me golpeó bastante un par de veces

cuando éramos niños por ello. Él es realmente protector contigo. Era más fácil para

mí mantenerme alejada de ti si en realidad no querías estar conmigo. Pensé que si

te hacía querer estar lejos de mí, entonces yo no tendría que intentar tan duro —

dijo, frunciendo el ceño.

Espera, ¿ella fingió ser una idiota así yo no querría estar con ella debido a Jake?

¡Maldita sea esta chica!

—Todos estos años, Abby, simplemente me parece una pérdida. —Suspiré y sacudí

la cabeza; si me lo hubiera dicho entonces, tal vez podríamos haber estado juntas

durante más tiempo—. Sabes, yo siempre pensé que tenías una doble personalidad

—le dije, riendo.

Ella también se rió.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Bueno, siempre pensé en ti como la Abby de día, que era una idiota, imbécil, y un mujer prostituta. Luego estaba la Abby de noche, que era adorable, dulce y

cariñosa. Siempre me ha gustado la Abbh de noche —le dije con sinceridad.

Ella sonrió feliz.

—Bueno, la noche era cuando me detenía de tratar de alejarte. Decidí que ya que

Jake no sabía nada, podía ser yo misma y disfrutar de mi tiempo contigo. Para que

lo sepas, sin embargo, ambas de mis personalidades te han amado por siempre —

dijo, encogiéndose de hombros y sonriendo hacia mí.

Aww, ¡es tan malditamente dulce! Me estiré y sostuve su mano con fuerza.

—Me gustaría que me lo hubieras dicho antes, realmente te odié a veces —admití

tímidamente, haciéndola reír.

—¿Sí? ¿Cómo la vez que corté la cabeza a tu osito de peluche y la lancé a la

basura? —preguntó, riendo. Di un grito ahogado a la memoria de ello, ¡me había

olvidado de eso! Jake había sacado mi oso de la basura y lo puso de nuevo en mi

cama para mí y arregló su cabeza.

—Sí, ¡idiota! —la regañé, luchando contra una sonrisa.

—Sabes que nunca hice eso, ¿verdad? Fingí cortarle la cabeza y lo escondí en mi

suéter y lo puse de nuevo en tu cama un par de horas después —dijo, sin dejar de

reír.

—¡De ninguna manera! ¡Jake me dijo que él lo recuperó para mí! —Me reí.

Ella sacudió su cabeza.

—No. Esa fue una de las veces que pateó mi culo. Me agarró a escondidas en tu

habitación ese día. Yo le dije que iba al baño —dijo, riendo y sacudiendo la cabeza.

—No puedo creer que mi hermano pateó tu culo. Eso es muy gracioso.

—Me alegro de que no me mate por salir contigo. Puedo mantenerme por mi

cuenta en una pelea, pero Jake es un maldito psicópata cuando se trata de ti. —

Abbh frunció el ceño, moviendo ligeramente su cabeza, una sonrisa tirando en las

esquinas de su boca.

—Sí, bueno, es mejor asegurarte de que no me hagas daño, ¿eh? —bromeé.

Ell asintió con la cabeza.

—Nunca te haría daño, nunca. —Apretó suavemente mi mano, mirando

directamente a mis ojos, todo su comportamiento mostrándome la verdad de sus

palabras.

Le creí, no creía que alguna vez me lastimaría a propósito, pero sabía que rompería

mi corazón tarde o temprano. Cuando fuera a la universidad y estuviéramos

separados, aunque no me engañara, eso iba a doler mucho. Incluso si no

estuviéramos saliendo sería terrible estar sin ella, pero ahora sería como una tortura.

Aparté los pensamientos de mi mente. Yo no podía pensar en ello, no hasta que

sucediera y aun así pudiéramos pasar a través de ello. La amaba lo suficiente para

esperar por ella. Sólo esperaba que ella sintiera lo mismo dentro de cuatro meses

cuando todas las zorras de la universidad se arrojaran sobre ella y estuviera a un

viaje de tres horas de distancia.

—Correcto, entonces, ¿estás lista para irnos? —preguntó Abby después de haberme comido un pedazo enorme de pastel de chocolate yo sola. Asentí con la cabeza y arrojó algo de dinero sobre la mesa, extendiendo una mano para ayudarme a levantarme.

Sonreí.

—Sabes que te estás perfilando como la mejor novia del mundo —dije felizmente.

—Me encanta cuando me llamas así. —Sonrió y envolvió su suéter alrededor de

mis hombros mientras caminábamos hacia fuera en el frío.

Me agarré fuertemente de su mano, no queriéndola dejar ir. Cuando llegamos al

auto incluso abrió mi puerta para mí.

—Tan linda, Abby —bromeé.

