La chica del teatro

Una actriz un empleado de limpieza y una historia de feminizacion y dominacion

LA CHICA DEL TEATRO

Cuando tendría 7 años, Agustín estaba jugando a la pelota y se ensució su ropa elegante, provocando que su madre se enojara mucho con él, ya que tendrían que concurrir a una fiesta y la ropa no tenía cambio.

_ Ahora te pondrás la ropa de tus hermanas. –Le dijo. –Tendré que presentarte como una de ellas ante mis amigos.

A Agustín le gustó mucho esto, sentir el tacto y la elegancia de ella. Vio que le sentaba muy bien y quedó fascinado por la ropa femenina. Después secretamente, siempre les robaba para probarse ropa a sus hermanas.

Agustín tenía 18 años y estaba sin trabajo. Su amigo Hipólito le ofreció uno pero de limpieza en un teatro de su propiedad.

_ Es de limpieza, no ganarás mucho pero algo es algo. –Comentó

Agustín se encargaba de limpiar los camarines de los actores. La tarea era fácil y él estaba contento.

Pasados dos meses, charlando con su amigo, vio entrar a una preciosa morocha. Pelo largo, lacio. Ojos verdes de mirada sugerente y una figura deslumbrante.

Agustín quedó fascinado por ella y preguntó su nombre. Hipólito le dijo que se llamaba Raquel y que era la actriz de una obra en cartel en su escuela de teatro.

Agustín también averiguó que Raquel iba a ese teatro a ensayar dos veces por semana. En el interín, vio su ropa en el camerino y se la probó. Era hermosa, suave y tenía su olor.

Sintió pasos y se apresuró a cambiarse y seguir limpiando.

Raquel no sospechó nada.  Lo mismo se repitió dos veces mientras ella ensayaba.

En una tercera oportunidad, ella notó que su ropa estaba desordenada y con un olor extraño. Ahí pasaba algo pero no sabía bien qué, aunque estaba decidida a averiguarlo.

La siguiente vez, ella se cambió todo normalmente, pero regresó antes a sus camarinos con la excusa de que se sentía mal. Encontró a Agustín probándose su ropa.

Primeramente se asombró, pero después pensó que le quedaba bien. Ya se lo haría pagar.

_ Te queda muy bien. –Le dijo de repente. Agustín se sobresaltó y se puso nervioso. –Así que vos eras el que desordenaba mi ropa. Me diste una muy buena idea. Tengo mucha más ropa en casa, que te quedaría mejor. Acompañame el jueves después de mi ensayo. Vendrás conmigo. Sino, haré que otros se enteren de tus gustos.

Raquel pensó que sería bueno tomar alguna secretaria, pero nunca tuvo la oportunidad ni el dinero suficiente para hacerlo. Ahora podría hacerlo, y se divertiría haciéndolo su asistenta.

Capítulo 2

Ese jueves Raquel llegó temprano al ensayo. Agustín estaba barriendo la recepción.

El ensayo pasó sin contratiempo. Agustín la esperó en la esquina. Se preguntaba qué tenía preparado Raquel para él. Ella pasó por allí y lo buscó. Subieron a su auto, un Fiat rojo.

En el camino, Raquel comenzó a explicarle:

_ El otro día me sorprendió verte con mi ropa, pero me gustó lo que vi. En casa tengo mucha ropa y accesorios que te quedarán mucho mejor, ya verás.

Llegaron al barrio de  Palermo. Raquel vivía en un edificio moderno en el 8ºA

Subieron al ascensor y cuando abrió la puerta se encontró con un gran living. Sillones de cuero blanco con un TV plasma de 32’’, una cocina tipo americana y un pasillo que daba a dos habitaciones.

_ La primera es para huéspedes. –Le explicó ella. –La del fondo es la mía.

Lo hizo pasar a la primera habitación que estaba empapelada de rosa.

Había una cama y un gran placard empotrado en la pared. Raquel le explicó:

_ Aquí guardo recuerdos, accesorios y vestuario de obras que ya representé. Como ves, hay mucho.

Agustín miró y efectivamente había más de 50 piezas diferentes.

_ Bueno, llegó el momento. Veamos qué podemos hacer por vos –Dijo Raquel. –Sácate la ropa

Agustín obedeció y vio que Raquel sacaba una caja.

_ Ahora tranquilo. Relájate. –Dijo ella. Seguidamente le colocó una prótesis de pechos de silicona de aproximadamente 100 cm. –Esto se adhiere y se pega mejor con tu transpiración.

A continuación le colocó el corpiño. Era uno armado color rosa fuerte. Luego, bombacha al juego.

_ ¿Alguna vez habías usado corpiño y bombacha? –Preguntó ella.

_ Sí, pero siempre a escondidas y no en conjunto. –Dijo Agustín.

