La chica que se escabulle por la ventana 13

―¿Quieres que nos besemos? ―provocó, besando mi cuello. Jadeé mientras alcanzaba el sensible lugar cerca de mi clavícula. ―Mmmm ―susurré, deslizando mis manos por su espalda, arañando ligeramente con mis uñas, haciéndola gemir.

Capitulo 13.

Me desperté a las seis cuando mi alarma sonó. Gruñí porque había

olvidado cancelarla. Supongo que no necesito sacarla de mi cama

temprano, ya no. Me di vuelta y abracé a Abby. Siempre dormía a pesar del sonido

de la arma; juro que ella dormiría mientras un terremoto tuviera lugar y no

despertaría. La codeé ligeramente, decidiendo jugarle una broma.

―Seis en punto ―dije, codeándola de nuevo.

Gruñó y lentamente se levantó de la cama, todavía medio dormida.

―Bien, Ángel. Te quiero; te veré después. ―Besó mi frente y salió de la cama, sus

ojos apenas abiertos. No pude evitarlo, rompí en carcajadas. Me miró,

confundida―. ¡Shh! ¿De qué te estás riendo? ―preguntó, frunciendo el ceño,

poniéndose sus jeans.

―De ti ―la provoqué, sonriendo felizmente.

―¿Qué hay conmigo? ¿Qué he hecho? ―susurró, trepando de vuelta a la cama y

arrastrándose sobre mí. Presionó cada centímetro de su cuerpo contra el mío pero

aun así mantuvo su peso lejos de mí de alguna manera. Miró a mis ojos, sonriendo

felizmente por un rato, y luego el entendimiento cruzó su rostro―. ¡Mierda! ¡Tu

hermano sabe! Entonces, ¿por qué diablos me despertaste, Ángel? No tengo que

irme ―lloriqueó.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y la empujé para un largo beso.

―Sólo estaba bromeando. Olvidé cancelar la alarma, así que pensé en usar el

tiempo de más para que pudiéramos besarnos.

Ella sonrió pícaramente.

―¿Quieres que nos besemos? ―provocó, besando mi cuello. Jadeé mientras

alcanzaba el sensible lugar cerca de mi clavícula.

―Mmmm ―susurré, deslizando mis manos por su espalda, arañando ligeramente

con mis uñas, haciéndola gemir. Trepó de vuelta bajo las sábanas y me besó tierna

y suavemente, manteniéndome cerca. No hizo movimiento alguno para llevar las

cosas más lejos que eso, lo que adoré. Ella realmente era adorable.

Salió de mi habitación un poco después de las siete y media. Abby me empujó en

uno de los taburetes de la cocina, sonriendo a sí misma como un gato que ha obtenido el helado.

―Oye, consigo hacerte el desayuno sin que me grites hoy ―dijo alegremente.

Me reí y observé mientras me servía una taza de cereal; sonrió y lo puso frente a

mí, antes de hacer algo de tostadas para sí misma.

―¿No comes cereal? ―pregunté, observándolobservándola zamparse cuatro rebanadas de

tostadas.

Sacudió la cabeza, estirando la nariz.

―No me gusta el cereal; es asqueroso y todo empapado. ―Fingió un

estremecimiento, pretendiendo tener náuseas.

Me reí de nuevo.

―De verdad que eres rara, Abby ―me burlé, sonriéndole.

Sonrió de oreja a oreja.

―Sabes, es algo raro, que seas todas amable conmigo al desayuno.

―Podría ser mala si quieres ―ofrecí, encogiéndome de hombros.

Se rió y sacudió la cabeza.

―No, me acostumbraré a ello con el tiempo. ―Caminó hasta mi lado. Me volví

para verla y puso el cabello detrás de mí oreja, sus dedos demorándose en mi

mejilla, haciéndome sonrojar―. De verdad eres la cosa más hermosa en el mundo

―murmuró. Mi corazón se saltó un latido por la honestidad en su voz, sus ojos

azules penetraban en los míos, haciéndome sentir como la única chica en el

mundo.

―¡Corten esa mierda! Puede que haya dado mi bendición pero no necesito que me

lo muestren en la cara durante el desayuno ―gruñó Jake mientras caminaba en la

cocina para preparar algo de cereal. Palmeó a Abby en la parte trasera de su cabeza al caminar por su lado, como de costumbre.

