La Chica del Vestido Blanco 2

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Trago pesado y miro durante unos segundos el emblema metálico que marcaba el número de la puerta frente a ella. En un movimiento que sintió más pesado de lo que realmente era, toco repetidamente con uno de sus puños en la madera. Le pareció escuchar una voz distante y luego unos pasos justo antes de que apareciera frente a ella una empapada paula, secando su cabello con una toalla.

-hola… ¿te pillo en mal momento? – paula le sonrió socarrona y su corazón se detuvo un poco cuando sus ojos la miraron de arriba abajo con descaro.

-hola… ¿Por qué siempre vas tan bonita? – dijo ignorando su pregunta y provocando un rubor en las mejillas de alba, quien parecía haberse quedado sin palabras – ¿quieres pasar? – Alba asintió, se adentró en la casa en silencio escuchando la puerta cerrar detrás de si –lo siento por destilar agua- continúo hablando paula –hoy tuve la maravillosa idea de ir la universidad caminando- Los labios de Alba formaron una mueca intentando contener una risa, había sido un día bastante lluvioso y helado, ella misma llevaba un abrigo sobre otro de sus delicados vestidos blancos. Paula paso junto a ella mientras se dedicaba a observar el lugar, era más grande que su casa y mucho más abierto, pudiendo ver sin dificultad la cocina, con un color gris acompañado de un simple azul.

La anfitriona regreso, situándose a sus espaldas, colocando sus manos en sus hombros, se tensó con el contacto mientras retiraba su abrigo y deseo con todas sus fuerzas que no notara su piel erizarse.

  • ¿quieres agua? - le pregunto colocando el abrigo en un perchero junto a la puerta, alba solo asintió y paula volvió alejarse con su caminar desgarbado, pasando a sala adentrándose a la cocina. Sonrió para sí, recordando como la última vez que se vieron y parecía repetirse todo, solo esperaba que no terminara igual. No espero que se volviera y se sentó en un gran sofá de cuero oscuro, alisando su vestido.

  • ¿no están tus padres? – volvió hablar cuando paula le entrego el vaso sentándose a su lado, miro como dudo en responderle

  • vivo sola…- se encogió de hombros – y tu si vives con tus padres…- le sonrió fijándose en como alba pasaba sus manos por el dobladillo del vestido que cubría sus muslos –no me esperaba tener que salir huyendo de tu casa por ellos…-

Alba bajo la mirada, era cierto que ella sabía que justo ese día no tendría demasiado tiempo, pero no quería esperar más, tampoco pensó que cocinar les llevaría demasiado tiempo. ¿a quién quería engañar? Fue su culpa por darle largas, mordió su labio inferior con fastidio recordando como tuvo que separarse de una apasionada paula cuando empezó a sonar la alarma que había programada en su móvil; tenía solo unos quince minutos antes de que llegaran sus padres. con cortos empujones hacia la salida de su hogar y disculpas, se despidió de ella, prometiéndole que volverían a verse.

-por un momento pensé que eras casada- hablo paula, la miro incrédula parpadeando un par de veces y luego se rio

-no estoy pasando por un buen momento… y ese día estaban fuera, bueno ellos no entenderían. – comento pausadamente para luego beber un buen trago del agua hasta dejar el vaso vacío – entonces ¿aquí es donde traes a tus conquistas? - cambio el tema de manera menos delicada sí, pero solo quería salir de él.

  • eres la primera chica que viene aquí- le sonrió desafiante - ¿y tú siempre llevas a chicas a casa? - le regreso confiada la estocada reclinándose del todo en el sofá sin apartar la mirada de su invitada.

-no…no suelo llevar chicas a casa- ahí estaba el tema temido otra vez –no suelo salir con chicas…- Paula la miro atenta –¿a ti siempre te gustaron las chicas? -

-jamás mire a un chico- le respondió sin pensarlo

-y a qué edad.... bueno...ya sabes? – se removió inquieta y Paula no pudo evadir la mirada de ternura que aquello le provocaba.

-a los 18- se acercó para peinar con sus dedos el corto flequillo ladeado del oscuro cabello de su invitada, sin darse cuenta termino por pasarlos por la parte de arriba donde era más largo, por la parte trasera muy corta, sin llegar al rapado y terminando en la nuca. Le encantaba ese corte y en contraste que hacía con su cabello largo – ¿te gustaría una cerveza? – pregunto y Alba que se había quedado inmóvil a su frio toque solo se limitó a sentir.

