La Chica del Vestido Blanco

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Estaba segura que en cuanto la llave terminara su circular recorrido dentro del seguro de la puerta no habría marcha atrás, giro la manilla con la mano temblándole esperando que no fuera tan notorio.

-pasa adelante- y su sonriente compañera entro en cortos pasos - ¿te gustaría algo de beber? - pregunto cerrando la puerta tras sí, con más fuerza de la que necesitaba. Sus mejillas se tornaron rojas, se sentía más torpe de lo normal de ese día.

-no gracias - giro sobre su propio eje admirando el lugar - Alba tu casa es hermosa- Alba regreso la sonrisa un tanto triste, realmente le gustaría decir que aquel lugar era verdaderamente su casa. Con un gesto de su mano le invito a quitarse el abrigo para poder colgarlo, en cuanto lo hizo y dejo ver su silueta mordió sus labios dándole la espalda para quitarse su propio abrigo –me encanta como se te ve el blanco…- la escucho comentar tras de sí, alabando el vestido blanco que llevaba puesto . Alba Había pasado por ella justo al salir de la oficina, no lo pensó mucho o terminaría en no hacerlo como tantas otras veces.

Alba la miro y admirando también su vestimenta termino por provocarle una pequeña risa a la chica. Fue sincera en cuanto lo dijo, pero cierto era que no parecían combinar, la chica iba totalmente deportiva y despreocupada. Justamente era esa forma de ser despreocupada lo que finalmente la había echo tomar la decisión.

La chica con un paso desgarbado siguió a su anfitriona que le mostro una pequeña pero acogedora sala con tonos marrones y beige donde estaba un tv pantalla plana de típico que ya se encontraba en todas las casas, le señalo un pasillo por donde se iba hacia las habitaciones donde le pareció que alba apuro el paso de sus tacones. Finalmente la llevo a la cocina, le recordaba mucho a la misma Alba; elegante, pequeña y blanca con todo lo necesario para ella.

-muy bien manos a la obra- aplaudió con sus manos -¿Qué vamos a preparar?- Alba sintió un balde de agua fría por el cuerpo, no tenía nada preparado ni pensado. Se acomodó el vestido y de una entereza de la cual se había formado durante todos años, camino al refrigerador sacando lo primero que su mano alcanzo.

-¡pescado!- exclamo cual científico hace un descubrimiento.

- ya…vale… ¿y con qué?- le respondió recordando la llamada que le hizo su anfitriona anteriormente, bastante emocionada por una receta que quería aprender .

-con…hee ¿calabacín? - dijo sacándolo también del refri, se maldijo así misma mentalmente por haber hecho las compras de aquella semana.

La chica le sonrió de medio lado pasándose sus dedeos entre cabello oscuro y sedoso. Así mismo como dijo se pusieron a la obra, le enseño Alba como debía limpiar el pescado, sacarle la mayor parte de espinas posibles mientras ella misma se encargaba de los calabacines y buscaba especias entre los gabinetes de la cocina. Para desgracia de su anfitriona su torpeza se hizo presente y ya para ese momento estaba segura que no dejaría de hacerlo en toda la velada, el precioso vestido blanco que había alabado fue ultrajado por el pescado.

Alba se disculpó, se retiró rápidamente a las habitaciones para cambiarse –coño, mierda ¡joder! - se repetía por todo el pasillo provocando una carcajada en la joven que escuchó su soez murmuración. Cuando estuvo en su frente a su ropero aguanto unas lágrimas de desesperación que luchaban por salir, no podía arruinar su perfecto delineado negro. No solo olvido hacer las compras, olvido por completo llevar la ropa a la lavandería. Aunque tenía algunos de sus preciosos vestidos blancos aun inmaculados le pareció exagerado salir así para su visita.

Termino por salir por salir con una antigua y desgastada camiseta suya que no hacía para nada juego con un pantalón de dormir, encontró ambos en lo más recóndito de su viejo armario.

-¡hey Barbie girl!- le dijo sonriente, haciendo alusión a lo que decía la desgastada camiseta, alba apuño sus labios y frunció el entrecejo –oye a mí me gustaba cuando era una niña - suavizo un poco su expresión dura aunque sabía que en el fondo mentía, no se la imaginaba para nada como una Barbie entre sus manos, tal vez una de tamaño real. Ese pensamiento tonto le dio una punzada de celos -¿podrías darme algo de café?- le extendió sus manos sacándola de sus pensamientos. Ese día alba aprendió muchas cosas, entre ellas que el café molido era excelente para quitar el olor a pescado.

Esparció en sus manos abiertas aquel oscuro elemento con ayuda de una cucharilla y ahora sin sus tacones, teniendo a la chica tan cerca se dio cuenta de lo alta que esta era.

-Paula yo…- comenzó hablar mientras esta le daba la espalda para lavarse las manos que ahora tenían un tono marrón. Trago saliva estaba titiritando de los nervios para cuando la chica la encaro con sus ojos pardos - no te traje por las clases de cocina…yo- no termino la frase, paula se inclinó para besarla y con suma facilidad la cargo por su cadera haciéndola atenazarse a su cuerpo con sus piernas. La recostó de la pared más cercena, devorando su boca sin intenciones de separarse –paula…- suspiro su nombre en cuanto la dejo respirar.

-estaba esperando que lo dijeras desde que llegamos…- volvió a besarla y sujetándola fuerte camino de regreso al pasillo que llevaba a las habitaciones, entrando en la que por la forma de la puerta le pareció la principal. Cuando alba abrió por fin los ojos recostada en la enorme cama con la chica sobre ella, se percató dónde estaba y sintió un nudo en su garganta, mas no pudo decir algo siendo su boca nuevamente atacada. Su atacante solo se detuvo cuando un sonido que solo podía describir como “molesto” comenzó hacerse eco desde alguna parte de la casa.