Todos nos reímos y Abby se paró detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor

de mi cintura, apoyando su cabeza en mi hombro.

―Gracias, Jake. Sé que dijiste que me mantuviera alejada, pero… ―Abby dejó que

las palabras quedaran en el aire, mirando a mi hermano con agradecimiento.

―Lo que sea, Abby. Estamos bien. Solo no nos hagas tener un problema, ¿de

acuerdo? ―respondió Jake, sonriendo amigablemente.

Los brazos de Abby se apretaron a mí alrededor.

―No lo haré. ―Besó mi hombro ligeramente y Jake fingió náuseas, haciéndome

reír.

―Bueno, vamos entonces, tortolitas, supongo que necesitan llegar un poco más

temprano a la escuela para poder anunciarlo juntas ―afirmó Jake, poniendo los

ojos en blanco.

Abby rió y asintió. Jadeé y sacudí la cabeza fieramente.

―¡Imposible! No podemos hacer eso ―dije, mirando a Abby. Lució realmente

herida por alguna razón.

―¿Por qué no? ―preguntó, tomando mi mano y mirándome confundida.

Miré a Jake; a él realmente no le iba a gustar esto.

―Er, bueno, tengo una especie de apuesta. La siguiente en acostarse contigo

ganará total. Realmente necesito el dinero. ―Miré a Abby incómodamente, pero

sólo empezó a reír histéricamente.

Jake casi se ahogó con su bebida.

―¡Imposible! ¡No puedes hacer eso! ―gritó, sacudiendo la cabeza

violentamente―. No quiero saber que ustedes dos están teniendo sexo. ¡No lo

quiero!

Me reí con su enojada y disgustada cara.

―Jake, no estamos teniendo sexo. ―Me encogí de hombros, haciendo relajar su

cara un poco―. Pero cuando lo hagamos, definitivamente quiero ganar la apuesta.

No la ganaré si las personas saben que ya soy su novia. ―Miré a Abby, insegura de

si estaría de acuerdo con esto o no.

―Ángel, no quiero que estés conmigo por alguna apuesta. ―Frunció el ceño,

luciendo un poco herida.

Le sonreí seductoramente.

―¿Crees que esa es la razón por la que voy a querer tener sexo contigo? Confía en

mí, chica mía; no será por el dinero, eso es sólo una ventaja de más.

Se inclinó adelante y puso su boca junto a mi oreja.

―¿Así que cuál será la razón? ―susurró, enviando un escalofrío por mi columna

vertebral.

Me mordí el labio.

―Hmm, no estoy segura pero tendrá algo que ver con que me ruegues de rodillas

―bromeé, sonriéndole con suficiencia.

Se rió y me besó, empujándome cerca de su cuerpo, enviando olas de deseo por

mi torrente sanguíneo. Se apartó para mirarme, la lujuria escrita con claridad a

través de su rostro.

―Te rogaría felizmente justo ahora, sabes.

Palmeé su pecho y di un paso atrás antes de que la arrastrara de vuelta a mi

habitación y rompiera sus sexys jeans y los botones de su blusa negra para ver su

impecable cuerpo.

―Oh, eso lo sé, chica mía. ―Me reí, intentando atrapar mi respiración.

Miré a Jake, que estaba mirándonos fijamente con los ojos muy abiertos, su boca

abierta con sorpresa.

―Chicas, en serio no puedo soportar estas demostraciones de afecto ―dijo,

haciendo una mueca y sacudiendo la cabeza.

―Está bien, las demostraciones terminaron. Sólo creo que deberíamos mantener

esto en secreto por un tiempo. ¿Por qué no conseguir algo de dinero por hacer

algo que eventualmente sucedería, de todas maneras? Así es como yo lo veo

―dije, encogiéndome de hombros.

Abby y Jake se miraron uno al otro.

―Supongo. Pero, ¿podrás ganar? Quiero decir, ¿la apuesta tenía algo que ver con

hacerme terminar con mi novia o algo así? ―preguntó Abby, frunciendo el ceño.

Me reí tontamente y sacudí la cabeza.

―Nop, me aseguré de eso. Definitivamente sólo se trata de la siguiente que te

coja, como tan elocuentemente lo dijeron.

Abby sacudió la cabeza, luciendo un poco disgustada.