Una cerveza tras otra se hicieron preguntas, se cuestionaron, estuvieron de acuerdo. Alba le hablo de tu trabajo en la agencia de publicidad donde ya la había recogido anteriormente, como se desempeñaba queriendo morir de vez en cuando en el departamento creativo. Paula en cambio expreso que en la facultad de economía se sentía de hecho muy bien, sorprendió a su invitada colocando una suave melodía para el ambiente, por alguna razón la veía como una chica de rock pesado. en algún punto cayendo la noche estaban en ese momento donde el alcohol hace reír a las personas de todo y de nada.

-entonces a qué edad… ¿ya sabes? - le regreso divertida la pregunta que le había hecho hacia algunas horas, mientras estaban sentada una junto a la otra rosando a penas sus piernas – si es que ha pasado- Alba fingió falsa indignación mientras bebía otro trago.

-por supuesto que ha pasado…-

  • ¡permite la duda ante las pruebas! - le respondió antes de volver a reír - ¿Por qué alguien como tu está sola? –

-por reprimida tal vez…- soltó sin más, sonriendo tristemente para sí misma.

Paula la miro fijamente, tomo de sus manos la botella a medio tomar y la coloco junto a la suya en el suelo. Se acercó y tomándola firmemente por la cintura, la beso. Ansiaba ese beso desde que había pasado por el umbral de la puerta y ansiaba mucho más desde su último encuentro. Derribo a la risueña pelicorto en el sofá, colocándose sobre ella posicionando sus manos a cada lado de su cabeza, sus ojos oscuros la observaban nublados.

-una reprimida no podría hacer esto- le sonrió

-eres mala- le sonrió de regreso

  • ¿quieres que sea mala contigo? –

-muy mala…-y esa frase era todo lo que Paula necesitaba. La tomo de sus caderas haciéndola girar y queda boca abajo en el sofá, separo sus piernas tanto como pudo y arrodillada entre ellas paso sus uñas a lo largo hasta llegar límite del vestido. Alba se mordió los labios al percibir como el par de manos subió levantando su vestido dejando su trasero expuesto para luego ser apretado.

  • ¿eso es todo lo mala que puedes ser? – dijo para luego jadear al recibir un azote un tanto fuerte de las manos que en un principio la acariciaban, hundió su rostro en el asiento del sofá.

Paula seguía absorta en su deseo y su tarea, se acercó al glúteo que había azotado acariciando con sus labios la enrojecida piel, con una mano tomándola desde su bajo vientre la levanto lo suficiente para subirle más el vestido. Alba entendió lo que quería y despegando su cuerpo del sofá la ayudo a sacárselo por completo dejándolo tirado frente a ella en el reposa brazos del sofá. Paula pasa sus manos por su desnuda espalda hasta llegar una vez más a su trasero para azotar a un más fuerte su otro glúteo, escuchándola quejarse, pero levantándolo consciente o inconscientemente; Tomándola de sus caderas la obliga separarse del sofá, ahora sosteniéndose con sus manos y sus rodillas.

  • ¿Qué me vas hacer? - pregunta en un susurro cerrando sus ojos sintiendo otro azote.

  • lo que me pediste- respondió Paula en el mismo tono, apartando el pequeño hilo que llevaba, pasando por primera vez un par de dedos entre sus pliegues y robándole una especie de ronroneo-…estas tan húmeda- se inclina sobre su espalda besando donde lograba alcanzar, haciéndola sentir la tibieza de sus labios. Con la mano aun en su vulva acariciándola con la punta de sus dedos la penetro lentamente mientras la escuchaba gemir. Ese gemido había despertado algo primitivo dentro de ella, teniendo un arrebato derribándola una vez más sobre el sofá, mordiendo uno de sus hombros haciendo sus penetraciones más rápidas. La pelicorto arañaba la tela del sofá respiraba más pesado, más agitado, su abdomen se contraía y se liberaba a un ritmo impresionante; Paula sabía que no duraría mucho y así fue, con un agudo gemido y mojando completamente su mano. Beso sus hombros, aferrándose a su cuerpo por los costados y escuchando esa respiración exhausta cuando finalmente hablo

-debería ir a casa…- murmuro antes de cerrar sus ojos, paula se quedó en silencio escuchando durante unos minutos su respiración, sus latidos. Para cuando noto que se había vuelto muy lenta y acompasada ya Alba se había entregado a los brazos del sueño.

  • ¿Alba?... ¿Alba? – la llamo repetidamente sin resultados, resoplo y sonrió para sí misma - ¿qué voy a hacer contigo alba?... -