La vi dar la vuelta hacia el lado del conductor. Era tan Hermosa, y era mía, yo no

podía dejar de sonreír a ese conocimiento. Nunca había soñado que alguna vez

tendría algo como esto con una chica. Cuando solía pensar acerca de las citas eso

me asustaba enormemente porque no podía dejar que la gente me tocara, y todo

el tiempo tuve a la chica perfecta, quién estaba enamorada de mí, quien me abrazó

y me mantuvo a salvo cada noche, y yo ni siquiera sabía. ¿Cómo pude haber sido

tan estúpida? Cuando llegamos a mi casa, eran sólo las ocho. Jake no estaría en casa durante otra hora, así que teníamos la casa para nosotras.

—Ven aquí, quiero hablar contigo —le dije, tirando de ella hacia el sofá. Parecía un

poco preocupada y nerviosa. La atraje a mi lado, sentándome cerca de ella. Pude

sentir la pasión construyéndose y sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que

estuviera dispuesta a llevar las cosas más allá. Nunca me había sentido así antes, y

aunque sólo habíamos estado juntas por cinco días, la había conocido siempre.

Confiaba en ella como nadie y sabía que no me haría daño. No estaba preocupada

porque no fuera capaz de esperar por mí, podía ver en sus ojos que iba a esperar

tanto tiempo como yo quisiera, y ese conocimiento me estaba empujando hacia

delante. Si dudaba de que me esperara, entonces no habría manera de que me

sintiera así. Agarré su mano con fuerza mientras me limitaba a mirarla, tratando de

encontrar las palabras adecuadas para expresar mis sentimientos por ella.

—¿Qué está mal, Ángel —preguntó en voz baja, con el ceño fruncido, frotando

círculos en el dorso de mi mano.

Oh, mierda, ¿puedo decirlo? Estaba tan avergonzada, nunca había dicho algo como

esto a nadie antes.

Tomé una respiración profunda y quería que mi voz no mostrara los nervios que

sentía en mi interior.

—Te amo, Abby —le dije con sinceridad. Me miró, shock claro en su rostro. Su boca estaba abierta, sus ojos muy abiertos mientras asimilaba lo que dije. No podía dejar de reír—. Está bien, no es así como me imaginé tu reacción. —Hice una mueca, esperando que dijera algo.

Me empujó hacia abajo sobre mi espalda, rodando por encima de mí.

—¿Me amas? ¿En serio? —preguntó, el shock dejando su rostro para ser

reemplazado por excitación.

Asentí con la cabeza, sintiendo mis mejillas calentarse un poco.

—Sí, Te amo.

Se rió y me besó apasionadamente. Cuando se apartó sus ojos brillaban de

felicidad.

—¡Gracias a Dios! Pensé que ibas a terminarme o algo así. Te veías tan seria que

pensé que no querías estar conmigo —dijo, sacudiendo su cabeza, sonriendo.

Me eché a reír.

—¿En serio? ¿Es por eso que parecías nerviosa? —pregunté, riendo.

—Dilo otra vez —susurró.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y tiré de ella más cerca de mí, su boca

aproximadamente a dos centímetros de la mía.

—Te amo, Abby —susurré.

—Te amo también, Amber Walker. —Me besó, duro, y no podía dejar de devolverle

el beso con la misma intensidad. Pasé mis manos por su espalda y agarré la parte

inferior de su camiseta, tirándola hacia arriba sobre su cabeza, arrastrando mis

dedos por sus pecho, simplemente asombrada de cuán perfecta era. Sus manos

vagaban por todo mi cuerpo ávidamente, ella se apoderó de la parte inferior de mi

blusa y comenzó a tirarla hacia arriba lentamente, como si estuviera esperando

algún tipo de reacción. Sentí mi amor por ella incrementar a otra velocidad por la

forma reflexiva y paciente de cómo era conmigo. Sonreí contra sus labios y ella se

apartó, mirándome con curiosidad.

—¿Está bien? —preguntó, preocupación coloreando su voz.

Asentí con la cabeza y la empujé fuera de mí para poder sentarme. Agarré mi blusa

y la saqué por encima de mi cabeza, tirándola al suelo. Me estaba mirando en

estado de shock. Tiré de ella de nuevo hacia mí, besándola profundamente. Sus

manos estaban en todas partes mientras nos enrollábamos pero no hizo nada que

no quería que hiciera. Fue perfecto y dulce. Un final increíble para una cita

increíble. Después de un rato se retiró y yació a mi lado, hablamos felizmente por

un rato.

A las nueve, suspiró.

—Jake va a estar en casa pronto, tal vez deberíamos vestirnos —sugirió, luciendo

un poco reacia mientras sus dedos se perdían por encima de mi sujetador y

estómago.

Asentí con la cabeza.

—Sí. No creo que estaría muy contento si llegaba a casa y descubriera que me has

visto sin la blusa, Abbh —dije con fingido horror. Se rió y se sentó, agarrando mi

camisa del suelo y pasándomela, besándome otra vez con ternura.