―No puedo creer que las chicas hagan ese tipo de cosas.

Jake rió.

―¿Saben qué? Creo que puede que sea el siguiente en anunciar que tengo una

novia. Entonces puedo sólo escoger a alguien y podemos dividir el dinero ―dijo

brillantemente, como si hablara en serio.

Abby tomó mi mano y me empujó hacia la puerta.

―Vamos, lleguemos a la escuela antes de que tu hermano tenga otra idea

brillante. ―Rió, sacudiendo su cabeza hacia Jake.

Abby me guiñó un ojo por el espejo mientras entrabamos al estacionamiento.

Había más chicas de lo normal esperándo. Todas fueron directamente a ella tan

pronto como su puerta fue abierta. Jessica, como de costumbre, estaba al frente.

Me reí.

―Buena suerte, novia ―me burlé, guiñándole mientras me alejaba, balanceando

mi trasero a propósito. Sabía que estaba observándome. Cuando llegué a la puerta

miré atrás sobre mi hombro para verla empujar los brazos de una chica lejos de ella, una expresión de mal gusto en su cara. Debió haber tenido a veinte cinco chicas rodeándole, lucía verdaderamente enojada. Me reí y fui a encontrar a mis amigos;

como de costumbre, estaban por los casilleros.

―Hola, chicos ―dije alegremente, cuando los alcancé.

―¡Guao, alguien está de buen humor hoy! ¿Alguna razón en particular?

―preguntó Sean, luciendo confundido por mi rostro feliz.

―Nop, ninguna razón en particular. Sólo vi a Abby ser acosada por cerca de veinte

cinco chicas. Se ve verdaderamente irritada por eso, fue muy gracioso ―expliqué,

sonriendo salvajemente. Justo entonces, ella caminó más allá de mí con Jake. Tenía a una chica coqueteándole a cada lado, y aproximadamente otras diez caminando

detrás de ella. Rompí en carcajadas y me lanzó una oscura mirada, haciéndome reír

más fuerte.

―No me sorprende que tenga a todas esas chicas detrás de ella. ¿Sabes en cuanto

está la apuesta ahora? ―preguntó Kate, sonriéndome con suficiencia.

Asentí.

―Sí, lo sé. Sarah me dijo que está como en ochocientos dólares o algo así. No lo

puedo creer. ―Sacudí la cabeza desaprobadoramente, e intenté no imaginar lo

que se sentiría ganar esa cantidad de dinero.

Kate, Sarah y Sean intercambiaron una mirada, antes de romper en risas.

―No, ese era el total de ayer. Hoy está a cerca de cuatro mil doscientos ―dijo

Kate. Sentí el color drenarse de mi cara mientras mi corazón se hundía. ¡Santo

cielo! Eso es como, ¡oh, Dios, ni siquiera puedo definirlo! ¡Son como doscientas

chicas, todas queriendo acostarse con mi novia!

—¡Oh Dios mío! ¿En serio? —pregunté mientras tragaba el nudo que rápidamente

estaba formándose en mi garganta. La idea de todas esas chicas lanzándose a sí

mismas hacia mi chica, literalmente me hizo sentir un poco enferma. Kate asintió y

parecía un poco comprensiva; como si supiera lo que yo estaba pensando. Sarah y

Sean sólo parecían emocionados porque obviamente no tenían ni idea de que yo

estaba con Abby. Afortunadamente, la campana sonó, así que todos no dirigimos a

clases.

A la hora de comer comenzaría a hacer mi jugada por Abby. La gente necesitaba

ver que al menos lo estaba intentando. No podía sólo anunciar que había dormido

con ella, así que necesitaba que la gente me viera haciendo el esfuerzo. No lo había

hablado con Abby, pero un pequeño coqueteo inofensivo en el almuerzo no

debería ser tan difícil. Mientras llevaba mi bandeja de comida a través de la

cafetería a nuestra mesa habitual, me volteé hacia mis amigos.

—Chicos, voy a hacer mi jugada por Abby para la apuesta. Sentémonos con mi

hermano hoy, ¿sí?