_ Te queda muy bien, te hace muy femenina. –Observó. –Ahora veamos el resto de la ropa. Tengo algo que te quedará justo.

Buscó y sacó un vestido de cuerpo entero color blanco. Se lo puso con cuidado y lo abrochó con botones detrás. Luego, unas botas de cuero negro media caña. Y finalmente, una peluca pelirroja de pelo corto.

Raquel lo tomó de la mano y lo llevó hasta su cuarto. Lo hizo pararse frente a un espejo de cuerpo entero y le preguntó qué veía y cómo se sentía.

_ Veo una chica hermosa y me siento como una mujer.

_ ¿De verdad quieres sentirte como una mujer? –Preguntó ella.

_ Sí, claro que quiero.

_ Muy bien, entonces relájate y déjame hacer.

Luego Agustín sintió algo mullido en su muñeca izquierda y después en la otra. Quiso protestar pero Raquel repitió:

_ Tranquilo. Yo te haré toda una mujer………

Seguidamente con cuidado lo tumbó en la cama boca abajo. Agarró algunas bufandas, las pasó por las botas y luego las ató a las patas de la cama. Así con las dos piernas.

Agustín protestó.

_ ¿Qué me harás?

_ Vos querés ser toda una mujer, no? Bueno, a las mujeres nos cogen, amor. Yo seré tu hombre. También tengo que disfrutar, no? –Dijo ella. –¿No lo sabías? Yo soy bisexual, me gusta cogerme mujeres. Y más en este caso..

Dicho esto buscó y se colocó un arnés de punta hueca. Luego extrajo de un cajón un dildo color rosa de 22 cm y lo colocó en su sitio.

_ No me va a entrar. –Se asustó él.

_ Sí, ya verás cómo te entra todo. Y te va a gustar tanto que luego serás vos quien me pedirás que te coja.

Raquel comenzó a introducir con cuidado el arnés. Notaba que Agustín era virgen porque estaba muy cerrado.

Agustín al comienzo sintió sólo una molestia, que de inmediato se transformó en un fortísimo dolor. Cuando creía que no podría aguantar más, lo sacudió otra oleada dolorosa.

Pero también notó que tenía su verga durísima. Aquello lo estaba excitando.

_ Listo. Ya la tenés toda adentro. –Dijo ella con satisfacción. –Ahora te voy a culear, mi amor.

Dicho esto comenzó un meta y saca, al comienzo suave, luego cada vez más rápido. Cada embestida era más violenta que la anterior.

Estuvieron así unos veinte minutos, hasta que Raquel llegó al orgasmo.

_ ¿Te gustó?

Agustín iba a decir que no, pero miró su verga de la cual corría un gran hilo de semen. Además, al comienzo había sido doloroso pero le había gustado.

_ Sí. –Le dijo.

_ Me alegro, porque pienso repetirlo muchas veces.

_ ¿Cómo?

_ No creas que fue sólo hoy. Mirá atrás tuyo.

Agustín miró y vio una cámara de video encendida.

_ Así es, grabé todo. –Dijo ella. –Si no querés que tus amigos vean esto, lo repetiremos cuando yo diga, está claro?

_ Sí señora.

_ Ya verás, te haré mi chica. Serás mi novia sumisa. –Dijo. –Y ya que serás mi chica debo ponerte un nombre adecuado: serás Eugenia. Ahora vestite y ándate, nos veremos el lunes en el teatro. Allí te daré instrucciones.

Capítulo tres

El lunes a las 15.00 cuando Agustín estaba barriendo llegó Raquel y se acercó a él, estaba muy contenta.

_ Me han dado un muy buen papel. –Dijo ella. –Seré la Condesa de Moliere. Empiezo los ensayos dentro de una semana. Cuando estrenemos necesitaré una asistenta de vestuario y también secretaria. Adiviná quién será…………

_ ¿Yo, señora? –Preguntó ansioso.

_ Por supuesto que vos. No tengo plata ni deseos de pagar una. Además, tengo planes inmediatos para vos. Por empezar renunciarás aquí, mañana a más tardar.

_ ¿Por qué, señora?

_ Podría decirte que porque yo lo digo y punto, pero te lo explicaré. Estaré las próximas tres semanas ensayando, así que necesito una criada que se ocupe de la casa y la comida. Y esa serás vos, Eugenia. Vendrás a casa desde el miércoles y serás criada cama adentro. Sólo saldrás cuando yo te autorice. –Dijo. –Si no estás el miércoles a las 9.00 de la mañana en punto en casa, lo tomaré como una negativa y tus amigos y familia recibirán el video. ¿Está claro?

_ Sí, muy claro.

_ Por esta vez, pasa. Pero a partir del miércoles te dirigirás a mí como Señora Raquel, estamos?

_ Sí, Señora Raquel.

_ Muy bien, ya verás. Haré de ti una excelente criada.