Cuando las dos estábamos completamente vestidas de nuevo, nos sentamos

viendo la televisión hasta que Jake volvió a casa. No podía mantener la sonrisa

fuera de mi cara, Abby me amaba y yo la amaba y todo era perfecto. Jake volvió a

casa y ellos jugaron en la Wii mientras yo hacía mi tarea, tratando sin éxito, de no

mirar el culo de Abby mientras permanecía de pie delante de mí. A las diez se fue a

casa para cambiarse de ropa y ver a sus padres durante media hora antes de que

se colara por mi ventana esta noche. Apenas podía contener mi emoción por estar

de nuevo con ella.

—Así que, ¿cómo lo están llevando ustedes dos? —preguntó Jake, curiosamente,

cuando estábamos por nuestra cuenta.

Sonreí con alegría.

—Muy bien en realidad. Gracias por no enloquecer ni hacerle daño ni nada —dije,

haciendo una mueca ante la idea.

Él sonrió con tristeza.

—Eso está bien. Sólo ten cuidado, es una jugadora, no quiero que salgas lastimada.

—Me miró con preocupación. Él siempre fue sobreprotector, pero creo que por

crecer en la forma en que lo hicimos, siempre sintió la necesidad de protegerme de

nuestro padre. Supongo que ese instinto nunca se fue, incluso después de que mi

padre lo hizo.

Sonreí y negué con la cabeza.

—No me lastimará —afirmé con aplomo.

Él se rió.

—Tal confianza en una chica que nunca se las arregló para conservar una novia

antes —reflexionó, sacudiendo la cabeza.

—Jake, Abby es una gran chica, no me lastimará. Ella me ama.

Suspiró y asintió con la cabeza.

—Yo sé que lo hace. —Frunció el ceño con desaprobación mientras lo decía. No

creo que Jake alguna vez aprobara a alguien que yo trajera a casa, era tan

condenadamente sobreprotector. Siempre había sido el mejor hermano que una

chica podría desear—. Entonces, ¿necesitas hablar conmigo sobre papá o algo? —

preguntó, haciendo una mueca ligeramente mientras decía la palabra papá.

Cerré mis ojos, había estado posponiéndolo, siquiera pensando en que ese hombre

regresara.

—Yo no quiero verlo —dije en voz baja.

Él me atrajo en un abrazo.

—Está bien, entonces no vamos a verlo. —Frotó mi espalda con dulzura,

mirándome preocupado, como si pensara que iba a tener otro ataque de pánico

como la última vez que hablamos de él.

—Puedes verlo si quieres —dije, sintiéndome un poco culpable. No quería detener

a Jake de verlo si él quería.

Se rió sin humor.

—En realidad, necesito verlo. —Se encogió de hombros, y mi corazón se hundió,

no quería a Jake en cualquier lugar cerca de ese imbécil.

—Bien, bueno, si eso es lo que quieres… —me callé, tratando de no llorar.

Jake se retiró del abrazo y me miró con tristeza.

—Yo no quiero verlo, Amber, quiero matarlo —afirmó, encogiéndose de hombros

casualmente, haciéndome reír. Le di una palmada en su hombro haciéndole reír—.

Te prometo que no dejaré que te haga daño, nunca más. —Besó el lado de mi

cabeza con suavidad, todo su cuerpo tenso. Sabía que Jake siempre se sintió

culpable de que no hiciera algo pronto. No creía que jamás se hubiera perdonado

a sí mismo por ello, pero era una creencia irracional, nada de eso fue su culpa, sin

embargo tomó toda la culpa por no ponerle fin antes de lo que lo hizo. Creo que

olvida que él pasó por eso también, simplemente se preocupa por mí siempre. En

realidad nunca habla del hecho de que probablemente se lesionó el doble de lo

que yo porque siempre me estaba protegiendo. Siempre parece olvidar que era un

niño en ese momento también, que no podía haber hecho nada al respecto de

todos modos porque no era lo suficientemente fuerte.

—Sabes que eres el mejor hermano del mundo, ¿verdad? —dije, sonriendo feliz.

Asintió con la cabeza, sonriendo hacia mí.

—Sí, lo sé —respondió engreídamente, haciéndonos reír de nuevo.

Suspiré, sintiendo el agotamiento filtrándose en mí.

—Me voy a la cama. Buenas Noches, Jake. —Besé la parte superior de su cabeza

cuando fui a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí por el hábito.

Me puse mi pijama y justo cuando estaba a punto de conciliar el sueño, oí mi

ventana abriéndose. Le sonreí felizmente mientras Abby se subió en la cama detrás

de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mí.

—Hola, tú —murmuré soñolienta.

Besó la parte posterior de mi cabeza con suavidad.

—Hola, tú —respondí, mientras me acurrucaba contra ella.

—Te amo, Abby. —Sonreí mientras decía las palabras, simplemente se volvía más

fácil y más fácil decirlo cada vez.

—Te amo más, Ángel. —Suspiré y cerré mis ojos, a la deriva en el sueño, segura y

cálida, envuelta en su abrazo.