Kate me dio una mirada de complicidad y me guiñó el ojo y nos dirigimos hacia la

mesa en la cual se encontraba mi Jake. La mesa de mi hermano estaba casi llena de chicas, todas ellas coqueteando desvergonzadamente con Abby. Sonreí ante su expresión; parecía incluso más enfadada ahora que antes. Miré a la chica sentada al lado de Abby; ella había terminado su almuerzo y estaba mirándola fijamente, con una expresión coqueta en su rostro.

—Oye, Sally. Escuché que alguien golpeó tu auto en el estacionamiento, ¿fue

mucho el daño? —pregunté inocentemente.

Ella jadeó y se puso de pie de un salto.

—¡Mierda! ¡Es el auto de mi mamá! —gritó, mientras se volteaba y echaba a correr.

Escuché a mis amigos echarse a reír detrás de mí mientras se sentaban en la parte

más alejada de la mesa.

—Hola, Abby. —Le sonreí mientras me dejaba caer en la silla al lado de ella.

—Hola, Ángel —respondió, sonriéndome. Miré alrededor para ver si estaba

recibiendo miradas mortales de todas las chicas cerca, obviamente porque ya me

había ganado una sonrisa—. ¿Alguien golpeó el auto de Sally? —preguntó,

comiéndose su sándwich de atún.

Me encogí de hombros y sacudí la cabeza.

—Nah. Sólo lo dije porque quería sentarme aquí.

Se echó a reír.

—Sabía que me deseabas —bromeó, guiñándome un ojo.

—Bueno, quién no lo hace —respondí, sonriendo y mirando alrededor de la mesa a

las chicas que estaban tratando de matarme con los ojos. Agarré mi botella de

agua y fingí tratar de abrirla—. Abby, ¿puedes abrirla por mí? —pregunté, haciendo

pucheros ligeramente.

—Ángel, si sigues haciendo pucheros, el viento cambiará y te quedarás atorada así

—bromeó, sonriendo y quitándome la botella. La abrió fácilmente y me la pasó de

nuevo.

—Gracias. —Sonreí, haciendo caso omiso de su comentario—. Vaya, nunca me di

cuenta lo fuerte que eres. Debes ejercitarte un montón, ¿eh? —ronroneé,

deslizando mi dedo hacia abajo por sus bíceps, mordiéndome el labio

seductoramente. Me miró con lujuria, con los ojos fijos en mi boca. Sólo a partir de

la expresión de dolor en su rostro, podía decir que quería darme un beso. Ella no

respondió—. ¿Entonces? ¿Te ejercitas mucho? Porque debes hacerlo, quiero decir,

tu cuerpo es, mmm… —Mi voz se desvaneció, y la examiné lentamente.

Tragó. —Er, supongo, sí un poco —murmuró, todavía mirándome un poco

sorprendida y desconcertada.

No quería que esto llegara demasiado lejos, por el momento sólo estaba

estableciendo el escenario para mi victoria. Rompí el contacto visual y comencé a

comerme mi comida, lentamente, dejando que el tenedor se quedara en mi boca

más tiempo del necesario.

—Oh Dios —gemí, cerrando los ojos mientras masticaba lentamente—. Esto está

tan bueno —jadeé. La escuché gemir en voz baja a mi lado y supe que mis ruidos

sexuales estaban llegándole. La miré—. Abby, deberías probar esto —ronroneé

seductoramente. Ella tenía una expresión adolorida en su rostro mientras me miraba fijamente con la boca ligeramente abierta. Sacudió la cabeza un poco, como si estuviera tratando de alejar un pensamiento y yo me tragué una risita. Oh mierda, iba a hacerme pagar por esto más tarde.

—Er, OK sí —dijo. Sonreí y agarré un tenedor lleno de mi pasta y lo guié hacia su

boca para alimentarla.

Un pedacito de pasta cayó del tenedor a sus pantalones.

—¡Oops, lo siento tanto! —Hice una mueca, mirándola a modo de disculpa.

—No te preocupes por eso, Ángel. —Me sonrió y lo sacudió con su mano.

OK, ¡podía hacer que esto funcionara a mi favor! Agarré una servilleta y le limpié

los pantalones con ella. Era a medio muslo así que me aseguré de limpiar

sólo un poco más arriba, mientras la miraba a través de mis pestañas. La escuché

tragar audiblemente .

—Ahí. Listo —coqueteé.

—Er… Gracias —murmuró, cerrando los ojos y suspirando.

Sonreí triunfalmente. ¡Ja! ¡Tomen eso, chicas! Miré alrededor de la mesa para ver si

todas estaban mirándome. Ya sean expresiones sorprendidas o enojadas estaban

pegadas a cada rostro femenino. Solté una risita, y le guiñé el ojo a Jessica quien se

había vuelto roja por el enfado.

—Mejor me voy. Tengo que hablar con la Sra. Francis acerca de mi proyecto

científico —dije, levantándome y sonriendo de oreja a oreja.

Abby agarró mi mano y me jaló de nuevo hacia el asiento.

—¿Qué fue eso? —preguntó, luciendo ligeramente confundida.

Me encogí de hombros y le sonreí.

—¿No tengo permitido ser amigable contigo, Abby? Quiero decir, eres la mejor

amiga de mi hermano después de todo. Siempre estás pasando el rato en mi casa

así que sólo pensé que debería ser cortés.

—Cortés, claro —contestó, sonriéndome.

Le lancé un guiño y me levanté para ir con mis amigos. Cuando pasaba junto a

Jessica y las porristas me incliné hacia abajo y le susurré al oído.

—Supera eso —me burlé, partiéndome el culo de la risa.

Agarré la mano de Kate, haciéndola caminar un poco por delante de Sarah y Sean

quienes estaban conversando algo sobre una galería de arte a la que Sarah quería

ir el fin de semana. Sarah estaba un poco chiflada por el arte.

Suspiré felizmente y nos dirigimos hacia los casilleros. Agarré

todos los libros que necesitaba para la tarde, metiéndolos en mi bolso—. Sólo

necesito decirle a Jake que lo veré en casa. Te veré en clases —expliqué, volteando

en dirección al casillero de Jake. Divisé a Jake y a Abby conversando con algunos de sus otros amigos —. Hola, chicos —canturreé a medida que me

acercaba a ellos. Todos me miraron, sabía que le gustaba a algunos de los chicos; era obvio por la forma en que me miraban fijamente. Sin embargo

nunca ninguno hacía un movimiento… eso probablemente era obra de Jake.

—Hola, Amber. ¿Cómo estás? —preguntó Casey, examinándome lentamente.

—Bien gracias, ¿y tú? —pregunté educadamente.

—Mucho mejor por verte —respondió, sonriéndome.

Jake le dio un puñetazo en el brazo, haciéndome reír.

—Amigo, ¡hermana menor! —chilló furiosamente.

—Jake, sólo quería decirte que no iré a casa contigo esta noche. Kate necesita que

vaya con ella a hacer algo después de la escuela. Simplemente te veré en casa más

tarde —dije, sonriendo. Pude ver a Abby frunciendo el ceño luciendo un poco

decepcionada.

—Bueno, tengo trabajo esta noche, así que habría sido Abby quien te llevara a casa

de todas formas —respondió Jake, encogiéndose de hombros casualmente.

Miré a Abby y sonreí.

—Cierto, sí, lo olvidé. Bueno, lamento perderme eso. —Ella me regresó la sonrisa y

mi corazón casi se detuvo porque era tan Hermosa. Me giré para irme caminando

antes de detenerme de nuevo, con una idea formándose en mi cabeza. Volteé de

nuevo hacia ella y la miré, burlonamente—. Oh, por cierto, Abby, el bote va por más de cuatro mil dólares ahora. Eso son más de doscientas chicas.

Sus ojos se ensancharon.

—No me jodas, ¿en serio? —preguntó, luciendo sorprendida, y francamente, un

poco asustada. Jake estaba partiéndose de la risa, y los otros chicos a nuestro

alrededor estaban mirándonos como si nos hubiésemos vuelto locos.

—En serio —confirmé, guiñándole un ojo a Abby y alejándome, riéndome de su

cara de disgusto.

Horas más tarde..

―¡Vaya, no puedo creer que vayas a tener relaciones sexuales con Abby Miller!

―chilló ella, emocionada.

―Todavía no lo hago. Necesito saber que puede esperar por mí. No estoy lista

para eso aún ―le dije con sinceridad.

―Ella va a esperar por ti. Se ve que está loca por ti. ―Kate sonrió feliz y suspiré.

Realmente esperaba que eso fuera cierto. Kate me dejó en casa.

Jake aún estaba en el trabajo, así que me hice un sándwich y me senté a la mesa

para hacer mi tarea. Una vez que hube terminado, miré el reloj. No era sino las

ocho; tenía una hora más hasta que Jake volviera a casa.

Sonreí y agarré mi teléfono, marcando a Abby, apenas capaz de contener mi

emoción.

―Hola, ángel ―respondió ella, sonando ridículamente feliz.

―Hola. ¿Quieres venir? ―le pregunté, mordiendo mi labio de entusiasmo.

―Claro que sí. Ahí estaré ―respondió y colgó. Corrí a mi habitación para

comprobar rápidamente mi cabello. Me reí de mí misma cuando me di cuenta que

me había convertido en una de esas chicas que pensaban que tenían que verse

perfectas para ella. Volví a la sala de estar, al mismo tiempo en que ella entró por la

puerta delantera.

―Hola. ―Sonreí.

Ella me arrastró en sus brazos y me besó con pasión, haciendo que mi corazón se

acelere y mi estómago aletee. Después de un rato se apartó.

―Hola ―suspiró, haciéndome temblar de felicidad―. Así que, ¿dónde estabas? Te

extrañé ―murmuró, poniendo su rostro entre mi cabello y respirando

profundamente.

Me reí y me aparté.

―Vaya, ¿qué? ¿Eres una especie de espeluznante Mujer que huele el cabello?

―bromeé, tomando su mano y arrastrándola hacia el sofá y empujándola hacia

abajo.

Ella se rió y se apoderó de mi cintura, y me atrajo a su regazo de modo que estaba a horcajas sobre ella.

―Te he echado mucho de menos hoy. Odiaba verte y no ser capaz de tocarte.

Además, ¿qué diablos fue eso en el almuerzo? ¿Te gustó burlarte de mí?

―preguntó, frunciendo el ceño.

Pasé mis manos por su cabello castaño , y me reí con aire de culpabilidad.

―Tengo que preparar el terreno para mi victoria. No puedo aparecerme frente a

Jessica y ser toda: “sí, he ganado la apuesta, ¿cierto?” ―le pregunté inocentemente.

Negó con la cabeza, todavía con el ceño fruncido.

―Pero eso fue exagerado. Quiero decir, ¿sabes lo difícil que fue para mí no saltarte

encima? ―bromeó.

Asentí con la cabeza y me mordí el labio para no reírme.

―Oh sí, me di cuenta de que fue difícil para ti ―me burlé, alzando las cejas a

sabiendas, haciéndole reír.

Empujó mi rostro hacia abajo al suyo de nuevo. Sonreí contra sus

labios y me sentí más feliz de lo que había estado en años, ella era demasiado dulce. Sólo rezaba que estuviera lista pronto, antes de que se aburriera o desesperara y se fuera corriendo tras esa cualquiera Jessica.

Después de besarnos y abrazarnos alrededor de una hora escuchamos un coche en

la calle.

―Maldita sea, debe ser al auto de Jake ―susurré, tratando de alejarme de Abby.

Me senté, alisando mi cabello, con la esperanza de que no se viera como si

hubiéramos estado ligando durante la última hora.

Abby se rió y tiró de mí hacia abajo en el sofá con ella.

―Jake puede manejar esto. Vamos, tiene que acostumbrarse a esto con el tiempo.

Él va a vernos besándonos de vez en cuando ―dijo, riendo entre dientes en mi

cuello. Sonreí mientras entretejí mis dedos en su cabello, oí la puerta abrirse y Abby levantó la cabeza para mirar, con una pequeña sonrisa en el borde de sus labios.

De hecho, creo que ella estaba disfrutando molestar a Jake.

―¡Oh, vamos, chicas! En serio, ¿qué he dicho esta mañana sobre las muestras de

afecto públicas? ―Se quejó Jake, arrojando las llaves sobre la mesa.

Abby gimió y puso los ojos en blanco mientras se incorporaba, empujándome a

sentarme junto a ella.

―¿Mejor? ―preguntó, sonriendo con malicia.

Jake suspiró y puso los ojos en blanco también.

―Voy a acostumbrarse a esto, supongo ―se quejó. Abby me sonrió y no pude

evitar sonreírle de vuelta. Ella echó su brazo sobre mi hombro y me tomó de la mano con su otro brazo, jugando con mis dedos.

Jake entró y se dejó caer en el sofá de enfrente, mirándonos con mal humor. Me reí

de su expresión de contrariedad y me levanté.

―Voy a ir a hacer mi tarea. Ustedes, pueden entretenerse a sí mismos por

un tiempo, ¿verdad? ―Les sonreí. Tenía la sensación de que

necesitaban un poco de tiempo de “vinculación Amiga” después de las

revelaciones de anoche. Jake y Abby eran los mejores amigos después de todo.

―Sí. ¿Quieres jugar a Halo, Jake? ―preguntó Abby con entusiasmo. Jake se levantó

para configurarlo y me sonreí secretamente feliz. Sí, volvieron a la normalidad.

Agarré la bolsa de papel marrón y me dirigí a mi dormitorio, riendo.

Ya había hecho mis deberes, así que decidí que un largo y agradable baño de espuma en la bañera sería bueno. Preparé un baño y añadí una gran cantidad de burbujas, antes de agarrar un libro y meterme en la bañera. Me perdí en la historia.

Estaba tan absorta en la historia que no oí la puerta abrirse.

―Bueno, eso sí que es sexy ―ronroneó Abby desde la derecha junto a mí.

Grité y casi dejo caer el libro en el agua.

―¡Mierda! ¡Casi me das un infarto, Abby! ―grité, tratando de calmar mi corazón

que estaba tratando de romper mis costillas. Llevé mis rodillas hasta mi pecho y

traté de ocultarme de modo que pudiera ver nada inapropiado. Por suerte para mí,

todavía había bastantes burbujas que ayudaron.

Se echó a reír.

―Lo siento. Oye, ¿puedo entrar? ―bromeó mientras se arrodillaba junto a mí y

puso sus dedos en la bañera. Los sacó de forma rápida y meneó la cabeza―.

Olvídalo. ¡Eso está jodidamente helado! ―Frunció el ceño y se secó la mano en la

toalla.

―Abby, ¿podrías salir de aquí? ¡Esto no es divertido! ―grité, sonrojándome.

Puso su sonrisa un poco engreída y se inclinó para besar mis labios sólo por una

fracción de segundo antes de que se volviera y regresara a la puerta.

―Estaba bromeando. En realidad no me di cuenta de que estabas aquí. Aunque,

deberías salir, esa agua está muy fría. ¿Has estado ahí todo este tiempo?

―preguntó, sacudiendo la cabeza.

―Está un poco fría ―admití. Ahora que estaba fuera de la historia ni siquiera me di

cuenta que la bañera estaba como piedra fría y tenía piel de gallina por todas

partes. Abby sonrió y se volvió de nuevo a mi habitación, cerrando la puerta para

darme un poco de intimidad. Saqué el tapón y lancé mi libro a un lado mientras me

ponía de pie. Agarré la toalla del borde y la envolví alrededor de mí con fuerza. Me

di cuenta al salir de la bañera que no había traído nada de ropa aquí para

cambiarme. En realidad estaba muy frío, y mis dientes castañeteaban. No podía

quedarme aquí toda la noche, simplemente tendría que ir a buscar un pijama. No

era gran cosa; Abby me había visto en una toalla antes.

Cuando entré en mi habitación me di cuenta de que estaba descansando en mi

cama.

―Hola ―dije, sintiéndome un poco incómoda, a medida que me ponía un par de

pantalones cortos debajo de la toalla.

―Por Dios, Ángel, podría haberte dado hipotermia o algo así ―me regañó,

mirándome con preocupación. Me agarró de la mano y me llevó a la cama,

sentándome en el borde cuando ella entró en el cuarto de baño, volviendo con otra toalla. Frotó mis brazos y hombros, secándome rápido.

Estaba contenta que decidí no lavarme el cabello, en cambio, poniéndolo en un

moño desordenado, de lo contrario eso me habría hecho tener aún más frío.

Envolvió su brazo alrededor de mí, poniendo cada uno de mis dedos arrugados

como ciruelas en su boca, calentándolos de uno en uno a la vez. ¡Oh, Dios mío, eso

es sexy! Incliné mi cabeza y la besé, al parecer atrapándola por sorpresa. Después

de uno o dos segundos, respondió, besándome de vuelta. Mordí su labio

suavemente y ella abrió la boca, permitiéndome deslizar mi lengua en ella. Gimió

desde la parte posterior de su garganta y envolví mis brazos alrededor de su cuello,

sujetando su cabello rudamente, tirando ligeramente de él. Me llevó más cerca,

profundizando el beso. Después de lo que pareció una eternidad, pero aun así no

fue lo suficientemente largo, se alejó respirando pesadamente. Sus labios no

dejando mi piel, sin embargo, en cambio, besó mi cuello, succionando la piel cerca

de mi clavícula, haciéndome jadear y retorcerme.

Todavía estaba helándome y mis dientes empezaron a castañetear de nuevo,

arruinando el momento. Se retiró entre risas.

―Vamos a ponerte debajo de las sábanas y así puedas entrar en calor.

―Abby, si quieres que me caliente, todo lo que necesitas hacer es quitarte la ropa

―ronroneé, mordiéndome los labios y mirándola por encima.

Se rió y rodeó sus brazos alrededor de mí.

―Ángel, no podrías estar más caliente, confía en mí. Eso sería ilegal ―respondió,

besándome otra vez. Me quité la toalla húmeda y la arrojé en el piso mientras ella

me levantaba. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras me cargaba

hasta el final de la almohada y sacaba la colcha, subiéndose en la cama conmigo

todavía unida a su frente como un mono bebé. Empujó la colcha por completo a lo

largo de nuestras cabezas y se apartó de nuevo para hablar conmigo en la

penumbra―. Te he echado de menos esta noche. ¿Por qué no te quedaste a jugar

con nosotros? ―preguntó de mala gana.

―Pensé que tú y Jake necesitaban un poco de tiempo juntos. Realmente no has

hablado con él por tu cuenta desde que se enteró de nosotras. Él sigue siendo tu

mejor amigo, así que sólo vamos a tener que encontrar un equilibrio. No puedes

pasar todo tu tiempo tratando de meterte en mis pantalones, sabes ―bromeé.

―Pero me encanta intentar meterme en tus pantalones ―se quejó en broma,

dándome la cara cachorrito, haciéndome reír. Estaba calentándome ahora. Su calor

corporal palpitante en mí y nuestro aliento caliente entremezclándose bajo el

edredón, lo hacía todo parecer casi humeante al debajo. Por otra parte, podría

haber sido sólo la pasión que sentía ardiendo dentro de mí―. Supongo que tienes

razón. Jake estuvo bien esta noche, en realidad dijo que era agradable verte feliz,

por lo cual me llevó todo el crédito por supuesto ―dijo engreídamente.

―¿Todo el crédito? ¡Vaya, ese un ego desmesurado el que tienes allí! ―bromeé

con una sonrisa

―¡Es mejor que no estés desnuda con mi hermana pequeña, Miller! ―gruñó Jake

de advertencia desde la cercanía de la puerta.

Abbby empujó la colcha fuera de nuestras cabezas, sonriendo con aire de

culpabilidad.

―Jake, amigo, un poco de advertencia más estaría bien.

―Oh, Jake, ¡contrólate! ¿Qué quieres? ¿Y alguna vez has oído hablar de tocar?

―pregunté, empujando la colcha más atrás para que pudiera ver que tenía una

camiseta puesta.

―Toqué. Simplemente no escucharon a través de todo el coqueteo ―respondió,

sonriendo. Todos nos reímos y Jake negó con la cabeza―. De todos modos, sólo

quería decirte, Ambs, que mamá regresa a casa el domingo.

Sonreí; no había visto a mi madre en tres semanas.

―¿Sí? ¡Impresionante! ―exclamé con mucho gusto.

Jake asintió con la cabeza, su sonrisa a juego con la mía.

―Sí. Bueno, está bien, voy a la cama. Mantengan el ruido bajo por aquí; no quiero

saber nada.

Me eché a reír y no pude resistir burlarme de él un poco más.

―Jake, tal vez quieras tomar prestado mi iPod, estamos calentando para la apuesta

―bromeé, guiñándole un ojo.

Abby se echó a reír y Jake simplemente me miró fijamente, sacudiendo la cabeza

con desaprobación, cerrando la puerta detrás de él.

―Ángel, eres demasiado divertida ―dijo Abby, besando mi cuello.

―Cállate, MILLER ―contesté, imitando el tono bromista de Jake.